miércoles, 27 de agosto de 2008

Fiebre Chilena de los Setenta

No he visto Tony Manero. Tengo grandes deseos de hacerlo. Sin embargo, el filme de Pablo Larraín ha ganado tantos premios y ha inspirado tantos comentarios, que ya puedo hilvanar su trama. En todo caso, quisiera detenerme en un comentario de su realizador, extraído de una de las innumerables entrevistas que ha concedido. En él, señala que los setenta, especialmente después del golpe militar, es una década borrada en la memoria de los chilenos: que muchos la recuerdan como un tiempo de alta represión, extrema pobreza y escasez tanto de recursos como de oportunidades; sin embargo, más allá de esas consideraciones generales, nadie es capaz de mencionar un hecho específico que avale esas opiniones, pues se produce una suerte de bloqueo. Cuando lo escuché, a lo primero que atiné fue a compararlo con la experiencia que nos contaba una compañera de universidad, bastante más adulta que nosotros, y que era muy crítica del relato de los exiliados y quienes lucharon dentro del país por el retorno a la democracia, y que remataron, al menos estos últimos, en las cárceles de la DINA. Ella nos aseguraba que la gente común no tenía la más mínima idea de lo que estaba pasando, y por ende, jamás existió esa narración épica, llena de esfuerzos heroicos y colectivos, que hasta hoy la izquiera acepta y publicita como historia oficial.

Yo nací en 1974 y para el plebiscito recién entraba a la adolescencia. Por lo tanto, lo ocurrido en esos años sólo puedo conocerlo a través de fuentes indirectas. Pero existe una coincidencia y una coherencia entre las opiniones de Pablo Larraín y de Mireya Lagos - así se llamaba mi compañera- , que las torna complementarias y por lo mismo creíbles. Las dictaduras militares latinoamericanas tenían como ideología básica la desaparición, y eso incluye, además de las personas físicas, la cultura, la memoria, la felicidad y un largo etcétera. Y conste que no estoy repitiendo una metáfora barata de diputado. El miedo, mejor dicho el terror, en que el ciudadano pedestre estuvo sumido en aquella época, todavía lo hace temblar cuando se retrotrae a esos años: además de que no fue un tiempo feliz, y la mente humana tiende a encapsular los momentos nefastos. De hecho, es sintomático - esto también lo anotó Larraín- que los filmes que recrean el régimen de Pinochet están ambientados o inmediatamente después del golpe, o se pegan un salto a la década de los ochenta. ¿ Qué pasó entremedio? Bueno, "Julio Comienza en Julio", excelente trabajo, recrea los años 1920, y "A la Sombra del Sol" trata de un suceso policial ocurrido en pueblo del norte, allá por 1950.

Ahora, también podemos apelar a lo reducido del espacio, o los espacios, en ese entonces. Sólo existía una afirmación posible y obligatoria, y ya sabemos lo que ocurría con quienes siquiera se atrevían a cuestionarla. Dicha situación hacía imposible, más bien innecesaria, la permanencia, por ejemplo, de expresiones artísticas, por algo prácticamente nulas en ese tiempo. La literatura, la plástica, la música... que abundaban en Chile, también desaparecieron, y aún no las podemos recuperar completamente. Ni hablar del cine: el número de producciones que llevamos durante el 2008, supera con creces lo rodado en esos años. La única vía de esparcimiento era la televisión, lo cual ha transformado a algunos programas de la época en objetos de culto. Ahí es donde un representante del bajo pueblo, con conexiones en la delincuencia común, ve la posibilidad de surgir y de paso, hacerse famoso. Entonces, se presenta a un concurso de dobles de Tony Manero, personaje interpretado por John Travolta en "Fiebre de Sábado por la Noche", que en las salas locales se estrena, con enorme y a la vez fácil éxito, en 1978. Una sociedad perforada, antes que hueca, imposibilitada de canalizar sus propias inquietudes artísticas, a la que sólo le queda evadirse con un filme extranjero de sencilla comprensión e inmenso aparataje publicitario. No por nada los certámenes de dobles se tornaron populares en esa época, y los morenos, miserables y decrépitos sujetos que imitaban a los cantantes o actores extranjeros de moda, idearon toda clase de triquiñuelas para llamar lo más posible la atención. Como dato curioso, huelga decir que la mejor película de esos años, en cuanto a fresco de la época se refiere, es un documental titulado "El Charles Bronson Chileno" que describe el patético esfuerzo de un poblador por reproducir las maneras y manías de esa estrella de policiales de clase B. Les sugiero a mis lectores que busquen y vean ese filme, porque a diferencia del personaje que construye Alfredo Castro, trata de un hombre real, que entre paréntesis aún está vivo. Además, fue realizado por Carlos Flores, profesor de la Escuela Cine Chile, y por lo mismo, de Larraín.

A propósito, no es una mera anécdota que Pablo Larraín sea hijo de un senador derechista. Ellos dirigían el circo en los setenta, y como no tenían contrapeso, son quienes mejor pueden darnos una opinión a partir de su experiencia de vida. Sus contrincantes estaban fuera o siendo torturados en alguna prisión informal, y el grueso del público, honestamente no sabía y en el mejor de los casos no quería enterarse. Finalmente, el único registro accesible fue esa televisión intencionalmente vacía que consoló a las angustiadas y temerosas cabezas con, entre otras cosas, concursos de imitadores. Para recordar ese periodo, en vez de recrear un centro de detención de la DINA, debemos reconstruir esa serie de programas de la telebasura que, nos guste o no, han resultado ser el más fiel retrato de una época. Si no, nos sucederá lo que a otro Pablo: Perelman, que en "Imagen Latente" incluyó escena de tormento sufridas por una mujer, pero como recuerdos entrecortados en una historia que se desarrollaba en tiempo presente. Eso es la represión en los setenta: vagas remembranzas, muchas de ellas, aprendidas sólo después del leer libros testimoniales. La verdadera realidad está en la mentira: porque eso caracteriza a un pueblo regido por un gobierno militar

viernes, 22 de agosto de 2008

Que el Diablo Te Lleve, Carlos González

Conozco al ex obispo Carlos González Cruchaga. Pero no la cara bonachona que aparece en los medios de comunicación, donde se le muestra como un luchador por los derechos humanos y un benefactor social; sino la otra, la que permanece oculta, porque es la verdadera. Ésa que siempre tenía la expresión tensa, el ceño fruncido y la lengua siempre dispuesta a lanzar un insulto o una amenaza. En definitiva, el rostro de un sinvergüenza que llenó sus cuentas con el dinero que mes a mes le robaba a los modestos estudiantes de la Universidad Católica del Maule, empresa de fachada que creó para su propia conveniencia y la de sus amigotes, una turba de incompetentes que, de otra forma, se habrían muerto de hambre: una supuesta "casa de estudios superiores" carente de infraestructura, material bibliográfico y académicos decentes, que siempre ha estado por debajo incluso de sus pares chilenas, no precisamente ejemplares en lo que a centros de pensamiento se refiere.

Quienes están derramando lágrimas por el cáncer que aqueja a monseñor ( la peste también sufre enfermedades) sepan que la Universidad Católica del Maule
es una entidad que surgió a partir de unas oficinas que la PUC mantenía en la salida este de Talca, que en 1991 fueron traspasadas a la diócesis local y por lo tanto, encargadas al obispo en ejercicio para su administración. González, entonces, nombró un rector títere y comenzó a explotar lo que vio como una mina de oro. Aunque en sus primeros años fue benevolente, su astucia para los negocios, su avaricia o la combinación de ambas cosas lo reveló como el monstruo a quien, por miedo, muchos aún no se atreven a denunciar. Antes de 1994, las colegiaturas eran bajas; pero a partir de ese año, y ya con una buena cantidad de estudiantes, los precios se elevaron en forma geométrica, fuera de que en esa época debutó una exhorbitante matrícula, a la que se le dio el eufemístico nombre de "inscripción". Siendo una universidad del Consejo de Rectores, y por ende, receptora de la ayuda económica del Estado, lo alumnos nos encontrábamos con enormes dificultades en el ámbito monetario, y algunos tenían aportes crediticios de menos del diez por ciento. En paralelo, y para demostrar su fe católica, el prelado impuso el régimen de letras bancarias, con el posibilidad del embargo si el afectado se atrasaba siquiera un mes en su deuda. Desde luego, esto aumentó ostensiblemente la cantidad de recursos; pero las inversiones en el plantel eran, cuando no escasas, simplemente nulas. Muchos ni siquiera iban a pedir un libro a la biblioteca, porque había carreras completas que carecían de material. Dónde fueron a parar esos fondos es una pregunta que hasta ahora nos formulamos. Tenemos pruebas contundentes para sospechar, sí, que engordaron los bolsillos de González, del rector Roberto Montecinos ( un vago que después de ser descubierto intentó meterse en política), y de la montonera de matones que ambos nos echaban encima cada vez que reclamábamos legítimamente nuestros derechos, y entre quienes se encontraban profesores y becarios deportivos que pasaban borrachos y jamás asistían a clases, no obstante egresar con las máximas calificaciones.

Este hecho es común a todas las universidades católicas que dependen de los obispados locales. De hecho, en Temuco y Concepción esto ha sido y todavía es mucho peor. Pero el agravante de Talca, es que se trata de una ciudad menos cosmopolita, con pocas opciones de expresión, y donde la modorra social que caracteriza a aquellas zonas que se encuentran bajo la influencia de las sotanas, se deja sentir en el aire. Los dirigentes estudiantiles que pasaron por la federación, fueron permanente objeto de hostigamiento, víctimas de un obispo que los llamaba cada cierto tiempo a su despacho, sólo para decirles que los expulsaría de la universidad si continuaban representando a sus compañeros; y no olvidemos, en Chile, ningún lupanar de estudios superiores acepta a un estudiante que ha recibido tal clase de sanción. Pero además, les advertía que, en el futuro, les iba a bloquear todas sus posibilidades laborales, cuestión que no era un simple escupitajo, pues este siniestro individuo empleó sus tres décadas en que estuvo frente a la diócesis para, además de robar, tejer redes en torno a los círculos de poder, que en Talca, por otro lado, son muy reducidos y muy específicos. Todavía hay quienes tienen esta amenaza sobre su cabeza; cosa no menor, si se considera que en esta ciudad siempre ha imperado una mafia católica de la peor calaña, y que ha impulsado al propio González, como una muestra de su desfachatez y de su seguridad, a hablar de la misma forma en que lo hacía el padrino Vito Corleone.

Por ota parte, es hora de derribar el mito. Carlos González sólo empezó con los derechos humanos en 1981, al igual que todos los obispos de provincias. Como en esos años la PUC y otras instituciones eclesiásticas se dedicaron a instalar filiales de sus establecimientos educacionales, los caudillos locales vieron con estupor que se cernía una potencial amenaza a su poder. Sin embargo, como estas entidades eran de opinión favorable a la dictadura militar, no les fue difícil elaborar una estrategia de contrataque. Los Tomás González, Carlos Camus, Jorge Hourton, Fernando Ariztía, Raúl Silva Henríquez... no son más que caritas risueñas que, si no esconden la mayor de las hipocresías, sí tienen un vasto tejado de vidrio. Yo no celebré la muerte de Pinochet con champaña, porque el tirano se fue sin recibir un solo juicio por sus tropelías. Con el canceroso emérito va a ser peor: lo despedirán como el héroe que jamás fue, y ésta se transformará en la muestra más cabal del alma fascista de Chile. El único consuelo que nos queda es ver el alma podrida de González en la condenación eterna, donde ya se encuentra su líder espiritual Karol Wojtyla, además del jerarca a quien en público le lanzaba diatribas, pero que en privado le besaba, cuando no le lavaba, los pies

jueves, 21 de agosto de 2008

Veo Demonios Por Todas Partes

Como tanto otros, no conozco muchos datos sobre Josué Yrion, el pastor y predicador virtual que ha acusado a casi todo lo que nos rodea de ser inspirado por el diablo. Debido a que sus videos y sus opiniones circulan exclusivamente por internet, la posibilidad de una falsificación no resulta impensable. Sin embargo, en caso de que se trate de una persona real, la verdad me provocaría vergüenza decir que tengo un hermano como éste. No porque yo quiera mostrar una imagen racionalista y liberal del evangelismo ( después de todo, las fuerzas del averno existen), sino porque tendría a mi lado a alguien a quien el proceso de conversión sólo le sirvió para andar viendo demonios por todas partes, incluso donde no están; y por ende, que vive en un permanente estado de miedo e infelicidad, en circunstancias que el propio Jesús recalcó que el cristiano es un sujeto dichoso y seguro de sí mismo, aún en los momentos más adversos.

La tendencia a asegurar que todo aquello que está desde la puerta del templo hacia afuera es obra de Satanás, es, en las iglesias evangélicas, prácticamente tan antigua como la Reforma. Sin embargo, aumentó dramáticamente a partir de la década de 1960, coincidiendo con el auge de los movimientos pop. A algunos fieles no les gustó que ciertos grupos de jóvenes empezaran a criticar fuertemente la institucionalidad religiosa, que por esos años, se encontraba en absoluta decadencia. Entonces, se defendieron creando escándalos artificiales, los cuales iban destinados a desprestigiar a las instancias más exitosas de la llamada contracultura: los filmes de culto y las bandas de rock. Alguien señaló, supuestamente apoyado en estudios profundos ( no hechos en el marco de una investigación sistemática, sino revelados en una noche de "inspiración divina"), que la técnica del "backward masking", o mensajes al revés, era menos un recurso estético que una forma de introducir mensajes satánicos. Otro aseveró que los Kiss eran los chicos al servicio de Satanás, o que Pink Floyd quería que la humanidad derribara el muro que la separaba del infierno. Hubo "descubrimientos" asombrosos: álbumes que si uno los escuchaba, le iban a traer como consecuencia una posesión demoniaca, o lo iban a convertir en un asesino que mataría a su padre y violaría a su madre. Curiosamente, y como anoté más arriba, estas sospechas -mejor habría que decir certezas- cayeron sobre las bandas más populares. Así, por ejemplo, nunca he escuchado este tipo de referencias hacia un grupo como Yes o Jethro Tull, siendo que tienen determinadas letras que bien pueden entrar en esta conspiración diabólica. Tengo dos tesis al respecto: o estos investigadores tienen nulo conocimiento acerca de la música popular ( lo cual es probable, dado su condición de asustadizos), o los mueve un pecado capital: la envidia, un hecho que a la postre resulta mucho más réprobo.

En la actualidad, dichas bandas ya están consolidadas y volver a referirse a ellas resulta majadero y redundante. Pero están Mattel, Disney, y otras empresas para niños que han ganado mucho dinero, el que no pudieron haber generado merced a su habilidad para los negocios ( siendo que el tío Walt, por ejemplo, la tenía, incluso al nivel de la falta de escrúpulos). No, tiene que estar alguien más involucrado: un ser sobrenatural que claramente, ya que de otro modo no es interesante, no puede ser nuestro dios. Me parece que ahí está la motivación de Yrion: un mero afán de protagonismo. El mismo que movió a aquel sacerdote católico que acusó a la canción "Aserejé" de fomentar la herejía. La verdad es que a estos engendros musicales y empresariales se les puede atacar por otros flancos: los mismos que, finalmente, harían caer al pastor y sus diatribas. En tal sentido, yo le podría pedir a mis hermanos evangélicos que no se pongan a la altura de lo que desean corregir. Si quieren que esa caterva de músicos malsanos y directores libertinos vuelvan al redil, comiencen a emplear las tácticas propias del amor cristiano, ése que los reverendos de la década de 1960 no tenían, y que les significó ser tan duramente vilipendiados.

Y de paso, estudien siquiera un poco de música popular. O de arte en general. Si son cristianos felices y seguros ( en definitiva cristianos auténticos), no les provocará ningún daño. A propósito, me ha tocado entrar a las casas de muchos hermanos que, para no contaminarse y a la vez dar una muestra de que no son sectarios, mantienen una buena cantidad de discos de música clásica. Bien por ellos: tienen excelente gusto. Pero también podrían estar alojando al diablo en sus hogares. En algunas estanterías, he encontrado piezas como "Noche en el Monte Calvo" de Mussorgsky, que narra las tropelías de Shairnobov, un demonio ruso que se aparece en las noches de San Juan. También me he topado con la "La Traviata", incluso con quienes recitan su famoso brindis, un tema que llama a beber alcohol a destajo ( "bebamos, bebamos hasta que amanezca: gritemos salud hasta quedar botados en el suelo")... Y en fin: cosas como la que hizo el pentecostal papá de Christell Rodríguez, o el bueno de Jimmy Swaggart ( que odiaba a los músicos de rock cristianos), son mucho más satánicas que un ingenuo " compasión por el diablo" o un molestoso "no queremos educación"

miércoles, 13 de agosto de 2008

El Fútbol Nuestro de Cada Día

Hace unas cuantas semanas, la Asociación Nacional de Fútbol Profesional se dio a la tarea de modificar nuevamente el campeonato de nuestro balompié, pues el actual formato " mexicano" ya no estaba cumpliendo con las expectativas para las cuales fue creado, y eso siginificaba, además, que estaba dando a conocer sus más recónditos vicios, por ejemplo, permitir que equipos de mediocre campaña pudieran levantar la copa. La muestra más representativa de esta situación era, a juicio de los mandamases del fútbol, lo ocurrido con el Ñublense, ganador no discutido de la llamada "fase regular" que sin embargo no pudo acceder a la final, pues resultó eliminado por el entonces aspirante a pentacampeón Colo Colo, que remató undécimo en esa misma etapa. Chile se perdió, de paso, la opción de contar con un campeón inédito, algo que la liga no da desde 1980; e hizo recordar lo acaecido en el torneo inmediantamente anterior, donde Audax Italiano también era serio aspirante al título pero del mismo modo fue frenado en las eliminatorias intermedias, que por su carácter simple les llamamos pomposamente "play-off".

Hay algo fundamental que los dirigentes de nuestro fútbol parece son incapaces de comprender. En una liga, existen clubes que aspiran a ser campeones, otros que buscan llegar hasta donde mejor sea posible, y finalmente, una tercera porción que sólo espera mantener la categoría. Ahora, si bien es cierto que pueden haber honrosas variaciones, en términos generales, los componentes se repiten. Por eso es que cada competición cuenta con dos o tres clubes que acumulan la mayor cantidad de trofeos, y también es por eso que, en un periodo de aproximadamente siete años ( o siete campeonatos, cuando son dos por temporada), se cuela un equipo que no forma parte de esa pléyade, y puede también disfrutar del éxtasis que significa dar la vuelta olímpica. Hemos sido testigos de que esto pasa en Chile: antes que Everton, ganador del Apertura 2008, fueron campeones Colo Colo ( cuatro veces) y Universidad Católica, para justamente en el séptimo desafío, encontrarnos con Unión Española, que se adjudicó el Apertura 2005, terminado una sequía de veintiocho años. Siete torneos antes, el Wanderers de Valparaíso también alzaba la copa, en este caso, la tercera. Y siete años atrás, lo había conseguido Universidad de Chile, sí, uno de los clubes hegemónicos, pero que llevaba un cuarto de siglo con la capa caída.

De una vez por todas, dejemos los subsidios donde deben estar: en los programas sociales. Hace rato que el fútbol y el deporte en general se transformó en un negocio. Si por algo quienes compiten son en su mayoría profesionales. Un club que de antemano sabe que puede pelear el campeonato, va a usar todas las argucias que le permite éste para ganar, y eso sin importar el formato que le pongan enfrente. Ñublense lideró la fase regular del pasado torneo de Apertura, porque quienes iban a entrar decididamente en la pelea, esperaron pacientemente las eliminatorias rápidas, donde a fin de cuentas se definía todo. Y si Colo Colo no merecía ser finalista, al menos Everton fue un justo campeón. Y conste que las injusticias se dan en toda clase de torneos, pero más que nada en las posiciones intermedias, casi nunca en la cúspide o en las pérdidas de categoría. El problema del estilo "mexicano", es que las últimas fechas de la fase regular pierden interés, por el tema de que muchos ya están clasificados al proceso eliminitario. Pero en ningún caso, es la alternancia de campeones, situación que se da en todas las ligas y de manera absolutamente natural.

Les insisto a los dirigentes del fútbol: si modifican el formato, los de siempre se van a adapatar y seguirán siendo, salvo excepciones, los de siempre. Lo que deben hacer es procurar que equipos menos poderosos logren generar recursos, un hecho que, si miramos el caso de Concepción y de otras instituciones, es un déficit de nuestra liga. Con eso tendrán un mejor pasar, y en cualquier momento, pueden dar el golpe a la cátedra, algo que para nada es imposible

miércoles, 6 de agosto de 2008

Los Carniceros del Sudeste Asiático

China es una dictadura cruel y sanguinaria. Los crímenes de ese gobierno son incontables y desde luego no se circunscriben al Tíbet o a Tiananmén. Además, y sólo por mencionar un hecho, ha construido su poderío económico en base a un sistema esclavista, con trabajadores sometidos a jornadas laborales de más de quince horas, a cambio de salarios de menos de un dólar al día y efectivas amenazas de muerte. Aún así, este régimen gusta presentar una imagen moderna ante la comunidad internacional, de un país que, aún regido por un sistema comunista, es capaz de albergar las versiones más puras del capitalismo. Lo peor es que el resto del mundo se traga este discurso, pasando por alto las violaciones a los derechos humanos, que superan a todas las demás tiranías juntas. Y más aún: les entrega sus fábricas y sus materias primas, y ahora último, ha puesto la guinda en la torta al confiarle la organización de los Juegos Olímpicos a este grupo de jerarcas que sólo saben de mentiras e injusticias.

Ya que es una palabra recurrente entre los grupos izquierdistas, digamos que muchos de ellos -no todos- adolescen una falta de consecuencia. Critican con vehemencia a Cuba, a la cual muestran como un ejemplo de lo que el socialismo no debe ser ni hacer. Especialmente, esto último ha estado sucediendo tras la disolución de la Unión Soviética, cuando, con la cabeza gacha, debieron aceptar una prueba de blancura, y admitir que todas las propuestas tienen resultados sobresalientes y otros defectuosos. Entonces, la débil isla caribeña, donde el testarudo Fidel Castro se mantenía al frente, apareció como el chivo expiatorio perfecto. ¿ Y qué liberó a China de esa categoría? Deng Xiaoping tiñó de rojo la plaza Tiananmén, no con su ideología, sino con la sangre de más de tres mil estudiantes, durante el mismo 1989 en que cedían los socialismos reales de Europa. Sin embargo, ya había realizado una incipiente pero sostenida apertura comercial, que las potencias occidentales vieron como una mina de oro. En especial Estados Unidos, que tenía esa astilla llamada Cuba a cien kilómetros de Key West y que le provocaba un eclipse permanente en su paradisiaco Miami. Fue pues, el capitalismo, y particularmente el nuevo liberalismo, el que fomentó la condena a un Estado pequeño donde, si bien es cierto que han existido violaciones a los derechos humanos, éstas se reducen a algunos arrestos domiciliarios; pero ensalzó a otro que era, y sigue siendo, una amenaza para la comunidad mundial, porque siempre ha solucionado la disidencia política con el exterminio. Lo dije al comienzo del párrafo: esto es una muestra de inconsecuencia. Pero como dichos izquierdistas también han buscado el consenso con sus adversarios, entonces empezaron a decir que la condena a Cuba era un deber moral, predicamento propio de la derecha política. Así, de inconsecuentes se transformaron en hipócritas.

China busca abrirse al concierto internacional. Como dicha frase cliché, tal apertura consiste en sonrisas amables y apretones de manos que oculten las atrocidades que se están comentiendo dentro del territorio. Pero este régimen no se conforma con exportar sus baratijas: también quiere ver los métodos que usó para construir su milagro económico, basados en la opresión y la explotación, imitados en otras partes. Y ciertos magnates, por motivos obvios, estarían dispuestos a hacerlo. Los Juegos Olímpicos serán una plataforma para consolidar esta imagen y, de paso, acallar las protestas. Antes que eso, y como corresponde a esta clase de gobiernos, los jerarcas de ojos rasgados se han dado maña para imitar lo peor de Occidente, cuando aquí está socialmente aceptado. Así, adaptaron el imperialismo estadounidense a sus propias necesidades y ambiciones, y ahora quieren adueñarse de Taiwán como una adolescente bulímica. Si llevan décadas impidiéndole a los tibetanos ejercer su soberanía, quién les impedirá una nueva invasión...

Y parece que, al menos de este lado del mundo, les han dado una bendición. Pues, hace un par de meses, nuestra despistada, desinformada e inculta presidente, Michelle Bachelet, declaró que a China no se la debe molestar con el tema de los derechos humanos, y que más aún, se le debe entregar, como premio, el mencionado Estado de Taiwán. "Una sola China" fue su frase para los diarios (no la inventó ella, desde luego) Esto lleva a dos hipótesis: o a la señora se le subió la grasa al cerebro, o terminó gozando las torturas y otros vejámenes a los que fue sometida en los centros de detención de la DINA