miércoles, 28 de abril de 2010

Hogar de Schaeffer

Finalmente, el Hogar de Cristo se encargó de los gastos mortuorios de Paul Schaeffer. La institución católica, fundada por un canonizado (me niego a decir santo) con un propósito supuestamente altruista, obró de la misma forma que lo hizo hace algunos años atrás, cuando se produjo el deceso de otro ser despreciable: el agente de la DINA, Osvaldo Romo Mena. La única diferencia entre ambos sepelios, es que ahora el cortejo fúnebre contaba con cuatro asistentes y no dos, porque el pedófilo alemán al menos fue despedido por un par de familiares adoptivos, a diferencia del obeso torturador, cuya muerte sólo fue capaz de reunir al sepulturero de turno y al representante de la empresa que ofreció el servicio. Ambos, no obstante, coincidían en aspectos significativos: arrastraban un pasado oscuro y tortuoso, que los impulsó a ponerse incondicionalmente bajo las órdenes de la dictadura militar, que encauzó toda su ira con el mundo y su consiguiente desprecio por la humanidad, enviándoles a ejecutar los trabajos más sucios y denigrantes, que los mandamases siempre quieren pero jamás se atreven a hacer, a saber el martirio y la desaparición forzada, permitiéndoles a cambio, darse el gusto de acometer un crimen aberrante e indeseable como la violación sexual, de niños uno, de mujeres indefensas el otro.

Y a pesar de ello, una organización como la iglesia católica, que asevera haber auxiliado a las víctimas de estos sujetos y por extensión a todos los que eran perseguidos por la mencionada dictadura, decide recoger sus cadáveres putrefactos, valiéndose de una filial que, al menos en términos teóricos, está planificada para socorrer a los pobres y los desvalidos sociales. De acuerdo: el papismo tiene una justificación teológica que le permite estos arranques de bondad hacia quienes no murieron en paz, cual es la tesis del purgatorio, donde aterriza el conjunto de las almas, salvo aquellos que hayan sido póstumamente elevados o condenados por la autoridad eclesiástica. Esto último, de cualquier forma, reservado para quienes no han aceptado la curia vaticana como verdadera, o se han consumido en herejías, o en el caso de las mujeres, si se han practicado un aborto. En caso alguno por haber abusado sexualmente del prójimo, ni siquiera por haber abusado del prójimo en todas las acepciones que puede admitir esa palabra. Por ende, estos infames aún tienen la opción de ascender a los cielos e incluso de ser beatificados y canonizados (una vez más, me niego a decir santos). Pero en fin: ya sabemos que la pedofilia ronda en las sacristías de una manera muchos más frecuente que el peor de los anticlericalismos se hubiese imaginado. Así que otros individuos, como Marcial Maciel, no han perdido la gracia.

Lo interesante es que, si vemos este acto como un asunto de imagen, sólo confirma lo que históricamente la iglesia católica ha sido: una institución corrompida e indeseable para el sentido común de justicia que es inherente a todo ser humano. Durante siglos se dedicaron al genocidio, y cuando los adultos empezaron a levantar la voz y a los obispos y papas no les quedó otra que echar pie atrás, entonces se dedicaron a satisfacer sus pasiones reprimidas con los niños. Resulta que en el preciso instante en que su estructura completa es zamarreada por los sucesivos escándalos de pedofilia, de los que tampoco se han eximido los sacerdotes chilenos, deciden, sin que nadie se los ruegue, enterrar a un conspicuo abusador infantil, a través de una de sus divisiones supuestamente caritativas. Peor todavía: a un sujeto que siempre se presentó como el líder de una secta seudo bautista. Mientras siguen vituperando a los sinceros evangélicos que cada domingo marchan por las calles, acusándolos de ser grupos particulares, adjetivo que equivale a falsos. Se oponen férrea, tenaz y violentamente a las clases de fe evangélica en los establecimientos educacionales municipales, y hasta hoy expulsan de sus escuelas e incluso universidades a los alumnos que profesan un credo diferente. Para colmo, cada vez que pueden, sacan a colación esa inmensa mentira que reza que los evangélicos apoyaron en masa al régimen militar, declaración formulada con la intención de que la opinión pública sitúe a los curas en el polo opuesto, cuestión que todos sabemos nunca fue así, y basta mirar alrededor para comprender que todos esos relatos míticos sobre el pasado no fueron más que trabajos de pantalla, para embobar todavía más a los incautos.

Retomando el tema inicial, los romanistas se defenderán arguyendo que este proceder corresponde al perdón y a la misericordia que un cristiano debe demostrar hacia todos los hombres sin excepción. Sería válido, siempre y cuando practicaran lo que predican. Porque, como fue señalado anteriormente, una mujer que se practica un aborto sufre la excomunión automática, sin detenerse el tribunal a pensar que ese embarazo pudo haber sido producto de uno de esos mismos indeseables a los cuales los curas protegen hasta su última morada. Ahí no existe ninguna posibilidad de redención y la mentada misericordia es sustituida por juicios lapidarios e incontestables. Como diría el poeta, dejémonos de pamplinas. El mismo Pedro, que según el catolicismo guarda el llavero de las nubes, afirmó que el perro siempre vuelve a su vómito y el cerdo lavado no aguarda un segundo y se vuelve a revolcar en el barro. Los papistas ampararán siempre a los pedófilos, de manera consciente o inconsciente, porque su propia doctrina los arrastra a rodearse de ellos. Aunque sean herejes.

viernes, 23 de abril de 2010

Dawkins: Ateo y Oportunista

No se puede negar que Richard Dawkins es un tipo con carisma mediático. Cual entusiasta y convencido predicador religioso, ha llevado a cabo campañas publicitarias en distintos países del primer mundo, llamando al unirse al ateísmo y al "goce de la vida". En sus múltiples artículos periodísticos, censura toda clase de credos, acusándolos de ser un obstáculo contra el progreso de la ciencia, a la que señala como la única fuente de conocimiento verídica y por ende, como ruta obligada para todo ser humano. Los argumentos de que se vale son muy simples y están enfocados casi exclusivamente a dividir a la sociedad en buenos y malos. Sólo que este último grupo lo componen quienes siempre se han considerado la opción más correcta posible, y en base a ello, se han sentido impulsados a atribuirse la facultad de dirigir la conducta y el pensamiento de los demás. Una actitud que le da a Dawkins un aura de rebelde y de sujeto políticamente incorrecto; pero que si nos detenemos sólo por unos minutos a analizar, descubrimos que es similar a la de las organizaciones que tanto ataca.

Lo cierto, es que al igual que Mahoma, Buda, Joseph Smith, Marcial Maciel, Jim Jones o cualquiera que se sienta portador de un mensaje destinado a ser comunicado a todo el mundo, porque sólo así la humanidad será mejor: no se resta de las acciones simbólicas y en estos día ha realizado una que de nuevo atrajo la atención de los medios. Pidió que el papa sea detenido y procesado en calidad de cómplice y encubridor por los escándalos de pedofilia que tienen apremiada a la iglesia católica. Idea que no relegó a un mero escrito semanal, ya que presentó una demanda al respecto en un tribunal alemán. Por supuesto que quien les habla, coincide plenamente con sus lectores y con el mismo Dawkins, en la opinión de que, de una vez por todas, el romanismo no responda, sino que pague de modo definitivo por sus crímenes históricos, sometiéndolo a una presión que lo haga desaparecer o, en el peor de los casos, que lo reduzca a su mínima expresión, para de paso, asegurarse de que los curas no se vuelvan a entrometer en la vida privada de las personas, revisando la cama, señalando con el dedo o satanizando el empleo de anticonceptivos, mientras se sientan en la mesa de los poderosos, quienes sí cuentan con un amplio prontuario, pero sobre los cuales no dejan caer su espada de Damocles porque los financian y alimentan. Sin embargo, a poco andar uno encuentra un cierto aroma a oportunismo en la querella presentada por el líder ateo, quien claramente se sube al carro de la contingencia con el fin de obtener un beneficio. Además, que otra vez queda en evidencia su debilidad por los micrófonos y las cámaras de televisión, característica que por cierto, comparte con los ministros religiosos más extremistas y fanáticos.

Y es que, si le quitamos la cáscara -donde se resume prácticamente toda su imagen-, la conducta de Richard Dawkins sólo puede ser definida como un mesianismo de escaso peso, basado casi exclusivamente en una visión maniquea de las cosas. Sus espectadores creen hallar toque de originalidad porque condena de manera virulenta a las religiones tradicionales occidentales -y de paso a todas las corrientes de pensamiento afines-, valiéndose únicamente de las atrocidades cometidas por éstas. Pero cabe recordar que los principales líderes espirituales, desde los más universalistas hasta los más sectarios, comenzaron sus ministerios descuerando las creencias que por entonces dominaban en su entorno. Así acaeció con el mismo Jesús, y con Mahoma, Buda o Confucio. Incluso, en los tiempos modernos hemos sido testigos de movimientos políticos y sociales que se han enfrascado en una lucha por desmitificar y desterrar el fenómeno religioso, como el comunismo y el nazismo, y sus resultados no han sido satisfactorios. Para colmo, Dawkins se la juega por una nueva forma de totalitarismo, pues sólo admite a la ciencia como única verdad posible y llama al mundo a abandonar todo lo demás, ignorando que el empirismo le debe mucho a la filosofía, a la teología y a las artes, entre otras ramas del conocimiento. Jim Jones y Escrivá de Balaguer declararon algo parecido en su momento: soy el auténtico camino y todo lo demás está podrido. Uno condujo a sus fieles al suicidio colectivo; el otro, contribuyó a reposicionar al conservadurismo retrógrado en el diario vivir.

Retomando el tema inicial de este opúsculo, podemos acotar que lo que Richard Dawkins pretende es hacer crecer su figura en los medios de comunicación, para así ganar más adeptos a la espera de una suerte de asalto final, donde podrá dialogar con los dirigentes mundiales para transformar sus diatribas en leyes. Todos quienes creen contar con la fórmula mágica que salvará a la humanidad, se valen de estas triquiñuelas y aprovechan el instante propicio para atraer la atención hacia ellos. Desde luego que los abusos contra niños, y su consiguiente ocultamiento por parte de la curia romana, son sucesos aberrantes que deben ser tratado con el mayor rigor imaginable. Pero examinemos los estímulos y sólo después decidámonos por uno u otro. Fuera de que pedófilos y violadores hay en todas partes, incluso en el ámbito de la ciencia.

miércoles, 14 de abril de 2010

Pedófilos Sí, Homosexuales No

A nadie deberían extrañarle las palabras emitidas por el cardenal Tarciso Bertone, quien aprovechó su visita diplomática -en su condición de funcionario del Vaticano- a Chile, para dejar una vez más en claro el nivel de homofobia que existe al interior de la iglesia católica. Obviamente que la única sensación que pueden causar, al menos entre las personas que tenemos una vocación democrática y no aceptamos para nada al romanismo, es, por decirlo de una manera elegante, escozor, al darnos cuenta que los papistas, a pesar de los golpes y de las claras evidencias, nunca aprenden. Pero en realidad, no son menos duros de cerviz que los demás, quienes creen, con una mezcla de idealismo e ingenio, que por fin esta institución va a cambiar su actitud y va a empezar a proceder según la lógica y en auténtica concordancia con el bien de la humanidad.

Sin embargo, existen varios líderes religiosos, no exclusivamente católicos, y no solamente cristianos, que están mostrando hostilidad hacia la tolerancia que supuestamente en los últimos años, el mundo viene teniendo con la homosexualidad. Algunos, como los musulmanes, no se han quedado en las declaraciones y han pasado de forma manifiesta a la acción: ora persiguiendo y encarcelando a los sospechosos de conducta gay en los países que ostentan un gobierno confesional islámico; ora recurriendo al terrorismo religioso, en los lugares donde son un importante grupo opositor. Y ya dentro de los seguidores de Jesús, podemos encontrarnos con corrientes de pensamiento surgidas en el seno de la Reforma evangélica, como los milenaristas, que asocian dichas instancias de diálogo como la antesala del Apocalipsis definitivo, donde la especie humana, producto de su constante y progresivo pecado, será destruida por la intervención divina. Por último, nos topamos con el catolicismo, que poco menos que considera a la homosexualidad la causa de todas las aberraciones sexuales, incluyendo por cierto los recientes escándalos de pedofilia que tienen apremiados a los representantes del credo de Roma, desde el mismo papa hacia abajo. La verdad es que, si bien es cierto que en el transcurso de la historia, en algunos momentos, la tendencia gay ha sido víctima de una represión vergonzosa, injustificable y cruel; también existen pasajes donde ha gozado de la más amplia libertad de expresión, llegando a haber homosexuales famosos que han dado a conocer su condición. Y no estoy habland de la llamada "belleza griega" de la antigüedad clásica, o de la cultura de los efebos, muy arraigada entre los emperadores romanos; sino de periodos más recientes, donde Occidente ya está bajo la influencia y la férula del cristianismo, como la Edad Media, el Renacimiento o épocas posteriores. Aunque en varios de los casos mencionados, tal aprecio se reduzca al peluquero afeminado que maquillaba a los nobles y a los aristócratas.

Con todo, y aún admitiendo que este siglo acepta la "perversión" homosexual, de manera espantosamente más abierta que las sociedades que lo precedieron, es preciso acotar una cuestión muy interesante. En el pasado, incluso en el más cercano, la pedofilia era tolerada o cuando menos, no se condenaba con la cárcel. Más aún: ni siquiera la violación sexual tenía una connotación tan negativa como la que presenta hoy. Si un tipo deseaba a una mujer y no era correspondido, simplemente la forzaba; y para evitar la vergüenza exterior, el victimario se veía obligado a "compensar" su falta casándose con la agredida, con lo cual el castigo se transformaba en premio. De hecho, este proceder estaba descrito en el Antiguo Testamento, donde era visto como un sacrificio y un acto de penitencia de parte del malhechor, por lo cual, el texto bíblico sentenciaba que la reparación daba por superado el delito. Pese a que Cristo censuró esta costumbre de manera bastante lapidaria ("quien mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón"), durante los dos milenios siguientes permaneció incólume, tornándose un mecanismo eficaz a la hora de conseguir esposa y así cumplir con otro mandato veterotestamentario: "crezcan y multiplíquense, hasta llenar la Tierra para sojuzgarla". El que también, por lo demás, ya está obsoleto.

En parelelo, estos violadores y pedófilos, y el círculo que los rodeaba, el cual en el mejor de los casos miraba hacia el lado, lanzaban lenguas de fuego cuando se mencionaba la palabra homosexualidad. Pero eran tiempos pasados, donde todo estaba mejor, ya que los hombres y también las mujeres eran temerosos de la moralina seudo cristiana. El problema, no obstante, es otro. Las aberraciones sexuales de antaño necesariamente requerían de una segunda persona para ser consumadas, participante que además debía compadecer en actitud pasiva. Lo cual significaba que dicho interlocutor pasaba a convertirse en una víctima: alguien que era dañado al ser empleado en tales menesteres, pues la naturaleza de los mismos está intrínsecamente orientada así. En cambio, el gay, aunque por su sola tendencia pueda ser considerado un desviado, es sin embargo un sujeto autosuficiente, en el sentido de que no se ve forzado a valerse de otros para demostrar sus inclinaciones. Lo cual, significa que si pretende llevar sus ideas a la práctica (salvo la masturbación, el sexo siempre se hace de a dos), es capaz de conseguirlo con el mutuo consentimiento de la contraparte, sin recurrir a la anulación de la voluntad de ésta. Eso es algo que no han comprendido, o no han querido comprender, los homofóbicos, en especial los que provienen de una determinada religión. Y por eso se estremecen cuando comprueban que la sociedad contemporánea es más proclive a señalarlos con el dedo a ellos, en lugar de los amanerados.

jueves, 8 de abril de 2010

Entre Zafrada y Cisarro

Se enojó el niño Víctor Díaz, alias Zafrada. Después de su oportuna aparición en televisión, en medio de los destrozos dejados por el maremoto en Iloca, pidiendo una nueva escuela para su localidad, ha debido soportar el acoso de los periodistas amarillistas, que componen el total de los departamentos de prensa de la mayoría de los medios de comunicación de gran alcance. En medio de la vorágine informativa y de la tan falsa como grandilocuente caridad, ninguno recordó (era que no) que se trataba de un muchacho de siete años, cara visible de toda la candidez con la que se enfrenta al mundo a esa edad, la misma que les permite obtener unos cuantos puntos más de sintonía. Y el mozuelo se ha sentido perseguido como un vulgar delincuente, debiendo ahora, incluso soportar a ociosos turistas que no tienen escrúpulos en llegar a su casa a fotografiarlo, en lo que se ha transformado en una suerte de funa con sonrisa afable, que por cierto es la actitud característica de un pedófilo. De cualquier manera, algo positivo sacó este chiquillo tras su exposición mediática, aparte de las lecciones moralizantes de rigor: un empresario se apiadó y extrajo, cual mago desde la chisteria, una escuela modular, frenando las ansias de los canales de televisión, y de paso solucionando el problema de los dos millones de damnificados, muchos de ellos, estudiantes que también han visto sus establecimientos en el suelo o alejándose en el océano.

Cada vez que me topo con este mozuelo, al otro lado de los rayos catódicos, no puedo dejar de recordar a otro infante un poco mayor que él, que hace algunos meses atrás también hizo noticia, aunque por causas muy diferentes. Se trata de Cristóbal, mejor conocido como el Cisarro. Quizá, porque si nos detenemos no a pensar, sino a reflexionar siquiera un momento, encontraremos varios elementos en común entre ambos. Sus apodos provienen de la incapacidad de pronunciar bien una palabra, ya sea "frazada" o "cigarro". Los dos ha salido de hogares "de esfuerzo" por citar aquel eufemismo utilizado cuando no se quiere mencionar la pobreza. Y su rasgo distintivo tiene un origen similar: el mediocre, por no decir inexistente, sistema educacional público chileno. Lo cual arrastra a los adultos a coincidir a su vez en tratarlos con una mirada bufonesca, que tiende a destacar dichos defectos de lenguaje. Una conducta amparada por el principio de autoridad que un sujeto mayor ejerce, o debe ejercer, sobre un niño, aspecto que en Chile es tratado de la manera más tradicional y represiva, en perjuicio, obviamente, del supuesto subyugado. Aunque, hilando más fino, el mencionado proceder es en realidad orquestado por una determinada clase de adultos: la que ostenta el poder político y económico en el país, y que por ende es dueña de la totalidad de los medios de comunicación más influyentes. Ellos matriculan a sus hijos en costosos colegios de pago, lo cual libera a sus vástagos de estos auténticos estigmas de la pronunciación (y si pese a todo de pronto alguno amenaza con ser una salvedad a la regla, lo envían a un sicólogo, que sólo es un modo sutil de darle una cachetada). Pero además, son los mismos que, ante la exhibición del dolor de un damnificado, corren con cajas de ayuda y escuelas modulares a fin de recibir aplausos espontáneos y de esa forma limpiar su conciencia. Y esto último, equivale a desviar la atención sobre la evasión tributaria que efectúan a diario, o de su férrea oposición al cobro de impuestos decentes, que puede permitir que aquellas familias afectadas por los desastres naturales no permanezcan en la total incertidumbre.

Las diferencias entre Zafrada y Cisarro, si es que las hay, no pasan de ser formales y superficiales. Pero, si se les presta atención, se cae en la cuenta de que calzan a la perfección con la actitud frívola con que la televisión y la prensa escrita pretende presentarnos el mundo que nos rodea. Lo cual les permite a tales instituciones ahondar en la situación particular de cada uno y enseguida abordarlos como dos fenómenos totalmente inconexos entre sí. Sin embargo, los supuestas divergencias no pasan de ser detalles. Un chico fue criado en la placidez del ambiente rural; el otro, en el duro cemento urbano. Uno emitía mal una palabra que definía a un elemento para cobijarse; el otro, a un objeto representante de un abyecto y réprobo vicio. Uno solicitaba una nueva escuela porque dentro de su ingenuidad aún creía en un aparato educacional injustificable e insalvable; el otro, ya se había dado cuenta que dicho aparato no lo iba a llevar a ningún lado, y que resultaba más conveniente delinquir. No obstante, al final de la jornada, ambos se vieron rodeados por adultos inquisidores que les hicieron saber, con un grueso dedo acusador, que la niñez es maravillosa mientras le pides a papá que te compre el juguete promocionado por el comercial, porque lo demás es propio de un chiquillo maleducado, insolente y preguntón. Y como hoy el castigo físico es calificado como una respuesta de trogloditas, se optó por el tono burlesco, que es cierto que un caso tuvo intenciones negativas, dada su condición de ladronzuelo; mientras que en el otro, al menos en primera instancia, quiso mostrar una actitud positiva. Pero cuyo resultado fue igual de nefasto para el afectado.

Para el infortunio de estos mozalbetes, los adultos que no dirigen el modelo político, social y económico, se pliegan al discurso de los mandamases y se comportan como comparsas. Doble calvario para estos niños, porque dichos adultos son los encargados de su cuidado. Pero en realidad, se rompen la espalda en favor de los poderosos y a sus hijos les otorgan migajas que a duras penas han extraído de sus obligadas acciones de sobrevivencia. En definitiva, al mantener una descendencia, también alimentan a sus jefes, que con esto ven concretada su insistencia en los "valores de la familia". Y a los chiquillos que intentan escapar a la norma, de inmediato los intentan encauzar recurriendo a los sicólogos, encargados del trabajo sucio, como antes fueron los curas y los agentes torturadores. Y los métodos de contención no distan mucho, al menos en sus motivaciones primigenias. Al Cisarro lo mantienen encerrado en una estrecha habitación de un hospital, dopado con drogas legales, o, como prefieren llamarle los lamebotas de Freud, fármacos. Mientras que al Zafrada -que ostenta un enviadiable manejo de la retórica- ya pronto le indicarán, test de Rorchard en mano, que debe afrontar las consecuencias de sus actos y aprender de sus errores para no reiterarlos en el futuro: en otros términos, que sea un infante tímido y obediente que sólo abra la boca para decir "sí, mamá", y acabar tan pobre y marginado como el resto de los chilenos medios.

jueves, 1 de abril de 2010

El Joven Combatiente Contra Las Autoridades Delincuentes

Siempre me he preguntado por qué el cobarde asesinato de los chicos Vergara Toledo, ejecutado por funcionarios de Carabineros en plena dictadura, ha dado pie a una efeméride informal sólo comparable al once de septiembre. Me refiero a que, se podrían organizar estas protestas de igual modo y con similar efecto, para por ejemplo, conmemorar el Caso Degollados, acaecido en fechas similares y acometido por miembros de la misma institución policial que ultimó a los mencionados hermanos. Tal vez, a diferencia del golpe de Estado, una inmensa tragedia colectiva que resulta imposible resumirla en unos cuantos individuos particulares -aunque uno de ellos no sea otro que Salvador Allende- aquí se puede especialmente simbolizar en un par de muchachos -que sin haber participado en el gobierno de la Unidad Popular, empero se comprometieron en la lucha contra Pinochet- a todas las víctimas del régimen militar, colocando énfasis en las más jóvenes, cuestión que siempre le entrega una cuota de mayor dramatismo al réquiem.

Lo curioso es que, si se cumple con ese refrán que asegura que el tiempo lo cura todo, el Día del Joven Combatiente hace rato que debió haberse extinguido, al menos en la versión que le conocemos. Si ya vamos a completar cuatro décadas desde que se produjo el golpe militar, entonces, lo lógico es que los desmanes del once de septiembre estén reducidos a su mínima expresión, lo que por extensión, afecta a algunas remembranza anexas, como la efeméride que ahora tratamos, pues al debilitarse la causa inicial, sus derivados resienten el impacto de manera más definitiva. Pero en ambas instancias, bastante más en una que otra, se producen actos de violencia, no sólo de parte de quienes organizan disturbios, sino de las fuerzas policiales, que prácticamente siempre proceden al filo de la legalidad. También, en las dos fechas, somos testigos de honestos y edificantes espectáculos artísticos y culturales, algunos de los cuales se ven alterados por el propio aparataje de seguridad pública, que de nuevo, se toma atribuciones reñidas con los derechos humanos. Interesante resulta que, los protagonistas de la desmedida y abusiva represión sean integrantes de Carabineros de Chile, el mismo cuerpo responsable de las muertes de los Vergara Toledo, así como de otros crímenes de similar talante, como el mencionado Caso Degollados. Y culpo al conjunto y no a los autores materiales e intelectuales, porque se trató de hechos premeditados llevados a cabo dentro de una política de disuasión y amedrentamiento, confeccionada voluntariamente por la institución tras recibir órdenes de instancias superiores. Luego, los enfrentamientos que se desencadenan en tales fechas, se transforman en auténticas batallas sostenidas por dos enemigos que aún no han firmado el tratado de paz. Sin embargo, el Estado, que debiera tener una postura de arbitraje a fin de posibilitar dicho acuerdo, opta por favorecer de manera absoluta a una de las partes, elevándola a un sitial superior, el cual está justificado en términos legales, pero que es completamente discutible desde el punto de vista ético, y que incluso, atenta contra el derecho internacional en situaciones de guerra.

Carabineros no ha variado siquiera una coma respecto de su comportamiento durante la dictadura. En realidad, ha mantenido su estrategia agresiva e irracional desde sus orígenes. No olvidemos que fue formado por otro gobierno autoritario y militarista, el de Carlos Ibáñez del Campo, antes que nada, para asegurar la permanencia del dictador. Prueba de estos argumentos, son las masacres de Ránquil y Pampa Irigoin, bastante anteriores a Pinochet(al respecto, cabe señalar que, tras la fundación de la llamada policía uniformada, el ejército dejó de ejecutar las matanzas masivas, las que se conviertieron en potestad de los guardianes del "orden y patria"). Luego, se puede comprobar que, a nivel central, han sido los más irrestrictos defensores del tirano de voz nasal. Cuando el susodicho fue arrestado en Londres, fueron los primeros en emitir una declaración pública rechazando ese encartamiento. Antes ya habían dado muestras de sus actuaciones desubicadas y escandalosas: en 1994 Rodolofo Stange se negó a renunciar a la comandancia tras denuncias que lo implicaban en el Caso Degollados, amparándose en la cláusula que le impedía al presidente removerlo, y aprovechando de paso el fuero que lo liberaba de la justicia. Su sucesor, Fernando Cordero, ya torturador en su época de mando medio, repuso los apremios ilegítimos con metódica y prolija dedicación, aparte de emplear la detención por sospecha para montar una auténtica maquinaria de secuestros, que sus esbirros, aunque de manera moderada, continúan utilizando hasta hoy. En la actualidad, es mucho más difícil condenar a un carabinero involucrado en asuntos de derechos humanos durante la dictadura, que a un militar, pues se amparan en leyes que los protegen y no prestan colaboración. Incluso, su estructura ha servido para ocultar a criminales de otras ramas de la fuerzas armadas: por ejemplo un agente de la DINA acusado de complicidad en el envenamiento de Eduardo Frei Montalva, quien ejercía la medicina en el hospital institucional. No por nada, Salvador Allende se dirigió con los epítetos que le conocemos en contra de César Mendoza, en su discurso del once de septiembre de 1973.

Muchos de los jóvenes que arrojan piedras por estos fechas, lumpenproletarios o no, reconocen, aunque sea de manera inconsciente, todas estas atrocidades cuando ven a un piquete de policías detrás de una barricada. A lo cual, queda todavía agregar que Carabineros es la única institución armada que no ha reconocido públicamente su participación como cuerpo durante la dictadura de Pinochet. Entonces, se desprende que su respuesta a los manifestantes contiene la misma lógica que los impulsaba a actuar en los años 1980. Se trata de enemigos de la nación que se requiere eliminar porque estamos en una situación de conflicto interno. Un combate de dos bandos en medio de una confrontación bélica. El problema es que sólo uno de ellos tiene la autorización para salvaguardar sus intereses. Algo que debieran tener en cuenta las autoridades cuando ofenden gratuitamente la memoria de los Vergara Toledo, y de paso de todos quienes tienen un pensamiento democrático, al referirse a esta efeméride como el día "del joven delincuente".