domingo, 14 de diciembre de 2014

El Pesebre de la Agnóstica

A menos de una semana de ser instalado, el pesebre gigante que durante diciembre adornará el frontis del palacio de La Moneda, ya ha sido objeto de un interesante debate en las redes sociales. Mientras sus partidarios defienden la iniciativa aseverando que Chile es un país de tradición cristiana donde además la celebración navideña ha arraigado con gran profundidad en la cultura popular, sus detractores -que son la mayoría- reclaman por el alto costo que significó su construcción y montaje -unos quince millones de pesos- en una época de contracción económica, fuera de que añaden que el Estado está separado de cualquier iglesia o religión desde 1925, y a partir de entonces se ha definido como laico. De cualquier manera, salvo una observación puntual de un colectivo de ateos, quienes se sustentaron en el segundo de los puntos recién expuestos, ningún otro grupo de quienes han expresado su rechazo a la obra ha efectuado alguna protesta, ya sea a través de un escrito formal, o en la calle o los medios de comunicación.

Cabe señalar que el mencionado argumento de la oficialidad laica (que fue de algún modo deslizado por el vocero de gobierno, durante su intervención en favor de la erección del discutido nacimiento, cuando acotó que en Chile se respetaban todas las creencias) es muy contundente como objeción a la construcción de esta obra. Pero no sólo por sus causas más obvias -reiteradas hasta el cansancio cuando en cualquier lugar del primer mundo se genera una polémica de características equivalentes-, sino también cuando se entran a comparar tanto la naturaleza de esta iniciativa con la de la actual administración ejecutiva, liderada por una presidente agnóstica que nunca ha mostrado interés por afiliarse a un determinado credo. Rasgo que se extiende a la mayoría de sus asesores, que en el mejor de los casos, si llegan a declarar la simpatía por alguna religión, prefieren, por un asunto de principios, guardarla para su ámbito privado y evitar mostrarla en público, en el afán de no provocar confusiones entre los ciudadanos, que podrían sentir que no se legisla para el bienestar de la totalidad de los chilenos (irónicamente, eso es lo que está sucediendo ahora con la decisión del pesebre), lo cual a la larga pone en duda aquello de la vocación de servicio imparcial. Todo, enmarcado en una alianza política de ideología socialdemócrata y progresista, quienes justamente suelen optar por tomar distancia de los organismos eclesiásticos a la hora de impulsar sus agendas y programas.

¿Por qué entonces, una administración con tales características, toma una determinación confusa tanto para sus votantes como sus adversarios? Curiosamente, una respuesta podría hallarse precisamente en este eslogan de "legislar para todos los chilenos", al satisfacer las inquietudes de uno de los grupos más visibles de la sociedad. Ello pese a la ofensa de otros, que debido a su poca figuración pública suelen ser considerados una minoría, cuando a veces es todo lo contrario. Sin embargo, la explicación podría requerir de menos abstracción filosófica y ser asentada en la contingencia política. La serie de reformas que esta legislatura planea realizar, como el cambio del sistema educacional y la aprobación del aborto, han ocasionado un fuerte conflicto con la iglesia católica, que cuenta con importantes intereses tanto en esos ítemes como en otros, y que además, por la tendencia reaccionaria de sus dirigentes, ha ocupado el lugar que la oposición partidista ha sido incapaz de ejercer durante todo este periodo, ya que aún no se recupera de los desastrosos resultados arrojados en las elecciones del año anterior. Dichas modificaciones tampoco han sido bien recibidas por un sector muy influyente de los empresarios, quienes poseen excelentes canales de comunicación mutua con obispos y políticos derechistas. ¿Nos enfrentamos a un intento por apaciguar los ánimos, mediante una demostración de que el actual ejecutivo no arrastrará a la nación al despeñadero, como algunos auguran, por desacatar las órdenes divinas, las cuales van mucho más allá del ámbito espiritual? Una peculiar tregua navideña.

Como anécdota final, resulta interesante notar que ningún grupo religioso ha alegado por el excesivo costo que implicó la instalación del pesebre, que también es un argumento a considerar. La débil defensa del vocero de gobierno, incluyó la mención al hecho de que en palacio existen tres capellanes: uno católico, otro evangélico y un tercero judío, y que el nacimiento incluía símbolos de esos credos, algo que por cierto no dejó contentos a los ateos. La verdad es que el gran problema es que el armatoste en cuestión no tiene una finalidad espiritual. Sino que, de igual forma que ocurre con esos dictadores y jerarcas que ordenan la construcción de fastuosas catedrales a fin de obtener las indulgencias de rigor, esta obra ha sido guiada por la hipocresía y por un afán de aparentar. A la manera de una administración de tendencia progresista, pero cuyos últimos resultados son idénticos a las demás.

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