domingo, 13 de abril de 2014

Parlamentarios a Dieta

Revuelo ha causado la propuesta de los diputados Giorgio Jackson y Gabriel Boric, los dos chicos "independientes" y acomodados del movimiento estudiantil del año 2011, de reducir el sueldo de los congresistas en un esfuerzo por aportar a la discusión acerca del financiamiento de la serie de iniciativas legales que ha presentado el gobierno, una de las cuales es justamente la tan anhelada reforma educacional. Con estas declaraciones, se echaron encima a varios colegas, entre ellos una antigua compañera de ruta, Camila Vallejo, quien de modo muy acertado rebatió afirmando que esta clase de medidas no constituyen solución alguna para los problemas que enfrenta el país. En contraste, han hallado un eco favorable en personeros ubicados a la derecha del espectro partidario, los mismos que ven amenazas al crecimiento económico en caso de ser aprobadas las modificaciones tributarias que están en carpeta, las cuales aumentarías los impuestos de las grandes y medianas empresas.

Debemos admitir que una ocurrencia como la presentada por estos diputados tiene la facultad de llamar la atención en una coyuntura local y universal como la actual, donde la política partidista ha perdido apoyo entre los votantes debido a que éstos sienten que existe una actitud de alejamiento y de acomodo generalizada en sus representantes públicos, quienes, en lugar de impulsar grandes cambios y ambiciosos proyectos ideológicos como los de antaño, prefieren lograr consensos con los mayores propietarios del capital monetario, en una alianza que muchos, producto de lo que esperan de cada uno de los integrantes de estos grupos y lo que les han enseñado acerca del supuesto rol social de cada uno de ellos, ven como un acto de corrupción, al menos en el contexto más amplio del término. Surge entonces la percepción de que gobernantes y parlamentarios son sujetos inservibles, que están ahí sólo con el afán de ganar dinero gratis, acumulado gracias al sacrificio de los contribuyentes. Una acusación que apenas roza a sus rivales en el papel, que serían los individuos acaudalados, porque a estos últimos no se les endosa la misma obligación moral.

Por otro lado, determinados colectivos reaccionarios e interesados han sacado provecho electoral de esta situación, anunciándose como apartados de la "añeja práctica política". Su caballo de batalla más común es aseverar que las discusiones distraen de lo esencial, que es solucionar los "reales problemas de las personas". Una tendencia que apenas esconde sus auténticas intenciones, cuales son desincentivar el debate público, instancia en la cual se pueden enfrentar formas de pensamiento capaces, mediante sólidos argumentos, de cuestionar el orden establecido, algo que a la larga se transforma en un prejuicio para quienes están cómodos en el actual estado de cosas. Cabe señalar al respecto, que el establecimiento de una dieta parlamentaria, en casi todas las partes del mundo, siempre fue aprobado tras una agotadora contienda, ya que existían aquellos que se oponían afirmando que era exagerado pagar por opinar acerca de la situación del país, pero que en realidad tenían temor de que llegasen a los congresos líderes que no pertenecían al mismo estamento, desconocidos que iban a defender a quienes representaban y que por ende y de modo irremediable iban a entrar en conflicto con quienes habían dirigido las riendas prácticamente desde siempre a su antojo.

A esto se debe el que hayan sido los más derechistas quienes más aplaudieran la propuesta del dúo Jackson-Boric. El desprestigio, muchas veces producto del prejuicio, social hacia los políticos permite que una medida de esta clase despierte simpatías en el común de la gente. Luego, los grumos más reaccionarios ven en esta artificial controversia un modo de desviar la atención acerca del aumento de impuestos, que los afectará a ellos y a varios de quienes financian sus campañas. A esto se suma la posibilidad de tachar de inconsecuentes a sus adversarios, pues les exigen esfuerzos a otros en favor de los más desposeídos, no obstante ellos no predican con el ejemplo. En definitiva, una ocurrencia de carácter populista que como bien señaló la Vallejo tiene un alcance nulo. Lanzada por dos debutantes demasiado ingenuos, los que sin embargo cuentan con mucho tiempo para aprender lo que es un debate público.

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