miércoles, 30 de noviembre de 2011

Fariseos y Saduceos en Nigeria

Recientemente, el parlamento de Nigeria aprobó una ley que castiga con catorce años de cárcel la homosexualidad. Dicha iniciativa, empero, no crea un nuevo delito en ese país africano, pues la tendencia gay ya significaba una pena de cinco años. Desde Europa, se les ha advertido a estos dirigentes que, de llevarse finalmente a la práctica dicho texto jurídico, entonces su nación quedará excluida de la ayuda humanitaria que el Viejo Mundo les entrega con cierta periodicidad. Sin embargo, los responsables parecen hacer caso omiso de tales amenazas y han continuado adelante con sus propósitos.

Lo curioso de esta propuesta es que se da en un momento en que Nigeria atraviesa por una delicada coyuntura política. Después de varios años de dictaduras militares, este país adoptó, hace ya más de una década, un sistema federal con treinta y seis estados que con el paso del tiempo han ido adquiriendo cada vez mayor autonomía. Una fórmula adecuada para solucionar los problemas tribales y étnicos que siempre han constituido el principal dolor de cabeza de las administraciones africanas. Pero que en épocas recientes, ha servido para fortalecer un factor que se ha develado como más eficiente a la hora de cohesionar a la población, cual es la religión. Ocurre que las divisiones del norte son de mayoría musulmana, y sus habitantes, amparados por autoridades que profesan el mismo clero, poco a poco se han estado decantando por las expresiones más extremistas de éste, como la aplicación de la charia -lo que ha impulsado a condenar a muerte, tras sendos juicios formales, a mujeres sospechosas de cometer adulterio-, o la intolerancia hacia ciertas minorías, conducta que ha derivado en ataques contra grupos cristianos. A su vez, estos últimos son fuertes en las zonas del sur, y no sólo miran con preocupación lo que sucede con sus hermanos perseguidos, sino que en sus propios reductos responden con la misma moneda. Aunque aceptan que la dictadura militar perjudicó a los practicantes del islam, bajo ningún punto de vista están dispuestos a aceptar que se dé vuelta la tortilla, siquiera en una sola región.

Pues bien. Un hecho que es transversal a ambas comunidades -y que en alguna medida, explica la violencia que han alcanzado los enfrentamientos mutuos-, es su carácter conservador, especialmente en el ámbito de la moralina privada. Prueba de ello es que la homosexualidad ya era catalogada como un delito punible. Ahora, lo curioso es que ambos bandos acuerdan establecer una tenue tregua, para darse la mano y luchar contra un enemigo común, que puede afectar por igual a los dos grupos. O mejor dicho, intentan dar una señal de unidad y respeto mutuo cargando los acentos sobre una minoría bastante más débil a la que rechazan con idéntico nivel de repudio. Una nueva versión de la alianza que saduceos y fariseos en el Israel del siglo I establecieron contra el naciente cristianismo, ya que su existencia los perjudicaba a partes iguales. O como los católicos y ciertos colectivos de evangélicos en Chile han llevado a cabo, curiosamente, también en contra de los gay, siendo que en los púlpitos quien sigue una determinada religión siempre aprovecha la oportunidad de descalificar a los fieles de la otra, tratándose mutuamente de herejes, sectarios, idólatras o falsos (a propósito, es curioso que los reformados que hoy cierran filas con los curas, hace sólo quince años atrás eran víctimas de discursos virulentos pronunciados con la misma vehemencia, tanto por los que defendían el régimen de Pinochet como por quienes aseguraban defender los derechos humanos). O del mismo modo que los gobiernos europeos y norteamericanos han derrocado gobiernos progresistas o nacionalistas en países árabes o islámicos como lo recientemente acontecido en Libia, con el objetivo de colocar a musulmanes conservadores prestos a favorecer sus intereses. Pactos entre fanáticos que se odian a muerte, pero que son capaces de olvidar las rencillas cuando la desaparición de un tercero los beneficia.

En cada oportunidad que se suscitan masacres de cristianos en Nigeria -que por desgracia, son masivas y frecuentes-, las llamadas redes sociales, así como las páginas de internet vinculadas a católicos o evangélicos, están prestas a condenar los hechos y a pedir la intervención de organismos internacionales en el lío. Pero ahora, frente a esta nueva atrocidad (no sólo porque se efectúa en concordato con el enemigo mortal, sino porque intenta reproducir los grados de intolerancia hacia un tercer colectivo que no le ha hecho daño a nadie), guardan "religioso" silencio, y ni siquiera mencionan la noticia. En ciertas ocasiones, me he formulado la pregunta en el sentido de por qué ciertos creyentes del camino están tan inquietos con el avance del islam, cuando ellos son partidarios de las mismas prohibiciones. Al final, si los fuerzan a cambiar de credo, de todas maneras se adaptarán a la nueva realidad, teniendo sólo que orar en público cinco veces al día y llevar un turbante o un velo de acuerdo al género. Y cambiar el nombre de Dios por el de Alá, que en todo caso, también significa "lo que es".

jueves, 24 de noviembre de 2011

Dinero Para Los Rectores

Uno de los mayores reclamos de los estudiantes hacia la ley de presupuestos del 2012 propuesta por el gobierno, es que la partida pecuniaria ofrecida para educación será insuficiente para satisfacer las demandas emanadas de esa actividad, y que son la causa de una huelga que ya se extiende por ocho meses. Por supuesto, que los parlamentarios de oposición han intentado hacer suya esta protesta, y se han negado a aprobar el mencionado texto redactado por el ejecutivo. Sin embargo, en su queja los muchachos no han sido apoyados sólo por un bloque de diputados y senadores, pues al momento de expresarla, estuvieron acompañados por los rectores de las "universidades" chilenas pertenecientes al cártel de las veinticinco; esto es, las que existían antes de la reforma de 1981 y que la opinión pública les adjudica de manera errónea el mote de estatales.

Que los citados rectores exijan más fondos cada vez que estalla un conflicto estudiantil, no es algo que debiera sorprender. Así ha ocurrido desde siempre y así continuará sucediendo, aunque los problemas estructurales de la educación que han salido a colación en esta movilización, finalmente se solucionen. Y como es costumbre, gracias a la presión ejercida obtendrán una suculenta tajada del dinero entregado por los contribuyentes. No es para menos, ya que tanto ellos como los académicos pertenecen a los circuitos más pudientes de la sociedad, y se codean con los empresarios más adinerados y los políticos y religiosos que ostentan las mayores influencias. Además de que los hijos de los más acaudalados asisten a sus "universidades"; y no querrán, tras haber cursado la enseñanza primaria y secundaria en establecimientos confortables hasta lo indecible, continuar una carrera en una pocilga rodeados de profesores andrajosos y a los cuales sólo les alcanza el sueldo para ir al bar de la esquina.

De ahí que estas coyunturas resulten claves. Aprovechándose de ellas, pueden solicitar el aumento de los recursos bajo el pretexto de que no hay suficientes para llevar adelante las tareas que son propias de una universidad. Y ya con las platas en el bolsillo, subirse los emolumentos a niveles cercanos a representantes de las capas más altas de la sociedad. Además de gozar de una mayor cantidad de viajes al extranjero, nombrados con el eufemismo de "cursos de perfeccionamiento". La autonomía universitaria, entonces, se transforma en un muro que impide la fiscalización (tal vez por eso la defienden tanto, al extremo de presentarla como un eslogan publicitario). Luego, con semejantes barreras de impunidad, los nuevos recursos caen a un saco roto que espera volver a ser alimentado en la próxima movilización, y así sucesivamente. ¿Que se usan para hacer investigación? ¡Nadie es tan iluso! El estudiante alemán que con la ayuda de sus docentes inventó una cámara fotográfica capaz de grabar en trescientos sesenta grados: eso sí es investigación; no un libro editado en doscientas copias que se distribuirá entre las bibliotecas de las mismas instituciones de "enseñanza" superior.

Se ha insistido en que las autoridades políticas, de todos los bandos, están reacias a aprobar las reformas educacionales propuestas por los estudiantes porque al fin y al cabo, ellas fueron, en diversas medidas, las responsables de que el actual sistema se haya consolidado. El problema es que los rectores forman parte de ese entramado, ya que suelen tener vínculos con partidos de todas las tendencias, y algunos incluso han usado su cargo académico para postularse a una alcaldía o un cupo en el Congreso. En definitiva, estamos ante una tanda de sinvergüenzas que son parte del meollo del asunto y no de solución. Los estudiantes deben prescindir de ellos. No los necesitan, como tampoco a otras entidades que ya se ha despachado, como la oposición o la iglesia católica.

miércoles, 16 de noviembre de 2011

Los Estadios Vacíos y Barnechea

Suelo seguir el resumen de cada fecha del fútbol chileno, que TVN emite los domingos a eso de las nueve y media. Por ende, me veo obligado a escuchar las quejas de Fernando Solabarrieta, respecto de ciertos clubes, en especial algunos avecindados en Santiago, que nunca alcanzan a reunir mil espectadores en un partido donde juegan en condición de local. Dicho comentarista, con ese mismo tono lastimero con el que hace unos años atrás celebró el triunfo del tenista Nicolás Massú en los Juegos Olímpicos, aunque ahora motivado por la ira, no para de preguntarse cómo podemos estar hablando de una liga profesional con desafíos que sólo convocan a unas quinientas personas. Este fin de semana, el susodicho dejó de mostrar su rostro y de emitir su voz a través de las pantallas, pues los enfrentamientos del seleccionado en las eliminatorias del próximo Mundial obligaron a suspender la primera división. Pero las categorías inferiores sí continuaron su curso normal; y en una de ellas aconteció un hecho que de seguro en la próxima temporada aumentará el tenor de las protestas: el triunfo de Barnechea en la tercera serie, lo que le permitirá ser uno más de esos vilipendiados "clubes profesionales", aunque sólo un promedio de doscientos fanáticos acuda a verlo cada quincena. 

Fernando Solabarrieta debería darse por enterado que una de las consecuencias de transformar al fútbol en una actividad rentable -que entre otras cosas, implica grados cada vez más significativos de profesionalidad-, es precisamente prescindir de la asistencia media de espectadores, sobre todo cuando se trata de campeonatos entre clubes. Una alternativa que genera un escaso volumen de ingresos y que a la larga resulta muy insegura para la supervivencia de las instituciones. Hoy en día, en cambio, los principales sustentos son los inversores y la publicidad, ya que venga impresa en las camisetas o en los letreros estáticos ubicados a un costado de la cancha. A eso cabe agregar que, desde que los equipos chilenos se transformaron en sociedades anónimas -suceso que en su momento fue considerado una condición indispensable para hablar con propiedad de deporte profesional-, entró un nuevo factor en la dinámica monetaria, cual fue el de las acciones de bolsa. Finalmente, no se debe menospreciar un mecanismo más tradicional, cual es el traspaso de jugadores, que siempre ha reportado más ganancias que la convocatoria de público, con la cual ha convivido casi desde los orígenes.

No pretendo replicar esa frase expresada por un intelectual, ignoro ahora si argentino o uruguayo, que asegura que "el estadio acabará siendo sustituido por el estudio". Pero analicemos: ciertas ligas de relativa importancia, por ejemplo la de Portugal, se desarrollan, en buena parte, en campos de juego que cuentan con un aforo inferior a los quince mil espectadores, y no precisamente se llenan cada fin de semana. Y sin embargo, algunos clubes de ese país han sido campeones o finalistas en torneos europeos, que tienen un alto nivel de exigencia. Lo que mantiene con vida a estas instituciones, y que de paso les permite obtener un prestigio internacional, es la serie de factores combinados mencionados en el párrafo anterior. Es la consecuencia de un fútbol que por tratar de aumentar sus estándares de profesionalismo y competitividad se ve obligado a regirse por los dictámenes del mercado, y a tornarse más comercial. Tales condiciones desde luego pueden acarrear conductas negativas (como los fraudes de arreglos de partidos detectados en Italia hace un tiempo atrás; o el relajamiento en los controles médicos, que dieron como resultado el fallecimiento de futbolistas en medio de algún encuentro); pero también han permitido que ciudades de escasa población ostenten un representante en las primeras divisiones de campeonatos de grueso calibre, como Auxerre en Francia o Villarreal de los Infantes en España. La verdad es que quien se guíe por el nivel de convocatoria de una entidad con el propósito de definir la seriedad profesional de ésta, peca de ingenuo. Y no sólo tratándose de clubes, sino a veces también de seleccionados nacionales (baste al respecto, citar los logros del combinado de Uruguay).

Perdonen los hinchas de Barnechea que se han sentido mal por haberlos empleado como ejemplo. Pero les aseguro que objeciones como las de Solabarrieta, que jamás van a tener en cuenta los méritos deportivos, las van a escuchar durante buena parte del 2012. Curiosamente, provenientes de sujetos que en su momento aplaudieron el aterrizaje del concepto de sociedades anónimas porque al fin el fútbol chileno iba a ser realmente profesional, no dependiente de dirigentes delirantes que asumían deudas y cuando se acercaba el plazo de pago, renunciaban (bueno: en eso estoy de acuerdo). Se olvidaron que una de las características del profesionalismo es que abre un abanico de alternativas al momento de financiar un club, en donde la asistencia promedio acaba siendo la menos utilizada, por poco confiable. Incluso, aquellas instituciones que se encuentran bajo la lupa debido a este tema, no presentan mayores problemas económicos, llegando a ser más estables en tal aspecto que otras más "populares". Respondiendo a las dudas que motivaron la redacción de este artículo, se podría concluir que la liga efectivamente es profesional. Aunque sea a la chilena.

                                                                                                                                                             

miércoles, 9 de noviembre de 2011

La Minoría Que Discrimina

Vaya bochorno el que protagonizó un puñado de evangélicos el martes recién pasado. Encabezados por el inefable pastor Edito Espinoza (que a estas alturas, y frente al desprestigio en que ha caído la iglesia católica por los constantes escándalos de pedofilia, ya no disimula sus intenciones de ocupar el cetro del guardián de la moralina), irrumpieron en el edificio del Congreso en Valparaíso, como un intento desesperado de persuadir a los parlamentarios con el fin de que rechazasen el proyecto de ley que buscaba sancionar los actos de discriminación cometidos contra cualquier persona, ya sea producto de su raza, credo, ideología política u opción sexual. Fue ese último término el que encendió las alarmas en este grupo de cristianos, que lo ven como la antesala de una catástrofe de proporciones apocalípticas, donde la homosexualidad será la consiga y el matrimonio entre personas del mismo género la mayoría. Y debido a él armaron un escándalo tan grande como las nefastas consecuencias que se avecinan. Ya que finalmente, los congresistas eligieron no redimirse y aprobaron la polémica iniciativa, para el disgusto de sus detractores, quienes gritaron tan fuerte que terminaron siendo desalojados a la fuerza por un piquete de policías, del mismo modo que sucede con las organizaciones sindicales y los movimientos de izquierda que de tarde en tarde van a expresar su malestar a la sede legislativa.

Cuando era retirado en andas por los efectivos de Carabineros, el pastor Espinoza declaró a los medios de comunicación presentes que su grupo pasaría a la historia como los que defendieron los valores de la familia, y que iba a ser citado en un próximo futuro, cuando la determinación de los parlamentarios haya ya arrojado sus horribles consecuencias sobre el suelo patrio, y no exista mecanismo alguno que pueda revertir la situación. Siendo francos, este triste espectáculo montado en el nombre de Jesús sí será recordado en la posteridad, pero como un símbolo de estupidez. Los hermanos que reclamaron en el Congreso, dando muestras increíbles de ignorancia y falta de visión, se remitieron de manera exclusiva a un solo aspecto de esta controvertida ley, como es la segregación por opción sexual. Y lo hacen porque su discusión final coincide con otros proyectos sobre el asunto que igualmente han levantado polvareda, como el acuerdo de vida en pareja que pretende darle un estatus formal a las uniones no vinculadas tanto de heterosexuales como de homosexuales. Es decir, porque en ambos casos escucharon la palabra gay, imaginan que las dos situaciones están de algún modo relacionadas y por ende componen una misma conspiración. Ante tales demostraciones de inmoralidad, es preciso aplicar tolerancia cero y contrarrestar el primer asomo con una actitud agresiva y decisiva, con el propósito de evitar el efecto escalada. Además de conseguir llamar la atención de la prensa, desde luego. Pero se trata de sujetos que, como le señaló Pablo a Timoteo, tienen la conciencia cauterizada.

Lo más grave de todo esto, es que este incidente dejó la sensación de que los evangélicos se oponen a una ley que justamente les favorece. Pues como se señaló, lo que se intenta buscar es condenar cualquier tipo de discriminación, no sólo la que se produce con motivo de la opción sexual, sino que también las que involucran raza, ideología, o, entre otras cosas... credo. De acuerdo: algunos cristianos apuntan al hecho de que la fe cristiana va más allá de una religión. Pero nadie debe olvidar que estamos inmersos en un mundo determinado y que en ciertas ocasiones debemos valernos de sus propios códigos para hacernos entender. Aparte de que las demostraciones de hostilidad se dan en contra de personas que se involucran con un grupo minoritario o que no cuenta con un peso histórico importante en un territorio de referencia. Y en Chile, los reformados tienen esas dos características; y a pesar de que la aceptación social ha ido creciendo de modo sostenido en las décadas recientes, aún caben resabios muy significativos de rechazo malsano, que se expresan en insultos y agresiones, ya sean sutiles o abiertas. Vale decir que dentro de tal ambiente no se es más ni menos que los homosexuales o las tribus urbanas. Aunque unos ya tengan asegurada su salvación mientras los otros continúan deambulando por las tinieblas.

Hay que insistir en que se trataba de un grupo minoritario. Lamentablemente, ante la ausencia de quienes expresen una opinión distinta -o mejor dicho, que den una explicación acerca de los alcances de este proyecto de ley-, los mismos medios de comunicación a los cuales se acercó el pastor Espinoza mientras era desalojado del edificio del Congreso, han dado a entender que se trata de opinión oficial y en bloque de los evangélicos. Lo cual puede derivar en una muestra de mal testimonio. Alimentada por colectivos interesados en presentar a los reformados como una sarta de sectas atrasadas e intolerantes. En especial la iglesia católica que atareada por los escándalos sexuales que han remecido a su clero, ha permanecido a la zaga en esta discusión, permitiendo que personas como el mencionado líder espiritual carguen con el peso del ridículo. Lo curioso es que este nuevo cuerpo legislativo no sólo es útil para defenderse de los ataques de los romanistas, sino de esos mismos mecanismos de prensa que entregan a propósito una imagen parcial de la realidad. Y también, podría servir para protegerse de aquellos homosexuales, violentos a su vez, que en el último tiempo les ha dado por gritar insultos contra hermanos a los cuales descubren predicando en alguna calle.

miércoles, 2 de noviembre de 2011

La Raíz de Todos los Mulos

¿Qué vuelve tan atractivo a Richard Dawkins? Bueno: es un tipo que escribe en contra de las religiones, y que basado en los errores históricos de éstas, exige que se acaben todas. O al menos, aquellas que provienen del tronco abrahámico, que en las culturas occidentales constituyen una referencia obligada cuando se quiere hablar de sistemas de creencias. Ahora: eso en ningún caso es para sorprenderse. Los ataques anticlericales ya cuentan con seis siglos de antigüedad, y algo debieron haber hecho pues hoy sus destinatarios no tienen la misma reciedumbre de antes, por lo cual no pueden ofrecer una respuesta contundente -respecto de una eventual sanción civil contra sus agresores, desde luego-. Pero el polemista de marras exhibe un rasgo adicional: es un científico, y no un simple intelectual o escritor como sucedía con la mayoría de sus antecesores, incluso con ciertos contemporáneos, como Fernando Vallejo. Y aquí confluyen tres factores interesantes: la ancestral reyerta entre las iglesias y la comunidad empirista -más artificial que real, hay que decirlo-; los sucesivos errores que hombres de fe han cometido cuando de asuntos de astronomía o de física se trata -recordar tan sólo a los curas que defendían a rabiar el sistema geocéntrico-, y la calidad de prueba irrefutable que presentan las leyes científicas, una condicionante que suele favorecer también a las teorías.

Es preciso dejar las cosas claras desde el primer momento. Los escupitajos de Dawkins no llamarían la atención de los medios masivos de comunicación de no ser porque vivimos en una época donde, tras el declive de las ideologías políticas más reconocidas -liberalismo, socialismo, etcétera-, que además fueron la directriz del grueso de las personalidades públicas del siglo pasado, han sido las religiones quienes han llenado ese vacío, recuperando un protagonismo que habían perdido, ahora como un factor aglutinante de un gran número de poblaciones, y por ende, actuando como un sucedáneo de la búsqueda del paradigma utópico común. Sin embargo, este resurgimiento trae consigo ciertas peculiaridades, ya que no es encabezado por la estructura tradicional de cada credo -que incluso, en algunas ocasiones continúa reduciendo su tamaño y su alcance, llegando a experimentar problemas de supervivencia-, sino por movimientos medianamente independientes, que pretenden retornar a los orígenes -ya que piensan que lo que existe hoy es una versión degenerada de lo fundacional-, por lo cual son capaces de sostener disputas con sus hermanos de votos que aún se apegan a fórmulas, digamos, más tradicionales. Dichas variantes de los respectivos sistemas de creencias, que en cualquier caso mantienen los elementos esenciales de éstos, aunque critiquen con denuedo las maneras establecidas para divulgarlos, se caracterizan por el intento de promover una rápida expansión, a través de una presentación bastante simple ya sea como organización o doctrina. Con el propósito de captar una mayor cantidad de adeptos, se limitan a recordar cuestiones dogmáticas por todos conocidas -recordemos: no intentan modificar las sentencias de base-, en un tono marcadamente extremista. Así ha sucedido con el éxito de las corrientes más exaltadas del islam, pero también con el cristianismo de cuño neo conservador, contenido, en el caso del catolicismo, en grupos como el Opus Dei o los Legionarios de Cristo -que prescinden de la complejidad propia de las órdenes romanistas-, o de los evangélicos, en los halcones norteamericanos y -aunque no necesariamente tengan aspiraciones políticas- en las mega congregaciones o los pastores de la abundancia.

Es esa clase de propuesta la que ofrece Richard Dawkins. Una especie de prédica que resalta, acudiendo a explicaciones muy elementales, el hecho de que su verdad es la única aceptable. Si se comparan obras suyas, por ejemplo alguno de sus documentales audiovisuales, como "La Raíz de Todos los Males", con cualquier trabajo de otros científicos divulgadores, ya sea los de Carl Sagan, Stephen Jay Gould, o incluso canales de televisión por cable como Discovery o NatGeo, ni siquiera se requiere cumplir con la totalidad de los pasos del método empírico para constatar que salen bastante trasquilados (y de qué otro modo: si ni se vale del bendito método para obtener sus conclusiones). Al libro "El Espejismo de Dios", le podemos sustituir esa palabra por espejo, remplazar unos cuantos términos por sus antónimos, y perfectamente pasaría como un escrito de Jimmy Swaggart. No existe el menor interés en dar a conocer los hallazgos que se supone beneficiarían a esa masa pobres hombres y mujeres equivocados y sumidos en la ignorancia (nota aparte: desafío a mis lectores a que me digan si hasta este renglón conocían la rama de la ciencia que practica Dawkins; personalmente debí recurrir a Wikipedia para enterarme de que es biólogo). Al contrario, todo se reduce a un sermón alarmista bien presentado, que pretende ejercer como correctivo social, expuesto con aires de líder carismático al estilo de Marcial Maciel u Osama Bin Laden. Y que repite clichés apoyándose en imágenes y datos históricos que la gente más o menos domina (por lo que la humanidad no estaría tan perdida, finalmente).

Por lo mismo cabe reiterar el concepto. Frente a hordas de musulmanes, judíos y cristianos cada vez más agresivos en sus posturas -y que claramente no constituyen la mayoría en sus respectivas religiones-, ha aparecido en el horizonte su equivalente en el mundo del ateísmo empírico, eructando panfletos tan incendiarios como los de sus contrincantes. Ignoro si será una actitud defensiva que se encuentra en la naturaleza de las personas. Pero de que es capaz de provocar daño, además de generar un ejército de seguidores fanáticos e irresponsables, es algo que se puede demostrar con pruebas científicas. A veces me pregunto si el sueño húmedo de Dawkins no consistirá en que un gorila gigantesco con la cara de Darwin lo tome en su mano y suba con él al Empire State o cualquier rascacielos en otra parte del globo. En una de ésas capaz que hasta monte un fraude al estilo del hombre de Piltdown.