martes, 11 de octubre de 2011

Hogar Sin Cristo

En los distintos medios masivos de comunicación, algunos sacerdotes y dirigentes civiles del Hogar de Cristo, se han paseado expresando su desesperación por la crisis financiera por la cual atraviesa esa institución de caridad dependiente de la iglesia católica. Se atribuye esta situación a la caída en el número de donaciones, ya que sus responsables las estarían desviando a la reconstrucción en las zonas afectadas por el terremoto y maremoto de 2010,alentados por dos incentivos ofrecidos por el gobierno: las exenciones tributarias y la reducción de la burocracia. Lo interesante es que al parecer los reclamos están rindiendo fruto, pues el mismo ejecutivo hace poco anunció que le entregará ayudas pecuniarias no sólo a esta organización, sino a todas las fundaciones de inspiración romanista que se dedican al albergue de niños y ancianos en estado de indigencia, como una medida para erradicar a los mendigos de las calles.

Sería bastante pertinente averiguar por qué las personas más acaudaladas, devotas además de la religión papista, deciden, ante la primera oportunidad, depositar su altruismo en una causa que les resulta más barata, pese a que ninguna de las dos les significará una merma cuantiosa en sus arcas personales. Fuera de que un desastre natural es un evento puntual, y no genera obligaciones permanentes al contrario de lo que ocurre con los pobres y los pordioseros. Pero basta comentar durante unos minutos la premisa bajo la cual funciona esta institución que lleva el ingenioso, asertivo y mnemotécnico nombre de Hogar de Cristo, para obtener una explicación satisfactoria de aquello. Se trata de una suerte de empresa sin fines de lucro, que recoge a personas que por diversas circunstancias viven a la intemperie. A ellas se les proporciona comida, y si es época invernal, alojamiento. Para que esta cadena de favores se mantenga andando, sus encargados recorren los canales de televisión solicitando auxilio económico, el que debe partir de un determinado piso. Como se trata de una benéfica, además de origen eclesiástico, en dichos medios de comunicación pueden ocupar espacios en forma gratuita, disponiendo incluso de rostros reconocidos por la opinión pública. Entonces, aprovechando las ventajas que otorga la imagen, los más adinerados se conmueven y acuden al llamado, pues al final se van a desprender de un monto pecuniario ínfimo, que jamás sentirán ni extrañarán. Así, consiguen aparecer en las pantallas como los mayores dispensadores de solidaridad, y de paso, le dan a entender a la administración estatal de turno que se preocupan por los más desposeídos, sin que ésta recurra al aumento de impuestos, que producto de una relación de costo y beneficio siempre les resultará más doloroso (por dos causas: siempre implica un gasto mayor y aparte quita la alternativa de figurar en los medios).

El problema es que esto le explota en la cara a los curas y obispos. Primero, porque quienes aparecían como los filántropos más incuestionables -no tanto por sus aportes, sino por el hecho de que son católicos a ultranza, cuadrados con el discurso de no a los anticonceptivos, el divorcio, la regulación de las parejas homosexuales, la libertad creativa o incluso el aumento de los tributos, esto último visto como la amenaza de un Estado interventor que busca inmiscuirse en la vida privada-, ahora quedan como abyectos interesados que se giran para donde más les conviene. Luego, porque la actual coyuntura, de continuar así, podría acabar echando por tierra el misticismo que rodea al mentado Hogar de Cristo, y el resto de las organizaciones romanistas dedicadas a la caridad. No olvidemos que ésta es "una obra del padre Alberto Hurtado", canonizado hace una década y media atrás, quien es presentado como un sacerdote que se preocupó por los más desvalidos con hechos concretos y no discusiones odiosas como las que pueden salir de los movimientos de reivindicación social. Todo esto, dentro de una estructura eclesiástica que siempre ha sido considerada de "pastores de ovejas gordas", reticentes a los cambios urgentes en cualquier país para el progreso tanto en el bienestar de los ciudadanos como en la superación del oscurantismo y la moralina. Ante tales convenciones, estas fundaciones que sólo se dedican a la entrega de limosnas, pero que cuentan con el respaldo de un complejo con gran capacidad mediática, dan una percepción positiva y sirven para ocultar las anomalías de fondo. Y algo de éxito han tenido, pues la expresión Padre Hurtado hoy es el nombre de comunas, barrios, emisoras de radio y flotas de taxis. En tal sentido, estos comedores abiertos pueden fungir de que tienen dos defensores en el cielo: el propio Salvador y este fraile que usurpó una identidad ajena con la intención de fingir modestia, pero que de seguro estaba consciente que de todas maneras pasaría a la posteridad.

Asfixiados por los casos de pedofilia, los curas están buscando resaltar algunos hitos que permitan revertir la percepción de la gente. Eso ha dado pie a que el canal estatal de televisión transmita una serie que intenta recordar el supuesto papel que jugó la sobre valorada Vicaría de la Solidaridad en el combate contra la dictadura, pese a que uno de sus integrantes más conspicuos hoy está acusado justamente de abusos sexuales. Del mismo modo se quiere salvar al Hogar de Cristo. Con el agravante de que, si finalmente esta institución sucumbe, acabará con un mito muy importante para la credibilidad del romanismo chileno. Y no se verá derribado por la ayuda de agentes externos, sino por los mismos que han contribuido a su construcción, pues dejarán morir a una obra a la cual en el pasado le donaron dinero de manera constante, en favor de otra que es evidentemente más barata. Lo cual significaría que todo el aparato se iría a pique, pues se constataría que ni Dios ni su Hijo estarían del lado de ellos.

                                                                                                           

                                                                                                                                                                                 

No hay comentarios: