jueves, 29 de diciembre de 2011

Mahoma Con la Barba de Don Quijote

Como si se tratase de otro desagradable regalo de Reyes anticipado -el primero fue el triunfo del Partido Popular-, los españoles acaban de recibir la noticia de que en su territorio operarán, a partir de enero del 2012, dos nuevos canales de televisión, cuya programación, en buena parte, estará integrada por mensajes y espacios alusivos a las variantes más extremistas del islam. Dichas estaciones serán operadas por instituciones emblemáticas: mientras Hispan TV es una cadena en lengua castellana perteneciente al servicio público iraní -que ya maneja filiales que transmiten en otros idiomas-, Córdoba TV es financiado por un grupo privado saudí, pero que cuenta con un amplio respaldo del gobierno de ese país.

Resulta interesante de analizar el hecho de que en la península ibérica confluyan dos visiones del islam, cada una con su propio e importante respaldo político y económico, las cuales son coincidentes y convergentes en el ámbito religioso; pero que producto de una serie de circunstancias coyunturales hoy se encuentran enfrentadas de manera irreconciliable. Primero, Irán, el país de los ayatolás, y sobre el cual no vamos a ahondar en mayores detalles pues la propaganda europea y norteamericana ya ha hecho lo suyo (y hay que admitir que algunas cosas, si bien están expuestas de manera exagerada, empero son lamentablemente ciertas). Luego, Arabia Saudita, una monarquía absoluta que tiene excelentes relaciones comerciales y diplomáticas con las potencias occidentales, situación que a sus dirigentes les ha resultado de gran utilidad, pues les ha permitido evitar los reparos que se le hacen a su régimen interno, caracterizado por los abusos en materia de derechos humanos, la ausencia total de elecciones periódicas y el menosprecio más absoluto a la condición de la mujer (al menos en el territorio persa éstas pueden trabajar y votar). Incluso, muchos pasan por alto el hecho de que Osama Bin Laden era saudí, y miembro de una de las familias más ricas influyentes de la nación de La Meca, que además tenía vínculos monetarias con varios magnates estadounidenses, algunos de quienes son devotos cristianos que jamás dejan de lanzar dardos contra la supuesta intolerancia de los musulmanes.

Y considerar estos antecedentes es muy importante porque constituyen una explicación muy acabada respecto de la existencia de ambas cadenas así como de las motivaciones que impulsaron su respectiva fundación. En el caso iraní, estamos ante la simple filial en un idioma masivo de una red estatal que ante todo, difundirá la cultura y los intereses de su país de origen. Si en algún instante adquiere un carácter belicoso, puede llegar a ser comprensible en base a las agresiones, muchas de ellas injustificadas, que los persas reciben de manera constante por tomar una opción nacionalista que se opone a las intenciones de Estados Unidos. Por supuesto que el integrismo islámico es un factor a tener en cuenta (se trata de Irán, jamás hay que olvidar eso), pero será entendido como parte de una idiosincrasia general y por lo mismo subordinado a ella. En cambio, el canal saudí está financiado por una organización que aparenta ser independiente, no obstante que recibe apoyo económico de conspicuos empresarios y por debajo de la mesa, de un ente público extranjero. Fuera de que se ocupará de manera casi completa al proselitismo religioso. Por último, cabe consignar que, al igual que todas las estaciones de su tipo, la iraní se recibirá a través del satélite y el cable (que supongo, producto de la crisis por la cual atraviesa España en este momento, no es muy masivo), mientras que la de Arabia Saudita será transmitida por frecuencias abiertas.
         
Se asegura que de aquí a algunos años más, el español podría aventajar al inglés en cantidad de hablantes nativos a nivel mundial, lo cual lo transformaría en la primera lengua del globo por aquel ítem, si se considera que el chino, el único que hasta hoy se asoma como un competidor serio al trono, en realidad no es un solo idioma sino siete. Si a esta proyección le agregamos la cada vez mayor cantidad de personas que se interesan en el estudio del idioma de Cervantes, se podría llegar a comprender a aquellos entusiastas que aseguran que el castellano tarde o temprano alcanzará estatus de lingua franca universal (cosa que personalmente yo no creo, en cualquier caso). Eso lo han entendido también determinados colectivos musulmanes, ansiosos además, de penetrar en el espacio de una lengua que ha sido un tanto esquiva con su religión. En el caso de Hispan TV, se trata de una estrategia nacional, de un país que busca ganar la batalla diplomática. Mientras que Córdoba TV es un intento de imposición ideológica similar a otros que han surgido en la península ibérica, como el Opus Dei. Al respecto, curiosamente los saudíes contrataron personal de Antena 3, una de las cadenas hispanas más cercanas al catolicismo conservador, para el funcionamiento de su canal. El que además, iniciará sus transmisiones en los albores de un gobierno de derecha romanista.

miércoles, 21 de diciembre de 2011

Por Un Consumidor Satisfecho

Los recientes casos en los cuales se ha decidido -tanto por parte de las autoridades del ejecutivo como por los tribunales- perseguir de manera judicial a dueños de empresas y tiendas que se han puesto de acuerdo para vender un mismo tipo de producto a idéntico precio, aún tratándose de firmas diferentes: ha impulsado ciertas declaraciones optimistas en las cuales se asevera que por fin las denuncias de la población son escuchadas y se toman medidas al respecto, en contra, además, de poderosos magnates y hombres de negocios acostumbrados a valerse de sus recursos económicos para abusar de las personas comunes y corrientes con la más absoluta impunidad. Incluso, hoy se los califica de simples delincuentes comunes, que además corren el riesgo de ir a una prisión preventiva; y respecto de los cuales, si son hallados culpables, se solicitan penas de cárcel.

Este optimismo (que ha sido reforzado por el caso de los ejecutivos de La Polar, acusados formalmente de estafa, debido a que volvieron a pactar de manera unilateral las deudas a crédito de sus clientes, como medida para solucionar el enorme hoyo financiero de esa casa comercial) está acompañado de notas positivas en los medios masivos de comunicación y por declaraciones bastante conciliadoras de los empresarios de los rubros afectados que no han caído víctimas de una investigación. Un consenso que, al igual como sucede con las distorsiones de precios que finalmente desataron los escándalos, sólo puede ocasionar sospechas. Se ha hablado de un mayor poder adquirido por los ciudadanos, a quienes además se les ha alabado su alta capacidad de organización, aspectos que les han permitido levantar la voz y ser escuchados. Luego, diversas autoridades han salido a decir frente a las cámaras de televisión que protegerán a brazo partido los derechos de los consumidores, aunque quien los quebrante sea el oligarca más acaudalado del planeta.  Sin embargo, he aquí el principal elemento sobre el que es preciso colocar atención. Lo que se está buscando es salvaguardar el consumo, principal mecanismo de funcionamiento de sistemas económicos nuevo liberales como el chileno. Por lo que las exigencias de los manifestantes deben comenzar y terminar ahí, para enseguida, seguir comprando bienes gracias a la magia de la tarjeta de débito, sin importar el interés devengado, que es imperceptible en cada cuenta, pero que a veces termina encareciendo un artículo el doble que su coste original.

En este debate, no han ingresado otros temas que aunque no lo parezca, son esenciales para explicar el funcionamiento de esta economía. Por ejemplo, la desigualdad social, provocada principalmente por las bajas remuneraciones y un mercado del trabajo cada vez más precario. Una relación que aplasta a una gran masa de personas bajo la bota del abuso, y que además obliga a esos mismos ciudadanos a recurrir a las compras a crédito, producto de su escaso poder adquisitivo. Y todos sabemos que quien permanece impune al final se deja llevar por la codicia. ¿Qué importa aplicar una distorsión de precios contra una amalgama de pordioseros, si ya están acostumbrados a recibir emolumentos miserables? ¿Qué problema hay en cambiarles las reglas del juego, en el asunto de las compras a plazo, si se encuentran tan urgidos en recibir tal o cual bien material, que no reparan en el enorme dedo que les están poniendo en la boca? De acuerdo: la situación llega a un punto tal que hace peligrar la estructura fiduciaria (la codicia no tiene límites) y por eso se hace necesario una regulación. Pero ésta sólo considera al último eslabón de la cadena: a alguien que sólo constituye un receptor pasivo; el destino ulterior de un elemento que ha sido fabricado, transportado y ofrecido por asalariados que reciben una paga injusta en comparación con su esfuerzo. Es en definitiva, el componente más fácil de manipular. Que se puede unir en más de alguna ocasión pero sólo para una cuestión puntual y no con el propósito de seguir una causa permanente, como acaece con las luchas laborales.

¿Cuál es el propósito de jugar todas las fichas, incluso las que no se tienen, en el asunto de los derechos de los consumidores? Eso habría que preguntárselo a los empresarios que aseguran valorar el estallido de estos escándalos y condenan públicamente a colegas con quienes compartieron una cerveza o un asado. Ellos se alegran porque se han corregido situaciones anómalas que podían llegar a perjudicar sus ventas. Explicación que también se podría aplicar al celo mostrado por ciertas autoridades. ¿Cuánto vale un comprador como persona? Prácticamente nada, ya que sólo pasa una vez al mes por la tienda, a comprar o a pagar. En cambio un trabajador necesita alimentarse y vestirse, y puede que en algunos casos deba también hacer lo mismo con su familia. Por eso es tan fácil arreglar los desperfectos surgidos en la máquina del consumo. Porque es sólo el apéndice de un engranaje mayor cuyos pernos están ajustados de la manera más conveniente.

jueves, 15 de diciembre de 2011

Científicos Ateos y Espirituales

Sorprendentes resultados arrojó una encuesta hecha en Estados Unidos por una empresa especializada, por medio de la cual se descubrió que al menos un veinte por ciento de los científicos y profesores universitarios que se declaran ateos, mantiene vínculos con alguna iglesia cristiana u otra clase de templo religioso. Incluso, que muchas de estas personas estimulan a sus hijos a asistir con regularidad a tales instituciones, llegando a preocuparse de que se inserten efectivamente dentro de la congregación. Los argumentos expuestos por los interrogados son variados, pero constantemente se repiten dos: mientras unos aseveran que aún les queda un grado residual de espiritualidad, otros declaran que ponen en contacto a sus vástagos con los distintos credos con el propósito de que se formen una opinión acabada de las diferentes alternativas que ofrece la sociedad, con el fin de que ya de adultos, no tomen una elección basados en criterios excesivamente dogmáticos o parciales.

Que los no creyentes muestren un interés positivo por las organizaciones eclesiásticas, no es ninguna novedad. Y no se trata de una visión hecha desde fuera, ya que sea que las intenciones del interesado sean sinceramente neutrales o ideológicas. Muy por el contrario, muchas de estas personas ven a la religión como un factor que pone orden al interior de una sociedad, no sólo en el sentido de la disciplina (bueno: en realidad parte desde ahí, pero su campo de influencia pretende ser bastante más amplio), sino como un elemento capaz de orientar y guiar a las personas en tanto individuos como miembros de una comunidad, en cuanto a principios y valores de carácter humanitario y civilizador, que van más allá del mero aprendizaje de una doctrina. Bajo esta premisa, los templos son considerados una instancia de integración, de modo similar a lo que ocurre con la escuela, en el sentido de que el sujeto tiene la posibilidad de establecer relaciones de convivencia con sus semejantes y adquirir nociones acerca de lo que es correcto y de lo que es inaceptable. En definitiva, que cumplirían con una función social y cultural, que va desde formar parte de manera indisoluble de la idiosincrasia nacional de un país hasta constituirse en una suerte de educación complementaria.

Esta clase de consideraciones, es preciso señalarlo, parten de la idea de la religión como una estructura eclesiástica -o sus afines, si hablamos de los sistemas orientales- antes que como un hecho de fe (que no olvidemos, es un acto que conlleva una buena cantidad de conductas de carácter dogmático y doctrinal, factores que justamente estos científicos no desean que se impregnen en las mentes de sus hijos). Por lo cual, finalmente, sólo dejan espacio para las congregaciones oficiales o más tradicionales de algún país, con una leve presencia de ciertos credos importados que han alcanzado prestigio ya sea por su historia, su altísimo número de seguidores en sus lugares de origen, su acervo cultural o las referencias que sobre ellos han escrito intelectuales de prestigio (por ello es que los encuestados también buscaban introducir a sus dependiente en el budismo o el islam, que además cuentan con una cantidad respetable de miembros dentro de Estados Unidos). Pero algún movimiento de renovación espiritual, por ejemplo los avivamientos pentecostales o los católicos neo catecúmenos, que descartado de manera casi automática. Más aún: estas nuevas propuestas quedan reducidas al calificativo de sectas, con toda la connotación negativa que ese término contiene. Y es una lástima, porque esos fenómenos sí que conforman un auténtico resurgimiento del pensamiento religioso, cuyo propósito inicial es la creencia fervorosa en un elemento, por lo cual luego se rigen todos los aspectos de la vida.

Y no se trata esto de una defensa del fanatismo ni mucho menos. Todavía más: estos científicos podrían estar contribuyendo a la formación de personas que en el futuro serán capaces de defender una fe honesta sin caer en el prejuicio intransigente -que a fin de cuentas, precisamente surge a partir de una distorsión del acto de fe-. Pero estas actitudes a la larga son una evidencia de que al menos en las sociedades occidentales las religiones han perdido casi por completo su fuerza, quedando reducidas a edificios monumentales cuya mayor finalidad es conservar el orden establecido, que por cierto ya no se basa en el fervor espiritual. Toda vez que determinadas conclusiones empíricas tienden a ser aceptadas en las naciones justamente por eso: porque se trata de sucesos científicos, y quien los contradice es un burro tarado o un simio anacrónico. Cuestiones que se utilizan, de la misma manera que la institución eclesiástica consolidada, como un mecanismo de freno contra actos de protesta, por ejemplo lo que acaece con quienes tratan de ofrecer un sistema económico distinto al capitalismo nuevo liberal, que es presentado como intrínseco a la naturaleza humana. Y cuando los reclamos empiezan a arreciar, entonces quienes han sido privilegiados con el estado de cosas tienden a unirse contra el enemigo común, olvidando sus rencillas que ahora quedan como juegos de niños.

miércoles, 7 de diciembre de 2011

El Bebé de la Universidad

Y finalmente Gabriel Boric se instaló a la cabeza de la Federación de Estudiantes del lupanar de Bello. Sus aullidos consiguieron que la masa de alumnos que por lo general no vota en los comicios (en su mayoría porque tienen la idea de que "a la universidad se va a estudiar y no a hacer política", que de seguro aprendieron en un colegio católico y conservador de altas mensualidades, los cuales suelen contar con un desproporcionado número de representantes en los planteles) esta vez sí lo hiciera e inclinara la balanza como escasas veces ocurre. Lo más probable es que hayan sido obnubilados por los discursos del ahora presidente electo, quien proponía un movimiento de izquierda independiente, alejado de las colectividades tradicionales de ese sector, a las cuales no cesó de atacar. En especial al Partido Comunista, al que pertenece Camila Vallejo, la actual máxima dirigente de la estudiantil, y que ha sido una de las cabezas visibles de la más extensa huelga escolar que el país haya conocido hasta ahora. Así, como esa derecha tan liviana como huera que insiste en "un nuevo estilo de hacer política" distinto a las prácticas convencionales, que en realidad es sólo otra forma de disfrazar el autoritarismo y el totalitarismo, y de ahogar los espacios para la discusión.

A nivel de federaciones de estudiantes suelen aparecer, con bastante frecuencia, estas agrupaciones pretendidamente autónomas y marginales que se presentan como los sumideros del idealismo ingenuo juvenil. La mayoría de ellas asevera contener un pensamiento izquierdista, definiéndose a sí mismas como el primer paso de un intento de renovación del sector, ya que según ellos los canales más reconocidos de expresión no responden a las demandas que las nuevas generaciones están poniendo en el tapete. No obstante, más allá de ese eslogan, no acostumbran a presentar una alternativa contundente o siquiera un programa coherente de trabajo, para el caso de ser elegidos. Y en verdad, no necesitan desacomodarse de sus asientos, pues en la mayoría de los casos sólo contribuyen a dispersar los votos en favor de listas más complacientes. Mientras que, en las contadas ocasiones en las cuales acceder al poder, a poco andar se disuelven y sus integrantes se dirigen hacia distintos bandos, incluso los más conservadores. Así todas estas iniciativas desparecen a los pocos años de haber sido concebidas, sin siquiera traspasar los claustros universitarios. Si he hablado de renovación no me acuerdo, o lo dije con algunos grados de alcohol en la recepción de los novatos.

Si uno revisa las épocas pasadas, notará que jamás en Chile un movimiento supuestamente autónomo surgido al interior de una facultad estudiantil ha conseguido prosperar más allá de ese ambiente. Por mucho que se insista en el cliché de la savia nueva, siempre es imprescindible el apoyo de o al menos las relaciones fluidas con los componentes de la política establecida. Un ejemplo muy claro está en la llamada "Reforma Universitaria", de 1967: su mayor impulsor, José Miguel Tobar, que nunca se adscribió a algún partido, no fue capaz de continuar en el andamiaje de los procesos electorales y se debió contentar con seguir su carrera de médico general. Que de cualquier caso ha ejercido de manera loable, en centros públicos y privados tanto chilenos como extranjeros. Pero ése no suele ser el destino de nuestros "reformadores" contemporáneos. Como casi todos pertenecen a un determinado segmento de la sociedad, a poco andar se descubre que son amigos, familiares o vecinos de algún rector o académico. Lo cual les permite, una vez egresados, insertarse de un modo bastante sencillo en el mundo laboral. O bien, si aún así el muchacho no consigue esconder su incompetencia, ocupar un puesto dentro del plantel, donde puede asegurar su existencia hasta la jubilación, sin efectuar prácticamente ningún esfuerzo (sabido es que esos zánganos no enseñan). Años más tarde, reunidos en un bar exclusivo, como demostración de que aún les resta algo de rebeldía juvenil -la bohemia a la que acuden cada quinces meses-, entre copas recordarán cómo se cargaron a un dirigente que amenazaba con continuar un alegato de manera infinita.

Ésa es la idea final. Mantener el atavío con los tíos y padrinos que comen gracias a las cuotas que mes a mes entregan estudiantes que de seguro depositaron sus esperanzas en movimientos como éste. Es decir, en la instancia donde la independencia vale más que nada, simplemente dicha conducta no se observa. Por lo que lo más probable es que Gabriel Boric y su canalla dorada acaben resolviendo el conflicto antes de lo que cualquiera pueda vaticinar, reduciendo el pliego de peticiones a la entrega de mayores recursos monetarios, que engrosarán los emolumentos de sus tutores, que así se podrán dar la gran vida que siempre anhelan. Y como compensación, los mocetones izquierdistas terminará en una oficina pública o de una empresa importante, cuando no refugiados en las improductivas e inservibles aulas de las "universidades". ¿No es ése el legado de aquel ambiente? ¿Llenar las aspiraciones juveniles de mitos y mentiras?

                                                                                                                                               

                                                                                                     

miércoles, 30 de noviembre de 2011

Fariseos y Saduceos en Nigeria

Recientemente, el parlamento de Nigeria aprobó una ley que castiga con catorce años de cárcel la homosexualidad. Dicha iniciativa, empero, no crea un nuevo delito en ese país africano, pues la tendencia gay ya significaba una pena de cinco años. Desde Europa, se les ha advertido a estos dirigentes que, de llevarse finalmente a la práctica dicho texto jurídico, entonces su nación quedará excluida de la ayuda humanitaria que el Viejo Mundo les entrega con cierta periodicidad. Sin embargo, los responsables parecen hacer caso omiso de tales amenazas y han continuado adelante con sus propósitos.

Lo curioso de esta propuesta es que se da en un momento en que Nigeria atraviesa por una delicada coyuntura política. Después de varios años de dictaduras militares, este país adoptó, hace ya más de una década, un sistema federal con treinta y seis estados que con el paso del tiempo han ido adquiriendo cada vez mayor autonomía. Una fórmula adecuada para solucionar los problemas tribales y étnicos que siempre han constituido el principal dolor de cabeza de las administraciones africanas. Pero que en épocas recientes, ha servido para fortalecer un factor que se ha develado como más eficiente a la hora de cohesionar a la población, cual es la religión. Ocurre que las divisiones del norte son de mayoría musulmana, y sus habitantes, amparados por autoridades que profesan el mismo clero, poco a poco se han estado decantando por las expresiones más extremistas de éste, como la aplicación de la charia -lo que ha impulsado a condenar a muerte, tras sendos juicios formales, a mujeres sospechosas de cometer adulterio-, o la intolerancia hacia ciertas minorías, conducta que ha derivado en ataques contra grupos cristianos. A su vez, estos últimos son fuertes en las zonas del sur, y no sólo miran con preocupación lo que sucede con sus hermanos perseguidos, sino que en sus propios reductos responden con la misma moneda. Aunque aceptan que la dictadura militar perjudicó a los practicantes del islam, bajo ningún punto de vista están dispuestos a aceptar que se dé vuelta la tortilla, siquiera en una sola región.

Pues bien. Un hecho que es transversal a ambas comunidades -y que en alguna medida, explica la violencia que han alcanzado los enfrentamientos mutuos-, es su carácter conservador, especialmente en el ámbito de la moralina privada. Prueba de ello es que la homosexualidad ya era catalogada como un delito punible. Ahora, lo curioso es que ambos bandos acuerdan establecer una tenue tregua, para darse la mano y luchar contra un enemigo común, que puede afectar por igual a los dos grupos. O mejor dicho, intentan dar una señal de unidad y respeto mutuo cargando los acentos sobre una minoría bastante más débil a la que rechazan con idéntico nivel de repudio. Una nueva versión de la alianza que saduceos y fariseos en el Israel del siglo I establecieron contra el naciente cristianismo, ya que su existencia los perjudicaba a partes iguales. O como los católicos y ciertos colectivos de evangélicos en Chile han llevado a cabo, curiosamente, también en contra de los gay, siendo que en los púlpitos quien sigue una determinada religión siempre aprovecha la oportunidad de descalificar a los fieles de la otra, tratándose mutuamente de herejes, sectarios, idólatras o falsos (a propósito, es curioso que los reformados que hoy cierran filas con los curas, hace sólo quince años atrás eran víctimas de discursos virulentos pronunciados con la misma vehemencia, tanto por los que defendían el régimen de Pinochet como por quienes aseguraban defender los derechos humanos). O del mismo modo que los gobiernos europeos y norteamericanos han derrocado gobiernos progresistas o nacionalistas en países árabes o islámicos como lo recientemente acontecido en Libia, con el objetivo de colocar a musulmanes conservadores prestos a favorecer sus intereses. Pactos entre fanáticos que se odian a muerte, pero que son capaces de olvidar las rencillas cuando la desaparición de un tercero los beneficia.

En cada oportunidad que se suscitan masacres de cristianos en Nigeria -que por desgracia, son masivas y frecuentes-, las llamadas redes sociales, así como las páginas de internet vinculadas a católicos o evangélicos, están prestas a condenar los hechos y a pedir la intervención de organismos internacionales en el lío. Pero ahora, frente a esta nueva atrocidad (no sólo porque se efectúa en concordato con el enemigo mortal, sino porque intenta reproducir los grados de intolerancia hacia un tercer colectivo que no le ha hecho daño a nadie), guardan "religioso" silencio, y ni siquiera mencionan la noticia. En ciertas ocasiones, me he formulado la pregunta en el sentido de por qué ciertos creyentes del camino están tan inquietos con el avance del islam, cuando ellos son partidarios de las mismas prohibiciones. Al final, si los fuerzan a cambiar de credo, de todas maneras se adaptarán a la nueva realidad, teniendo sólo que orar en público cinco veces al día y llevar un turbante o un velo de acuerdo al género. Y cambiar el nombre de Dios por el de Alá, que en todo caso, también significa "lo que es".

jueves, 24 de noviembre de 2011

Dinero Para Los Rectores

Uno de los mayores reclamos de los estudiantes hacia la ley de presupuestos del 2012 propuesta por el gobierno, es que la partida pecuniaria ofrecida para educación será insuficiente para satisfacer las demandas emanadas de esa actividad, y que son la causa de una huelga que ya se extiende por ocho meses. Por supuesto, que los parlamentarios de oposición han intentado hacer suya esta protesta, y se han negado a aprobar el mencionado texto redactado por el ejecutivo. Sin embargo, en su queja los muchachos no han sido apoyados sólo por un bloque de diputados y senadores, pues al momento de expresarla, estuvieron acompañados por los rectores de las "universidades" chilenas pertenecientes al cártel de las veinticinco; esto es, las que existían antes de la reforma de 1981 y que la opinión pública les adjudica de manera errónea el mote de estatales.

Que los citados rectores exijan más fondos cada vez que estalla un conflicto estudiantil, no es algo que debiera sorprender. Así ha ocurrido desde siempre y así continuará sucediendo, aunque los problemas estructurales de la educación que han salido a colación en esta movilización, finalmente se solucionen. Y como es costumbre, gracias a la presión ejercida obtendrán una suculenta tajada del dinero entregado por los contribuyentes. No es para menos, ya que tanto ellos como los académicos pertenecen a los circuitos más pudientes de la sociedad, y se codean con los empresarios más adinerados y los políticos y religiosos que ostentan las mayores influencias. Además de que los hijos de los más acaudalados asisten a sus "universidades"; y no querrán, tras haber cursado la enseñanza primaria y secundaria en establecimientos confortables hasta lo indecible, continuar una carrera en una pocilga rodeados de profesores andrajosos y a los cuales sólo les alcanza el sueldo para ir al bar de la esquina.

De ahí que estas coyunturas resulten claves. Aprovechándose de ellas, pueden solicitar el aumento de los recursos bajo el pretexto de que no hay suficientes para llevar adelante las tareas que son propias de una universidad. Y ya con las platas en el bolsillo, subirse los emolumentos a niveles cercanos a representantes de las capas más altas de la sociedad. Además de gozar de una mayor cantidad de viajes al extranjero, nombrados con el eufemismo de "cursos de perfeccionamiento". La autonomía universitaria, entonces, se transforma en un muro que impide la fiscalización (tal vez por eso la defienden tanto, al extremo de presentarla como un eslogan publicitario). Luego, con semejantes barreras de impunidad, los nuevos recursos caen a un saco roto que espera volver a ser alimentado en la próxima movilización, y así sucesivamente. ¿Que se usan para hacer investigación? ¡Nadie es tan iluso! El estudiante alemán que con la ayuda de sus docentes inventó una cámara fotográfica capaz de grabar en trescientos sesenta grados: eso sí es investigación; no un libro editado en doscientas copias que se distribuirá entre las bibliotecas de las mismas instituciones de "enseñanza" superior.

Se ha insistido en que las autoridades políticas, de todos los bandos, están reacias a aprobar las reformas educacionales propuestas por los estudiantes porque al fin y al cabo, ellas fueron, en diversas medidas, las responsables de que el actual sistema se haya consolidado. El problema es que los rectores forman parte de ese entramado, ya que suelen tener vínculos con partidos de todas las tendencias, y algunos incluso han usado su cargo académico para postularse a una alcaldía o un cupo en el Congreso. En definitiva, estamos ante una tanda de sinvergüenzas que son parte del meollo del asunto y no de solución. Los estudiantes deben prescindir de ellos. No los necesitan, como tampoco a otras entidades que ya se ha despachado, como la oposición o la iglesia católica.

miércoles, 16 de noviembre de 2011

Los Estadios Vacíos y Barnechea

Suelo seguir el resumen de cada fecha del fútbol chileno, que TVN emite los domingos a eso de las nueve y media. Por ende, me veo obligado a escuchar las quejas de Fernando Solabarrieta, respecto de ciertos clubes, en especial algunos avecindados en Santiago, que nunca alcanzan a reunir mil espectadores en un partido donde juegan en condición de local. Dicho comentarista, con ese mismo tono lastimero con el que hace unos años atrás celebró el triunfo del tenista Nicolás Massú en los Juegos Olímpicos, aunque ahora motivado por la ira, no para de preguntarse cómo podemos estar hablando de una liga profesional con desafíos que sólo convocan a unas quinientas personas. Este fin de semana, el susodicho dejó de mostrar su rostro y de emitir su voz a través de las pantallas, pues los enfrentamientos del seleccionado en las eliminatorias del próximo Mundial obligaron a suspender la primera división. Pero las categorías inferiores sí continuaron su curso normal; y en una de ellas aconteció un hecho que de seguro en la próxima temporada aumentará el tenor de las protestas: el triunfo de Barnechea en la tercera serie, lo que le permitirá ser uno más de esos vilipendiados "clubes profesionales", aunque sólo un promedio de doscientos fanáticos acuda a verlo cada quincena. 

Fernando Solabarrieta debería darse por enterado que una de las consecuencias de transformar al fútbol en una actividad rentable -que entre otras cosas, implica grados cada vez más significativos de profesionalidad-, es precisamente prescindir de la asistencia media de espectadores, sobre todo cuando se trata de campeonatos entre clubes. Una alternativa que genera un escaso volumen de ingresos y que a la larga resulta muy insegura para la supervivencia de las instituciones. Hoy en día, en cambio, los principales sustentos son los inversores y la publicidad, ya que venga impresa en las camisetas o en los letreros estáticos ubicados a un costado de la cancha. A eso cabe agregar que, desde que los equipos chilenos se transformaron en sociedades anónimas -suceso que en su momento fue considerado una condición indispensable para hablar con propiedad de deporte profesional-, entró un nuevo factor en la dinámica monetaria, cual fue el de las acciones de bolsa. Finalmente, no se debe menospreciar un mecanismo más tradicional, cual es el traspaso de jugadores, que siempre ha reportado más ganancias que la convocatoria de público, con la cual ha convivido casi desde los orígenes.

No pretendo replicar esa frase expresada por un intelectual, ignoro ahora si argentino o uruguayo, que asegura que "el estadio acabará siendo sustituido por el estudio". Pero analicemos: ciertas ligas de relativa importancia, por ejemplo la de Portugal, se desarrollan, en buena parte, en campos de juego que cuentan con un aforo inferior a los quince mil espectadores, y no precisamente se llenan cada fin de semana. Y sin embargo, algunos clubes de ese país han sido campeones o finalistas en torneos europeos, que tienen un alto nivel de exigencia. Lo que mantiene con vida a estas instituciones, y que de paso les permite obtener un prestigio internacional, es la serie de factores combinados mencionados en el párrafo anterior. Es la consecuencia de un fútbol que por tratar de aumentar sus estándares de profesionalismo y competitividad se ve obligado a regirse por los dictámenes del mercado, y a tornarse más comercial. Tales condiciones desde luego pueden acarrear conductas negativas (como los fraudes de arreglos de partidos detectados en Italia hace un tiempo atrás; o el relajamiento en los controles médicos, que dieron como resultado el fallecimiento de futbolistas en medio de algún encuentro); pero también han permitido que ciudades de escasa población ostenten un representante en las primeras divisiones de campeonatos de grueso calibre, como Auxerre en Francia o Villarreal de los Infantes en España. La verdad es que quien se guíe por el nivel de convocatoria de una entidad con el propósito de definir la seriedad profesional de ésta, peca de ingenuo. Y no sólo tratándose de clubes, sino a veces también de seleccionados nacionales (baste al respecto, citar los logros del combinado de Uruguay).

Perdonen los hinchas de Barnechea que se han sentido mal por haberlos empleado como ejemplo. Pero les aseguro que objeciones como las de Solabarrieta, que jamás van a tener en cuenta los méritos deportivos, las van a escuchar durante buena parte del 2012. Curiosamente, provenientes de sujetos que en su momento aplaudieron el aterrizaje del concepto de sociedades anónimas porque al fin el fútbol chileno iba a ser realmente profesional, no dependiente de dirigentes delirantes que asumían deudas y cuando se acercaba el plazo de pago, renunciaban (bueno: en eso estoy de acuerdo). Se olvidaron que una de las características del profesionalismo es que abre un abanico de alternativas al momento de financiar un club, en donde la asistencia promedio acaba siendo la menos utilizada, por poco confiable. Incluso, aquellas instituciones que se encuentran bajo la lupa debido a este tema, no presentan mayores problemas económicos, llegando a ser más estables en tal aspecto que otras más "populares". Respondiendo a las dudas que motivaron la redacción de este artículo, se podría concluir que la liga efectivamente es profesional. Aunque sea a la chilena.

                                                                                                                                                             

miércoles, 9 de noviembre de 2011

La Minoría Que Discrimina

Vaya bochorno el que protagonizó un puñado de evangélicos el martes recién pasado. Encabezados por el inefable pastor Edito Espinoza (que a estas alturas, y frente al desprestigio en que ha caído la iglesia católica por los constantes escándalos de pedofilia, ya no disimula sus intenciones de ocupar el cetro del guardián de la moralina), irrumpieron en el edificio del Congreso en Valparaíso, como un intento desesperado de persuadir a los parlamentarios con el fin de que rechazasen el proyecto de ley que buscaba sancionar los actos de discriminación cometidos contra cualquier persona, ya sea producto de su raza, credo, ideología política u opción sexual. Fue ese último término el que encendió las alarmas en este grupo de cristianos, que lo ven como la antesala de una catástrofe de proporciones apocalípticas, donde la homosexualidad será la consiga y el matrimonio entre personas del mismo género la mayoría. Y debido a él armaron un escándalo tan grande como las nefastas consecuencias que se avecinan. Ya que finalmente, los congresistas eligieron no redimirse y aprobaron la polémica iniciativa, para el disgusto de sus detractores, quienes gritaron tan fuerte que terminaron siendo desalojados a la fuerza por un piquete de policías, del mismo modo que sucede con las organizaciones sindicales y los movimientos de izquierda que de tarde en tarde van a expresar su malestar a la sede legislativa.

Cuando era retirado en andas por los efectivos de Carabineros, el pastor Espinoza declaró a los medios de comunicación presentes que su grupo pasaría a la historia como los que defendieron los valores de la familia, y que iba a ser citado en un próximo futuro, cuando la determinación de los parlamentarios haya ya arrojado sus horribles consecuencias sobre el suelo patrio, y no exista mecanismo alguno que pueda revertir la situación. Siendo francos, este triste espectáculo montado en el nombre de Jesús sí será recordado en la posteridad, pero como un símbolo de estupidez. Los hermanos que reclamaron en el Congreso, dando muestras increíbles de ignorancia y falta de visión, se remitieron de manera exclusiva a un solo aspecto de esta controvertida ley, como es la segregación por opción sexual. Y lo hacen porque su discusión final coincide con otros proyectos sobre el asunto que igualmente han levantado polvareda, como el acuerdo de vida en pareja que pretende darle un estatus formal a las uniones no vinculadas tanto de heterosexuales como de homosexuales. Es decir, porque en ambos casos escucharon la palabra gay, imaginan que las dos situaciones están de algún modo relacionadas y por ende componen una misma conspiración. Ante tales demostraciones de inmoralidad, es preciso aplicar tolerancia cero y contrarrestar el primer asomo con una actitud agresiva y decisiva, con el propósito de evitar el efecto escalada. Además de conseguir llamar la atención de la prensa, desde luego. Pero se trata de sujetos que, como le señaló Pablo a Timoteo, tienen la conciencia cauterizada.

Lo más grave de todo esto, es que este incidente dejó la sensación de que los evangélicos se oponen a una ley que justamente les favorece. Pues como se señaló, lo que se intenta buscar es condenar cualquier tipo de discriminación, no sólo la que se produce con motivo de la opción sexual, sino que también las que involucran raza, ideología, o, entre otras cosas... credo. De acuerdo: algunos cristianos apuntan al hecho de que la fe cristiana va más allá de una religión. Pero nadie debe olvidar que estamos inmersos en un mundo determinado y que en ciertas ocasiones debemos valernos de sus propios códigos para hacernos entender. Aparte de que las demostraciones de hostilidad se dan en contra de personas que se involucran con un grupo minoritario o que no cuenta con un peso histórico importante en un territorio de referencia. Y en Chile, los reformados tienen esas dos características; y a pesar de que la aceptación social ha ido creciendo de modo sostenido en las décadas recientes, aún caben resabios muy significativos de rechazo malsano, que se expresan en insultos y agresiones, ya sean sutiles o abiertas. Vale decir que dentro de tal ambiente no se es más ni menos que los homosexuales o las tribus urbanas. Aunque unos ya tengan asegurada su salvación mientras los otros continúan deambulando por las tinieblas.

Hay que insistir en que se trataba de un grupo minoritario. Lamentablemente, ante la ausencia de quienes expresen una opinión distinta -o mejor dicho, que den una explicación acerca de los alcances de este proyecto de ley-, los mismos medios de comunicación a los cuales se acercó el pastor Espinoza mientras era desalojado del edificio del Congreso, han dado a entender que se trata de opinión oficial y en bloque de los evangélicos. Lo cual puede derivar en una muestra de mal testimonio. Alimentada por colectivos interesados en presentar a los reformados como una sarta de sectas atrasadas e intolerantes. En especial la iglesia católica que atareada por los escándalos sexuales que han remecido a su clero, ha permanecido a la zaga en esta discusión, permitiendo que personas como el mencionado líder espiritual carguen con el peso del ridículo. Lo curioso es que este nuevo cuerpo legislativo no sólo es útil para defenderse de los ataques de los romanistas, sino de esos mismos mecanismos de prensa que entregan a propósito una imagen parcial de la realidad. Y también, podría servir para protegerse de aquellos homosexuales, violentos a su vez, que en el último tiempo les ha dado por gritar insultos contra hermanos a los cuales descubren predicando en alguna calle.

miércoles, 2 de noviembre de 2011

La Raíz de Todos los Mulos

¿Qué vuelve tan atractivo a Richard Dawkins? Bueno: es un tipo que escribe en contra de las religiones, y que basado en los errores históricos de éstas, exige que se acaben todas. O al menos, aquellas que provienen del tronco abrahámico, que en las culturas occidentales constituyen una referencia obligada cuando se quiere hablar de sistemas de creencias. Ahora: eso en ningún caso es para sorprenderse. Los ataques anticlericales ya cuentan con seis siglos de antigüedad, y algo debieron haber hecho pues hoy sus destinatarios no tienen la misma reciedumbre de antes, por lo cual no pueden ofrecer una respuesta contundente -respecto de una eventual sanción civil contra sus agresores, desde luego-. Pero el polemista de marras exhibe un rasgo adicional: es un científico, y no un simple intelectual o escritor como sucedía con la mayoría de sus antecesores, incluso con ciertos contemporáneos, como Fernando Vallejo. Y aquí confluyen tres factores interesantes: la ancestral reyerta entre las iglesias y la comunidad empirista -más artificial que real, hay que decirlo-; los sucesivos errores que hombres de fe han cometido cuando de asuntos de astronomía o de física se trata -recordar tan sólo a los curas que defendían a rabiar el sistema geocéntrico-, y la calidad de prueba irrefutable que presentan las leyes científicas, una condicionante que suele favorecer también a las teorías.

Es preciso dejar las cosas claras desde el primer momento. Los escupitajos de Dawkins no llamarían la atención de los medios masivos de comunicación de no ser porque vivimos en una época donde, tras el declive de las ideologías políticas más reconocidas -liberalismo, socialismo, etcétera-, que además fueron la directriz del grueso de las personalidades públicas del siglo pasado, han sido las religiones quienes han llenado ese vacío, recuperando un protagonismo que habían perdido, ahora como un factor aglutinante de un gran número de poblaciones, y por ende, actuando como un sucedáneo de la búsqueda del paradigma utópico común. Sin embargo, este resurgimiento trae consigo ciertas peculiaridades, ya que no es encabezado por la estructura tradicional de cada credo -que incluso, en algunas ocasiones continúa reduciendo su tamaño y su alcance, llegando a experimentar problemas de supervivencia-, sino por movimientos medianamente independientes, que pretenden retornar a los orígenes -ya que piensan que lo que existe hoy es una versión degenerada de lo fundacional-, por lo cual son capaces de sostener disputas con sus hermanos de votos que aún se apegan a fórmulas, digamos, más tradicionales. Dichas variantes de los respectivos sistemas de creencias, que en cualquier caso mantienen los elementos esenciales de éstos, aunque critiquen con denuedo las maneras establecidas para divulgarlos, se caracterizan por el intento de promover una rápida expansión, a través de una presentación bastante simple ya sea como organización o doctrina. Con el propósito de captar una mayor cantidad de adeptos, se limitan a recordar cuestiones dogmáticas por todos conocidas -recordemos: no intentan modificar las sentencias de base-, en un tono marcadamente extremista. Así ha sucedido con el éxito de las corrientes más exaltadas del islam, pero también con el cristianismo de cuño neo conservador, contenido, en el caso del catolicismo, en grupos como el Opus Dei o los Legionarios de Cristo -que prescinden de la complejidad propia de las órdenes romanistas-, o de los evangélicos, en los halcones norteamericanos y -aunque no necesariamente tengan aspiraciones políticas- en las mega congregaciones o los pastores de la abundancia.

Es esa clase de propuesta la que ofrece Richard Dawkins. Una especie de prédica que resalta, acudiendo a explicaciones muy elementales, el hecho de que su verdad es la única aceptable. Si se comparan obras suyas, por ejemplo alguno de sus documentales audiovisuales, como "La Raíz de Todos los Males", con cualquier trabajo de otros científicos divulgadores, ya sea los de Carl Sagan, Stephen Jay Gould, o incluso canales de televisión por cable como Discovery o NatGeo, ni siquiera se requiere cumplir con la totalidad de los pasos del método empírico para constatar que salen bastante trasquilados (y de qué otro modo: si ni se vale del bendito método para obtener sus conclusiones). Al libro "El Espejismo de Dios", le podemos sustituir esa palabra por espejo, remplazar unos cuantos términos por sus antónimos, y perfectamente pasaría como un escrito de Jimmy Swaggart. No existe el menor interés en dar a conocer los hallazgos que se supone beneficiarían a esa masa pobres hombres y mujeres equivocados y sumidos en la ignorancia (nota aparte: desafío a mis lectores a que me digan si hasta este renglón conocían la rama de la ciencia que practica Dawkins; personalmente debí recurrir a Wikipedia para enterarme de que es biólogo). Al contrario, todo se reduce a un sermón alarmista bien presentado, que pretende ejercer como correctivo social, expuesto con aires de líder carismático al estilo de Marcial Maciel u Osama Bin Laden. Y que repite clichés apoyándose en imágenes y datos históricos que la gente más o menos domina (por lo que la humanidad no estaría tan perdida, finalmente).

Por lo mismo cabe reiterar el concepto. Frente a hordas de musulmanes, judíos y cristianos cada vez más agresivos en sus posturas -y que claramente no constituyen la mayoría en sus respectivas religiones-, ha aparecido en el horizonte su equivalente en el mundo del ateísmo empírico, eructando panfletos tan incendiarios como los de sus contrincantes. Ignoro si será una actitud defensiva que se encuentra en la naturaleza de las personas. Pero de que es capaz de provocar daño, además de generar un ejército de seguidores fanáticos e irresponsables, es algo que se puede demostrar con pruebas científicas. A veces me pregunto si el sueño húmedo de Dawkins no consistirá en que un gorila gigantesco con la cara de Darwin lo tome en su mano y suba con él al Empire State o cualquier rascacielos en otra parte del globo. En una de ésas capaz que hasta monte un fraude al estilo del hombre de Piltdown.

                 

                                                                                                                                                             

martes, 25 de octubre de 2011

Iglesia Universal y Gobierno Mundial

Bastante estupor y escozor ha causado en muchos cristianos la propuesta que autoridades del Vaticano le han formulado a sus equivalentes de la ONU, de formar un gobierno mundial y un Banco Central planetario, con el fin de evitar futuras situaciones de crisis económica iguales o peores a la coyuntura que se está viviendo hoy. En los más diversos círculos, surgió el fantasma de las profecías enunciadas en el Apocalipsis, donde se asegura que en "los últimos tiempos" se buscará la subordinación de todos los habitantes de la Tierra a una administración única, que impondrá principios ajenos a la doctrina bíblica, independiente de si dicha legislación declare o no ceñirse a las enseñanzas de Jesús. Un paradigma que además irá acompañado, de manera forzosa, indisoluble e inevitable, por la supresión de las libertades individuales y el control absoluto de los ciudadanos, que deberán proclamarle obediencia ciega e incondicional a una especie de regente, grupo de poder o cargo político -depende de la interpretación- que el mismo libro de las Revelaciones denomina anticristo.

Más allá de estos vaticinios -que en cualquier caso tienen un asidero en la realidad-, existen argumentos de corte más pedestre que también permiten sospechar de este comportamiento de la iglesia católica. Que por lo demás, esconden una solapada pero sorprendente relación con las advertencias del Apocalipsis, llegando incluso a servir para una lectura lo más correcta posible del texto bíblico. Primero que nada, la propuesta es lanzada en la víspera de un nuevo aniversario del inicio de la Reforma, y a pocas horas de un encuentro ecuménico patrocinado y liderado por el papa, a efectuarse en la ciudad italiana de Asís, donde líderes religiosos de los más diferentes lugares y credos -incluyendo musulmanes, orientales y hasta agnósticos y no creyentes- emprenderán una oración conjunta por la paz mundial. Al margen de las buenas intenciones que pudiesen expresar los ingenuos convocados, el evento está planificado con la finalidad de transformarse en un gran acontecimiento mediático, orquestado por un sumo pontífice quien, al igual que su antecesor -del cual fue su brazo derecho-, experimenta una visible debilidad por los micrófonos y las cámaras de televisión. Por cierto, esta reunión tiene un segundo propósito: conmemorar otra que acaeció hace veinticinco años atrás, en la misma urbe y con un formato muy parecido, y que en su momento fue criticada porque tendía hacia el sincretismo, más que a un espíritu ecuménico.

Entre la propuesta de un gobierno mundial, y la concreción de una oración común y de carácter multi religioso, dos acontecimientos ocurridos con sólo horas de diferencia, desde luego que debe existir una concatenación. Que además no concluye ahí. La iglesia católica requiere con urgencia llamar la atención tanto de los fieles como de quienes no se identifican con ella pero que le reconocen siquiera un mínimo aspecto positivo. Lastrados por su actual situación de desprestigio, cuya cara más distinguible son los casos de pedofilia, pero que encuentra causas en una interminable serie de delitos y crímenes históricos, aparte de su irracional y cada vez más injustificable defensa de principios de moralina sexual: los sacerdotes están sufriendo un descrédito que se traduce en la huida sistemática de miembros desde el redil romanista hacia otras confesiones, ya sean cristianas o no, con la merma económica que aquello implica. Sin contar que los medios masivos de comunicación -los mismos a los cuales han sido tan asiduos los dos más recientes papas- les han perdido no sólo el miedo, sino también el respeto, llegando a exponerlos directamente como objetos dignos de burla o como la muestra más cabal de un anacronismo que debiera ser desterrado de la sociedad. Entonces, lo que se buscaría con estos actos espectaculares sería recuperar el terreno perdido, y volver a ser la organización poderosa que se hacía oír por los líderes mundiales, quienes en varias oportunidades siguieron sus consejos, mejor dicho sus órdenes, al pie de la letra.

Se trataría de demostrar que la iglesia católica es la única institución con una estructura lo suficientemente sólida, capaz de superar las malas prácticas de determinados integrantes -a pesar que tales "determinados" constituyan la mayoría y den a suponer que la podredumbre es generalizada y general-, y por lo tanto, la única con la facultad de entregar las garantías sólidas para acometer desafíos tan magnánimos como la paz mundial o la solución de la crisis financiera (que desde un cierto punto de vista, es un camino alternativo hacia la mencionada paz mundial). Quedando claro que los evangélicos, por ejemplo, no están en condiciones de ofrecer una seguridad semejantes, pues a poco de conmemorar el día más importante de su fe, no sólo no han aprovechado la ocasión, sino que se han visto sobrepasados. Fuera de que la opción de convocar a una oración ecuménica se difunde con el rostro afable que exige la coyuntura, tornándose un alternativa atractiva frente a salidas de madre como los extremistas del islam. Un credo que por cierto está ganando una mayor cantidad de adherentes en los países más desarrollados, y no precisamente a través de sus variantes más agresivas, y disminuyendo todavía más la feligresía romanista y sus consiguientes aportes pecuniarios. Al respecto, para la reunión de Asís, y no obstante la sonrisa conciliadora, no se le permitió participar a una congregación de musulmanes egipcios que no condenó una masacre de coptos acontecida en ese país en diciembre pasado. Quizás quepa aquí una añoranza por las épocas de la Inquisición y la hoguera, a través de un gobierno mundial que pudiese tener a la iglesia universal como la oficial.

miércoles, 19 de octubre de 2011

El Por Qué de los Indignados

Tomará tiempo antes que finalmente se sepa con certeza el rumbo que tomará el movimiento de los "Indignados", que desde mediados de año están haciendo ruido en bastantes países, en especial del primer mundo, incentivados por los estragos que en sus lugares de origen viene dejando la crisis financiera internacional. Por lo pronto, sólo cabe referirse a ellos como una masa amorfa, relativamente bien organizada, pero con una estructura aún no definida; que ha salido a protestar contra un enemigo igualmente difuso y escasamente detallado, como es el actual sistema económico -¿capitalismo?, ¿globalización?, ¿imperialismo yanqui?-: en una actitud comparable a la de los movimientos pacifistas y utópicos de la década de 1960, con la única diferencia de que, mientras en esa época se disfrutaba del ocio que permitía la bonanza pecuniaria, los descontentos de ahora en cambio deben lidiar con problemas más urgentes, como la falta de empleo y todo lo que eso conlleva.

Por el momento, es menester hurgar algún rato en las causas de este malestar, que no se agotan en la crisis monetaria de los tres últimos años, ni en la irresponsabilidad de quienes provocaron dicha coyuntura. De partida, cabe acotar que uno de los incentivos que han encontrado los Indignados para salir a protestar, son los ajustes que diversos países desarrollados han estado efectuado como medida para paliar su endeudamiento y su falta de liquidez, acciones que entre otras cosas implican sendos recortes en el gasto público, e incluso la posibilidad del término del Estado de bienestar, en determinadas zonas. Situaciones que eran propias de aquellos lugares donde no se respetaba el principio del libre mercado o se trataba de imponer sistemas económicos distintos al capitalismo, como en los socialismos reales o en las naciones latinoamericanas durante la tristemente célebre "década perdida" de los años 1980. Ante el descalabro de las cuentas ocasionado por el supuesto derroche, el gasto excesivo en el aparato burocrático y la intervención de los gobiernos en asuntos que deberían iniciar y concluir en el ámbito del negocio privado: se buscaba enmendar el rumbo recurriendo a salvavidas de choque, con consecuencias dolorosas para el grueso de la población, al menos en el corto plazo, ya que siempre significan rebaja en los salarios -cuando no directamente desempleo-, aumento de los precios y pérdida de diversas prestaciones estatales. Se trataba, en resumen, de operaciones de castigo -o de consecuencias lógicas, como diría un seguidor de la géstalt-, pero necesarias, que tenían un doble propósito: corregir estructuras financieras en dirección a la acumulación de capitales, la única opción posible, por no haber otra que forme parte de la naturaleza intrínseca del hombre; y al mismo tiempo, aleccionar a los ciudadanos para que en el futuro no reincidieran en el error.

Sin embargo, la crisis actual, así como todas las que se han suscitado durante este siglo, proviene desde el propio seno del capitalismo, sistema adoptado por casi todo el mundo a partir de 1990. Y no de cualquier versión, sino de la más extrema, que por ello debiera ser además la más perfecta e infalible, como es el nuevo liberalismo. Una concepción de la economía que ha penetrado en buena forma gracias a las supuestas lecciones aprendidas por el común de los ciudadanos de todo el orbe, quienes durante los últimos veinte años han aceptado que para que el asunto marche bien, es imprescindible la generación de riqueza y la ausencia de controles por parte del Estado o de cualquier aparato que no sea el libre mercado. Funcionamiento del engranaje que incluye la distribución de beneficios públicos, que los teóricos del sistema han asegurado que no son incompatibles con éste. Empero, cuando cada vez parece más cercana la posibilidad de caer en el abismo, la respuesta de quienes detentan el poder es la misma de siempre: recortar las prestaciones, cuando no eliminarlas definitivamente, acabando de ese modo con el bienestar estatal. Más aún: a los integrantes del pueblo raso se les culpa de que esperan a que todo se lo den y no llevan a cabo el más mínimo esfuerzo personal. O sea, idénticas acusaciones a las que se efectuaban contra los regímenes populistas o los socialismos reales, pese que ahora el grueso de las personas había sentado cabeza y prefería seguir las reglas.

Éste es el germen de la indignación. Una masa que, aún siendo obediente, se ve forzada a sacar la peor parte tras los desmanes financieros, incluso cuando son ocasionados por los mismos jefes que les exigieron sometimiento y acto seguido colocaron los preceptos sobre la mesa. Porque lo que ha ocurrido es una consecuencia de la aplicación de un modelo que incluye menos regulación por parte del Estado, permisividad en la acumulación de riquezas y creencia ciega en el progreso económico individual. Las medidas de corte socialista o corporativista han estado ausentes, así como el interés por buscar una salida racional a la crisis, que no remate en la destrucción de sociedades completas, arrastrando con ellos a los propios irresponsables que hoy sólo piensan en su presente y evaden cualquier pregunta que se les haga sobre el futuro.

martes, 11 de octubre de 2011

Hogar Sin Cristo

En los distintos medios masivos de comunicación, algunos sacerdotes y dirigentes civiles del Hogar de Cristo, se han paseado expresando su desesperación por la crisis financiera por la cual atraviesa esa institución de caridad dependiente de la iglesia católica. Se atribuye esta situación a la caída en el número de donaciones, ya que sus responsables las estarían desviando a la reconstrucción en las zonas afectadas por el terremoto y maremoto de 2010,alentados por dos incentivos ofrecidos por el gobierno: las exenciones tributarias y la reducción de la burocracia. Lo interesante es que al parecer los reclamos están rindiendo fruto, pues el mismo ejecutivo hace poco anunció que le entregará ayudas pecuniarias no sólo a esta organización, sino a todas las fundaciones de inspiración romanista que se dedican al albergue de niños y ancianos en estado de indigencia, como una medida para erradicar a los mendigos de las calles.

Sería bastante pertinente averiguar por qué las personas más acaudaladas, devotas además de la religión papista, deciden, ante la primera oportunidad, depositar su altruismo en una causa que les resulta más barata, pese a que ninguna de las dos les significará una merma cuantiosa en sus arcas personales. Fuera de que un desastre natural es un evento puntual, y no genera obligaciones permanentes al contrario de lo que ocurre con los pobres y los pordioseros. Pero basta comentar durante unos minutos la premisa bajo la cual funciona esta institución que lleva el ingenioso, asertivo y mnemotécnico nombre de Hogar de Cristo, para obtener una explicación satisfactoria de aquello. Se trata de una suerte de empresa sin fines de lucro, que recoge a personas que por diversas circunstancias viven a la intemperie. A ellas se les proporciona comida, y si es época invernal, alojamiento. Para que esta cadena de favores se mantenga andando, sus encargados recorren los canales de televisión solicitando auxilio económico, el que debe partir de un determinado piso. Como se trata de una benéfica, además de origen eclesiástico, en dichos medios de comunicación pueden ocupar espacios en forma gratuita, disponiendo incluso de rostros reconocidos por la opinión pública. Entonces, aprovechando las ventajas que otorga la imagen, los más adinerados se conmueven y acuden al llamado, pues al final se van a desprender de un monto pecuniario ínfimo, que jamás sentirán ni extrañarán. Así, consiguen aparecer en las pantallas como los mayores dispensadores de solidaridad, y de paso, le dan a entender a la administración estatal de turno que se preocupan por los más desposeídos, sin que ésta recurra al aumento de impuestos, que producto de una relación de costo y beneficio siempre les resultará más doloroso (por dos causas: siempre implica un gasto mayor y aparte quita la alternativa de figurar en los medios).

El problema es que esto le explota en la cara a los curas y obispos. Primero, porque quienes aparecían como los filántropos más incuestionables -no tanto por sus aportes, sino por el hecho de que son católicos a ultranza, cuadrados con el discurso de no a los anticonceptivos, el divorcio, la regulación de las parejas homosexuales, la libertad creativa o incluso el aumento de los tributos, esto último visto como la amenaza de un Estado interventor que busca inmiscuirse en la vida privada-, ahora quedan como abyectos interesados que se giran para donde más les conviene. Luego, porque la actual coyuntura, de continuar así, podría acabar echando por tierra el misticismo que rodea al mentado Hogar de Cristo, y el resto de las organizaciones romanistas dedicadas a la caridad. No olvidemos que ésta es "una obra del padre Alberto Hurtado", canonizado hace una década y media atrás, quien es presentado como un sacerdote que se preocupó por los más desvalidos con hechos concretos y no discusiones odiosas como las que pueden salir de los movimientos de reivindicación social. Todo esto, dentro de una estructura eclesiástica que siempre ha sido considerada de "pastores de ovejas gordas", reticentes a los cambios urgentes en cualquier país para el progreso tanto en el bienestar de los ciudadanos como en la superación del oscurantismo y la moralina. Ante tales convenciones, estas fundaciones que sólo se dedican a la entrega de limosnas, pero que cuentan con el respaldo de un complejo con gran capacidad mediática, dan una percepción positiva y sirven para ocultar las anomalías de fondo. Y algo de éxito han tenido, pues la expresión Padre Hurtado hoy es el nombre de comunas, barrios, emisoras de radio y flotas de taxis. En tal sentido, estos comedores abiertos pueden fungir de que tienen dos defensores en el cielo: el propio Salvador y este fraile que usurpó una identidad ajena con la intención de fingir modestia, pero que de seguro estaba consciente que de todas maneras pasaría a la posteridad.

Asfixiados por los casos de pedofilia, los curas están buscando resaltar algunos hitos que permitan revertir la percepción de la gente. Eso ha dado pie a que el canal estatal de televisión transmita una serie que intenta recordar el supuesto papel que jugó la sobre valorada Vicaría de la Solidaridad en el combate contra la dictadura, pese a que uno de sus integrantes más conspicuos hoy está acusado justamente de abusos sexuales. Del mismo modo se quiere salvar al Hogar de Cristo. Con el agravante de que, si finalmente esta institución sucumbe, acabará con un mito muy importante para la credibilidad del romanismo chileno. Y no se verá derribado por la ayuda de agentes externos, sino por los mismos que han contribuido a su construcción, pues dejarán morir a una obra a la cual en el pasado le donaron dinero de manera constante, en favor de otra que es evidentemente más barata. Lo cual significaría que todo el aparato se iría a pique, pues se constataría que ni Dios ni su Hijo estarían del lado de ellos.

                                                                                                           

                                                                                                                                                                                 

martes, 4 de octubre de 2011

La Revolución de Alá

Muchos se han sentido sorprendidos por la decisión del gobierno iraní de condenar a muerte a un pastor evangélico por el delito de apostasía; esto es, cambiar de religión, ya que antes era musulmán. De paso han transitado de la consternación a la indignación al enterarse de que la sentencia no fue dictada por un tribunal en base a la legislación civil de ese país -de hecho, esas instancias se mostraron favorables a la absolución-, sino por un grupo de clérigos en base a una interpretación del Corán. En el grueso de las personas airadas por supuesto que se encuentran bastantes cristianos, quienes daban por desterradas las persecuciones contra su fe, al menos las que podían arrojar consecuencias fatales. Pero también hay un buen número de gente de tendencia liberal, agnóstica e incluso que simpatiza con los actuales gobiernos de izquierda, que se niegan a aceptar que uno de los suyos -al cual han defendido con denuedo de los ataques de sus enemigos, que no han sido pocos- tenga conductas que se asemejan a los peores momentos del fascismo o de la Inquisición medieval.

Sería interesante, de todas formas, analizar por qué a la administración de Irán hoy se le considera izquierdista. En primer lugar existen dos  actos concretos de su presidente civil (en el entendido de que el ayatolá también ejerce poder, en lo que está estructurado como una suerte de monarquía constitucional teocrática), Mahmoud Admanidejab, que obedecen a asuntos puntuales y puramente contingentes: su acercamiento a líderes que proclaman el "socialismo para el siglo veintiuno", como Hugo Chávez, y su violenta rivalidad con Estados Unidos, cuyas legislaturas vienen adquiriendo elementos cada día más imperialistas e intransigentes, en especial a partir del inicio de la llamada "guerra al terrorismo", inventada como represalia por los ataques de Al Qaeda de 2001. Ambos antecedentes, además, se han retroalimentado siguiendo un proceso lógico, al punto de tornarse interdependientes. Sin embargo, el segundo aspecto aquí listado, implica un componente bastante especial en el marco de la situación iraní: ya que proviene de una revolución que en aquel lugar se suscitó allá por 1979, cuando fue derrocado el autoritario régimen del Sha, odiado por el pueblo a causa de su represión, pero que mantenía buenas relaciones diplomáticas con los norteamericanos, quienes desde entonces han buscado una justificación para intervenir en la zona. Adicionalmente, los persas no lo hicieron mejor: alentados por sus influyentes clérigos -que habían participado con entusiasmo en la sublevación- establecieron la república islámica, que ha desencadenado aberraciones como la que trata este artículo.

Si bien el islam constituye un factor de cohesión imposible de evitar en el Medio Oriente (grandes extensiones de terreno son musulmanas en un cien por ciento), es preciso acotar que durante la pasada centuria en ese lugar se llevaron a cabo procesos revolucionarios y movimientos políticos que eran muy críticos con el integrismo religioso, empezando por los Mustafá Kemal allá por el lejano 1922. Le siguieron manifestaciones como el socialismo egipcio de Nasser -cuyo último representante hasta ahora ha sido Hosni Mubarak- o los partidos Baaz. Incluso algunas guerras de independencia contra las potencias coloniales, que suelen ser vistas como punta de lanza del surgimiento del fervor espiritual más extremo, por ejemplo el caso de Argelia, en realidad fueron encabezadas por agrupaciones de cuño más izquierdista. Lo mismo que la Organización Para La Liberación Palestina, que consiguió imponerse sobre montoneras confesionales como Hamas y Hezbollah. Más aún: en la rebelión iraní confluyeron diversas posturas socialdemócratas y comunistas, que fueron determinantes para su éxito, aunque acabaron siendo prontamente apartadas por los clérigos islámicos. Con eso, dichos ministros eclesiásticos añadieron un ingrediente hasta entonces desconocido en esta clase de enfrentamientos, más que nada porque su presencia constituye una visible contradicción. No obstante, tampoco se puede negar su influencia en alzamientos posteriores, que no han sido bélicos ni revolucionarios, pero que han tumbado gobiernos y hasta sistemas que parecían inamovibles, como aconteció con las administraciones marxistas de Europa del Este, que sucumbieron a las protestas impulsadas por las confesiones católica, ortodoxa o luterana, según la nación.

Fuera de eso, se puede agregar que el auge de movimientos políticos aupados en integrismos religiosos -y que no es un patrimonio exclusivo del islam-, si bien se halla intrínsecamente asociado a la pérdida de fuerza de las ideologías, ha encontrado un precedente muy interesante al cual asirse. Lo curioso de todo, es que si miramos las rebeliones más recientes en los territorios musulmanes, incluyendo la denominada primavera árabe, nos percatamos a poco andar que poco relación pueden guardar, en materia de origen, motivación y hasta de misticismo, con lo acaecido en Irán. Ya que son de tendencia más bien conservadora y reaccionaria, jamás revolucionaria. Sí coinciden en el uso del integrismo religioso, al cual han llegado por caminos totalmente opuestos. Estoy seguro que Osama Bin Laden y cualquiera de los integrantes de alguna célula de Al Qaeda, detestan al régimen persa casi tanto como a Occidente. Aún reconociéndolo como fuente de inspiración. Un factor que contribuye aún más a aislar a ese país, que para colmo de males es percibido como la inspiración para acciones oscuras. Y un buen ejemplo de que las revoluciones no necesariamente pueden conseguir lo que se propusieron, sino a veces todo lo contrario. Aunque, si este asunto del pastor hubiera pasado en otra parte habitada por mahometanas pasados de rosca -donde ni siquiera se tomarían la molestia de abrir un proceso, aunque fuese de lo más irregular-, lo más probable es que no generaría la expectación mundial. Que además se produjo de manera tardía, porque este hermano evangélico ya contaba dos años de cárcel, y la sentencia, que aún desconocemos si será ejecutada o no, era una de las opciones más plausibles.

miércoles, 28 de septiembre de 2011

El Triunfo del Islam

¿Ha ganado la religión islámica después de los atentados del once de septiembre? La verdad es que sí, y bastante. Por mucho que se el mote de brutos terroristas e intolerantes se les aplique con mayor insistencia a partir de ese incidente; o de que Estados Unidos haya tumbado a dos gobiernos emblemáticos de ese credo, al menos para la visión occidental de las cosas, como Afganistán e Irak, y de que los presidentes norteamericanos desde entonces desplieguen una incansable campaña militar contra organizaciones como Al Qaeda, consiguiendo ajusticiar a su líder Osama bin Laden -cerebro de los ataques a las Torres Gemelas-: con eso y todo lo demás, son los musulmanes quienes finalmente están saliendo airosos de todo este trance. Y es precisamente debido a estas acciones de represalia, que demuestran las sistemáticas torpezas que han venido cometiendo sus declarados enemigos.

Antes de los atentados ya mencionados, el islam, en varias partes del mundo, era ante todo una religión exótica. Se tenía la idea, por las películas de Hollywood, que hasta cierto punto constituyen una forma de hacer propaganda política en favor de las administraciones norteamericanas, de que sus convicciones podían ser muy extremas, llegando a crear nichos de fanáticos capaces de inmolarse por sus pensamientos. También eran mencionados, en clave negativa, ciertas conductas que se presentaban como inherentes a este credo, como el celoso atavío que los clérigos les imponían a las mujeres. Sin embargo, continuaba siendo una cuestión lejana a la realidad de muchas regiones geográficas, como América Latina por ejemplo. En Europa empezaba a aparecer cierta preocupación por el estilo de vida de los inmigrantes del Medio Oriente, pero se suponía que las consecuencias iban a permanecer suscritas al ámbito interno de las comunidades y que jamás afectarían a personas ajenas a su sistema de creencias. Además, si un musulmán levantaba la cabeza, las pandillas neonazis estaban atentas para darle un garrotazo, toda vez que contaban -y hasta hoy cuentan- con la pasividad de las policías y las autoridades, lo cual rápidamente se transformaba en impunidad. Y si bien los rusos estaban experimentando ciertos problemas con los rebeldes chechenos, éstos, aunque se sentían cohesionados por su cohesión eclesiástica, se mantuvieron ante todo como un movimiento político, sin la intención de expandir dogmas de fe.

Una situación que cambió en forma drástica tras acontecer los ataques del 2001. O mejor dicho, tras las primeras reacciones que en el gobierno de Estados Unidos, en especial su presidente, y en los de Europa e incluso en el de Israel se suscitaron. Pues, de tanto repetir sus diatribas condenatorias desde el poder, y como suele acontecer en estos casos, una parte significativa de la ciudadanía comenzó a mirar con buenos ojos al islam, pasando por alto las observaciones relativas a la discriminación de género o a la intolerancia religiosa. Incluso mirando tales aspectos en clave positiva a veces. Lo cual repercutió en que en determinados países del primer mundo, y entre personas educadas en los valores de la democracia, la libertad de expresión y el desarrollo tecnológico, se produjera un alto número de conversiones a un credo considerado primitivo y brutal. Quienes, por su parte, se alinearon con el discurso estadounidense, u optaron por no hacer caso omiso a las recomendaciones, comenzaron a experimentar la fobia, esa paralizante sensación de miedo que siempre se intenta disimular con actitudes de odio. Los medios de comunicación masivos dedicaron tantos espacios a la amenaza musulmana, que tornaron esta fe un tema cotidiano de conversación, donde no faltaron los curiosos que buscaron ir más allá y averiguar qué se escondía tras esos ciudadanos vestidos con velos o turbantes según su género, y que en sus ropas holgadas parecían esconder bombas o fusiles de asalto. Varios descubrieron que realidad no era tan similar a la que se ofrecía en la prensa oficial. Mientras tanto, ciertos conflictos políticos adquirieron otro cariz: los chechenos inflaron sus pechos tras leer más seguido el Corán, y los bosnios, entre quienes el islamismo era más un asunto de identidad étnica, adoptaron posturas más agresivas. En cuanto al Estado hebreo, a nadie le quedó duda, pese a sus violentas incursiones contra los palestinos, que éstos necesitaban de una nación propia y que las autoridades israelíes poco tenían que envidiarle a Hitler.

¿Habrá visionado Bin Laden, las consecuencias de su demoledor acto contra Estados Unidos? Cabe consignar que el tipo estaba dotado de un alto nivel de inteligencia, como ocurre con la mayoría de quienes forman y lideran organizaciones extremistas. Lo que se debe aceptar es que su intención original, la de asestarle un golpe duro y difícil de soportar a los infieles, hasta cierto punto la ha conseguido. En la actualidad más personas se interesan por el islam y el número de convertidos a este credo aumenta de manera lenta pero sostenida, incluso entre quienes vivían bastante lejos de su zona de influencia y desconocían buena parte de su cultura. También ha sido un factor importante de cohesión en aquellos lugares donde se profesa, en especial tratándose de pueblos o grupos de personas que llevan mucho tiempo en la opresión. A tal extremo, que la implacable dictadura china ha tenido enormes problemas para someter a los musulmanes de Nanjin, en circunstancias que con los budistas del Tíbet, mayores en número y habitantes de un territorio más vasto, ha podido manejar con total voluntad su régimen de terror. Personalmente, me pregunto qué sucederá con este fenómeno en el marco de la actual crisis financiera internacional. En especial porque los responsables de ella son líderes de formación cristiana, pero una buena porción de islamistas ha padecido sus consecuencias, ya sea por el desempleo en los países de la Unión Europea -y la consiguiente vulnerabilidad ante las agresiones de grupos racistas, empecinados en echar a gente que según ellos sobra- o por la invasión a sitios donde se profesa de manera masiva la religión, como Libia. Bueno: al menos la idea de un planeta completamente musulmán es peregrina y descabellada. Claro que proviene de los mismos asustados mencionados en el párrafo anterior. Por lo que tendremos que soportar desaciertos por algunas décadas más. Al menos, mientras la más verosímil de las especulaciones no acabe, como las profecías auto cumplidas, tornándose en una inesperada realidad.

                                           

jueves, 22 de septiembre de 2011

Palestinos: El Derecho -Y la Obligación- De Existir.

Lo que se está discutiendo en la Asamblea General de la ONU que por estos días se lleva a cabo en New York, respecto a la petición de la Autoridad Nacional Palestina de contar con un Estado independiente en los territorios ocupados por Israel, va mucho más allá de la admisión de un nuevo país en el organismo internacional. Que además sería la segunda nación fundada durante el año, después de Sudán del Sur. Y no se trata de la epopeya de sufrimiento que sobre ese pueblo árabe se ha cantado durante las últimas cuatro décadas, y en cuya construcción han confluido tanto anarquistas de izquierda como musulmanes radicales y uno que otro antisemita trasnochado. Tampoco de la contradicción que en ese mismo lapso de tiempo ha envuelto a los judíos, a quienes los gobernantes occidentales les concedieron el permiso de fundar una entidad como forma de compensar su vergonzosa actuación durante la Segunda Guerra Mundial, en especial la pasividad, y muchas veces complicidad, con que respondieron frente a los campos de concentración nazis. Ni siquiera el hecho de que los hebreos, para asentarse en una versión moderna de la tierra prometida, debieron verse obligados a desalojar a habitantes ancestrales, pasando en un breve periodo de ser víctimas a transformarse en victimarios. La cuestión, en realidad, se relaciona con que ésta podría ser la primera ocasión en que una jurisprudencia oficial le da carta de existencia a una etnia, la cual además ha surgido, aunque parezca paradójicos, gracias a la innumerable cantidad de intentos que se han efectuado para exterminarla.

Lo que hoy se conoce como la región de Palestina surge de una de las tantas demarcaciones que los británicos hicieron durante el siglo XIX, cuando la Revolución Industrial los empujó, así como a otras potencias europeas, a someter a poblaciones lejanas en un vasto imperio colonial. En concreto, en la zona conocida como el Medio Oriente, los mandatos fueron bautizados a partir de nombres extraídos en la Biblia, que más o menos identificaban a los territorios en cuestión. Así fueron creadas versiones modernas del Líbano, Egipto, Siria, Jordania o Irak -que correspondía a la antigua Mesopotamia-. Sin embargo, en todos estos lugares vivían componentes del mismo pueblo, los árabes, que se regían mediante un sistema de polis asociadas, pero igualmente independientes entre sí. Y entre ellos, podíamos ubicar a los árabes de Palestina. Quienes, además, no contaban con un dialecto propio de la lengua del Corán -principal punto de referencia a la hora de distinguir a las distintas naciones que pertenecen a esta etnia-, sino que hablaban el sirio. Con la fundación del Estado israelí en 1948 -y la consiguiente expulsión de sus hogares ancestrales- estas personas empezaron a cohesionarse y a adquirir una conciencia común, lo cual era esperable si querían recuperar aquello que se les había despojado, pues debían enfrentarse a un enemigo poderoso que además ostentaba apoyos importantes. Para colmo, la autoridad hebrea, alegando razones de seguridad, montó la Guerra de los Seis Días en 1967, en donde se anexó lo que actualmente se conoce como los territorios ocupados y que se encuentran casi todos bajo una regencia limitada de la Autoridad Nacional. Encerrados en unas estrechas franjas con soberanía incierta, los palestinos hallaron, pese a su precariedad, o justamente impulsados por ella, la manera de consolidar una idiosincrasia respetable.

La torpeza de algunos gobernantes israelíes, sintetizada en esa desafortunada afirmación de Golda Meir, quien llegó a declarar que "no existe eso que llaman palestinos" (lo cual podía ser cierto desde un punto de vista pragmático, pero absolutamente inaceptable en el campo de la política y la diplomacia), sólo contribuyó a solidificar la cohesión de estas personas y lentamente, y para desesperación de sus enemigos, los fue transformando en un pueblo. Que además, ante la ausencia de otros rasgos característicos, empezó a tomar distintas banderas de lucha y a partir de ellas construir una curiosa nacionalidad. Por ejemplo, fueron la primera administración de confesión islámica en adoptar los valores de la democracia, y en materia de respeto a la diversidad religiosa, están por encima de cualquier otro Estado musulmán legalmente reconocido e incluso de sus opresores (en la Autoridad se tolera más a los cristianos que en Israel). De acuerdo: hay movimientos extremistas como Hamas, que utilizan el asunto de la fe para justificar sus acciones -entre las que se cuentan los ataques suicidas-; pero éstos han sabido mantenerse dentro del marco de la entidad política, no eclesiástica. Por otra parte hablamos de un grupo de oprimidos que pelea por su libertad, que les ha sido sistemáticamente denegada, y cuya tendencia lógica será hacia el enfrentamiento armado. Más aún: ni la más repudiada de las organizaciones pro palestinas ha sufrido la infiltración de la yihad o de Al Qaeda, apreciable mérito si se considera la estructura de los árabes en general y del credo islámico. No obstante, cabría preguntarse si todos estos avances habrían sido posibles si ciertos gobernantes que siempre dispusieron de un alto arsenal, y proclives a preferir la visión de Israel, no les hubieran exigido adoptar costumbres más occidentales, con la promesa de considerarlos una alternativa seria y no peligrosa.

Sin embargo, es preciso también aclarar que la identidad nacional de los palestinos se ha conformado en base a factores negativos, caso único a nivel mundial. Por eso, el último paso, el definitivo, que les permitiría convencerse a las claras de que son un pueblo, y que de paso los consideraría como tales entre los miembros de todas las demás razas, es a la vez el más difícil: contar con un Estado propio. Aquí, el problema de Israel es que para presentar como aceptable una conducta consensuada como abyecta, cual es el exterminio de personas, tuvo, incluso contra su voluntad, que reconocerlas como pueblo. En resumen, la administración judía, a fin de contar con enemigo plausible -para ellos y la comunidad internacional- digno de eliminación, decidió primero crearlo. Y como suele suceder, sólo han contribuido a que dicho rival se ensanche y se consolide, como una evidente y bochornosa de su propio fracaso. Ahora sólo resta obrar de manera racional y aceptar lo inevitable. Lo que significa, por supuesto, la admisión de Palestina como un país soberano con plenos derechos, ya que la auto determinación de los pueblos debe ser respetada.

                                             

miércoles, 14 de septiembre de 2011

Che Osama

Si hay algo que se puede concluir de toda esta parafernalia que los gobernantes de Estados Unidos crearon a partir de los ataques del once de septiembre de 2001, en especial con ese alarde de la guerra contra el terrorismo, es que pese a todos los golpes asestados a Al Qaeda y al mundo musulmán extremista en general, y que van desde el desalojo de los talibanes en Afganistán, pasando por la injustificable invasión a Irak, hasta llegar a la malhadada cadena de acontecimientos que remataron en el ajusticiamiento de Osama Bin Laden, la organización terrorista montada por el saudí igual se ha anotado un triunfo que no tiene parangón con todas las campañas que los norteamericanos y sus aliados armaron en su contra, incluso las más exitosas: el haber transformado a su líder en un icono de la lucha contra un poder bastante más fuerte y avasallador, dispuesto siempre a imponer sus términos mediante el uso desmedido de la fuerza. Un lugar que muy pocos han conseguido alcanzar, como por ejemplo, el médico argentino Ernesto Guevara, alias el Che.

Hay muchos rasgos que son coincidentes. Para empezar los físicos -ambos eran barbudos-, luego los intelectuales -tanto Guevara como Bin Laden tenían una apreciable formación cultural-, para continuar con las características de sus propias aventuras -ambos eran hijos de padres acomodados, y abandonaron sus lujos y sus países para formar grupos armados en lugares inhóspitos- y terminar en su trágico final -asesinados por agentes estadounidenses, quienes además inhumaron sus cuerpos de manera irregular: sepultado en la selva en el caso del Che, arrojado al mar en el caso de Osama-. También comparten el hecho de estar sobrevalorados. No olvidemos que San Ernesto de la Higuera era el prototipo de los proyectos descabellados y poco reflexivos: su malograda intromisión de Bolivia fue ideada a la rápida como una manera de desquitarse tras un rotundo fracaso en la RD Congo. Mientras que el musulmán era sólo el remanente de los combatientes que lucharon contra la ocupación soviética en Afganistán, como una de las tantas hebras de la ancestral "guerra santa contra los infieles". Hasta cierto punto, su violento asesinato -de alguna forma planificado, o al menos deseado por ellos mismos- los catapultó a los altares y les ha garantizado la veneración de enormes poblaciones y una buena cantidad de generaciones.

Pero al mismo momento en que se listan las similitudes, comienzan a aparecer las diferencias. Algunas tan opuestas como irreconciliables. Guevara fue un tipo que luchó por una mejor justicia social y por acelerar el término de la opresión de los pueblos, en este caso los latinoamericanos, de los diversos yugos que los ataban, entre los cuales se encontraba la sujeción eclesiástica. Que lo hizo o no de la forma correcta, es algo que queda para los analistas y los distintos posicionamientos políticos. Bin Laden, en cambio, promovía la contracción de la mayor cantidad posible de personas en un puño marcado precisamente por el integrismo religioso. Por ende, mientras uno dirigía sus esfuerzos hacia una liberación masiva, el otro lo hacía en pos de una sujeción masiva. El argentino representaba la revolución; el saudí, la reacción.

Se podrá argumentar que los dos personajes eran respectivos hijos de su tiempo. Pero ambos sufrieron la violencia del mismo poder, cual es el imperialismo norteamericano, que ha trascendido varias épocas, lamentablemente con resultados poco agradables. En la actualidad, en un mundo donde casi nadie se arriesga y el común de la gente prefiere conservar lo que tiene, la religión, muchas veces, en sus variantes más recalcitrantes, se erige como el factor de cohesión cuya labor le correspondía antes a las utopías o a los planteamientos históricos. Bien lo saben en Estados Unidos, donde los "cinturones bíblicos", en este caso cristianos, han adquirido una significativa importancia. Qué mejor contrapeso que presentarles un credo que, si bien medianamente antiguo, no es muy poco conocido en Occidente, condición que acaba tornándolo más atractivo.

miércoles, 7 de septiembre de 2011

La Caída del CASA 212

Me pregunto qué sucederá con el gobierno de Sebastián Piñera, en lo concerniente a su apoyo popular, después de que se conozcan las causas del siniestro del avión CASA 212, que se estrelló en el mar tras un fallido intento de aterrizaje en el archipiélago Juan Fernández, hecho que costó la vida de las veintiún personas que iban a bordo, entre las que se cuentan el locutor Felipe Camiroaga y el empresario y filántropo Felipe Cubillos, director de la fundación Levantemos Chile, prácticamente la única entidad que se ha abocado a la tarea de reconstruir lo dañado producto del terremoto de febrero de 2010 -y cuyo maremoto subsecuente, dejó muy a maltraer a esta zona insular-, ante el abandono de dicha labor por parte del Estado.

Me hago la interrogación, porque prácticamente desde el primer momento en que se informó, este acontecimiento sirvió para desviar la atención acerca de un sinnúmero de dificultades que tienen al ejecutivo anotando escuálidos veintiséis puntos en las encuestas, con un presidente que le da especial valor a la aprobación mediática. La huelga estudiantil, que ya completa cuatro meses, parece ir por un callejón sin salida, pese a las conversaciones que se han venido desarrollado durante los últimos días. En paralelo, Carabineros de Chile debe afrontar nuevas denuncias, no sólo de abuso de poder, sino además de corrupción, que impulsaron a su general director a renunciar al cargo el viernes pasado -horas antes de que se desencadenara el fatídico accidente aéreo-. Como si todo esto fuera poco, la Contraloría viene efectuando severas aprehensiones sobre el comportamiento de los ministros de Piñera respecto a sus vínculos con compañías privadas y al manejo que están haciendo de los fondos públicos. En fin, una situación explosiva a semanas de una nueva conmemoración del derrocamiento de Allende, efeméride que siempre se torna una incitación a los desórdenes callejeros del peor calibre. Ante este panorama negativo, sin duda que lo de Juan Fernández, pese a toda su carga trágica, empero podía ser visto como otro golpe de suerte en favor del primer mandatario, como ya había acaecido con el mismo terremoto, el rescate de los mineros o el tsunami producto del sismo en Japón. Más aún, si entre los fallecidos se encontraba un reconocido rostro de la televisión, vinculado a una obra solidaria -que los motivó a viajar al archipiélago, por cierto-. Estaba asegurada la atención de los medios por un buen rato, en lugar de fastidiar cubriendo las protestas en favor de la calidad de la educación, o dando a conocer los diversos casos de brutalidad policial.

El problema para Piñera y los suyos, es que ya han aparecido datos que hablan de negligencia al momento de planificar y llevar a cabo el vuelo. Algunas de las cuales tocan directamente a la Fuerza Aérea de Chile, entidad propietaria del avión y bajo cuyo manto se encontraban los pilotos que comandaban la nave. Y que como todo organismo militar, por un asunto de mando depende de manera obligatoria del ejecutivo. Hay dudas acerca del estado de mantenimiento del aparato así como de la experiencia de quienes lo conducían. Algunos han señalado que llevaba sobrepeso, o de que el tanque contaba con suficiente combustible. Por último, algunos han puesto énfasis en la reacción que distintos actores tuvieron ante las situaciones climáticas, que eran adversas: en un momento los tripulantes barajaron la idea de regresar pero desde el control se les habría instado continuar a destino. Este dato es de vital importancia, pues el viaje tenía como finalidad preparar el terreno para la inauguración de diversas construcciones, tanto públicas o privadas, que habían sido reconstruidas en Juan Fernández. Al parecer el gobierno pretendía montar una fiesta apoteósica en vísperas de celebrarse el dieciocho, y de esta forma obtener un leve aumento en los sondeos. Conociendo la conducta del presidente, la verdad es que no debería resultar extraño.

Es por ello que algunas autoridades parecen colocarse el parche ante la herida e insisten en la prioridad es rescatar los cadáveres y después preocuparse por la investigación. Una declaración propia de quien precisamente está interesado en que no se ausculte. Pues el uso mediático del dolor -el de los deudos y el de un país entero ante la muerte de personajes queridos-, puede ser extendido de manera suficiente mientras dure la atención en la noticia. Y cuando ésta empieza a olvidarse, cosas que por distintos motivos fueron postergadas, finalmente también dejan de ser recordadas, y no se llevan a cabo si resultan fastidiosas para determinadas gentes. Si eso no ocurriera así, uno podría esperar consecuencias catastróficas para la administración de Piñera. Si bien por otra parte muchos han especulado que su actual popularidad está sostenida por el núcleo duro de sus partidarios, lo cual significa que ya tocó fondo. En todo caso, cualquiera de las dos opciones sería la debacle absoluta y definitiva.

miércoles, 31 de agosto de 2011

Policía Con Apellido Mapuche

Muchos se sorprenden cuando escuchan el nombre de Miguel Millacura, el ex sargento de Carabineros, dado de baja justamente por asesinar a mansalva y sin provocación previa al adolescente Manuel Gutiérrez, en el marco de las protestas acaecidas el viernes pasado, como parte de las demandas en pro de una mejora en la calidad de la educación. En especial, se ruborizan cuando constatan que este criminal tiene un apellido de origen mapuche, una etnia cuyos integrantes han venido sufriendo constantes hostigamientos desde las fuerzas policiales, al punto que varios de ellos han terminado acribillados de una forma muy parecida a la del mencionado joven Gutiérrez. Por lo cual se habría pasado a las filas del enemigo, traicionando a su etnia.

Aunque no debería extrañar. Carabineros, como todo cuerpo de policía cuya labor esencial es la mantención del llamado orden público, expresada en el patrullaje de calles (y que por contraste, le resta atención al peritaje judicial, tarea que en Chile le corresponde a Investigaciones), tiende a reclutar a sus integrantes desde los sectores más bajos de la sociedad. Ahí donde pululan cientos de muchachos con escasas expectativas, y que ven la posibilidad de asegurar su futuro. En un organismo que además pertenece al Estado, y que por motivo de ciertas deducciones lógicas -varias de las cuales se tornan realidad- nunca debería ser afectado por una reducción de personal. Los altos mandos de la institución y hasta los miembros del ejecutivo, que a la postre son sus jefes, saben de dicha condición y la emplean en beneficio propio: permitiendo que los aspirantes finalmente reciban el uniforme tras apenas ocho meses de instrucción promedio. Ganan tanto los aspirantes, que pueden acceder a un salario estable de por vida tras aprobar un curso que por su brevedad no les implica desembolsar grandes sumas de dinero; pero igualmente los gobiernos, que en un lapso insignificante de tiempo pueden contar con una abundante caterva de nuevos e incondicionales subordinados dispuestos a contener no sólo a los delincuentes comunes, sino también a los revoltosos, agitadores y disidentes políticos.

Ahora bien. Entre esos muchachos desesperados y por lo mismos obnubilados por obtener una estabilidad rápida y fácil, se encuentra un número relativamente alto de personas con apellido mapuche, o de cualquier otra etnia aborigen entre aquellas que todavía no han sido barridas por el exterminio total. Precisamente estos ciudadanos, debido a su origen racial, son víctimas del rechazo, la discriminación e incluso la violencia, lo cual los arrastra a formar parte de los tantos cinturones de pobreza que se conforman en nuestras ciudades. Pertenecen al círculo desde donde se extrae el grueso de los policías. Y muchos de ellos son vecinos de algún barrio popular urbano, cuyos padres migraron hasta allí con la esperanza de conseguir un mejor pasar, pues lo más probable es que en su sitio primigenio de residencia, experimentaron un nivel de existencia paupérrimo, entre otras causas, justamente por la segregación llevada a cabo contra ellos basada en sus nombres familiares. Cabe recordar que muchos indígenas de zonas rurales abandonan sus tierras ancestrales empujados por los abusos cometidos por forasteros que se instalan en esos lares, y que se traducen en agresiones que van desde el insulto, pasando por el bloqueo al libre comercio de sus artículos, hasta los homicidios y otros atentados graves. Como su idiosincrasia les ha resultado adversa -y en la ciudad no se dan signos de que eso cambie- deciden a su vez deshacerse de todo elemento que indique su cultura de pertenencia, al punto de negarse a hablar su lengua nativa delante de sus hijos para que éstos no la aprendan, y en las situaciones más extremas, cambiar sus mismos apellidos por otros mestizos. 

Es preciso acotar que la mayor aspiración entre los muchachos de origen mapuche es ser carabinero. Lo que no debiera provocar espanto, si están inmersos en aquella masa que se siente salvada de la indigencia cuando ve la opción de integrarse a la policía. Lo que en verdad tiene que ocasionar estupor es la enorme cantidad de personas con abolengo indígena que desconocen su cultura porque sus progenitores se esmeraron en que eso no ocurriera, a fin de asegurarles una existencia menos mala de la que a ellos les tocó experimentar. Son seres que cuentan con un apellido aborigen, o sus antepasados más directos fueron aborígenes, pero que por diversas circunstancias no son tales. Y por lo tanto esos antecedentes deben ser considerados sólo como una coincidencia. Con un agravante adicional: que la renuncia no fue el fruto de la voluntad propia, sino de presiones externas que en situaciones como la de Miguel Millacura, son capaces de llevarlos a transformarse en individuos despreciables.