domingo, 31 de agosto de 2014

Las Cubetas de la Caridad

No se han cumplido dos meses desde que fue lanzado a través de las redes sociales y sin embargo el llamado "desafío del cubo de agua" ya es más que un fenómeno masivo. Éste consiste en que una persona se arroja sobre su cabeza una cubeta repleta con el vital elemento, en versión fría, de preferencia incluyendo trozos de hielo, y luego invita a cercanos, conocidos o determinadas celebridades a hacer lo mismo. Todo ello, en el afán de recaudar fondos que financien las investigaciones y los tratamientos en aras de hallar una solución para la esclerosis lateral amiotrófica, una enfermedad de origen neuronal que provoca fallas musculares y parálisis progresiva, y que se ha tornado conocida porque uno de sus pacientes es el conocido físico Stephen Hawking. La idea es que quienes finalmente acepten regarse con el balde experimenten la misma sensación de rigidez corporal que quienes sufren el mencionado mal, cuyos síntomas precisamente se asemejan a la exposición a un líquido congelado.

Uno siempre recibe, en el peor de los casos, con simpatía una iniciativa como ésta, y más si ha sido generada a partir de una denominada "causa noble". A la mayoría de las personas al menos les provoca una sonrisa ver a vecinos, amigos, familiares, rostros televisivos o políticos influyentes en una actividad atípica respecto a las que se les conocen, y si eso está acompañado de una donación (pues arrojarse el agua no sale gratis: de hecho es la evidencia de que el participante ha entregado dinero a la fundación que lucha contra esa enfermedad) mejor aún. Además de que a los impulsores de la iniciativa se les puede elogiar por su ingenio, pues han elaborado una propuesta que, aparte de la simple diversión y la solidaridad, es posible enganchar con el mal que buscan combatir, mediante un ejercicio inocuo para el participante pero que le permite aparecer ante la opinión pública y su propia autoestima como alguien que se ha colocado en el pellejo de aquel que sufre. Por último, que entre tantas noticias negativas, en términos generales como en la coyuntura actual (recordemos que la expansión internacional de este desafío se dio en paralelo a los conflictos en la Franja de Gaza e Irak), aparezca una campaña de alcances mundiales destinada a mejorar el entorno en lugar de destruirlo, es siempre bienvenido, en atención a la tendencia natural de los seres vivos a perseguir la paz y la tranquilidad.

Sin embargo, estos aspectos no evitan que esta campaña pueda ser también blanco de objeciones. Algunas, de hecho, se pueden formular a partir de los mismos resultados positivos que exhibe. Primero, está el viejo afán de generar una imagen de persona que se adhiere a una noble causa, mediante una demostración que por sus grados de originalidad finalmente quedará en la memoria del público. Luego, la supuesta actitud de colocarse en el lugar del otro es demasiado frívola e insípida, rayando en la caricatura, ya que jamás será lo mismo experimentar los síntomas de una enfermedad por dos segundos en lugar de diez años, fuera que los pacientes de esta esclerosis lateral, como ya se anotó, han perdido la movilidad corporal que en condiciones normales les permitiría llevar adelante las formas de diversión efectuadas por sus "benefactores". En otras cuestiones, es preciso agregar que la fundación recaudadora está impulsando diversos modos de combatir este mal, entre los que se cuenta la experimentación con células madre, lo que deriva en debates de índole ética y religiosa, si bien un gran número de cristianos observantes se ha sumado a esta iniciativa. También ha suscitado una cierta polémica el empleo exagerado de agua en este menester, lo cual ha sido recalcado por algunos círculos científicos, en una época en que los recursos naturales están al límite, al punto que recientemente se informó -justo cuando partía este festival de cubetas- que los seres humanos ya se han gastado lo que deberían en un año.

Personalmente no tengo animadversión contra estas iniciativas. Pero siempre hay que prestar atención en quienes se suman a ellas. En muchos casos son celebridades que buscan aparentar, o políticos y magnates que podrían hacer algo mejor que lanzarse agua y desafiar: por ejemplo, decretar o pagar impuestos acordes a sus niveles de riqueza y que precisamente podrían ser utilizados en investigar soluciones para patologías como ésta. Por ese motivo, yo aplaudo a quienes efectuaron su donación sin haberse arrojado el cubo sobre la cabeza. En cuanto a los demás: de acuerdo, pasaron un buen rato y por su altruismo han sido recompensados. Sin embargo, esto no resuelve los problemas de la gente con esclerosis lateral ni mucho menos los males no clínicos de la humanidad.

domingo, 17 de agosto de 2014

Cristianos Sionistas O Cristianos A Secas

El estallido de violencia entre Israel y el grupo pro palestino Hamas, y las consecuencias que siempre van anexas a estos hechos, entre las cuales se hallan los siempre presentes insultos antisemitas, han motivado, a su vez, las manifestaciones de una peculiar asociación cuyos miembros en su mayoría se reparten por el territorio de los Estados Unidos. Se trata de los cristianos sionistas, quienes justifican e incluso aplauden todas las acciones efectuadas por el gobierno hebreo en las zonas ocupadas, incluso las más repudiadas por la comunidad internacional donde se encuentra un número no menor de ciudadanos de origen judío. El argumento en que se sustentan para tomar dicha postura no es de orden político, como los que se han esgrimido durante las últimas semanas -el derecho de la nación israelí a defenderse- sino de carácter religioso: se trata del pueblo escogido, y por ende todo lo que hagan corresponde a promesas y determinaciones divinas, aún cuando el grueso de sus habitantes rechace las enseñanzas de Jesús.

Desde que uno se inicia en los caminos del Señor, se le inculca, por parte de pastores, predicadores y maestros, que el cristiano es eso y nada más. En el sentido de que no se le deben colocar adjetivos, afijos o apellidos a la fe. Pues si así ocurre, se estaría creando un derivado que por su sola naturaleza constituye una desviación flagrante respecto de la recta doctrina. O como se suele decir en los círculos más observantes, una aberración. Por lo tanto, no existe, o no debe existir, el cristiano liberal, el cristiano socialista, el cristiano nacionalista o el cristiano tolerante. Sólo cabe el cristiano a secas o el simplemente cristiano. Y en esa última definición, con el término extra colocado a la izquierda, se remarca la condición del creyente. Ya que está admitido hablar de médicos cristianos o de profesores cristianos, pues en aquellos casos, el empleo del lenguaje deja en claro que el segundo vocablo define una cualidad especial o una limitación del primero. Sin embargo, no es lo mismo decir activistas cristianos que cristianos activistas, por colocar un ejemplo. Ni siquiera cabe la opción de ser cristiano evangélico, bautista o pentecostal. Agregar una nueva palabra equivale a colocar fuego extraño, a reducir los alcances iniciales o a encasillar las posibilidades de universalidad a riesgo de que ciertos aspectos dogmáticos queden fuera del significado.

Volviendo al tema, entonces estos muchachos podrían llamarse a sí mismos como sionistas cristianos. Una definición que los dejaría más cerca de lo que pretenden transmitir. No obstante, igual se precisaría que aclararan la manera en que pretenden utilizar los vocablos y que expusieran los niveles de conocimiento que tienen de ellos. En tal sentido, ¿sabrán qué se entiende por sionismo, o se valdrán de dicha palabra del mismo modo que lo hacen los detractores más enconados de la actitud israelí? Más parece que su realidad está más cerca de lo segundo, y usan los términos en un afán de llamar la atención antes que como la síntesis de algún discurso. Pues cabe decir las cosas como son: estos "cristianos sionistas" acuñan esa expresión por un asunto más de moda, además de buscar provocar a sus supuestos adversarios, quienes por su lado han recurrido a ella con idénticos grados de irracionalidad, tratando a su vez de denostar de la manera más inmediata y básica posible -para ser seguidos por los eventuales oyentes- a la ideología que representa.

Más aún. Estos sujetos ni siquiera tienen una correcta noción del término cristiano. Y la verdad es que en la mayoría de las ocasiones se trata de las mismas personas que en el momento indicado están dispuestos a usar otras adjetivos, como conservador o pro familia. En todas esas situaciones, se trata de címbalos huecos que creen que con colocarse etiquetas están más cerca del cielo, como los hipócritas que gozan de proclamar sus virtudes personales, conducta repudiada en el Sermón del Monte. En circunstancias que para llegar al paraíso basta con definirse como cristiano y nada más.