domingo, 28 de diciembre de 2014

Soto y Ezzati

Menos de objetividad que de morbo y prensa amarilla -y vendida- hay en toda la parafernalia que ha rodeado este asunto del auto proclamado pastor Javier Soto. La Mesa Ampliada y el Consejo de Pastores -organismos que agrupan a la casi totalidad de las iglesias evangélicas- ya han aclarado que este individuo actúa a título personal y que ni siquiera existe registro de alguna congregación dirigida por él. Sin embargo, los medios de comunicación insisten en presentarlo como un muestreo de los cristianos reformados chilenos, muchos de los cuales por desgracia han pisado el palito, y a través de las redes sociales se han deshecho en elogios para este hombre, a quien consideran el paladín de la valentía que se ha atrevido a trabar la puerta del armario de los gay, incluso a riesgo de cárcel, mientras los integrantes de las instituciones recién mencionadas sólo estarían interesados en congraciarse con el poder político.

Los escupitajos que Javier Soto ha vertido contra los homosexuales no son muy distintos en contenido y finalidad a los que profirió el arzobispo Ricardo Ezzati en su homilía de Navidad, la que además fue transmitida por televisión. La gran diferencia es que el presidente de la Conferencia Episcopal usó ese tono edulcorado de voz grave tan característico de los curas, y que en una situación como esta les entrega un aire de autoridad que a la vez resulta lo suficientemente carismático para no transmitir intenciones represivas. Aparte de que se trata de una persona con vastos estudios de teología (católica, pero en fin...), que es el máximo regente de la iglesia romana local, la que en este país posee un alto grado de influencia. Factor este último que le permite contar con una habitación exclusiva desde donde puede emitir un discurso acompañado de instrumentos que permiten grabarlo, con la seguridad de que luego será difundido por los medios de comunicación. No es un sujeto falto de estudios, de palabras y rasgos faciales hoscos, que especialmente por eso se vea obligado a gritar lo que él considera la verdad en plena calle, o en los reducidos minutos que le otorgan en cuanto espacio lo invitan. Por lo mismo, cuando el sacerdote habla (otrosí, debido a su origen italiano, con un acento extranjero, algo que suele ser apreciado en Chile), en el peor de los casos ha ejercido su derecho a la libertad de expresión, y sólo cabe emitir la propia de manera pausada, respetuosa y con altura de miras. Jamás debe ser comparado con un fanático religioso cuyo único destino tiene que ser la casa de orates.

Hay una cosa que se llama discernimiento de espíritus. Qué va: capacidad de discernir a secas. Por supuesto que la cruzada de Javier Soto puede tener un fin honesto, incluso dentro de los parámetros del cristianismo evangélico. Pero es claro que el método utilizado por este predicador es errado y la prueba de ello es que está provocando más mal que bien. Es cierto que el mensaje de Jesús no terminó siendo muy masivo y que los seguidores honestos se cuentan por unos pocos millares. No obstante, cabe recordar que el Salvador siempre buscó la conversión de todos los seres humanos, y eso es algo que repetimos hasta el cansancio cuando nos topamos con alguien que se decide por el estudio antes que la evangelización. Los mismos que elogian a este pastor por atreverse a quedar como una voz solitaria en un desierto de incrédulos, son los que luego aseveran que la única prioridad es ganar almas y que quien se detiene por otros menesteres es un tibio que se transformará en vómito divino. La comparación con Juan tampoco resiste análisis. El Bautista se fue en contra de un poderoso de altos quilates y la evidencia de eso está en su final. Mucho mayor a unos dirigentes homosexuales o unos parlamentarios de una democracia representativa. En realidad, si quisiera pavonearse con perros peligrosos debería entonces abordar a esos magnates empresariales que está siendo acusados por evasión de impuestos, o que han protagonizado desastres ecológicos como el de Quintero. Más aún: sus actitudes pueden calificarse de sectarias, y los hermanos que lo defienden a rajatabla, con una similar falta de racionalidad, podrían ser acusados de marchar tras un determinado sujeto antes que el propio Cristo. Y en cualquier caso por sus frutos los conoceréis, y en tal sentido no es muy adecuado a la doctrina vanagloriarse de haber vaticinado una catástrofe natural como el incendio de Valparaíso o alegrarse porque el líder de los gay es internado por un accidente vascular, debido a su supuesta vinculación con un castigo divino producto de la inmoralidad (ni los profetas lo hicieron cuando vieron sus advertencias consumadas), cuando lo correcto es esperar la rectificación de tales personas y orar por ellos pese a no estar convertido cuando se hallan en un enredo difícil.

Personajes pintorescos como Javier Soto han existido de antaño. Un buen ejemplo es Hugo Muñoz, el llamado Profeta de Peñalolén, famoso por justificar con la Biblia la tenencia de seis mujeres y quien, por cierto, ha emitido discursos contra los gay igualmente furibundos. El apóstol Juan ya lo decía. Es preciso distinguir la cizaña del trigo y aislar a los falsos maestros, incluso a quienes aparecen con discursos coincidentes con la doctrina, al menos en los aspectos morales más vistosos. Así mismo, hay que contar con el tino para notar el momento en que un hermano se ha equivocado, y procurar que enmiende su error, ya que si persiste en él las consecuencias pueden ser catastróficas, como divisiones al interior de las iglesias y malas influencias en la sociedad. Si este predicador es un auténtico cristiano, antes de gritar sin ton ni son debiera preguntarse si es el Señor quien habla a través de él, como por lo demás asevera que debe ser el estado de un hombre de Dios.


                                                                  

domingo, 14 de diciembre de 2014

El Pesebre de la Agnóstica

A menos de una semana de ser instalado, el pesebre gigante que durante diciembre adornará el frontis del palacio de La Moneda, ya ha sido objeto de un interesante debate en las redes sociales. Mientras sus partidarios defienden la iniciativa aseverando que Chile es un país de tradición cristiana donde además la celebración navideña ha arraigado con gran profundidad en la cultura popular, sus detractores -que son la mayoría- reclaman por el alto costo que significó su construcción y montaje -unos quince millones de pesos- en una época de contracción económica, fuera de que añaden que el Estado está separado de cualquier iglesia o religión desde 1925, y a partir de entonces se ha definido como laico. De cualquier manera, salvo una observación puntual de un colectivo de ateos, quienes se sustentaron en el segundo de los puntos recién expuestos, ningún otro grupo de quienes han expresado su rechazo a la obra ha efectuado alguna protesta, ya sea a través de un escrito formal, o en la calle o los medios de comunicación.

Cabe señalar que el mencionado argumento de la oficialidad laica (que fue de algún modo deslizado por el vocero de gobierno, durante su intervención en favor de la erección del discutido nacimiento, cuando acotó que en Chile se respetaban todas las creencias) es muy contundente como objeción a la construcción de esta obra. Pero no sólo por sus causas más obvias -reiteradas hasta el cansancio cuando en cualquier lugar del primer mundo se genera una polémica de características equivalentes-, sino también cuando se entran a comparar tanto la naturaleza de esta iniciativa con la de la actual administración ejecutiva, liderada por una presidente agnóstica que nunca ha mostrado interés por afiliarse a un determinado credo. Rasgo que se extiende a la mayoría de sus asesores, que en el mejor de los casos, si llegan a declarar la simpatía por alguna religión, prefieren, por un asunto de principios, guardarla para su ámbito privado y evitar mostrarla en público, en el afán de no provocar confusiones entre los ciudadanos, que podrían sentir que no se legisla para el bienestar de la totalidad de los chilenos (irónicamente, eso es lo que está sucediendo ahora con la decisión del pesebre), lo cual a la larga pone en duda aquello de la vocación de servicio imparcial. Todo, enmarcado en una alianza política de ideología socialdemócrata y progresista, quienes justamente suelen optar por tomar distancia de los organismos eclesiásticos a la hora de impulsar sus agendas y programas.

¿Por qué entonces, una administración con tales características, toma una determinación confusa tanto para sus votantes como sus adversarios? Curiosamente, una respuesta podría hallarse precisamente en este eslogan de "legislar para todos los chilenos", al satisfacer las inquietudes de uno de los grupos más visibles de la sociedad. Ello pese a la ofensa de otros, que debido a su poca figuración pública suelen ser considerados una minoría, cuando a veces es todo lo contrario. Sin embargo, la explicación podría requerir de menos abstracción filosófica y ser asentada en la contingencia política. La serie de reformas que esta legislatura planea realizar, como el cambio del sistema educacional y la aprobación del aborto, han ocasionado un fuerte conflicto con la iglesia católica, que cuenta con importantes intereses tanto en esos ítemes como en otros, y que además, por la tendencia reaccionaria de sus dirigentes, ha ocupado el lugar que la oposición partidista ha sido incapaz de ejercer durante todo este periodo, ya que aún no se recupera de los desastrosos resultados arrojados en las elecciones del año anterior. Dichas modificaciones tampoco han sido bien recibidas por un sector muy influyente de los empresarios, quienes poseen excelentes canales de comunicación mutua con obispos y políticos derechistas. ¿Nos enfrentamos a un intento por apaciguar los ánimos, mediante una demostración de que el actual ejecutivo no arrastrará a la nación al despeñadero, como algunos auguran, por desacatar las órdenes divinas, las cuales van mucho más allá del ámbito espiritual? Una peculiar tregua navideña.

Como anécdota final, resulta interesante notar que ningún grupo religioso ha alegado por el excesivo costo que implicó la instalación del pesebre, que también es un argumento a considerar. La débil defensa del vocero de gobierno, incluyó la mención al hecho de que en palacio existen tres capellanes: uno católico, otro evangélico y un tercero judío, y que el nacimiento incluía símbolos de esos credos, algo que por cierto no dejó contentos a los ateos. La verdad es que el gran problema es que el armatoste en cuestión no tiene una finalidad espiritual. Sino que, de igual forma que ocurre con esos dictadores y jerarcas que ordenan la construcción de fastuosas catedrales a fin de obtener las indulgencias de rigor, esta obra ha sido guiada por la hipocresía y por un afán de aparentar. A la manera de una administración de tendencia progresista, pero cuyos últimos resultados son idénticos a las demás.

domingo, 30 de noviembre de 2014

Un Bandido Mexicano

Cada vez que observo las noticias acerca del secuestro de los estudiantes normalistas de Ayotzinapa, se me vienen a la cabeza aquellas imágenes caricaturescas que la televisión norteamericana, desde los western hasta los dibujos animados de la Warner, nos ha legado como una interpretación estereotipada que ellos finalmente extienden al conjunto de los latinoamericanos. En cuya población, a su vez, dichas producciones han dado origen a una serie de prejuicios cognitivos respecto del vecino sureño de Estados Unidos, algunas relacionadas con una supuesta cultura de la violencia, como el dicho "tiene más dinero que un bandido mexicano".

Lo curioso es que todo parece confirmar que los mismos mexicanos tienen asumido que ésa es una marca registrada de su país, lo cual tienden a remarcar tanto en términos negativos como positivos. Por ejemplo, en esa mezcla de pop, folk y kitsch que son los corridos, de los que en el último tiempo ha llamado la atención una variante que pretende glorificar a los traficantes de drogas, pero que desde siempre han descrito casos de esposos que asesinan a sus cónyuges sólo porque intuyen que les son infieles, en una especie de ajusticiamiento con carácter aleccionador. Está también la estructura política actual -la misma que se halla infestada hasta los cimientos de corrupción-, originada tras un sangriento proceso revolucionario que acabó en un consenso no exento de traiciones y puñaladas por la espalda. Y esas telenovelas maniqueas hasta lo más insoportable, con esos ricos intrínsecamente malos que los mismos libretistas se encargan de demostrar que son minoría entre su clase, forma muy sugestiva de señalar la existencia de problemas históricos como la desigualdad y el abuso de poder, aunque sin asomarse siquiera al ámbito de la denuncia, que después de todo los acaudalados controlan las cadenas de televisión. O esas cantantes histéricas que parece que te van a lanzar una silla en pleno rostro, y que en cierto modo son la respuesta a la exaltación del patriarcado que abunda en los ya mencionados corridos.

Al final, esto rebota en Hollywood, que exporta una enorme cantidad de filmes en los que los mexicanos aparecen como pistoleros o vendedores de drogas. Es en realidad un estigma que se extrapola a todos los latinoamericanos, pero que como toda actividad que busca ganar dinero de la forma más rápida posible, no considera la investigación y prefiere echar mano a lo primero que encuentra, y la víctima es el país que inmediatamente se halla al sur, que además está muy cerca de California, que por su parte recibe un alto flujo de inmigrantes desde él. El asunto radica en que, si entendemos que el arte, incluso el de mala calidad, es un reflejo de la realidad, luego debemos admitir que tales aberraciones son mostradas en el cine porque constituyen el diario vivir en México. Y eso es algo que no sólo se puede descubrir en los medios y las expresiones descritas en el párrafo anterior. Sino que se puede rastrear en la historia de la nación azteca, a partir justamente de la manera en que Hernán Cortés arrasó con ese pueblo (felizmente la mentalidad mexicana ha terminado repudiando al conquistador español); más tarde, la hegemonía de la iglesia católica, que a través de sus obispos o de grupos mercenarios bien pagados o convencidos trató de frenar los avances de orden liberal y progresista ("ahorita", usando una expresión común al mexicano de a pie, se están sucediendo en Chiapas una serie de agresiones y atentados contra las comunidades evangélicas sitas allí, de parte del mismo obispado que ha recibido halagos internacionales por su supuesta denuncia de las anomalías sociales existentes ahí), y luego, las diversas estratagemas que los revolucionarios institucionales, en alianza con los patrones de siempre, con quienes pactaron de manera muy conveniente, han efectuado para perpetuarse en la cima.

En alguna ocasión el escritor Carlos Fuentes señaló que México se había constituido a base de tragedias, y él mencionó tres que en su opinión fueron las más relevantes: la pérdida de la mitad del territorio en la guerra contra Estados Unidos, la dictadura de Porfirio Díaz -a la que siguió la mencionada Revolución- y la masacre de universitarios en Tlatelolco en 1968. Dicen por ahí que los sucesos dolorosos dan origen a notables creaciones culturales y artísticas. Y allí quizá esté un aspecto positivo que ha ocasionado esta espiral ancestral de violencia. La aparición de un pensamiento crítico que se ha ramificado en una multitud de autores y en las más variadas expresiones artísticas. Una riqueza que no sólo han valorado los connacionales, sino que también extranjeros muy instruidos como Gabriela Mistral, quienes le han comunicado al mundo que este país es mucho más que balazos y pillaje. Ojalá esa opinión divergente y diversa se continúe cuestionando los aspectos negativos con firmeza, que eso será la única forma de superar la violencia.

domingo, 16 de noviembre de 2014

Un Año de Incertidumbre Para La Teletón

Si hay algo que debiera preocupar a los responsables de La Teletón es el bajo nivel de entusiasmo que la campaña ha generado este año. Algo que se percibe en el ambiente, pese a que nadie se ha detenido a hacer un análisis, ya sea por falta de tiempo, o simplemente de atrevimiento, dado el tenor del evento que estaría sujeto a esa eventual revisión. Por supuesto que los menos interesados en efectuar una reflexión así son los involucrados, quienes además pueden mostrar los resultados de las convocatorias anteriores, que pese a a los inconvenientes que se suscitaron en su momento, sin embargo fueron sacadas adelante. Si bien entre las cifras se puede encontrar un fracaso, el de 2003, oportunidad en que claramente no se alcanzó a reunir lo recaudado, aunque los círculos oficiales recurran a varias artimañas semánticas para no considerarlo así.

Para comenzar, es evidente que la campaña no ha prendido como en años anteriores. Los anuncios publicitarios, tanto de La Teletón en sí como de las firmas comerciales que ofrecen un donativo por la venta de un artículo escogido, empezaron más tarde de lo acostumbrado, y su frecuencia en los medios de comunicación es más distanciada. En ellos, además, ya no se incluye el eslogan "prefiera los productos que están en...", que antaño era divulgado como una manera de provocar una obligación moral en los potenciales clientes. Tampoco las callen lucen atiborradas de lienzos, ya sea colgados en los postes o puestos a nivel del suelo, en un paisaje que no se diferenciaba mucho de la previa a una elección política. Incluso -y éste es un detalle por decir lo menos curioso- de los seis canales de televisión abierta que transmiten el evento, sólo dos -La Red y Telecanal- han colocado al costado alto el característico logotipo de la cruz de Malta con la expresión "faltan 15 días", o los que queden antes del inicio de las denominadas veintisiete horas de amor. Ninguna de las estaciones con mayor convocatoria lo ha hecho, remitiéndose a un recordatorio al término del noticiario central -pero no de las ediciones matinales o vespertinas-. Para colmo, las revistas y suplementos de espectáculos, me parece que por primera vez, se han atrevido a informar sobre las alternativas que la tv paga -que hoy llega a un segmento importante de la población, ya sea de modo formal o a través de los decodificadores de libre recepción- ofrece durante la realización del evento.

A esto, claro está, se suman factores externos. Las acusaciones por evasión de impuestos y falsificación de boletas en contra del magnate Carlos Alberto Délano, propietario del grupo Penta y uno de los socios benefactores más influyentes de La Teletón -dentro y fuera del área que concierne al evento- es un factor que ocasiona escepticismo en la población, a lo que se suma el hecho de que este acaudalado empresario es muy cercano a la derecha criada con Pinochet y a la iglesia católica, grupos que a su vez están siendo severamente cuestionados por el grueso de los habitantes debido a distintas causas. Una coyuntura que no ha sido abordada por los responsables de La Teletón, más allá de destacar la renuncia del mencionado Délano al directorio de la fundación. Se entiende en esto la intención de no desviar la atención de lo más importante, que es la campaña -y sus beneficiarios, los niños lisiados, que no por nada recién nos acordamos de ellos-. Pero la percepción es que los involucrados están oliendo la sensación de hastío general la cual también los ha afectado, y prefieren rendirse  ante la dejación, con la idea de que una intervención altisonante sólo empeorará las cosas, confiados finalmente en los réditos positivos que el evento ha otorgado en jornadas pasadas. Cabe agregar que ni siquiera Don Francisco se ha paseado por los estudios de las distintas señales contestando las entrevistas cliché que suele conceder en estos tiempos, lo que ha incidido en que animadores y conductores que ya se colocaban entusiastas a esta altura del mes apenas mencionen la obra de las veintisiete horas. De las que todavía desconocemos cómo se van a desarrollar, ya que por ejemplo nadie ha mencionado esos desafíos tales como reunir a una determinada cantidad de motoristas o parejas besándose para así una dispuesta casa comercial aumente sus donaciones.

En un año, el 2014, en que una serie de cimientos sociales que han sostenido al país durante décadas están comenzando no a ser objetados, sino directamente rechazados, La Teletón, que por sus características ha salido casi siempre incólume de las contingencias que la rodean, también podría acabar siendo víctima de la aspiradora. Hasta cierto punto eso podría resultar positivo, ya que esto serviría para plantear una solución respecto de los elementos hipócritas que rodean la campaña, y que son uno de los factores que provoca la abulia actual. O mejor, cambiar la manera en como se aborda el asunto de los lisiados físicos, ya que los mismos beneficiarios de este evento sienten, más allá de los agradecimientos que les expresan, que no obstante su realización despierta hacia ellos un sentimiento de extrema compasión que los incomoda. Aunque también, tratándose de un acontecimiento como éste, podría hacerme equivocar.

                                                                                                      

domingo, 26 de octubre de 2014

Subvenciones: El Fin de La Fiesta

Como era de esperar, la aprobación de la reforma educacional en la cámara de diputados generó una reacción enérgica entre los sostenedores de colegios particulares subvencionados, así como de los sectores políticos que los apoyan, por el apartado que los obliga a transformar sus establecimientos en instituciones sin fines de lucro, en un afán de que los dineros que reciben -buena parte de ellos entregados por el Estado- sean destinados a mejorar las escuelas que tienen a cargo en lugar de desviados a actividades personales. Para el próximo trámite, la discusión en el Senado, se espera que estos grupos desplieguen una amplia gama de protestas, entre las cuales no deberían estar ausentes las marchas callejeras, en donde de seguro los dueños de estas instituciones convocarán a apoderados y alumnos, no sabemos si de forma voluntaria o mediante amenazas.

Antes que nada, es preciso recalcar que en la actualidad el total de la educación pública requiere una cirugía mayor, y eso necesariamente debe incluir a los colegios subvencionados, ya que reciben fondos públicos para su labor, sin los cuales por lo demás simplemente no existirían. Y si nos atenemos a los números que arroja este tipo de establecimientos, vemos que dejan bastante que desear. Para empezar, su tasa de logros no difiere demasiado de sus pares municipales: si ellos tienen un nivel del cuarenta y ocho por ciento, en los regentados alcanza el cincuenta y cinco por ciento. Diferencia casi insignificante que además no es producida por la totalidad de las escuelas subsidiadas, sino por conjunto específico que pertenece a alguna fundación o congregación religiosa. Lo cual tampoco es motivo de alegría -más bien todo lo contrario- pues este segmento se caracteriza por cobrar aranceles bastantes altos que ya alejan de sus aulas a ciertos estamentos sociales, fuera de que en muchos casos sólo permiten el ingreso de jóvenes que profesan el credo que ellos practican, aparte de que varios son segregados por género -principalmente femeninos- lo que impulsa a sus autoridades a impartir una enseñanza supeditada a los roles tradicionales que se le asignan a varones o mujeres.

La sola exposición de estos datos debiera ser suficiente para impulsar la iniciativa de acabar con la educación meramente lucrativa. El sistema de colegios subvencionados -que es preciso recordar abarca el total de la instrucción pública, pues los municipales cuentan con sus propios sostenedores, que son los alcaldes- ha demostrado ser un rotundo fracaso. Es inaceptable que personas que viven -en algunos casos de modo bastante holgado- con recursos estatales a la larga quieran mantener esa condición y sean incapaces de crear una alternativa viable, para colmo en un tema tan sensible para el desarrollo de un país como es la enseñanza. Se trata simplemente aplicar la ecuación lógica de trabajo bien hecho trabajo remunerado. Tampoco es correcto el proceder de aquellos establecimientos que se salvan merced a su calidad, pues reciben fondos del erario público a la vez que excluyen a un sector importante de la población. Por otro lado, el argumento de la libre elección de los padres es una opinión vergonzosa. Está sustentado en el hecho de que si todos los institutos que perciben dinero de los contribuyentes se guían por un manejo en términos pecuniarios más o menos uniforme, entonces se mezclarán niños que quieren aprender con otros que provendrían de hogares destruidos cuyos apoderados expresan la más mínima educación y que por ende sólo asistirían a la escuela a hacer desorden, constituyéndose en manzanas podridas. Un argumento que no resiste el mayor análisis. Sencillamente, quienes así piensan descansan en los eventuales valores que los muchachos traen de sus casas y no les interesa inculcar conocimientos útiles para el desarrollo personal y el espíritu crítico. Fuera de que se han suscitado situaciones de alumnos de locales subvencionados que sólo asisten a clases para jorobar a sus compañeros y a los profesores, y vaya uno a advertirle al encargado respectivo.

En términos individuales, debo aclarar que estoy en desacuerdo con ciertos artículos de la reforma, como el fin de la selección. Si uno de los propósitos de todos estos libelos es asegurar que los jóvenes de escasos recursos accedan a una educación especializada que esté de acuerdo con sus inquietudes personales, entonces es preciso distinguir las habilidades particulares ya en el inicio de la enseñanza secundaria (en la primaria no es tan necesario, en todo caso). Lo otro que es imprescindible revisar es el acuerdo al que el gobierno llegó con la iglesia católica, quizá porque los colegios dependientes de congregaciones o diocesanos se hallan entre los de aceptable calidad media, aunque con altos índices de segregación. Sin embargo, los sostenedores que alegan así como los políticos que los respaldan, lo hacen porque sienten que se les acabó la fiesta, y pretenden que los niños y adultos a quienes en muchas ocasiones mal educan se sumen su resaca.

domingo, 5 de octubre de 2014

Y Ahora Se Viene Hong Kong

Nuevamente una protesta masiva encabezada por jóvenes bien alimentados y de sectores medios altos que desafían a un gobierno autoritario de inclinaciones izquierdistas está llamando la atención de los principales medios de comunicación, que al igual que en casos anteriores, la cubren con esa simpatía frívola que mezcla admiración con prensa amarilla. Ahora es el turno de Hong Kong, donde todo lo que ocurra, aún lo más mínimo, provoca la atención de la comunidad internacional al tratarse del centro financiero y bursátil del Sudeste Asiático. Y los acontecimientos parecen seguir una pauta, algo comprobado hace unos días cuando el presidente de Estados Unidos expresó de modo público su solidaridad y apoyo a los manifestantes.

Devuelto a China en 1997, tras un siglo y medio de dominio inglés, a Hong Kong le fue creado el estatus de región administrativa especial, el mismo que su nueva metrópolis replicaría dos años más tarde cuando le fue regresado Macao, el otro enclave europeo, en ese caso portugués, que persistía en sus costas. Dicha condición, equivalente a una colonia, mantiene a estos dos territorios ligados pero a la vez políticamente separados del gigante asiático, lo que permite situaciones impensadas en aquél, como el derecho a la manifestación pública. Volviendo a la ex posesión británica, cabe señalar que los anglosajones manejaron a esa sociedad de una forma bastante autoritaria, con una férula sobre la organización sindical, un restringido acceso a las elecciones y una serie de normativas ambiguas respecto a la propiedad privada (se podían adquirir departamentos, pero el suelo era estatal). De hecho, los chinos, para asegurar el control de la población del modo que más les acomodaba, sólo tuvieron que dictar unas cuantas prohibiciones contra los medios de prensa. Y además prometieron comicios liberados para 2017, como una forma de mostrar que en términos de democracia eran más avanzados que los anglosajones. Votación que ha motivado las protestas que a diario se difunden por televisión, luego de enterarse que las autoridades de Pekín y del propio Hong Kong aplicarán censura previa a los aspirantes a candidatos.

La verdad es que ésta es otra de esas tantas manifestaciones con sabor a hamburguesa y Coca Cola, y simbolizada por un elemento, en este caso los paraguas, que se acerca más al afiche publicitario que al símbolo ideológico. Los jovenzuelos universitarios de Hong Kong salen a exigir "más democracia" ni siquiera racionalizando el significado de esa palabra (ni aún en su sentido más comercial y superficial, que es por el que finalmente se han decantado) armados de sus teléfonos móviles, usando la tecnología para aparentar progresismo y dejar en claro que son menos monstruos políticos impolutos que ciudadanos comunes y corrientes. Sin embargo, no pasan de ser griteríos y cánticos de porras faltos de contenido, destinados a no ir más allá que demostrar una supuesta reciedumbre contra un gobierno autoritario, que curiosamente tampoco el del agrado de las compañías televisivas y virtuales que informan a cada rato en clave positiva acerca de ellos. Si quieren ser vistos con un poco más de seriedad, entonces estos muchachos deberían plantear cuestiones concretas, como por ejemplo reclamar por los problemas de vivienda que existen en su colonia, donde familias completas a veces sobreviven ya no en departamentos, sino en auténticas jaulas o bodegas de menos de diez metros cuadrados. O expresar solidaridad con sus similares de Macao, que hace un mes organizaron sus propias protestas y fueron violentamente reprimidos... claro: allí no hay bolsas de comercio tan influyentes y los negocios más suculentos se reducen a los casinos y el turismo. Parece que tuvieran la convicción de que esto comienza y termina con ellos, pues al tratarse de jóvenes luminarias, como quienes han protagonizado incidentes parecidos en décadas pasadas, sienten que los demás habitantes tienen la obligación de secundarlos.

El problema es que esto replica lo acaecido en recientes hechos como la llamada primavera árabe, donde también movimientos amorfos sin ideología definida y repitiendo hasta lo banal la palabra democracia se lanzaron contra gobiernos de corte izquierdista, justamente la inclinación política que es vista como la engendradora de paradigmas complejos, para gusto de magnates occidentales que palparon en esta falta de definiciones una forma de transformar países en mercados propios, llenos de jóvenes con alto poder de consumo que sólo alegaban por libertades individuales que ni siquiera eran capaces de listar. Un vacío que acabó llenado por los extremistas musulmanes, quienes contaban con una organización que antecedía por varios años a las denominadas redes sociales. ¿Qué sucederá con los mozalbetes de Hong Kong? Quizá anhelan asaltar el cielo y pasar ellos a legislar como lo hicieron sus pares de la década de 1960, que al final se mimetizaron con los viejos y los terminaron reconociendo como sus maestros, en un proceso que dejó casi todas las cosas igual.

domingo, 14 de septiembre de 2014

Letanías Por El Azar

Como solución a su propuesta de terminar con la selección en los establecimientos educacionales primarios y secundarios que son apetecidos por sus altos niveles de calidad, el gobierno busca remplazar dicha práctica por el sorteo, arguyendo que este último mecanismo deja en igualdad de condiciones a todos los postulantes y no sienta diferencias a priori, que es lo que ocurriría con los exámenes de admisión, donde las respuestas de los alumnos dependerían del entorno familiar y social en el cual han sido criados. La iniciativa ya se está aplicando en los colegios públicos, en teoría como proyecto piloto, pero con un grado de extensión que hace pensar que las autoridades están decididas a incluirla a cualquier costo dentro de la reforma estudiantil que se avecina, pues están seguros, con estudios en mano, que es la mejor opción posible. Un programa de televisión acaba de emitir un reportaje, algo tendencioso, pero de todas maneras muy cercano a la realidad, donde se muestra la angustia de unos apoderados que ven cómo la instrucción que desean legarle a sus hijos depende de una tómbola.

Puede ser que el azar cumpla, siquiera a medias, con las inferencias que los expertos le están susurrando a las autoridades. Sin embargo, este sistema es inaplicable a la educación. Simplemente, porque no es serio. Es preciso recordar que la suerte está relacionada con las supersticiones y las creencias populares -más bien vulgares- anteriores a los descubrimientos científicos, los que precisamente se pretende informar a través de una instrucción de calidad. Además de que se encuentra especialmente ligada a los juegos de apuestas, que junto con el alcohol y el tabaco constituyen potenciales vicios relacionados a su vez con la barbarie y la brutalidad, por ende contrarios a la civilización, algo que también se trata de inculcar mediante la enseñanza. Es muy difícil que un profesor le aconseje a sus alumnos que adquieran billetes de lotería, pues es una cuestión que va en contra de los valores que pretende -y le exigen- impartir. Así como tampoco es probable que les exprese a sus pupilos que las cosas ocurren por un asunto mágico (ni siquiera en clases de religión) o propio de la superchería. Incluso se han efectuado campañas para frenar la ludopatía en los casinos y se han realizado esfuerzos para retirar las máquinas tragaperras existentes en los almacenes de barrio. Por ende es que se abre una legítima interrogante, ¿cómo el docente podrá convencer a los estudiantes de un establecimiento de calidad, en el sentido de que la fortuna es negativa, cuando estos mismos muchachos están ahí gracias a ella?

Pero además cabe consignar otro aspecto. El azar cobra mucha importancia en las sociedades desiguales e injustas, donde las escasas opciones de surgir impulsan a las personas a depositar su esperanza en los juegos de apuestas como una forma de salir de manera rápida y fácil de su mediocre situación. Más aún: incluso los entendidos señalan que quienes han emergido de estos ambientes a base de esfuerzo individual, hasta cierto punto resultaron beneficiados con una cuota de fortuna, ya que en el momento propicio se toparon con el o los sujetos que les entregaron el empuje definitivo. Pues bien. Se ha repetido hasta la redundancia que Chile es una de dichas sociedades adversas, y prueba de ello es el modelo educacional que opera en el país, de mala calidad y además muy diferente de acuerdo al estrato social al que atiende el determinado establecimiento. Y como contrapartida, también se ha insistido en acotar que el método para superar tal desequilibrio es precisamente la instrucción, que le entregará mejores herramientas a los niños pobres para que acaben superando esa condición ya de adultos. Sin embargo, finalmente la misma educación, caballito de batalla contra el desnivel social, acaba también siendo arrojada a la tómbola, uno de las tantas maneras en las cuales estas culturas terminan embobando al populacho a través del recurso del "panem et circenses" que lo mantiene atrapado en una diversión constante que le impide reflexionar acerca de su condición.

Uno está de acuerdo en que, al menos en la enseñanza primaria, la selección debiera ser abolida o al menos reducida a su mínima expresión. Pero cabe agregar, acto seguido, que siempre existirán muchachos que, por diversas circunstancias, estarán aventajados respecto del resto y por lo tanto requieren de un sistema que responda a sus inquietudes educativas y les permita transformarse en un aporte al país, que es lo que finalmente se busca con la educación de calidad. Además es sospechoso que se insista tanto en contra de los exámenes de admisión cuando otros aspectos de la reforma educacional están siendo modificados, como el asunto del lucro, que al parecer será autorizado incluso para quienes sostengan colegios subvencionados por el Estado, aunque bajo estrictas normativas. Se pretende dar una imagen de consecuencia a través de la determinación que es más fácil llevar adelante. Y cuando ni siquiera se ha partido con una iniciativa que busca, a la larga como corresponde, que todos los establecimientos sean de calidad y que ningún apoderado ambicione matricular a su hijo en alguno específico.

                  

domingo, 31 de agosto de 2014

Las Cubetas de la Caridad

No se han cumplido dos meses desde que fue lanzado a través de las redes sociales y sin embargo el llamado "desafío del cubo de agua" ya es más que un fenómeno masivo. Éste consiste en que una persona se arroja sobre su cabeza una cubeta repleta con el vital elemento, en versión fría, de preferencia incluyendo trozos de hielo, y luego invita a cercanos, conocidos o determinadas celebridades a hacer lo mismo. Todo ello, en el afán de recaudar fondos que financien las investigaciones y los tratamientos en aras de hallar una solución para la esclerosis lateral amiotrófica, una enfermedad de origen neuronal que provoca fallas musculares y parálisis progresiva, y que se ha tornado conocida porque uno de sus pacientes es el conocido físico Stephen Hawking. La idea es que quienes finalmente acepten regarse con el balde experimenten la misma sensación de rigidez corporal que quienes sufren el mencionado mal, cuyos síntomas precisamente se asemejan a la exposición a un líquido congelado.

Uno siempre recibe, en el peor de los casos, con simpatía una iniciativa como ésta, y más si ha sido generada a partir de una denominada "causa noble". A la mayoría de las personas al menos les provoca una sonrisa ver a vecinos, amigos, familiares, rostros televisivos o políticos influyentes en una actividad atípica respecto a las que se les conocen, y si eso está acompañado de una donación (pues arrojarse el agua no sale gratis: de hecho es la evidencia de que el participante ha entregado dinero a la fundación que lucha contra esa enfermedad) mejor aún. Además de que a los impulsores de la iniciativa se les puede elogiar por su ingenio, pues han elaborado una propuesta que, aparte de la simple diversión y la solidaridad, es posible enganchar con el mal que buscan combatir, mediante un ejercicio inocuo para el participante pero que le permite aparecer ante la opinión pública y su propia autoestima como alguien que se ha colocado en el pellejo de aquel que sufre. Por último, que entre tantas noticias negativas, en términos generales como en la coyuntura actual (recordemos que la expansión internacional de este desafío se dio en paralelo a los conflictos en la Franja de Gaza e Irak), aparezca una campaña de alcances mundiales destinada a mejorar el entorno en lugar de destruirlo, es siempre bienvenido, en atención a la tendencia natural de los seres vivos a perseguir la paz y la tranquilidad.

Sin embargo, estos aspectos no evitan que esta campaña pueda ser también blanco de objeciones. Algunas, de hecho, se pueden formular a partir de los mismos resultados positivos que exhibe. Primero, está el viejo afán de generar una imagen de persona que se adhiere a una noble causa, mediante una demostración que por sus grados de originalidad finalmente quedará en la memoria del público. Luego, la supuesta actitud de colocarse en el lugar del otro es demasiado frívola e insípida, rayando en la caricatura, ya que jamás será lo mismo experimentar los síntomas de una enfermedad por dos segundos en lugar de diez años, fuera que los pacientes de esta esclerosis lateral, como ya se anotó, han perdido la movilidad corporal que en condiciones normales les permitiría llevar adelante las formas de diversión efectuadas por sus "benefactores". En otras cuestiones, es preciso agregar que la fundación recaudadora está impulsando diversos modos de combatir este mal, entre los que se cuenta la experimentación con células madre, lo que deriva en debates de índole ética y religiosa, si bien un gran número de cristianos observantes se ha sumado a esta iniciativa. También ha suscitado una cierta polémica el empleo exagerado de agua en este menester, lo cual ha sido recalcado por algunos círculos científicos, en una época en que los recursos naturales están al límite, al punto que recientemente se informó -justo cuando partía este festival de cubetas- que los seres humanos ya se han gastado lo que deberían en un año.

Personalmente no tengo animadversión contra estas iniciativas. Pero siempre hay que prestar atención en quienes se suman a ellas. En muchos casos son celebridades que buscan aparentar, o políticos y magnates que podrían hacer algo mejor que lanzarse agua y desafiar: por ejemplo, decretar o pagar impuestos acordes a sus niveles de riqueza y que precisamente podrían ser utilizados en investigar soluciones para patologías como ésta. Por ese motivo, yo aplaudo a quienes efectuaron su donación sin haberse arrojado el cubo sobre la cabeza. En cuanto a los demás: de acuerdo, pasaron un buen rato y por su altruismo han sido recompensados. Sin embargo, esto no resuelve los problemas de la gente con esclerosis lateral ni mucho menos los males no clínicos de la humanidad.

domingo, 17 de agosto de 2014

Cristianos Sionistas O Cristianos A Secas

El estallido de violencia entre Israel y el grupo pro palestino Hamas, y las consecuencias que siempre van anexas a estos hechos, entre las cuales se hallan los siempre presentes insultos antisemitas, han motivado, a su vez, las manifestaciones de una peculiar asociación cuyos miembros en su mayoría se reparten por el territorio de los Estados Unidos. Se trata de los cristianos sionistas, quienes justifican e incluso aplauden todas las acciones efectuadas por el gobierno hebreo en las zonas ocupadas, incluso las más repudiadas por la comunidad internacional donde se encuentra un número no menor de ciudadanos de origen judío. El argumento en que se sustentan para tomar dicha postura no es de orden político, como los que se han esgrimido durante las últimas semanas -el derecho de la nación israelí a defenderse- sino de carácter religioso: se trata del pueblo escogido, y por ende todo lo que hagan corresponde a promesas y determinaciones divinas, aún cuando el grueso de sus habitantes rechace las enseñanzas de Jesús.

Desde que uno se inicia en los caminos del Señor, se le inculca, por parte de pastores, predicadores y maestros, que el cristiano es eso y nada más. En el sentido de que no se le deben colocar adjetivos, afijos o apellidos a la fe. Pues si así ocurre, se estaría creando un derivado que por su sola naturaleza constituye una desviación flagrante respecto de la recta doctrina. O como se suele decir en los círculos más observantes, una aberración. Por lo tanto, no existe, o no debe existir, el cristiano liberal, el cristiano socialista, el cristiano nacionalista o el cristiano tolerante. Sólo cabe el cristiano a secas o el simplemente cristiano. Y en esa última definición, con el término extra colocado a la izquierda, se remarca la condición del creyente. Ya que está admitido hablar de médicos cristianos o de profesores cristianos, pues en aquellos casos, el empleo del lenguaje deja en claro que el segundo vocablo define una cualidad especial o una limitación del primero. Sin embargo, no es lo mismo decir activistas cristianos que cristianos activistas, por colocar un ejemplo. Ni siquiera cabe la opción de ser cristiano evangélico, bautista o pentecostal. Agregar una nueva palabra equivale a colocar fuego extraño, a reducir los alcances iniciales o a encasillar las posibilidades de universalidad a riesgo de que ciertos aspectos dogmáticos queden fuera del significado.

Volviendo al tema, entonces estos muchachos podrían llamarse a sí mismos como sionistas cristianos. Una definición que los dejaría más cerca de lo que pretenden transmitir. No obstante, igual se precisaría que aclararan la manera en que pretenden utilizar los vocablos y que expusieran los niveles de conocimiento que tienen de ellos. En tal sentido, ¿sabrán qué se entiende por sionismo, o se valdrán de dicha palabra del mismo modo que lo hacen los detractores más enconados de la actitud israelí? Más parece que su realidad está más cerca de lo segundo, y usan los términos en un afán de llamar la atención antes que como la síntesis de algún discurso. Pues cabe decir las cosas como son: estos "cristianos sionistas" acuñan esa expresión por un asunto más de moda, además de buscar provocar a sus supuestos adversarios, quienes por su lado han recurrido a ella con idénticos grados de irracionalidad, tratando a su vez de denostar de la manera más inmediata y básica posible -para ser seguidos por los eventuales oyentes- a la ideología que representa.

Más aún. Estos sujetos ni siquiera tienen una correcta noción del término cristiano. Y la verdad es que en la mayoría de las ocasiones se trata de las mismas personas que en el momento indicado están dispuestos a usar otras adjetivos, como conservador o pro familia. En todas esas situaciones, se trata de címbalos huecos que creen que con colocarse etiquetas están más cerca del cielo, como los hipócritas que gozan de proclamar sus virtudes personales, conducta repudiada en el Sermón del Monte. En circunstancias que para llegar al paraíso basta con definirse como cristiano y nada más.

domingo, 20 de julio de 2014

El Poder De Los Apoderados

Como lo habían anunciado, los grupos de derecha y los sostenedores de los llamados establecimientos educacionales subvencionados -aquellos que siendo privados reciben ayudas estatales, bajo la condición de que alcancen a sectores de la población que no pueden solventar una escuela puramente de pago- salieron a las calles a protestar contra la reforma educacional impulsada por el gobierno. Aseguran, al igual que el resto de los ciudadanos, que una iniciativa de este tipo es imprescindible; pero que la propuesta dada a conocer por las autoridades no constituye el camino correcto. Insisten en que las modificaciones planteadas acabarán con uno de los pocos puntos favorables del actual sistema, como es la capacidad de los padres para elegir la educación de los hijos, debido a la eventual disminución de la entrega de recursos monetarios a estas escuelas que se desprendería del aumento de privilegios en ese ítem para sus pares públicas. Por ello, en esta ocasión optaron por tocar una vena sensible en la población y es así como reunieron a los apoderados cuyos pupilos estudian en estos colegios, en el afán de desfilar en conjunto y de paso esclarecer que no todo es color de rosa y que un amplio sector de la sociedad podría terminar perjudicado.

No es necesario agregar que el tema de la libre elección es una falacia y está más cerca del panfleto que del argumento. Primero, porque dicho albedrío está condicionado a la capacidad económica de los padres -que no lo olvidemos, no son quienes recibirán la educación-, ya que por mucha ayuda estatal que reciba, la mayoría de los establecimientos privados cobran colegiatura y en determinados casos matrícula, sin contar que a su vez, el sostenedor posee su propia libertad: la de aceptar un eventual alumno de acuerdo a sus creencias personales. Los pocos de este grupo que ofrecen inscripción universal o arancel cero son de mala calidad, incluso por debajo de sus equivalentes netamente públicos. En un espectro donde las diferencias al respecto son mínimas, marcadas por un puñado de subvencionados de élite -bastante caros, casi todos-, formados al alero de organizaciones religiosas o asociaciones tradicionales. Ellos mismos, incluso, reconocen que deben exigir el desembolso pecuniario porque los aportes gubernamentales son insuficientes para asegurar una educación digna, y que por lo tanto su política, si bien puede generar repudio en una parte de la ciudadanía, empero esconde una justificación (admitida además por otros segmentos de la población, quienes ven en este procedimiento una manera de apartar a sus dependientes de influencias que consideran negativas, ya se trate de compañeros de curso o de contenidos indeseables). Al contrario, los que aceptan toda clase de educandos en realidad pretenden hacer más dinero con las donaciones, sin importarles el futuro de los jóvenes.

Sin embargo, por otro lado cabría preguntarse si los apoderados merecen tener un poder -valga la redundancia- más allá del que deben ejercer sobre sus respectivos educandos, aspecto que da origen y sentido etimológico a la palabra. Para comenzar, ellos no son profesionales de la enseñanza, y no resulta difícil que den muestras de su falta de información y hasta de ingenuidad ya a la hora de hacer valer ese derecho a escoger la escuela de sus hijos que en el papel se les ha dispensado. Esto, porque se suelen guiar por aspectos externos puestos por los sostenedores como gancho publicitario, y que guardan casi nula relación con la instrucción escolar. Por ejemplo, padres que se deciden por un establecimiento en base a lo llamativo de su nombre (en especial cuando tiene un tufillo anglosajón, pero mezclado con un elemento folclórico extraído del sitio geográfico donde está inmerso, algo así como San Jacinto College o San Alfonso School, que produce una sensación de que desde el barrio se puede estar conectado con altas alcurnias, incluso extranjeras), detalles en el emblema o en los uniformes de los menores -que los obligará a seguir desembolsando dinero-. O que se inclinan por una institución que asevera "ceñirse a valores cristianos y católicos", siendo que no se encuentra ni remotamente cerca de una congregación religiosa, sólo para que los ilusos crean que pertenece realmente a una iglesia. Y que ya adentro, y sustentados en su supuesta sagacidad y en su responsabilidad hacia sus pupilos -que se demostrarían precisamente en su decisión- tratan de fijar normas y establecer contenidos que según ellos son los más adecuados.

En tal sentido, la actitud frente a la educación se está pareciendo a la que se tiene respecto de la salud. Ya que el acceso a esa clase de prestaciones -y a veces, de médicos-, si no es complicado, tampoco es el adecuado, mucha gente opta por la auto medicación y hasta le recomienda a otro un remedio del que con suerte sólo conoce sus características más visibles. Por su parte, la falta de posibilidades para entrar a un nivel de enseñanza bueno en términos cualitativos, hace que las personas comunes se tomen atribuciones que en situaciones más normales serían consideradas una aberración. Es lo que impulsa al grueso de la gente, del mismo modo que lo efectúa con las píldoras, a señalar un determinado colegio como adecuado, sin contar con la información suficiente, y después a intentar recomendar lo que se debe impartir en dicho establecimiento. El excesivo poder de los apoderados está dado por el individualismo económico del actual sistema, pero también porque carecen de un profesor.

domingo, 6 de julio de 2014

Izquierdas e Israel

Los recientes incidentes acaecidos entre israelíes y palestinos, donde jóvenes de ambos pueblos fueron asesinados por grupos de desconocidos, han motivado una nueva oleada de declaraciones y opiniones a nivel internacional, tanto de los más diversos líderes mundiales como de la gente común. Dentro de las últimas, y en lo que ya parece una situación de eterno retorno, igual que el conflicto que las inspira, se encuentran las diatribas de personas que no sobrepasan los treinta y cinco años, y que por ende nacieron en una fecha bastante alejada del Holocausto y demás horrores de la Segunda Guerra Mundial, algunos de quienes participan, pero la gran mayoría sólo asegura pertenecer a colectivos alternativos de izquierda, quienes llegan a lamentarse del por qué Hitler no fue capaz de exterminar a todos los judíos, pues las constantes agresiones que ejecutan en contra de sus vecinos árabes, demostrarían que se trata de una raza peligrosa que tiene planes ocultos para apoderarse del mundo, ya fuere por la vía militar, política o económica, o mediante una combinación de las tres. Incluso no faltan quienes se unen al coro de las pandillas neonazis y niegan la existencia de ese genocidio, o en el mejor de los casos estiman que la cifra de víctimas es exagerada.

Desde su creación hasta mediados de la década de 1990, y salvo intervalos, el estado de Israel fue gobernado por personeros del partido Laborista, que es de centro izquierda. Fueron ellos los que fundaron el país y quienes desalojaron a buena parte de los árabes residentes en las tierras que conquistaron durante la guerra de 1948-49. También llevaron adelante la intervención en Egipto en 1956 -donde fungía otro líder socialista, Abdel Nasser- y el conflicto de los seis días en 1967 que dio origen al problema palestino como lo conocemos hoy. Además primeros ministros salidos de sus filas ordenaron las acciones de venganza contra los autores de la masacre de Munich, algunas de las cuales pueden ser calificadas como terrorismo internacional, ya que varios de los involucrados en ese atentado fueron asesinados, a su vez, con bombas colocadas en sus escritorios, automóviles o departamentos, en céntricas zonas de ciudades como Oslo o París. Todo en una época en que los mencionados palestinos ni siquiera tenían esperanzas de lograr el remedo de Estado que tienen hoy. Sin embargo, se trataba igualmente de la colectividad que alentó la formación de los kibutz, esos verdaderos ejemplos de sociedad igualitaria, incluso en el rango de la utopía, y que llevó a la nación judía, a pesar de su insignificancia, a una situación de prosperidad, bienestar y desarrollo científico que ya se la quisieran sus hostiles vecinos. Mientras al frente se contaba con una horda de salvajes, seguidores de una religión irracional y retrógrada, que no habían titubeado en aliarse con los alemanes en los años 1940, en contra de un enemigo común.

No obstante, hacia fines del siglo veinte se produjo un giro en el votante medio israelí, que empezó a entregarle réditos al derechista -y fascista- partido Likud. Entonces, las nuevas generaciones de izquierdistas -o de quienes se definen de izquierdistas, porque no asisten a ceremonia religiosa alguna, o se echan con lo que encuentren a su paso, ya pertenezca al género opuesto o al suyo propio- experimentaron su propio despertar, y comenzaron a caer en la cuenta de que el sionismo -que defienden tanto los laboristas como los reaccionarios en el país hebreo- era una ideología nociva e intrínsecamente perversa. De pronto Israel se transformó en el villano, que se valía de unos muertos de hace media centuria -y que al parecer serían menos de lo estipulado- para hacerse la víctima. En tal sentido, incluso aquellos aspectos que siempre despertaron elogios, ahora se habían invertido. Los kibutz no eran ya el símbolo de una sociedad que buscaba la igualdad y el bienestar de sus ciudadanos, sino la demostración de un Estado que ocupaba de manera ilegal una zona que pertenecía a otras familias y a otros pueblos, y que había conseguido excelentes estándares de vida para su población, a costa del despojo, tal como Hitler con Alemania por lo demás. Por el contrario, los palestinos empezaron a representar una suerte de lucha épica, donde un puñado de oprimidos se enfrentaba con hondas y piedras a poderosos e impenetrables tanques. Lo que fue reforzado por el hecho de que la OLP, la misma que buscó en su momento una alianza con los nazis, inició acercamientos con las asociaciones de socialdemócratas.

Dejemos la hipocresía a un lado y saquemos al sol los trapos sucios de la historia. Las izquierdas internacionales siempre callaron lo que ocurría en Medio Oriente con el propósito de no incomodar a un grupo político con el que no sólo guardaban afinidad ideológica, sino que además había logrado concretar algunos de sus sueños utópicos. Pero hoy, cuando ese aliado ha decidido valerse por sí mismo, pasa a constituir una amenaza mundial que justifica tendencias tan deleznables como el antisemitismo, precisamente el mayor motivo por el cual fue creado el Estado de Israel y por el que los judíos establecidos en esa parte del globo fueron apoyados en todas sus iniciativas, incluyendo las que en la actualidad se califican de viles. A esos mozalbetes que se encuentran por debajo de los treinta y cinco, les pediría que revisasen los libros para que descubran el impagable aporte que la comunidad hebrea hizo al pensamiento que aseveran respaldar -y conocer-. Si ahora de ese pueblo surgen empresarios y militares ambiciosos, junto a economistas que profesan las versiones más extremistas y aberrantes del capitalismo liberal, no es justificación para repetir lo que sus antecesores intentaron con todas las energías imaginables erradicar.

domingo, 22 de junio de 2014

Una Corona Bajo Los Pies

Han pasado algunos días desde la entronización de Felipe VI en España, el hijo primogénito de Juan Carlos quien debió remplazar a su abdicado padre. Y en las calles del país, aún se pueden ver protestas pro republicanas, varias de ellas surgidas de modo espontáneo, pese a que el gobierno del primer ministro las prohibió para la ceremonia de coronación. Una muestra más de la escasa consideración que buena parte de la ciudadanía peninsular le tiene a su monarquía, a la cual no le aceptan el haber sido repuesta por Francisco Franco, en un intento de ese dictador de perpetuar su régimen más allá de su desaparición física. Antecedente al que se han añadido ciertas coyunturas, como los casos de corrupción que involucran a diversos miembros de la familia real, y el safari efectuado por el viejo Borbón en Botswana, donde se fotografió orgulloso junto a una joven amante y el cuerpo de un elefante recién cazado.

Quizá si la causa más visible que hace que los ibéricos desprecien a sus reyes, en efecto se encuentre en las circunstancias que propiciaron su restauración. Aunque tales elementos no sean los que uno tiende a citar, sino otros que probablemente se hallen en el subconsciente de los españoles, y que guardan relación con su acerbo más conservador, justamente el que los ha impulsado a tolerar, siquiera a regañadientes, una monarquía por ellos mismos poco estimada. Francisco Franco fue un dictador totalitario, tan contemporáneo como similar en sus métodos y megalomanía a Hitler, Mussolini o Stalin. Que salió victorioso luego de una cruenta -y demoledora para el bando contrario- guerra civil, manteniendo el poder por treinta y seis años, dejándolo sólo producto de la muerte. Además, ejerció aprovechando el sistema republicano que se había establecido en 1931, por lo que finalmente los ibéricos permanecieron cuatro décadas y media sin un rey. Y este jerarca imbatible, que ostentaba un poder absoluto -como los Luis previos a la Revolución Francesa, que también formaban parte de la casa de Borbón- y sólo respondía ante los dioses, puso la corona sobre la cabeza de un descendiente del último soberano, pero que había sido escogido previamente por él. Un acto que cuenta con un simbolismo comparable, ya que mencionamos a Francia, a lo efectuado en su instante por Napoleón, cuando le arrebató la cabecera al papa para colocársela por sí mismo.

España tiene el gran problema de contar con un monarca que no fue sucedido ni menos nominado por otro rey. Para colmo, la designación fue obra de un plebeyo que abarcó tanto poder que fue capaz de posicionarse por encima de cualquier nobleza. Y aunque se insista en que estos individuos "reinan pero no gobiernan", lo cierto es que la situación del de la península ibérica da incluso para cuestionar el hecho de llamarlo soberano. Cabe destacar que, más encima, Franco no nombró a Juan, el hijo mayor del depuesto Alfonso XII y heredero legítimo al trono, sino al nieto de éste, a quien preparó de un modo muy parecido al de un maestro frente a un discípulo, encargándose además personalmente de su educación, sustituyendo en este menester nada menos que al mismo padre de Juan Carlos. De nuevo observamos que la familia real se sitúa por debajo de uno de sus supuestos súbditos, el que realmente ocupa el máximo sillón. Mientras en otras latitudes se suscita un proceso lógico donde no cabe duda que el monarca está en una cima reservada para su exclusividad, aún tratándose de regímenes democráticos donde hay leyes que debe cumplir (pero que son especiales para ellos, y en casi todos los casos, anteriores al establecimiento del sufragio universal). Eso permite que sean útiles a determinadas circunstancias, por ejemplo en Bélgica y el Reino Unido, donde su mera presencia sostiene la unidad de esos Estados formados por pueblos poco ligados entre sí, algo que se pretende precisamente imitar en territorio hispano, por el asunto de los regionalismos. Pero es necesario consignar un dato: en las islas británicas la soberanía prácticamente ha determinado su actual sistema político, y aunque estuvo también abolida durante un tiempo -en el protectorado de Oliver Cromnwell-, finalmente fue la misma casa real y sus partidarios quienes la restauraron. Nunca requirieron de un agente externo.

La monarquía española es la menos costosa de Europa, y aunque en la actualidad se encuentre salpicada por escándalos de corrupción, es la nada misma frente a, por ejemplo, su par británico, cuyas inmoralidades y derroches de dinero -de los contribuyentes- alimentan la prensa rosa y el periodismo de farándula. Incluso la casa peninsular sale bastante indemne si se la compara con otros estamentos políticos hispanos, sobre todo los elegidos por el voto popular. Quizá la solución para buena parte de los inconvenientes que están atravesando por allá sea la instauración de una república. Pero mi consejo para los ciudadanos españoles, es que dejen de molestar por un momento a sus nobles y coloquen la atención en aquellas castas que le están haciendo un daño bastante más significativo al país, como los partidos y en especial la iglesia católica. La misma que es la principal opción a erigirse como factor de unidad si la familia real finalmente sucumbe. Y eso sí que sería nefasto.

domingo, 8 de junio de 2014

Rey Muerto y Rey Puesto

Tras la abdicación de Juan Carlos de Borbón y Borbón al trono de España, se ha podido constatar dos situaciones. Primero, que una vez más se confirma la máxima de "a rey muerto (o renunciado, que para el caso es lo mismos), rey puesto, con el traspaso de la corona a manos del hijo mayor del ahora ex monarca. Segundo, que como ha ocurrido en cada ocasión que la monarquía peninsular, independiente del motivo, se vuelve noticia en los medios masivos de comunicación de ese país, sus detractores se vuelcan a las calles pidiendo su abolición, ya teniendo como pretexto la coyuntura económica, el hecho de que este sistema de gobierno fue restaurado por el dictador Franco, o la acusación de que se trata de un anacronismo que contradice los principios de cualquier democracia occidental.

España -y esto ha quedado en evidencia durante las últimas décadas- tiene un importante e histórico problema de unidad nacional, el que queda demostrado por la constante tensión que existe entre las autoridades centrales -independiente de la tendencia política que representen- y los regionalismos, que en épocas recientes, y sin que el país transite hacia una estructura federal -algo impedido precisamente por la gestión de los nacionalistas centralistas-, han adquirido una inusitada preponderancia, al punto que las lenguas locales han experimentado un significativo avance mientras en otros Estados europeos continúan retrocediendo. Esto se ha tornado más que evidente en sectores como Cataluña, donde el grueso de la población se comienza a inclinar en favor de la independencia. Que lo más probable es que no obtengan, realidad que empero no los ha frenado al momento de sancionar leyes que incluso contradicen tradiciones ancestrales españolas, como la prohibición de la tauromaquia. Todavía más, expertos aseguran que jamás ha existido una identidad común allí, salvo la situación geográfica de hallarse en una península separada del resto del continente por la bastante alta cordillera de los Pirineos, y aún esa coyuntura no constituye un factor decisivo, pues en ella también se sitúan Portugal y Andorra, que los más integristas quisieran ver formando parte de la entidad hispana.

Resultado de constituirse como Estado nacional recién en 1492, con la conquista de Granada, cuando Europa ya transitaba por el Renacimiento. Y de sólo meses después, verse favorecidos con el descubrimiento de América, que les entregó una enorme cantidad de territorios que no estaban preparados para administrar. Además de la gran cantidad de señoríos heredados por Carlos de Austria pocos años más tarde. La unidad española fue impuesta desde arriba, ya fuese mediante el trabajo de los llamados Reyes Católicos -y sus sucesores- o de la iglesia romana, que aquí mantuvo una especial servidumbre para con el Papado. Es muy sintomático que Isabel y Fernando hayan sido reconocidos para la posteridad con ese apodo, pues tras haber erradicado por completo a los árabes, establecieron esa religión como la única posible de profesar por sus súbditos, lo cual significó la expulsión de los judíos y musulmanes cuyas familias llevaban siglos viviendo en la península ibérica, aparte de una férrea persecución contra los reformados. Han sido esos dos pilares los que desde entonces han sometido una estructura en la cual no ha participado el pueblo raso, y si ha sido considerado, siempre fue a través de medidas de fuerza. Más aún: España es uno de los dos territorios europeos en donde la monarquía permaneció suspendida por más de cuarenta años pero finalmente acabó restaurada. El otro caso es Inglaterra, que guarda muchas similitudes: es un Estado dividido en cuatro "países constituyentes" (uno de los cuales, Escocia, también está pujando por su independencia) y que se mantiene gracias a su peculiaridad geográfica, en este caso un archipiélago, que al igual que sucede con los hispanos no es controlado totalmente por la administración política, ya que convive con la república de Irlanda.

El problema para España -y que los oportunistas que hoy están jugando a republicanos no se han siquiera detenido a considerar- es que si uno de esos pilares sucumbe, el otro asumirá la completa responsabilidad de mantener una unidad nacional que en muchos aspectos sigue siendo artificial. Y la iglesia católica no es precisamente signo de permisividad o de autonomía regional. Ni siquiera es garantía de democracia. Algo que ha quedado muy demostrado con los vínculos muy estrechos que los obispos mantienen con los grupos más reaccionarios, debido a coincidencias en aspectos morales, pero también culturales y sociales. De hecho, esos grupúsculos han venido manifestando su propio desprecio por la monarquía, en especial después que el ahora abdicado Juan Carlos frenara el golpe de Estado en 1981. Quizá hoy abrigan la esperanza de que el nuevo rey sea favorable a sus propósitos. Es de esperar, para el bien de la ciudadanía española, que esa corona que parece oxidada continúe perfilándose al menos como un posible contra poder, cuestión que los republicanos de último minuto deberían esforzarse en garantizar

domingo, 25 de mayo de 2014

La Caída de Un Cabo Vestido de Civil

En coro, las voces de los representantes del quehacer público nacional han expresado su repudio contra el asesinato de un cabo de carabineros, hecho ocurrido en Santiago el jueves recién pasado. La presidente calificó este crimen de "cobarde". Y los parlamentarios que suelen aprovechar estos acontecimientos para pedir que sean aumentadas las penas contra quienes agreden a un funcionario policial, incluso de manera exclusivamente verbal, por supuesto que no han dejado pasar la oportunidad, agregando que el actual gobierno, de orientación centro izquierdista y con un programa basado en una serie de demandas surgidas a partir de las protestas callejeras acaecidas en los últimos años, ya con sus inclinaciones ideológicas está incitando una conducta de liviandad moral que entre otras cosas hace que la gente sienta que no le debe tanta solemnidad a un vigilante estatal. Más aún: tras este homicidio algunos medios de comunicación, imbuidos por el sensacionalismo de costumbre, publicaron notas periodísticas en las cuales se preguntaban si acaso los ciudadanos le estaban perdiendo el necesario respeto a la autoridad.

Analicemos las circunstancias en las cuales se produjo este asesinato (que como cualquier otro, merece la mayor de las condenas). Los dos policías involucrados estaban efectuando vigilancia vestidos de civil, en un automóvil común. Ven pasar a otro vehículo, y como la actitud de sus ocupantes les resulta sospechosa, inician una persecución, la cual intentan acabar adelantando a sus objetivos y colocando su móvil por delante del de ellos. Es entonces cuando se dan cuenta, de la peor forma posible, que se enfrentan una pandilla de seis jóvenes armados, quienes al ver a un par de individuos sobre quienes no tenían la más mínima forma de saber que eran carabineros, de seguro imaginaron que eran desafiados por uno de los tantos grupos rivales a los que estas montoneras deben prestar atención a fin de mantenerse con vida. Pues, no lo olvidemos, los funcionarios no se identificaron como agentes -o no les alcanzó el tiempo-, y quizá esperaban que la acción temeraria y desafiante descrita al comienzo de este párrafo iba a disuadir a los muchachos. No obstante, uno que observa un mínimo los noticiarios se da cuenta del modo en que se defienden estas bandas cuando atizan a personas con un revólver o una escopeta en la mano. Sólo se trató del instinto de supervivencia ante unos desconocidos potencialmente peligrosos.

Y en esta batalla el triunfo fue para la agrupación de maleantes, quienes no descansaban en la confianza de un encargo delegado por el Estado, hecho que además no había forma de dar a conocer en el momento. Una verdadera lástima. Por el carabinero muerto y la pandilla de atacantes, que salvo por las riñas a balazo limpio que tanto desesperan a los habitantes de ciertos barrios populares, no habían cometido otro tipo de delito como conjunto, aunque algunos de sus miembros sí habían participado en asaltos. Finalmente se trató de un crimen circunstancial, como la mayoría de los que ocurren en el país. Pero que producto de su connotación social y las altas penas que ya conlleva en el actual ordenamiento jurídico, va a terminar generando un enorme perjuicio para la existencia de estos muchachos, sobre todo a quien efectuó el disparo, que lo más probable es que sea condenado a la denominada prisión perpetua efectiva (ésa que implica cuarenta años en la cárcel). Espero (y esto no se trata de una actitud de conmiseración ni de un enésimo intento por justificar la delincuencia en el marco de sus supuestas causas sociales) que los magistrados consideren los atenuantes a la hora de delinear los castigos, pues es preciso insistir, ni el responsable directo de este homicidio ni los que a la postre remataron siendo cómplices contaban con alguna información acerca del origen de sus víctimas, por lo que desconocemos la forma en que habrían respondido de haberse enterado al respecto.

Cuando acaeció el asesinato de Daniel Zamudio, muchos insistieron en la situación de marginalidad tanto del afectado como de los agresores, usando esta realidad como pretexto para señalar que también se trataba de un crimen circunstancial. Hace poco su publicó un libro que gira en torno a esta tesis, el cual desató las iras de la comunidad homosexual. De acuerdo: eso no evitó que el líder de la paliza fuera condenado a la cadena perpetua de cuatro décadas. Pero al menos se trató de un delito donde existió alevosía y ensañamiento, y donde los victimarios conocían al fallecido, por lo que existió cierto nivel de premeditación. Acá, duela o no admitirlo, estamos en presencia de un hecho absolutamente espontáneo, repudiable desde luego, pero que se vio facilitado por un descuido de dos policías que creían que el aparato público era capaz de dibujarles una aureola sobre sus cabezas. Eso es algo que debemos reconocer, si queremos combatir de modo más eficaz el crimen.

                                                                                                     

domingo, 11 de mayo de 2014

Solos Víctima y Victimario

De todo le han dicho al periodista Rodrigo Fluxá, autor del libro "Solos en la Noche", donde describe las circunstancias que acabaron en el asesinato de Daniel Zamudio. Colectivos gay y un buen número de ciudadanos lo han acusado de homofóbico y de intentar distorsionar la realidad con fines no revelados, porque tanto en ese texto como en las entrevistas que ha concedido, insiste en la tesis de que el principal motivo del crimen no fue la condición homosexual de la víctima, sino que se trató más bien de una riña entre ebrios a la salida de un local nocturno, en circunstancias donde el exceso de alcohol con frecuencia se transforma en la antesala que arrastra a personas a cometer otro tipo de abusos que siquiera imaginarían efectuar en un contexto diferente. Para reafirmar sus opiniones, el autor se vale de los resultados que arrojó su investigación, que mostraron a ese chico y a sus homicidas como muchachos marginados y marginales, con todas las carencias sociales y afectivas que esa situación implica. Lo que lejos de apaciguar a sus detractores, los ha enfurecido aún más, porque consideran que un inocente está siendo puesto a la misma altura que unos delincuentes desalmados.

Si bien es cierto que dos de los agresores de Zamudio tenían antecedentes de haber participado en pandillas de neonazis, al momento del crimen ninguno de los cuatro involucrados estaba afiliado a alguno de esos grupos, y en efecto su actuación responde a los cánones generales de una pelea callejera, independiente de si uno de los bandos se hallaba en inferioridad de condiciones. Sin embargo, y esto fue confirmado durante el proceso judicial, existió un ensañamiento extremo de parte de los homicidas, quienes se exaltaron, en efecto, a causa del alcohol consumido, pero también debido a que conocían previamente a la víctima y sabían que era homosexual. En definitiva, se trató de una combinación de diversos factores, entre los que puede contarse el uso de licor, el contexto social en el que se desarrollaron estas personas, que muchas veces acaba ocasionando hechos con alto nivel de violencia en el marco de lo que ciertos expertos denominan "válvula de escape", y finalmente, la formación recibida por parte de ellos en el sentido de fomentar conductas segregacionistas. Esto último los hace responsables de su fechoría, pues de seguro trataron de aplicar lo que consideraban una labor de limpieza y de aporte positivo a la comunidad. Ahí es quizá donde yerra la conclusión de Fluxá, en su intento por presentar a los asesinos como la consecuencia irracional de un entorno desfavorable. Porque procedieron basados en una teoría que trataban de justificar, por muy poco reflexiva que hubiese sido la adhesión a esos planteamientos. Y si aparte ya conocían a quien después ultimaron, entonces se puede alegar que cupo un determinado nivel de premeditación.

 Tal vez esa combinación de factores es la que debería llamar más la atención. Por regla general, los grupos neonazis, más allá de lo repudiable de su actuar, no suelen estar involucrados en asesinatos de homosexuales. Efectúan las llamadas "barridas" donde los golpean -a ellos y a otros colectivos que califican de indeseables-, pero los casos en que integrante de estas pandillas han matado a un gay son contados, y casi siempre responden a una provocación -o lo que el victimario consideró como tal-. Fuera de aquello, es fácil identificar a un agresor cuando pertenece a un círculo determinado, así como acotar la persecución judicial a esa organización. Pero cuando el sujeto ejerce de manera individual se torna muy difícil, por no decir imposible, contrarrestar su comportamiento. Es lo que ocurre cuando una guerrilla o una institución tachada de terrorista es desarticulada mediante la intervención policial. Se consigue neutralizar a su cúpula y a sus miembros más conspicuos, no obstante quienes no despiertan el interés propio de la emergencia quedan abandonados a su suerte y sin una autoridad o ligamiento que les establezca los límites o les entregue instrucción. Tras lo cual cometen actos mucho más sanguinarios que su tropa de origen, o se pasan a la delincuencia común. Acá es más o menos parecido: un tipo que jamás ha formado parte de un grupúsculo racista, o que lo ha integrado de modo tengencial, pero que comparte -incluso de manera involuntaria- sus pensamientos, es menos propenso a detenerse y medir las consecuencias que alguien que siente que le debe lealtad a una entidad y que no desea el perjuicio tanto personal como de sus compañeros.

De hecho, la mayoría de los asesinatos de homosexuales en Chile no los cometen los neonazis, sino que se trata de situaciones generadas en un contexto muy similar al que le tocó enfrentar a Daniel Zamudio. Personas que participan de alguna juerga donde un integrante con ascendencia sobre sus amigos pierde los estribos y empuja a los demás a llevar adelante un crimen. El problema es entonces no son los agresores en si, sino la evidencia de que esto acaece producto de una subcultura homofóbica que subyace y está detrás. Es esa mentalidad la que hay que combatir, más allá de que los responsables de estos hechos repudiables sean condenados con la severidad que exige el caso, en lo que se precisa como una búsqueda de la mejor justicia posible. Lo cual no se ve en el libro de Fluxá, y es una lástima porque más allá del realismo con que trata de impregnar su investigación, al final uno siente que este periodista ha dejado escapar una oportunidad histórica.

domingo, 27 de abril de 2014

Invirtiendo Con Dineros Ajenos

Uno de los aspectos que más destacan los defensores del sistema de AFP es la facultad que esas instituciones tienen de tomar el dinero de sus contribuyentes para invertirlo en distintos negocios, y de ese modo obtener ganancias que a su vez servirían para aumentar el monto ahorrado por cada trabajador, lo cual a la larga redundaría en que éste asegura una mayor cantidad de fondos para cuando necesite de la jubilación. Ecuación que por cierto jamás ha salido de lo ideal, a entender por los reclamos provenientes precisamente de los supuestos beneficiarios, a quienes siempre les resultan insuficientes las asignaciones que reciben.

 Al margen de las consecuencias reales que ha generado esta forma de distribución desde que se instaló (nefastas para los afiliados, pero muy positivas para los propietarios de las administradoras), es interesante detenerse por un momento en este asunto de la inversión. Uno de los elementos primordiales de la lógica del capitalismo es la salvaguarda de los bienes personales, que no pueden ni deben ser arrebatados bajo excusa alguna, y tampoco acabar siendo usufructuados por terceros, al menos sin el consentimiento del propietario. Pues bien: el dinero que las AFP emplean en la participación de negocios externos no les pertenece a estas organizaciones ni a sus dueños, sino que es un descuento legal que se les hace a los empleados a partir de sus remuneraciones, pensando en la época en que la falta de vigor físico les limite la opción de trabajar. Son cifras que los obreros han obtenido como pago por sus labores, que estas organizaciones están obligadas a proteger porque en todos los países se requiere de una instancia que se encargue al respecto. Pero cuando son colocadas en la bolsa o como parte de una transacción, más allá de contar con la autorización jurídica para proceder de tal manera, aún así se ocasiona un dilema ético. Nadie quiere que le saquen recursos para cancelar una deuda, aunque los dos sujetos convivan bajo un mismo techo, e incluso se han suscitado peleas conyugales y hasta rupturas matrimoniales por esto.

Se puede argüir que las AFP, en cuanto organismos financieros, actúan de idéntico modo que los bancos, donde también se valen de los ahorros depositados por las personas para efectuar inversiones y así agrandar el patrimonio, también en atención a la lógica de que el crecimiento de la empresa redundará en beneficios para el ciudadano de a pie que confió su dinero a la institución. Sin embargo, la banca propiamente dicha opera con un principio distinto, o por lo menos, con variaciones respecto a los custodios de las pensiones chilenos. Ahí uno cuenta con la libertad de retirar su monto cuando le da la gana, sin necesidad de esperar hasta cumplir una determinada edad. No ocurre lo mismo con las administradoras de fondos. Y si bien es cierto que los mencionados bancos pueden quebrar y dejar a sus clientes con las manos vacías (aunque algunas legislaciones les exigen devolver los depósitos), si a estas otras corporaciones les va mal en una transacción simplemente pueden sortear el bochorno declarando rentabilidad negativa, que en la práctica significa que el trabajador perdió parte de sus cifras. Fuera de que el ahorro voluntario es un tipo de capital cuyo destino es muy diferente al porcentaje apartado para la jubilación, por lo cual ambas instancias son incompatibles entre sí y sus aplicaciones particulares por ende son imposibles de comparar.

Lo que siempre queda claro al analizar el sistema de las AFP, es que fue diseñado para favorecer a los grandes propietarios que son los únicos capaces de llevar adelante empresas tan complejas como ésta (por lo delicado de la finalidad del dinero administrado, así como por el cuidado en hacer inversiones que no deben arrojar el más mínimo saldo adverso). Eso sí, con una fachada publicitaria convincente, en lo que a otorgar supuestos beneficios al ciudadano pedestre se refiere. Lo más grave es que para armar todo este esquema no se trepidó en contradecir principios fundamentales del capitalismo, algo que adquiere notoriedad en Chile donde se pretende insistir en la variante más extrema que es el nuevo liberalismo. Pero en fin: muchos han opinado que los principios establecidos en la escuela de Chicago en realidad constituyen un "socialismo para ricos". Y el terreno no ha hecho más que confirmar dicha afirmación.

domingo, 13 de abril de 2014

Parlamentarios a Dieta

Revuelo ha causado la propuesta de los diputados Giorgio Jackson y Gabriel Boric, los dos chicos "independientes" y acomodados del movimiento estudiantil del año 2011, de reducir el sueldo de los congresistas en un esfuerzo por aportar a la discusión acerca del financiamiento de la serie de iniciativas legales que ha presentado el gobierno, una de las cuales es justamente la tan anhelada reforma educacional. Con estas declaraciones, se echaron encima a varios colegas, entre ellos una antigua compañera de ruta, Camila Vallejo, quien de modo muy acertado rebatió afirmando que esta clase de medidas no constituyen solución alguna para los problemas que enfrenta el país. En contraste, han hallado un eco favorable en personeros ubicados a la derecha del espectro partidario, los mismos que ven amenazas al crecimiento económico en caso de ser aprobadas las modificaciones tributarias que están en carpeta, las cuales aumentarías los impuestos de las grandes y medianas empresas.

Debemos admitir que una ocurrencia como la presentada por estos diputados tiene la facultad de llamar la atención en una coyuntura local y universal como la actual, donde la política partidista ha perdido apoyo entre los votantes debido a que éstos sienten que existe una actitud de alejamiento y de acomodo generalizada en sus representantes públicos, quienes, en lugar de impulsar grandes cambios y ambiciosos proyectos ideológicos como los de antaño, prefieren lograr consensos con los mayores propietarios del capital monetario, en una alianza que muchos, producto de lo que esperan de cada uno de los integrantes de estos grupos y lo que les han enseñado acerca del supuesto rol social de cada uno de ellos, ven como un acto de corrupción, al menos en el contexto más amplio del término. Surge entonces la percepción de que gobernantes y parlamentarios son sujetos inservibles, que están ahí sólo con el afán de ganar dinero gratis, acumulado gracias al sacrificio de los contribuyentes. Una acusación que apenas roza a sus rivales en el papel, que serían los individuos acaudalados, porque a estos últimos no se les endosa la misma obligación moral.

Por otro lado, determinados colectivos reaccionarios e interesados han sacado provecho electoral de esta situación, anunciándose como apartados de la "añeja práctica política". Su caballo de batalla más común es aseverar que las discusiones distraen de lo esencial, que es solucionar los "reales problemas de las personas". Una tendencia que apenas esconde sus auténticas intenciones, cuales son desincentivar el debate público, instancia en la cual se pueden enfrentar formas de pensamiento capaces, mediante sólidos argumentos, de cuestionar el orden establecido, algo que a la larga se transforma en un prejuicio para quienes están cómodos en el actual estado de cosas. Cabe señalar al respecto, que el establecimiento de una dieta parlamentaria, en casi todas las partes del mundo, siempre fue aprobado tras una agotadora contienda, ya que existían aquellos que se oponían afirmando que era exagerado pagar por opinar acerca de la situación del país, pero que en realidad tenían temor de que llegasen a los congresos líderes que no pertenecían al mismo estamento, desconocidos que iban a defender a quienes representaban y que por ende y de modo irremediable iban a entrar en conflicto con quienes habían dirigido las riendas prácticamente desde siempre a su antojo.

A esto se debe el que hayan sido los más derechistas quienes más aplaudieran la propuesta del dúo Jackson-Boric. El desprestigio, muchas veces producto del prejuicio, social hacia los políticos permite que una medida de esta clase despierte simpatías en el común de la gente. Luego, los grumos más reaccionarios ven en esta artificial controversia un modo de desviar la atención acerca del aumento de impuestos, que los afectará a ellos y a varios de quienes financian sus campañas. A esto se suma la posibilidad de tachar de inconsecuentes a sus adversarios, pues les exigen esfuerzos a otros en favor de los más desposeídos, no obstante ellos no predican con el ejemplo. En definitiva, una ocurrencia de carácter populista que como bien señaló la Vallejo tiene un alcance nulo. Lanzada por dos debutantes demasiado ingenuos, los que sin embargo cuentan con mucho tiempo para aprender lo que es un debate público.

domingo, 30 de marzo de 2014

Jaurías En Libertad

Los defensores de los animales lo hicieron nuevamente y consiguieron que el gobierno retirase el proyecto de ley que permitía a los agricultores y a los habitantes de zonas rurales en general disparar contra los perros asilvestrados sin el temor de que fuesen acusados de maltrato. La iniciativa fue sacada de la discusión parlamentaria junto con otras que habían sido heredadas de la administración anterior, las cuales también desataron polémicas, aunque debido a motivaciones muy diferentes, pues la mayoría de aquellas eran objetadas por su supuesta inspiración mercantil dado su origen en una legislatura de corte derechista liberal, que suelen alejarse del bienestar social, al menos en las aplicaciones más tradicionales de ese concepto. Mientras que los actuales dirigentes, de cuño progresista, estarían sintiendo una sensibilidad más amplia hacia las masas populares sobre todo son más desposeídas, incluso cuando no se trata de grupos humanos.

Convengamos que los impulsores de dicho proyecto ya le habían anotado un punto en contra, cuando al presentarlo, hablaron de la caza de perros salvajes, en lugar del control de los perros asilvestrados, que era la expresión correcta. Lo primero remite al dingo australiano, no a las jaurías de canes abandonados que deambulan por los campos. Para colmo insistieron en repetir la frase equivocada en cuanto medio de prensa les ofreció entrevista, quién sabe si con el afán de llamar la atención con una terminología que les pareció impactante y novedosa, pero que ocasionó un efecto diametralmente contrario al que esperaban. Los oyentes recibieron la impresión inicial de que se intentaba exterminar a una especie inocente, y no faltó el poco informado que concibió la idea de que en la fauna chilena existía un animal hasta ahora desconocido que demandaba ser protegido. Una muestra de ignorancia que fue bien aprovechada por los adoradores de bestias, que aunque jamás lo mencionaron -habrían quedado como escasos de seriedad- trabajaron a partir de esta confusión y la supieron aunar al cabildeo incesante que han efectuado en los últimos años, lo cual tiene justamente a las calles de las ciudades y a los caminos copados de perros callejeros, varios de quienes han atacado a personas a veces con resultados fatales. Alimañas que en ciertos casos son alimentadas por sujetos que creen estar haciendo una obra caritativa.

De acuerdo. Uno puede sentir conmiseración cuando observa a un representante de "el mejor amigo del hombre" deambulando sin rumbo fijo por la acera. Pero el asunto es que los perros, además de peligrosos producto de su mordedura, son animales sucios que transmiten diversas enfermedades a través de sus heces y que son capaces de cargar con los más variopintos parásitos en sus cuerpos. Son buenos donde deben estar, que es al interior de las casas (y viviendas que se encuentren habitadas, por cierto). En la calle, en cambio, constituyen una plaga, y esparcidos por las zonas rurales se transforman claramente en una especie invasora cuyos ejemplares agrupados en jaurías no sólo destruyen el ganado, motivo que llevó a presentar el proyecto antes descrito, sino que compiten en la búsqueda de alimentación incluso atacando a la fauna nativa, que sí exige, desde cualquier punto de vista y en todo instante, una constante salvaguarda. Toda vez que el control humano de una población animal es algo consensuado entre el gran conjunto de biólogos, ecólogos y ecologistas, ya se trate de individuos oriundos o introducidos. Más aún: el sólo hecho de que los canes se yergan como una amenaza para ovinos o bovinos debe ser ya justificación suficiente para disminuir su número. Pues esta clase de amenaza constituye un maltrato animal indirecto, ya que los agresores han sido liberados a su suerte por dueños que no los deseaban, los que con ese tipo de actitudes posibilitan el desarrollo de la subsecuente cadena.

Muchos de quienes aseveran defender los derechos de los animales de seguro reclamaban porque el ahora desechado proyecto estaba favoreciendo a grandes ganaderos y empresarios agrícolas que siempre buscan a través de las leyes confirmar su supremacía sobre los más débiles (discurso que tratándose del campo adquiere un sentido especial, por aquello de los hacendados, los patrones de fundo y la situación actual de los llamados trabajadores de temporada). Es menester recordar que en las zonas rurales hay pequeños propietarios que cuentan con gallineros o con ejemplares de subsistencia, que más que su fuente de capital, lo es laboral. Por lo que su eliminación deviene de modo irremediable en la pérdida de una única fuente de ingreso. Y en cualquier caso, si una jauría de perros destroza a un grupo de vacas significa que habrá menos ejemplares que generen leche, ecuación que debería interesarle a estos activistas que en un afán de consecuencia se suelen tornar en vegetarianos extremos. Aparte de que muchos de ellos, intentando hacer gala de su supuesta filiación progresista, desprecian el mundo campesino dentro que sólo conciben como un hábitat de brutos que andan dando con el rebenque a mujeres, niños y bestias. Y eso, muchachos, es uno de los tantos prejuicios que exhiben los colectivos que con soberbia se consideran superiores.

martes, 18 de marzo de 2014

Don Francisco Corleone

La muerte del comediante Armando Navarrete, más conocido como Mandolino, ha vuelto a sacar al tapete la relación que el animador Mario Kreutzberger, alias Don Francisco, ha sostenido a través de los años con sus más estrechos colaboradores, algunos de quienes, tras alejarse de él, han caído en un injusto ostracismo, situación de la cual se suele culpar al propio conductor televisivo, que habría abandonado a estas personas a su suerte, cuando no habría empleado sus influencias para apartarlas de los medios de comunicación y de las más próximas fuentes de trabajo. Tales elucubraciones, además, son empleadas como pretexto por sus detractores con el afán de objetar la trayectoria del mediático patrocinador, en particular su obra benéfica, cuyo rostro más visible es La Teletón. En este caso se apoyan en otro argumento, cual es su sospechosa falta de opinión respecto a temas importantes de la historia reciente del país, como la dictadura militar, en cuyo periodo pudo erigirse como la figura pública más relevante, al menos entre quienes no ocupan cargos oficiales o eclesiásticos.

Hay una imagen muy emblemática tomada en la víspera de Navidad de 1999, en una conmemoración realizada respecto de esa fiesta por el gobierno de turno en el palacio de La Moneda. Allí, Don Francisco apareció al medio de Ricardo Lagos y Joaquín Lavín, los dos candidatos que habían pasado a la segunda vuelta, abrazándolos a ambos, en medio de la incertidumbre general provocada por un tipo de elecciones hasta entonces inédito en el país. Varios años antes, como bien lo señaló el escritor Pedro Lemebel, fue capaz a riesgo de su propia vida de ayudar a un perseguido político a salir al extranjero, y al día siguiente almorzar con Manuel Contreras y otros jerarcas de la DINA, quizá con el propósito de obtener la venia de la junta militar para llevar a cabo sus obras de beneficencia o sus proyectos puramente particulares. Dos muestras de una impertérrita neutralidad que raya en la falta de compromiso, aunque no de completa ausencia de valentía, al menos de acuerdo a una de las decisiones que tomó en el segundo caso citado. Sin embargo, es precisamente dicha negativa a tomar una postura la que ha transformado su conducta en inaceptable para algunos sectores, ya que se trató de una actitud que exhibió con mayor fuerza -y que definió sus andanzas posteriores- en la época más oscura del quehacer nacional, donde a decir verdad, y en atención a la relevancia de los acontecimientos, es imposible imaginar que se camine sin inclinarse por uno y otro bando.

 Lo más desconcertante -e irritante- de esa mencionada neutralidad fueron los réditos en extremo favorables que acabó cosechando Don Francisco. Ganó fama y fortuna en los años más tristes de la historia reciente, aún mayor que aquellos dirigentes que loaban a Pinochet mientras en las mazmorras del régimen otros compatriotas sufrían lo indecibles. Los mismos políticos que tras la detención del tirano en Londres y aún más luego de los escándalos de sus cuentas secretas prefirieron darle la espalda y mirar hacia el lado insistiendo en que "debemos tener una visión de futuro". Tal vez Kreutzberger percibió ese porvenir antes que los aduladores del dictador siquiera lo vislumbraran. Por ello es que su conducta despierta grados tan altos de suspicacia. Fue el primero en desatarse de los arrumacos al gobierno que, lo quieran sus admiradores o no, le dio la oportunidad de llevar adelante La Teletón. Y a la vuelta del viaje resulta ser el más beneficiado de la camada. Para quienes extraen ese tipo de conclusiones, el proceder del animador se les presenta como doblemente abyecto, ya que tratándose del mayor privilegiado del régimen de facto al mismo tiempo es quien se ha mostrado más desagradecido con los representantes de él. En un grupúsculo donde la traición a fin de cuentas se tornó una fórmula eficaz para salir airoso, empezando por el propio Augusto que cuarenta y ocho horas antes del golpe mantenía su lealtad hacia Allende.

De todos modos la imagen más plausible es que Kreutzberger es ante todo un buen negociante, lo que no sé si sea atribuible a su origen judío. Cruelmente pragmático como los de su tipo, de acuerdo; aunque cabría preguntarle a algún miembro de su etnia si sería aceptable tratar con un nazi con la finalidad de conseguir el aporte necesario para ejecutar un proyecto. Quizá se acerque al estilo de Don Corleone, recordando ese apodo que le endilgó Mike Patton en una jornada de La Teletón, calificativo que parece aceptar con cierto orgullo al extremo que muchos se lo recuerdan en alguna conversación y él no obstante mantiene su impenetrable neutralidad. En fin: en la historia universal abundan los ejemplos de mafiosos hebreos. Por ahora baste con remembrar lo que señaló en una entrevista concedida hace dos décadas atrás, donde aseguró que mientras los televidentes lo ven como Don Francisco, en casa, frente a sus familiares más íntimos, es Mario. El animador es sólo una cáscara llena de simples imágenes que ocultan al hombre real, un tan frío como acertado magnate a quien no le tiembla la mano incluso con los más cercanos cuando constituyen un obstáculo para su progreso individual.

                              

miércoles, 5 de marzo de 2014

La Marginalidad del Tren

Hace varias semanas que la estatal Empresa de Ferrocarriles del Estado (EFE) viene cerrando cruces ferroviarios autorizados por la misma compañía. La principal excusa que motiva este cambio de políticas es que esos pasos han experimentado un deterioro considerable en el último tiempo, y por ende no están resultando seguros para los usuarios. Con ello la institución pretende meterle presión a los municipios, a quienes responsabiliza del mantenimiento de los lugares. Mientras que los aludidos, como era de esperarse, aseveran que sus acusadores son quienes deben encargarse del trabajo, en cuanto propietarios de la franja donde se encuentran instaladas las vías. Y como ocurre siempre, los vecinos, a la postre únicos afectados por estas determinaciones, ven cerrados accesos que llevan años empleando para acudir a sus escuelas o sitios laborales, con toda la carga negativa que ello implica.

Desde que en la década de 1970 se produjera el levantamiento masivo de las líneas férreas -por causas económicas, pero también políticas-, las pocas que subsisten hasta hoy se yerguen en medio del paisaje como una suerte de anomalía, un evento extraño de un pasado entrañable pero que requiere ser superado. Y si estas vías se encuentran en medio de las ciudades -incluso las más pequeñas- esta discordancia es bastante peor. Sus trazados prácticamente parten a las urbes en dos, y a diferencia de las carreteras, no se puede establecer una conexión, al menos directa, entre ellas y las calles. Tener un tren es una joroba para aquellas localidades en que dicho servicio aún existe, que de inmediato suscita el problema de la división entre quienes se hallan a ambos lados de los rieles.

Además a ello se debe sumar un factor generacional. Los más jóvenes, que nacieron en épocas muy posteriores a aquellas en que el ferrocarril conoció su máximo esplendor, para colmo se criaron en medio de una contingencia que privilegiaba, no ya el transporte público a gasolina, sino derechamente el uso del automóvil particular. Para ellos se han construido esas amplias calles y caminos en donde puede circular con relativamente alta velocidad, hasta que una vía férrea, rodeada de malezas cuando no inserta en un terreno yermo, les corta la recta y los obliga a efectuar un desvío, cuando no los fuerza a frenar, observar a ambos lados, atravesar lentamente los rieles para no dañar el parachoques o el guardafango, y tras una pausada aceleración recién recuperar el ritmo. El ferrocarril representa una detención no deseada en el marco del trajín de la vida moderna. Aparte de que el choque entre un tren y cualquier clase de vehículo siempre deviene en pérdida para este último.

En muchos países del primer mundo, donde también el ferrocarril pasó por una desesperante decadencia, hoy en día el diseño y el uso de las líneas es armónico con el paisaje y el resto de los sistemas de transporte. No hay una sensación de que los trenes piden permiso para existir como en Chile, sumidos en una vorágine de calles y ruedas con neumáticos. Sin embargo, esto se ha conseguido luego de se considerara este medio como uno de los tantos probables al momento de trasladar a las personas. Cuestión que no ocurre aquí, donde a cada rato se construyen caminos cada vez más anchos y autopistas con interminables circunvalaciones. El asunto radica en que aquí, más que mejorar el estatus de los rieles y las estaciones, hay que revertir una situación ya consolidada. Algo que parece casi imposible, aunque se insista en que los milagros sí ocurren.