domingo, 28 de febrero de 2016

El Golpe Bajo de Pacquiao

No han sido buenos estos últimos días para Manny Pacquiao. El boxeador filipino, convertido al cristianismo evangélico hace algunos años, y que además postula a un cargo de elección popular en su país, perdió su contrato con la firma de ropa deportiva Nike y ha sido objeto de una lluvia de opiniones negativas, por aseverar en una entrevista que los gay eran "peores que animales" y que jamás apoyaría un cuerpo legal que siquiera reconozca las relaciones homosexuales. Tal fue el revuelo que causaron sus palabras, que en menos de veinticuatro horas salió a pedir disculpas, aunque sin renunciar a sus planteamientos. Algo así como que estuvo mal la forma pero no el fondo.

Independiente de la reacción de los gay, que aprovecharon este incidente para una vez más demostrar su amplia red de influencias, la actitud de Pacquiao es simplemente inaceptable desde el punto de vista del amor cristiano. Los homosexuales pueden estar equivocados, pero jamás han sido enemigos enconados de los creyentes. No al menos, al nivel de los musulmanes o de otros fanáticos religiosos que están exterminando a los hijos del camino en determinados lugares, y acerca de lo cual, los hermanos que habitan en zonas con libertad de culto se remiten a reiterar las bienaventuranzas para los perseguidos, recalcando que esas personas ya cuentan con tesoros en el cielo; pero insistiendo que frente a esa clase de situaciones no se debe responder con violencia, ni siquiera en el marco de la legítima resistencia, pues los varones y mujeres de fe son distintos y en última instancia se resignan a aceptar el martirio porque ésa es la voluntad divina. Pues bien: en ese contexto, ¿las opiniones de Manny no podrían ser consideradas como la típica conducta del vulgar mundano que no ha conocido a Cristo? Sólo replica la agresividad de los demás, expresándose de un colectivo con un simple insulto, provocando de manera adicional una defensa igualmente contundente. Muy lejos del modelo del pacificador planteado en el Sermón del Monte, donde Jesús llamaba a sus seguidores a buscar el término de un conflicto aún cuando dicha situación los termine perjudicando.

Por otra parte, tampoco es muy agradable la actitud de quienes apoyan las declaraciones de Pacquiao. En especial, porque algunas de esas muestras de simpatía provienen de ciertos cristianos quienes, antes incluso de este incidente, le cuestionaban su condición de creyente debido a que a la vez es boxeador, deporte que ya practicaba previamente a su conversión. Es curioso, pero tras esta intervención, como que se han olvidado de antiguos -y radicales- objeciones y lo han aprobado y aceptado como uno de los suyos. En síntesis, que la confirmación definitiva de que se es un cristiano de buen testimonio y por ende apto para entrar al reino de los cielos, no es el arrepentimiento, las obras o los denominados frutos espirituales; sino una expresión odiosa e irreflexiva (ambas cosas suelen venir de la mano) en contra de un colectivo que, por constituir una especie de símbolo del pecado, debe ser víctima de toda clase de vituperios, como una manera de demostrar que se está apartado del mundo y que el Señor mora dentro de uno. Quizá ése sea el sentido del "peores que animales": al despojar a los gay de su humanidad, de negarlos incluso como seres vivos, Manny estaría buscando liberarse del mandato de "amar a los semejantes", para así lanzar los escupitajos que se le ocurran. Pese a que esos ciudadanos mantienen un alma que también es menester salvar -prescribiendo toda clase de esfuerzos- y que el propio Cristo prohibió maldecir a nada y a nadie.

Aunque por otra parte, me parece que Pacquiao jamás imaginó ese tipo de consideraciones, al menos de modo consciente. Pues sus argumentos fueron de que "incluso los animales se aparean entre machos y hembras", afirmación que a su vez incentivó a muchos científicos a informar que existen más de trescientas especies que practican, de manera esporádica o permanente, alguna conducta homosexual. De cualquier forma, hay que dejar en claro que lo de Manny fue un golpe bajo. Y esos se sancionan. En el boxeo y en el cristianismo.