miércoles, 7 de septiembre de 2011

La Caída del CASA 212

Me pregunto qué sucederá con el gobierno de Sebastián Piñera, en lo concerniente a su apoyo popular, después de que se conozcan las causas del siniestro del avión CASA 212, que se estrelló en el mar tras un fallido intento de aterrizaje en el archipiélago Juan Fernández, hecho que costó la vida de las veintiún personas que iban a bordo, entre las que se cuentan el locutor Felipe Camiroaga y el empresario y filántropo Felipe Cubillos, director de la fundación Levantemos Chile, prácticamente la única entidad que se ha abocado a la tarea de reconstruir lo dañado producto del terremoto de febrero de 2010 -y cuyo maremoto subsecuente, dejó muy a maltraer a esta zona insular-, ante el abandono de dicha labor por parte del Estado.

Me hago la interrogación, porque prácticamente desde el primer momento en que se informó, este acontecimiento sirvió para desviar la atención acerca de un sinnúmero de dificultades que tienen al ejecutivo anotando escuálidos veintiséis puntos en las encuestas, con un presidente que le da especial valor a la aprobación mediática. La huelga estudiantil, que ya completa cuatro meses, parece ir por un callejón sin salida, pese a las conversaciones que se han venido desarrollado durante los últimos días. En paralelo, Carabineros de Chile debe afrontar nuevas denuncias, no sólo de abuso de poder, sino además de corrupción, que impulsaron a su general director a renunciar al cargo el viernes pasado -horas antes de que se desencadenara el fatídico accidente aéreo-. Como si todo esto fuera poco, la Contraloría viene efectuando severas aprehensiones sobre el comportamiento de los ministros de Piñera respecto a sus vínculos con compañías privadas y al manejo que están haciendo de los fondos públicos. En fin, una situación explosiva a semanas de una nueva conmemoración del derrocamiento de Allende, efeméride que siempre se torna una incitación a los desórdenes callejeros del peor calibre. Ante este panorama negativo, sin duda que lo de Juan Fernández, pese a toda su carga trágica, empero podía ser visto como otro golpe de suerte en favor del primer mandatario, como ya había acaecido con el mismo terremoto, el rescate de los mineros o el tsunami producto del sismo en Japón. Más aún, si entre los fallecidos se encontraba un reconocido rostro de la televisión, vinculado a una obra solidaria -que los motivó a viajar al archipiélago, por cierto-. Estaba asegurada la atención de los medios por un buen rato, en lugar de fastidiar cubriendo las protestas en favor de la calidad de la educación, o dando a conocer los diversos casos de brutalidad policial.

El problema para Piñera y los suyos, es que ya han aparecido datos que hablan de negligencia al momento de planificar y llevar a cabo el vuelo. Algunas de las cuales tocan directamente a la Fuerza Aérea de Chile, entidad propietaria del avión y bajo cuyo manto se encontraban los pilotos que comandaban la nave. Y que como todo organismo militar, por un asunto de mando depende de manera obligatoria del ejecutivo. Hay dudas acerca del estado de mantenimiento del aparato así como de la experiencia de quienes lo conducían. Algunos han señalado que llevaba sobrepeso, o de que el tanque contaba con suficiente combustible. Por último, algunos han puesto énfasis en la reacción que distintos actores tuvieron ante las situaciones climáticas, que eran adversas: en un momento los tripulantes barajaron la idea de regresar pero desde el control se les habría instado continuar a destino. Este dato es de vital importancia, pues el viaje tenía como finalidad preparar el terreno para la inauguración de diversas construcciones, tanto públicas o privadas, que habían sido reconstruidas en Juan Fernández. Al parecer el gobierno pretendía montar una fiesta apoteósica en vísperas de celebrarse el dieciocho, y de esta forma obtener un leve aumento en los sondeos. Conociendo la conducta del presidente, la verdad es que no debería resultar extraño.

Es por ello que algunas autoridades parecen colocarse el parche ante la herida e insisten en la prioridad es rescatar los cadáveres y después preocuparse por la investigación. Una declaración propia de quien precisamente está interesado en que no se ausculte. Pues el uso mediático del dolor -el de los deudos y el de un país entero ante la muerte de personajes queridos-, puede ser extendido de manera suficiente mientras dure la atención en la noticia. Y cuando ésta empieza a olvidarse, cosas que por distintos motivos fueron postergadas, finalmente también dejan de ser recordadas, y no se llevan a cabo si resultan fastidiosas para determinadas gentes. Si eso no ocurriera así, uno podría esperar consecuencias catastróficas para la administración de Piñera. Si bien por otra parte muchos han especulado que su actual popularidad está sostenida por el núcleo duro de sus partidarios, lo cual significa que ya tocó fondo. En todo caso, cualquiera de las dos opciones sería la debacle absoluta y definitiva.

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