viernes, 23 de abril de 2010

Dawkins: Ateo y Oportunista

No se puede negar que Richard Dawkins es un tipo con carisma mediático. Cual entusiasta y convencido predicador religioso, ha llevado a cabo campañas publicitarias en distintos países del primer mundo, llamando al unirse al ateísmo y al "goce de la vida". En sus múltiples artículos periodísticos, censura toda clase de credos, acusándolos de ser un obstáculo contra el progreso de la ciencia, a la que señala como la única fuente de conocimiento verídica y por ende, como ruta obligada para todo ser humano. Los argumentos de que se vale son muy simples y están enfocados casi exclusivamente a dividir a la sociedad en buenos y malos. Sólo que este último grupo lo componen quienes siempre se han considerado la opción más correcta posible, y en base a ello, se han sentido impulsados a atribuirse la facultad de dirigir la conducta y el pensamiento de los demás. Una actitud que le da a Dawkins un aura de rebelde y de sujeto políticamente incorrecto; pero que si nos detenemos sólo por unos minutos a analizar, descubrimos que es similar a la de las organizaciones que tanto ataca.

Lo cierto, es que al igual que Mahoma, Buda, Joseph Smith, Marcial Maciel, Jim Jones o cualquiera que se sienta portador de un mensaje destinado a ser comunicado a todo el mundo, porque sólo así la humanidad será mejor: no se resta de las acciones simbólicas y en estos día ha realizado una que de nuevo atrajo la atención de los medios. Pidió que el papa sea detenido y procesado en calidad de cómplice y encubridor por los escándalos de pedofilia que tienen apremiada a la iglesia católica. Idea que no relegó a un mero escrito semanal, ya que presentó una demanda al respecto en un tribunal alemán. Por supuesto que quien les habla, coincide plenamente con sus lectores y con el mismo Dawkins, en la opinión de que, de una vez por todas, el romanismo no responda, sino que pague de modo definitivo por sus crímenes históricos, sometiéndolo a una presión que lo haga desaparecer o, en el peor de los casos, que lo reduzca a su mínima expresión, para de paso, asegurarse de que los curas no se vuelvan a entrometer en la vida privada de las personas, revisando la cama, señalando con el dedo o satanizando el empleo de anticonceptivos, mientras se sientan en la mesa de los poderosos, quienes sí cuentan con un amplio prontuario, pero sobre los cuales no dejan caer su espada de Damocles porque los financian y alimentan. Sin embargo, a poco andar uno encuentra un cierto aroma a oportunismo en la querella presentada por el líder ateo, quien claramente se sube al carro de la contingencia con el fin de obtener un beneficio. Además, que otra vez queda en evidencia su debilidad por los micrófonos y las cámaras de televisión, característica que por cierto, comparte con los ministros religiosos más extremistas y fanáticos.

Y es que, si le quitamos la cáscara -donde se resume prácticamente toda su imagen-, la conducta de Richard Dawkins sólo puede ser definida como un mesianismo de escaso peso, basado casi exclusivamente en una visión maniquea de las cosas. Sus espectadores creen hallar toque de originalidad porque condena de manera virulenta a las religiones tradicionales occidentales -y de paso a todas las corrientes de pensamiento afines-, valiéndose únicamente de las atrocidades cometidas por éstas. Pero cabe recordar que los principales líderes espirituales, desde los más universalistas hasta los más sectarios, comenzaron sus ministerios descuerando las creencias que por entonces dominaban en su entorno. Así acaeció con el mismo Jesús, y con Mahoma, Buda o Confucio. Incluso, en los tiempos modernos hemos sido testigos de movimientos políticos y sociales que se han enfrascado en una lucha por desmitificar y desterrar el fenómeno religioso, como el comunismo y el nazismo, y sus resultados no han sido satisfactorios. Para colmo, Dawkins se la juega por una nueva forma de totalitarismo, pues sólo admite a la ciencia como única verdad posible y llama al mundo a abandonar todo lo demás, ignorando que el empirismo le debe mucho a la filosofía, a la teología y a las artes, entre otras ramas del conocimiento. Jim Jones y Escrivá de Balaguer declararon algo parecido en su momento: soy el auténtico camino y todo lo demás está podrido. Uno condujo a sus fieles al suicidio colectivo; el otro, contribuyó a reposicionar al conservadurismo retrógrado en el diario vivir.

Retomando el tema inicial de este opúsculo, podemos acotar que lo que Richard Dawkins pretende es hacer crecer su figura en los medios de comunicación, para así ganar más adeptos a la espera de una suerte de asalto final, donde podrá dialogar con los dirigentes mundiales para transformar sus diatribas en leyes. Todos quienes creen contar con la fórmula mágica que salvará a la humanidad, se valen de estas triquiñuelas y aprovechan el instante propicio para atraer la atención hacia ellos. Desde luego que los abusos contra niños, y su consiguiente ocultamiento por parte de la curia romana, son sucesos aberrantes que deben ser tratado con el mayor rigor imaginable. Pero examinemos los estímulos y sólo después decidámonos por uno u otro. Fuera de que pedófilos y violadores hay en todas partes, incluso en el ámbito de la ciencia.

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