miércoles, 28 de enero de 2009

Claudia X

¿ Cómo se apellida la esposa de Claudio Narea? Llevamos cuatro biografías escritas de Los Prisioneros, fuera de todos los comentarios que éstas han generado, a lo que podemos sumar un buen número de reportajes televisivos. Pero nada. Esta mujer, que tiene un rol preponderante, cuando no protagónico, en todos esos relatos, queda reducida a un fantasma, a un ente oculto como los que hacen gritar al espectador de un película de horror. Hasta ahora, sólo sabemos tres cosas: que se llama Claudia, que era una fan a la cual Narea conoció en una gira, y que durante un año fue la amante secreta de Jorge González, causa de dos hechos significativos para la banda: la publicación - ya sin Narea- del disco "Corazones", y su disolución.

Antes que nada, dejo en claro que no me gustan estos textos que se meten a hurgar en la vida de los artistas, no sólo porque son una mezcla de chisme, frivolidad y farándula -lo que ya es mucho-; sino porque constituyen una mala versión del periodismo investigativo, que es utilizada cuando sujetos que detentan el poder político y económico, se merecen efectivamente un escrito que los delate, pero su fuerte influencia, unida a la cobardía de la prensa, hace que todos sus delitos permanezcan ocultos. Todo lo que ha girado, en esta calaña, en torno a Los Prisioneros no contradice mi opinión. Freddy Stock era un donnadie antes de publicar "Corazones Rojos" -que incluía el acertado subtítulo "biografía no autorizada"- y ahora es un crítico de espectáculos solicitado en varios canales de televisión. Ahí se dedican varias páginas al asunto Jorge-Claudia-Claudio, y como era de esperar, se supone que fue el principal si no prácticamente exclusivo motivo de la separación del conjunto. Después vino el libro de Darío Osses, que se mostraba como serio, al menos en comparación con el folletín de Stock. Y sin embargo, la historia se repite: una mujer con el nombre más común de las décadas de 1980 y 1990, sin apellido, y por lo mismo sin rostro, engaña a su pareja con su mejor amigo, y acaba con una importante banda de rock. Luego, apareció "Maldito Sudaca", autobiografía de Jorge González, donde se dedica a basurear a Narea, aunque un buen punto a favor es el hecho de que apenas menciona a la enigmática Claudia. Bueno: él armó el desaguisado y un buen roquero jamás se arrepiente de sus fechorías, y en último caso, un caballero no tiene memoria.

Y ahora, como una réplica a "Maldito Sudaca", Claudio Narea ha lanzado su propia autobiografía. En ella, reconoce el desliz de su mujer y admite que lo disgustó al punto de abandonar la banda. Quizá para esconder, al menos parcialmente, su condición de cornudo marginal y marginado, ha centrado sin embargo sus remembranzas en una supuesta homosexualidad nunca asumida de su ex compañero. Lo cual, al leer este libro, nos hace olvidar por un buen momento que vuelve a cometer los errores de sus antecesores: Claudia sólo tiene ese nombre, y aunque su rol es o debiera ser claramente protagónico, se la presenta como un espectro que se mueve en un segundo plano. De acuerdo: el que aquí relata es el marido, y los sentimientos mutuos muchas veces no se llevan bien con la honestidad. Pero lo cierto es que Narea pudo haber hecho algo más que presentar a González como un simple maricón, en todas las acepciones que puede tener ese término. Porque, aunque un lío de faldas puede gatillar la rivalidad entre dos amigos entrañables, las peleas siempre se producen por roces anteriores a los que les basta una chispa para incendiar la pradera. Nadie, por ejemplo, se ha dignado a mencionar la serie de entuertos que Los Prisioneros venían acumulando desde mucho antes de su disolución, como a saber, la poca ganancia monetaria que les generaba la popularidad, o las diferencias de criterio de González y Narea, pues el primero se inclinaba por la música electrónica, y el segundo apostaba por el rock más tradicional.

Siempre me he preguntado por qué en todos estos años ni siquiera se ha entrevistado a la mujer de la discordia, que a estas alturas, es el anónimo más famoso de la farándula chilena. Tal vez, porque de ocurrir ese hecho, todo quedaría aclarado y ya no existiría un chisme que explotar y vender. En resumidas cuentas, porque Stock, Osses, González, Narea y, quien sabe, incluso Claudia y la hasta la opinión pública no están dispuestos a matar a la gallina de los huevos de oro. Aunque pienso que probablemente a ella no le vendría mal contar su verdad. Después de todo, ha sido vilipendiada y manoseada todo este tiempo porque era una seguidora que cumplió un sueño inaccesible para las de su clase: acostarse con uno de los miembros de su banda preferida; con dos para ser exacto, y más aún, ser desposada por uno. Javiera Parra hizo las mismas cosas con Los Tres, pero a ella se la dio a conocer con nombre y apellido y la etapa fue cerrada. Claro: también es parte de la casta artística y en Chile no es bien vista la movilidad social. Aunque las dos, Claudia y Javiera, sean hábiles trepadoras, y se suponga que estamos en un ambiente evolucionado y tolerante.

jueves, 22 de enero de 2009

La Naturaleza es la Creación

Con sorpresa y a la vez enorme satisfacción, me he enterado que las iglesias evangélicas acaban de firmar un acuerdo, ante diversos sectores de la sociedad, en el que se comprometen a expresar una mayor preocupación por el medio ambiente, exponiendo el tema en las prédicas callejeras y los sermones de púlpito, y llevando a cabo acciones concretas a fin de contrarrestar situaciones que favorezcan el daño ecológico, así como alentando obras que van en beneficio de las especies animales y vegetales. Una declaración que, es cierto, llega notoriamente tarde; pero que deja al descubierto algo que muchos, por diversos motivos, ni siquiera se atrevían a indagar: el cristianismo no es, en modo alguno, incompatible con los preceptos y valores que exigen la conservación de la naturaleza; muy por el contrario, dicha actitud es una muestra de respeto y fidelidad hacia Dios, quien creó este mundo para que lo disfrutemos. Una cuestión, en todo caso, ampliamente reconocida en la mesa ampliada de iglesias, si se considera que los pastores hasta pidieron perdón públicamente por la desidia que en este ítem los ha caracterizado tanto a ellos como al resto de los hermanos.

Más allá de los estereotipos propagados por los enemigos de las iglesias evangélicas y por quienes desconocen sus estructuras y su idiosincrasia, la despreocupación por el medio ambiente, tiene un trasfondo, aunque no le guste la palabra a algunos fieles, ideológico. Peor aún: es un prejuicio instaurado e incentivado por la ignorancia. Muchos hermanos confunden ecología con ecologismo, siendo esto último efectivamente, una propuesta de grupos religiosos y sincréticos compuesta por preceptos alejados y en varios casos opuestos al dogma cristiano; dichos movimientos, además, han actuado conscientes de estos puntos polémicos, por lo que también han promovido una aversión sectaria e intolerante hacia la doctrina de Jesús (Nueva Era, o New Age, es un caso clínico al respecto). Sin embargo, esto no guarda relación con la definición de ecología, que es una rama de la biología que se dedica al estudio de la naturaleza ( o de "la casa" ya que eso significa "ekos" en griego). Me pregunto si algún integrante de los grupúsculos de marras cuenta con una maestría en ecología o cuando menos con una licenciatura en biología, incluso, si saben una pizca de lo que están hablando. Lo dudo, porque las agrupaciones a las que pertenecen son tan víctimas del fanatismo como ese sujeto pedestre que todos los domingos asegura que el daño medioambiental es un invento de políticos tan extremadamente liberales como ateos e inmorales.

La mesa ampliada que tomó la decisión que ahora estoy comentando, dice que los templos sólo han sido objeto de enseñanza de dos elementos: el mensaje de salvación y, por la presión ejercida desde el catolicismo, los temas de moral sexual. Personalmente no lo creo así: en mi comunidad me ha tocado debatir acerca de muchos otros aspectos; y por último, para entender el Evangelio es necesario aprender los más diversos recovecos del conocimientos y del quehacer humanos, porque todo eso lleva, finalmente a " la verdad". Pero sí que existen consideraciones evadidas durante bastante tiempo y una de ellas es, justamente, el asunto de la conservación de la naturaleza. Cuando uno plantea su preocupación al respecto, la respuesta de los hermanos se bifurca de dos maneras: la primera, que es la más utilizada, consiste en mirar para el lado y decir " eso no me va a salvar" o " es algo que estás poniendo por delante de Dios"; la segunda, es el predicamento ya descrito en los párrafos anteriores: se trata de un tema puesto por las sectas erradas para confundir a las personas, y arrastrarlas a la perdición, no faltando quien acuda al adjetivo de satánico.

Por lo mismo, el tratamiento de esta cuestión, al menos en los momentos iniciales, no va a estar exento de dificultades. Muchos no hallarán por dónde empezar, y experimentarán en más de alguna ocasión el susto de quien se ve pisando un terreno desconocido. Sí, una Biblia en la mano hará disminuir las gotas de sudor, comenzando por eso del buen y confiable administrador que, dicho sea de paso, no se encuentra sólo en el Génesis. Recomiendo también aquello de " no pondrás bozal al buey que trilla" de Pablo y algunas lecciones del Levítico. También les pido a los pastores y evangelistas que le inculquen a los miembros de su congregación, a propósito de que nos hallamos en temporada de vacaciones, que arrojar basura al suelo o en plena carretera es una ofensa a la creación de Dios y por lo tanto un pecado. Algo que he visto hacer a muchos hermanos, incluso a los más espirituales. Ya sé que es casuística, pero si no tenemos nada, hay que empezar por algo.

jueves, 15 de enero de 2009

María La Modelo

Estoy seguro que los curas que defienden a María de la supuesta afrenta de la cual habría sido objeto, por parte de un fotógrafo que busca celebrar sus quince años de trayectoria, disfrazando a ciertas modelos, mejor dicho rameras televisivas, con la imagen de la madre de Jesús, se enteraron del pastel sólo cuando algunos de sus ex monaguillos, a quienes convenientemente le enseñaron una pizca tan insignificante como superflua de teología, presentaron querellas en la justicia ordinaria. Del mismo modo, tengo la impresión que estos improvisados luchadores por la fe y la moral, a su vez, recién supieron de la existencia de esta "acción de arte" cuando algún noticiario lo informó. No es para menos: las mujeres que participan en las caracterizaciones han pasado por los estudios de todos o casi todos los canales de televisión abierta, y ya sabemos que nuestros medios de comunicación no sienten vergüenza a la hora de mirarse el ombligo. Fuera de que descubrieron dos ventajas adicionales: la posibilidad de cubrir un escándalo, aunque sólo tuviera ese calificativo por su artificialidad, y la vanagloria de asegurar que parte de sus oquedades en el fondo sí cuentan con sensibilidad artística, en el marco, además, de eventos tan publicitados como el Teatro a Mil.

Antes que nada, desde el punto de vista de la crítica estética, es preciso señalar que esta secuencia fotográfica, donde algunos rostros de la pantalla se camuflan de María, tiene un nulo valor, y si llega a ser recordada por la posteridad, será por esta anécdota del eterno berrinche de los grupos conservadores, que una vez más fueron provocados por un desconocido que buscaba llamar la atención, y como siempre pisaron el palito. El organizador de toda esta feria deseaba celebrar su cumpleaños en grande, y en lugar de la torta familiar, qué mejor que las cientos de veces implantadas chicas de compañía que pululan por los estelares televisivos, a quienes los locutores de prensa ya conocen, no en el sentido bíblico del término, sino porque son compañeros de trabajo, y por cuestiones de solidaridad laboral, acudirán al lucimiento de uno de los suyos, teniendo la posibilidad, gracias a sus influencias, de arrastrar a toda la opinión pública consigo. Pero si este muchacho quería desarrollar un acontecimiento artístico, en vez de muñecas de plástico -que son de inferior calidad incluso en el modelaje-, pudo haber contratado actrices o mujeres comunes y corrientes. Claro: no hubiese llegado a ocasionar el mismo interés, primero de los medios y luego de los mojigatos; pero al menos no tendría que manipular la palabra "arte" para ocultar sus pretensiones de niño mimado por la clase media alta y el esnobismo.

Ahora, yéndonos al problema de la moralina, bastaría con reiterar algo que ya insinué en el párrafo anterior: los pacatos son tan babosos como el vejete que se da vuelta a mirarle el trasero a una hembra joven. Pero también se pueden extraer otro tipo de lecciones. Primero, que toda figura de María es ante todo una representación, porque no conocemos ni su cara ni su contextura física. Podemos formarnos una imagen en base a la fisonomía que tenían las mujeres jóvenes y pobres del Israel del siglo I: es decir, pelo moreno y la piel ennegrecida por el sol y el polvo. Y aquí se nos presenta otra contradicción, pues el esbozo estándar que ha promovido la iglesia católica es el de una chica rubia, de ojos azules y, aunque casi nunca en tono sexual, al fin y al cabo atractiva. Es una María construida para una sociedad patriarcal y culturalmente primitiva, como eran los bárbaros, inventada al menos diez siglos después que su mentora viviera su existencia terrenal. Y he aquí un punto interesante, puesto que según el catolicismo, ha tenido diversas apariciones en distintos lugares y épocas, y en todas ellas, adopta los rasgos étnicos del pueblo autóctono establecido allí. Por ello es que los rostros de María muestran diferentes características según se trate de Fátima, Guadalupe o La Tirana, así como cada una se viste con los trajes típicos de la zona. Y los obispos han alentado estas representaciones, ya que constituyen un buen modo de transmitir el evangelio a los inconversos.

Quizá la reputación de estas meretrices con título de modelos sea lo que mayor indignación le causa a los defensores de las buenas costumbres. No es para menos: en el catolicismo se predica que María se mantuvo virgen incluso después de parir a Jesús y conservó dicha condición hasta su llamamiento definitivo -o hasta su asunción, dependiendo del dogma-. Por lo tanto, verla identificada con mujeres asociadas a la vida nocturna y al entretenimiento, que cuentan con un escaso nivel educacional, cubiertas totalmente por implantes de silicona, frívolas como ellas mismas, y que han llegado donde están gracias a sus aventuras amorosas con más de algún archiconocido: debe ser chocante para cualquiera que asiste a misa regularmente. Cabría, eso sí, preguntarle a esos mojigatos si ven con regularidad los programas televisivos que estas ahora repudiadas féminas protagonizan, y que son animados por sujetos de su mismo estrato social que, en entrevistas serias, defienden a rabiar sus preceptos. Al menos, en los canales que les dan cabida, este tipo de espacios abunda, junto a comentarios religiosos de sacerdotes que amenazan con la hoguera a quien maltrate a un ícono. Lindos son la democracia, los auspiciadores y el ráting

sábado, 10 de enero de 2009

Derecha Sin Derechos

Si hay algo que quedó de manifiesto con el incidente de la diputado Karla Rubilar, es que la derecha chilena desperdició una inmejorable oportunidad para inmiscuirse en el tema de los derechos humanos, y enseguida, haber dado dos grandes pasos al respecto: alejarse un buen tramo de Pinochet y todo lo que su gobierno representó, y dar la sensación que puede dominar cualquier ámbito del quehacer nacional, por muy delicado que le resulte, condición imprescindible si alguien desea ganar una legislatura. Lamentablemente, otra vez tiraron encima su cerrado e intransigente discurso ideológico, que de acuerdo, es un vicio que atañe a todos nuestros hombres públicos; pero cuyas consecuencias pueden llegar a ser más nefastas para este sector, porque defiende un conservadurismo extemporáneo y porque, simultáneamente, promociona una imagen de cierto agnosticismo político, que dice aceptar a todas las tendencias sin adscribir preferentemente a ninguna.

En concreto, el episodio de los "falsos detenidos desparecidos" - aunque lo único falso resultó ser las denuncias de la Rubilar- afectó a los dos parlamentarios más moderados de la Alianza: la susodicha diputado y su colega Lily Pérez, que hasta hoy avala las acusaciones. Eso equivale a decir que el puente de diálogo con la derecha se ha cortado, y lo que es más grave, no existe mucho interés en repararlo, por lo dañada que ha quedado la credibilidad de estas dos mujeres. Un detalle que no significará una fuga de votos que perjudique a su eterno abanderado presidencial, pero que, de llegar éste al poder, anulará una importante posibilidad de que un puñado de moderados dentro del sector coloque el tema en la mesa y sensibilice a sus colegas más extremistas, que son bastantes y tienen una alta cuota de influencia, y que, desde luego, no desaprovecharon esta coyuntura para lucir sus garras. Para rematar, la fuente de estas ya infames denuncias, no fue otro que el siniestro Manuel Contreras, quien al igual que Al Capone antes de ser trasladado a Alcatraz, sigue demostrando que puede salirse con la suya incluso desde la cárcel, dando la sensación que hasta aquellos que, aún proviniendo del bloque que amparó sus actividades durante la dictadura militar, condenan sus violaciones a los derechos humanos, sin embargo hasta el final de la jornada están con él.

Como varios, tengo la convicción de que Karla Rubilar no obró con mala intención. Sí, en cambio, mostró una ingenuidad ridícula e impresentable, aunque propia de una joven mujer moderadamente derechista. Juega a ser progresista y a comprender al otro, en una situación social, económica y política altamente privilegiada. Es hija de una alcaldesa igualmente conservadora, pero que está mucho más alejada del centro, y, por lo mismo, su relación con ella es de sobreprotección. Se enorgullece de haber sido elegida contando sólo veintiocho años - aunque hoy bordea los treintaiuno-, pero aprovechó los buenos montos de la dieta para casarse y tener un hijo, al que acarrea en su coche cada vez que da una conferencia de prensa. Más que la fuerza joven, encarna la rutina de la ama de casa, aún cuando ostente una profesión universitaria - es médico como Bachelet-; pues la diferencia entre una buena esposa pobre y una de hogar acomodado, es que los padres de esta última contaron con dinero para costearle los estudios. Su desaguisado demostró que es una marginal dentro de su conglomerado: alguien que, con moderación y todo, vale tan poco que el más despreciable de sus correligionarios puede convertirla en el hazmerreír de la política chilena, sin que nadie acuda en su auxilio. Incluso, da la impresión que abrazó causas desatendidas por su sector, justamente porque el resto de los temas ya estaba dominado y no era necesario un abogado más.

Por otro lado, personalmente no me gusta la actitud de los afectados por las chambonadas de la Rubilar, aunque haya de por medio un interés legítimo e imprescindible de reparar la dignidad. Si consiguen desaforarla, es decir, sacarla de su cargo en el Congreso, será más que un diputado menos para la derecha: se perderá una instancia de negociación con los más duros de ese sector, a la vez que un freno importante para sus intereses. Además, que estos sujetos tendrían un pretexto para endurecer su postura, lo que podrían hacer saber en futuros trámites legislativos. No estoy pidiendo el cínico consenso de los noventa, sino un relámpago de sentido común. Rubilar nunca debió interesarse por este punto antes de ponerse en el pellejo de los familiares de detenidos desaparecidos: de hecho, ha revelado su ingenuidad cuando, entre otras cosas, se jacta de ser una diputado de la Alianza nacida después del golpe y ajena a la situación de los secuestros políticos, lo que, al analizar sus procedimientos, incluso al ver su cara, se transforma en el equivalente del millonario que le da una limosna a un mendigo. Si se quieren presentar querellas -hablo de las judiciales como de las éticas-, no lo hagan contra la parlamentario, sino contra, por ejemplo, Manuel Contreras. O exíjanle explicaciones a sus colegas de la Concertación, que aceptaron que presidiera la comisión de derechos humanos, sabiendo que no tenía dotes de mando y que era incapaz de tomar una decisión sin antes consultarle a sus padres, su esposo o su cura confesor.

lunes, 5 de enero de 2009

Ley de Apropiamiento Intelectual

Aceptemos, antes que nada, que los chilemos somos excesivamente tolerantes con la piratería. Hasta nos parece simpática, y no porque sea una buena posibilidad de obtener arte a bajo costo ( aunque muchas veces, los libros, discos y filmes que se nos ofrecen por esta vía carezcan completamente de buen gusto), sino debido a que es una actividad surgida durante la dictadura militar, entre el llamado " apagón cultural" y la recesión económica de los ochenta. Entonces, el material que se desplegaba como una alfombra roja sobre la cuneta era de autores que, si no se encontraban legalmente prohibidos en el país, de todas maneras resultaba imposible conseguirlos en el comercio establecido, ya que los libreros o tenderos, sólo con respirar el miedo imperante, les bastaba para inhibirse de distribuirlos. A eso, sumémosle la alta cesantía y la falta de poder adquisitivo que caracterizó a aquella época, y llegaremos a ponerle un toque de romanticismo a esa vieja piratería, llevada a cabo por anónimos héroes que fueron un eslabón más en la lucha contra el tirano; que cuando aparecían las patrullas, debían envolver los casetes en su paño de género, y correr lo más rápido que el susto les permitiese. Fuera de que se estaban ganando el pan sin recurrir a los delitos violentos, en un periodo, ya lo vimos, de escasas fuentes de empleo.

Esa visión del pirata artístico subsiste hasta hoy. En primer lugar, porque los bajos salarios y la desigualdad social siguen impidiendo que un gran número de chilenos pueda acceder a los bienes culturales. Y luego, porque aún existe una censura solapada de parte de los distribuidores, que algunas veces simplemente no dan a conocer ciertos productos, por temores, lamentablemente, comprensibles. Podríamos agregar un tercer factor: el poco respeto que la población muestra hacia las obras artísticas, producto justamente del desprecio de que fueron víctimas durante el régimen militar. Todos estos antecedentes, en todo caso, pueden englobarse en una gran conclusión: los sucesivos gobiernos democráticos se han dedicado a administrar el modelo legado por la tiranía, afirmación majadera, pero que deriva de un hecho empírico, aplicable perfectamente a este aspecto. Las condiciones para el comercio informal de cultura, son en la práctica idénticas a las que había hace veinte años atrás. La única diferencia la marca el objeto que produce miedo: en aquel tiempo eran los organismos del Estado, hoy es la delincuencia.

Y la verdad es que esta práctica, como en todo en la vida, nunca tuvo algo de romántico, y menos aún va a tenerlo en la actualidad. No existen piratas buenos o malos: salvo excepciones, y aunque hayan cambiado del rudimentario casete al más avanzado disco digital, el material que estos comerciantes nos venden, son álbumes rayados, películas imposibles de leer por nuestros aparatos, o libros con algunas páginas en blanco o impresas de cabeza. Pero el público medio continúa acudiendo a ellos, porque el Estado es incapaz de suministrarle lo que pide. Al contrario, y como una madera de dejar en claro que se prefiere aplicar un paradigma heredado por una dictadura, opta por la represión más insensible, proponiendo una de las leyes de propiedad intelectual más punitivas del mundo. No nos extrañemos: Chile es un paraíso para las mordazas. Cualquier edicto de origen extranjero que huela a restricción, aquí nos encargamos de hacerlo más radical. Pasó con el tabaco, el alcohol, los fuegos articiales y el encumbrado de volantines... y ahora es el turno de la propiedad intelectual, con una normativa que busca igualar a su símil de Estados Unidos, pues algunos amenazan con desconocer los tratados de libre comercio.

En la actualidad, tal como sucede en la industria del disco, y en otras que lucran con las más diversas expresiones artísticas, quienes accedemos periódicamente al arte a través de la piratería nos saltamos los intermediarios, y obtenemos lo que buscamos gracias a internet. Personalmente, cuando descargo material de modo gratuito, no lo hago porque soy un tacaño o desprecie la cultura. Es debido a que dichas creaciones son imposibles de adquirir en una tienda especializada, teniendo como segunda opción, viajar a un país donde las encuentre. Nosotros le quitamos clientela al despreocupado e irrespetuoso vendedor de cuneta, o al menos, lo forzamos a manifestar un mínimo de denuedo por las copias ilegales que fabrica. Algo que estará fuera de nuestro alcance si se aprueba la nueva ley, hecho que parece inminente. Por último, con los comerciantes de la acera, basta y sobra conque se apliquen las normas vigentes, sean éstas draconianas o no ( jamás he sido partidario del Estado policial y no cambiaré de opinión en el mediano plazo). Sin embargo, cuando la espada les caiga a todos encima, perderemos una importante instancia de acceso a muchas cosas, y sí, hablo por los chilenos en general. Aunque, por otro lado, me pregunto cómo lo harán nuestras autoridades para fiscalizar que los usuarios de la red acaten la medida: ¿ nos rastrearán al igual que lo hacen con los pedófilos, poniéndonos a la altura de esos criminales? Para investigar si los ordenadores tienen material almacenado de manera fraudulenta, ¿ nos introducirán programas de virus espía, lo que constituye un delito informático, y en cualquier caso, una aberración éticamente hablando? Lo que sí sé, es que los piratas tradicionales mantendrán su negocio, ahora con la posibilidad de establecer un monopolio, y que las penas establecidas a quienes infrinjan la propiedad intelectual, aumentarán el miedo entre la gente, pero no variarán su poco aprecio por las obras de arte.