martes, 17 de febrero de 2015

Ateo y Fanático

En medio de las ejecuciones de prisioneros en Medio Oriente llevadas a cabo por miembros del EI, y los últimos atentados efectuados en Europa por extremistas musulmanes, una noticia pasó poco advertida en los noticiarios internacionales. En Estados Unidos, un ateo asesinó a tres jóvenes universitarios que profesaban la fe islámica, según declaró a la policía, porque sentía que debía liberar a la humanidad de las religiones, ya que atentarían contra la lógica científica, situación que además obligaría a sus defensores a reaccionar con violencia homicida, debido a que los nuevos descubrimientos y hallazgos tecnológicos no dejan de contradecir sus teorías, que es una perogrullada agregar, emanan de un ser superior y por ende son irrefutables.

Uno de los argumentos que usan los ateos militantes para disuadir al ciudadano pedestre de que abandone una determinada religión y acto seguido exija la desaparición de todas ellas -ya sea de manera voluntaria o forzada-, es el asunto de los fanáticos, que si no actúan directamente, suelen elaborar discursos carismáticos que impulsan a quienes los escuchan a cometer crímenes. En su documental "La Raíz De Todos Los Males", Richard Dawkins va a Estados Unidos a entrevistar a un carismático pastor evangélico, muy intransigente en asuntos de moralina, que dirige una congregación a la cual pertenecía un muchacho que acabó asesinando a un médico que practicaba abortos. Si bien reconoce la capacidad argumentativa y de refutación del reverendo, igual remata con un discurso donde intenta disuadir a sus eventuales auditores para que éstos den como ciertas sus tesis. Entre otras cosas, busca menoscabar una respuesta que por cierto es muy típica de los ministros de fe, que insiste en que esas conductas no corresponden al cristianismo verdadero y que este chico cometió el crimen de marras por cuenta propia, hecho que demostraría que no se hallaba realmente convertido. Lo mismo que de seguro debe repetir un musulmán moderado respecto de Al Qaeda o el mencionado EI. Para el biólogo británico, tales contestaciones sólo constituyen un forma de evadir la responsabilidad, pues al exponer planteamientos incendiarios (subyacentes en toda religión, por la sola cuestión de defender verdades absolutas e irrefutables emanadas de un ser superior que está más allá de la vida palpable, por ende imposible de comprobar mediante la ciencia o el raciocinio humano) de un modo que influye en mentalidades que ya se sabe son más débiles y necesitadas de un líder, el portador de la prédica es cómplice indirecto del delito.

Entonces, cabe preguntarse: ¿y qué sucede en el caso de este ateo asesino? El tipo, en su confesión a la policía, reprodujo al menos en parte el discurso de los no creyentes militantes, incluido el ya citado Dawkins, que por cierto es en la actualidad la cabeza más visible de ese ateísmo que trata de difundir sus argumentos usando la misma actitud proselitista de las religiones más conocidas. Señaló que los credos debían ser eliminados por su supuesta oposición natural al conocimiento científico, algo que estos sujetos no dejan de reiterar al momento de efectuar su cruzada. Pues bien: ¿aceptarán que al menos, se les indique que puede haber una relación entre sus pensamientos y la forma de exponerlos, y el crimen cometido contra estos jóvenes musulmanes, que además, no participaban en alguna variante extremista de esa religión? Es innegable que el tipo tenía un libro de estos intelectuales como cabecera, o en el peor de los casos los escuchó en un determinado foro o a la pasada en un medio de comunicación. Lo cual se refuerza por el asunto de ir a una universidad a atacar a unos estudiantes, un absurdo inaceptable desde el punto de vista de quien considera un cierta idea como residuo del más cavernario de los absurdos. ¿Dirán que el homicida estaba errado, que sufría una enfermedad, que no corresponde la comparación porque a fin de cuentas no era más que otro fanático, que no había salido completamente de la incidencia religiosa? ¿O contestarán del modo que caracteriza a estos grupos, diciendo que el problemas es con una o varias personas que no necesariamente representa a todo el conjunto o la institución? Una salida válida a veces, pero que equivale al ministro que asevera que tal o cual alocado no tenía el auténtico testimonio.

No faltan quienes han justificado estos crímenes diciendo, en alusión a las facciones terroristas del islam, que "se cosecha lo que se siembra" o "como pecas, pagas". Lo que sólo sirve para constatar que a algunos les repugnan los crímenes únicamente cuando las víctimas piensan similar a ellos, mientras que los que afectan a quienes tienen opiniones contrarias, si no los aplauden, les encuentran razón o les provocan indiferencia. En tal situación, y en concordancia con este ateo, parece que igualmente sienten que es correcto eliminar las religiones de manera violenta. Queda preguntarles, nada más, de qué forma actuarán cuando uno de los suyos decida cometer otro crimen. Es de esperar que no se evadan.