Existe un dato muy curioso respecto a los dos partidos políticos turnantes de los Estados Unidos. Tiene que ver con las características de sus candidatos presidenciales en contraste con el sector social al cual al menos teóricamente representan. Por ejemplo, si analizamos el origen de los mandatarios demócratas, nos encontramos conque todos ejercieron las profesiones u oficios culturalmente más tradicionales en su país. Por ejemplo, Woodrow Wilson fue predicador presbiteriano y luego abogado, misma profesión de Bill Clinton y el actual candidato de la tienda, Barack Obama; Franklin Roosvelt fue militar; John Kennedy, magnate empresarial, y Jimmy Carter, pastor evangélico. Las Fuerzas Armadas, el gran sueño americano, la religión en clave protestante, la profesión universitaria más prestigiosa... se dan cita en quienes dicen representar a aquellos que son pobres, se declaran pacifistas o defienden el liberalismo moral. Por el contrario, los republicanos, conservadores y temerosos de su dios, se han dado el gusto de proponer al hijo de un funcionario público ( Richard Nixon) y a un actor de la "Meca del pecado" como suelen mencionar a Hollywood ( Ronald Reagan).
Podríamos recurrir al manido discurso de " esto forma parte del populismo de derechas"; pero cabe recordar que el bipartidismo norteamericano no se ciñe, al menos fielmente, a estos parámetros originados en la Revolución Francesa, posterior a la independencia estadounidense y por cierto deudora de ésta. En todo caso, se puede elucubrar otra teoría. Asegurar, por ejemplo, que en toda sociedad, en mayor o menor medida, mandan los grupos conservadores, porque son los que se vieron implicados en su fundación. Entonces, para romper ese círculo, la opción más adecuada es utilizar las armas que ellos mismos proporcionan para acceder el poder, y así dar una muestra de capacidad e idoneidad, de acuerdo a los parámetros establecidos. Y si determinada profesión es aceptada mejor que otra en los cenáculos más elitistas, bueno, no faltará en nuestro sector alguien que se maneje en esos términos. Los demócratas norteamericanos, se supone, no participaron en la creación de la nación y por ende deben demostrar que están preparados para el gobierno. Y como los que entienden el sistema, por razones obvias, son los que practican los oficios más mimados ( que por algo tienen ese estatus), luego no hay donde perderse: quienes vengan de esos oficios son las cartas más seguras.
Distinto es el camino de los republicanos, que en este esquema, han demostrado ya lo suficiente, y pueden darse algún recreo. Aquí se produce una curiosidad, y guarda relación con esa tesis del descanso y el ocio que caracterizaría a las clases más acomodadas, según la cual, pueden hacer cosas que el común de los mortales ni siquiera conoce. Además, si ya hemos exhibido gente seria, continuar en la línea sería repetitivo, y aburrido para los electores. Coloquemos a dos abogados, uno republicano y el otro demócrata, en las elecciones presidenciales norteamericanas, y a poco andar, nos daremos cuenta que este último gana por el factor novedad, porque representa a un sector distinto. Entonces, la organización que tiene un respaldo histórico más fuerte, decidirá sacar a su abogado y poner en su lugar a alguien que ejerce una profesión poco acostumbrada en las lides políticas, pues si ya fue pionero en un campo, bien lo puede ser en otro.
Además, hay un problema de mentalidad que siempre es necesario considerar. Al que no proviene del género o del sector social privilegiado, se le suele exigir más, justamente porque proviene de un sector tradicionalmente considerado incapaz y de donde, se supone, no sale un sujeto apto para dirigir un país. Quizá por eso, aparte de sus características personales, todos los demócratas que mencioné, con excepción de Clinton, provienen de familias aristócratas en Estados Unidos, incluso con parientes y padrinos republicanos en la política. El caso emblemático es Roosevelt, cuyo tío, Theodore, fue presidente representando al partido de Lincoln en el siglo XIX. Hasta en la democracia más antigua del mundo las cosas quedan en familia
viernes, 17 de octubre de 2008
viernes, 10 de octubre de 2008
La Negritud y la Decrepitud
Quienes suponen, ingenuamente, que la elección de Barack Obama terminará, o al menos suavizará la política belicista de Estados Unidos, están muy equivocados. Los gringos nunca dejarán de enorgullecerse por ser la primera potencia militar del mundo, y la mejor manera de demostrar esa característica, es justamente derrocando gobiernos remotos y débiles a base de tanques y bombardeos. Por lo demás, han forjado una nación en un terriotorio vasto, infinitamente multicultural y plagado de inmigrantes, merced al manejo de las armas y la utilidad legendaria que representan. Lo que explica, por ejemplo, la criticada, por otros países, facilidad conque allá se pueden obtener toda clase de revólveres, rifles y municiones, incluso, como bien lo documentó Michael Moore, en el almacén de la esquina.
Ya en el primer debate, el senador afroamericano expresó que el retiro de Irak en la práctica sólo significaba mover piezas de ajedrez, desde el Golfo Pérsico hasta Afganistán, donde, en todo caso, hay que reforzar las defensas si no se quiere que ese territorio vuelva a caer en manos del Talibán, lo cual, para muchos analistas internaciones, dadas las actuales condiciones, es sólo cuestión de tiempo. También señaló que es preciso aumentar la seguridad en Pakistán, a la cual consideró una democracia amenazada por los islamistas radicales, y planteó concretarlo con... tropas, y en número lo suficientemente disuasivo. Aunque tengamos una crisis económica en pleno desarrollo, aunque se haya mencionado más de una vez a América Latina: la piedra de tope de los EUA en materia de política internacional siguen siendo los musulmanes, con los cuales está dispuesto a actuar como policía ideológica, de la misma manera en que lo hacía, hasta hace no mucho, con los estados latinoamericanos. Puede cambiar el color pero la mentalidad no.
En todo caso, quien piense que los demócratas son artífices de la paz, poco o nada sabe de la historia estadounidense. Ese partido fue creado por los terratenientes del sur opuestos a la abolición de la esclavitud, y que no dudaron en iniciar la Guerra de Secesión contra Abraham Lincoln, fundador, por cierto, de los originalmente antiesclavistas republicanos. Después, cada uno de sus presidentes estuvo involucrado en un conflicto: Woodrow Wilson metió al país en la I Guerra Mundial, Franklin Roosvelt, en la segunda, después de no preveer el ataque a Pearl Harbour; Harry Truman le arrojó la bomba atómica a los japoneses y alentó la guerra civil griega; John Kennedy intentó, sin éxito, invadir Cuba; Lyndon Johnson tuvo una vergonzosa actuación en Vietnam; Jimmy Carter trató de derribar al ayatolá iraní pero sólo consiguió la crisis de los rehenes, y Bill Clinton hizo su colección personal con Haití, Somalia, Yugoslavia y el mismo Irak. Y atención: todos estos hechos estuvieron antecedidos por una hecatombe financiera, algo de lo que ni siquiera se salvan sus opositores políticos - Bush atacó Irak cuando su gobierno no encontraba solución para los coletazos de la llamada "crisis asiática"- ; y todos han traído como consecuencia la reactivación de Estados Unidos, que jamás se ha conseguido por otros métodos.
Si Barack Obama gana estas elecciones, lo hará porque enfrente tiene a un anciano enfermizo y achacoso como es John Mc Cain, que en eso es un símbolo de la decadencia actual del partido republicano y del sector al cual representa. Pero ojo: en los aspectos domésticos tampoco es muy progresista. Aunque no represente al "cinturón religioso" que siempre inclinó la balanza en favor de Bush, pertenece a las iglesias evangélicas negras, tan radicales como sus pares derechistas, y cuya casi exclusiva diferencia es el color cutáneo de sus fieles. Sí: el senador por Illinois no está contaminado por el fundamentalismo vulgar de los WASP. Pero recordemos que Clinton, venido de una familia de clase media baja de Arkansas, era visto como la superación de las trancas morales que tanto caracterizan a los norteamericanos, y no fue tan así. Porque si bien mostró un relajo respecto a las costumbres sexuales de los adolescentes -con entregas gratuitas de condones incluidas- , fue especialmente severo con el consumo de drogas y el control parental, llegando a pedirle a una revista de variedades que censurara las fotos donde unas modelos y famosas actrices se mostraban como víctimas de una sobredosis. A lo que pase en un mes más en Estados Unidos, hay que observarlo con moderación, y esperar qué hará el demócrata Obama para superar el crac financiero, de salir electo: si cometerá un desacierto, como le sucedió a Carter, o si invadirá un país débil con algún rebuscado pretexto, como lo hizo Clinton
Ya en el primer debate, el senador afroamericano expresó que el retiro de Irak en la práctica sólo significaba mover piezas de ajedrez, desde el Golfo Pérsico hasta Afganistán, donde, en todo caso, hay que reforzar las defensas si no se quiere que ese territorio vuelva a caer en manos del Talibán, lo cual, para muchos analistas internaciones, dadas las actuales condiciones, es sólo cuestión de tiempo. También señaló que es preciso aumentar la seguridad en Pakistán, a la cual consideró una democracia amenazada por los islamistas radicales, y planteó concretarlo con... tropas, y en número lo suficientemente disuasivo. Aunque tengamos una crisis económica en pleno desarrollo, aunque se haya mencionado más de una vez a América Latina: la piedra de tope de los EUA en materia de política internacional siguen siendo los musulmanes, con los cuales está dispuesto a actuar como policía ideológica, de la misma manera en que lo hacía, hasta hace no mucho, con los estados latinoamericanos. Puede cambiar el color pero la mentalidad no.
En todo caso, quien piense que los demócratas son artífices de la paz, poco o nada sabe de la historia estadounidense. Ese partido fue creado por los terratenientes del sur opuestos a la abolición de la esclavitud, y que no dudaron en iniciar la Guerra de Secesión contra Abraham Lincoln, fundador, por cierto, de los originalmente antiesclavistas republicanos. Después, cada uno de sus presidentes estuvo involucrado en un conflicto: Woodrow Wilson metió al país en la I Guerra Mundial, Franklin Roosvelt, en la segunda, después de no preveer el ataque a Pearl Harbour; Harry Truman le arrojó la bomba atómica a los japoneses y alentó la guerra civil griega; John Kennedy intentó, sin éxito, invadir Cuba; Lyndon Johnson tuvo una vergonzosa actuación en Vietnam; Jimmy Carter trató de derribar al ayatolá iraní pero sólo consiguió la crisis de los rehenes, y Bill Clinton hizo su colección personal con Haití, Somalia, Yugoslavia y el mismo Irak. Y atención: todos estos hechos estuvieron antecedidos por una hecatombe financiera, algo de lo que ni siquiera se salvan sus opositores políticos - Bush atacó Irak cuando su gobierno no encontraba solución para los coletazos de la llamada "crisis asiática"- ; y todos han traído como consecuencia la reactivación de Estados Unidos, que jamás se ha conseguido por otros métodos.
Si Barack Obama gana estas elecciones, lo hará porque enfrente tiene a un anciano enfermizo y achacoso como es John Mc Cain, que en eso es un símbolo de la decadencia actual del partido republicano y del sector al cual representa. Pero ojo: en los aspectos domésticos tampoco es muy progresista. Aunque no represente al "cinturón religioso" que siempre inclinó la balanza en favor de Bush, pertenece a las iglesias evangélicas negras, tan radicales como sus pares derechistas, y cuya casi exclusiva diferencia es el color cutáneo de sus fieles. Sí: el senador por Illinois no está contaminado por el fundamentalismo vulgar de los WASP. Pero recordemos que Clinton, venido de una familia de clase media baja de Arkansas, era visto como la superación de las trancas morales que tanto caracterizan a los norteamericanos, y no fue tan así. Porque si bien mostró un relajo respecto a las costumbres sexuales de los adolescentes -con entregas gratuitas de condones incluidas- , fue especialmente severo con el consumo de drogas y el control parental, llegando a pedirle a una revista de variedades que censurara las fotos donde unas modelos y famosas actrices se mostraban como víctimas de una sobredosis. A lo que pase en un mes más en Estados Unidos, hay que observarlo con moderación, y esperar qué hará el demócrata Obama para superar el crac financiero, de salir electo: si cometerá un desacierto, como le sucedió a Carter, o si invadirá un país débil con algún rebuscado pretexto, como lo hizo Clinton
jueves, 2 de octubre de 2008
La Reforma en Rojo
No queda sino recibir con júbilo la declaración de feriado para el 31 de octubre, como Día de las Iglesias Evangélicas. Aunque a título personal, me hubiera gustado que el calendario se marcase cada 29 de septiembre, cuando conmemoramos el Día de la Biblia, porque en una fecha como ésa, Casiodoro de Reina terminó de traducir por primera vez las Escrituras al español. Supongo que esta opción fue propuesta y después rechazada temiendo las represalias de los curas, incapaces de aceptar que el primer texto para hispanohablantes no lo imprimieron ellos. Además, tal alternativa implicaba reconocer a de Reina como el insigne traductor que fue, desarrollando su trabajo en España, Suiza y Alemania, para gran satisfacción de quienes lo requirieron. Y de paso, colocarse en el coro de los investigadores y los expertos, que consideran a la llamada Biblia del Oso como un libro clave para entender el castellano popular del siglo XVI, anterior en más de treinta años al Quijote. No, en vez de eso, se deicidió otorgar un feriado a través del cual los sacerdotes pueden espetar el manoseado recurso de que divide a los chilenos y a los cristianos, amparándose en la violencia que ocasionó la Reforma, la que por cierto, no fue provocada ni promovida por los disidentes de entonces. Pero insisto: hay que recibir con júbilo esta marca roja en el calendario, saliendo a las calles, a celebrar y a predicar.
El problema es que faltan pocos días y no existe certeza de que el día de descanso se hará efectivo. Y eso que nuestros legisladores están casi todos de acuerdo. ¿ Qué les ocurre entonces, que no estampan su firma? No vaya a ser que, desde el círculo empresarial que los apoya, el papismo esté profiriendo amenazas bajo la mesa, adviertiéndoles a algunos de nuestros parlamentarios que de aprobarse el proyecto, se les negará el financiamiento para sus campañas electorales, que además acaecerán el próximo año. No es una conjetura descabellada, en especial porque ha sido ese círculo, beato hasta la hipocresía, quien ha pedido "reflexionar" al país, insistiendo en que un feriado más equivale a un día menos de productividad; feriado -también lo han dicho- entregado a una minoría. Lo curioso de todo esto es encontarse con cartas de lectores publicadas en ciertos diarios, donde dicen desconocer a los evangélicos, que siempre han sido devotos del trabajo, y ahora parecen contradecir sus principios. Destacan que naciones como Estados Unidos, Inglaterra o Suecia, han llegado tan alto gracias al empuje de sus iglesias protestantes, que consideran un pecado el dejar de trabajar y cuyos miembros se sienten orgullosos de laborar de sol a sol. Bueno: me agrada que un católico integrista al fin nos reconozca una virtud. Pero como la intención es lo que cuenta, al menos resulta sospechoso que lo haga justo ahora, cuando el argumento favorece sus posición, recelosa de otorgarle un beneficio a los mismos que ensalza. Es como ese político que, en el marco de la discusión de la ley de alcoholes, decía preferir a esa izquierda de antaño, que hacía campañas entre los obreros para que los adictos superaran su vicio por el trago, en circunstancias que sus herederos consideraban algunas indicaciones a dicha ley como "represivas". Pero resulta que tal político, pertenecía a un sector que trató de exterminar a esa izquierda que ahora recordaba con nostalgia, y que era anterior al golpe de Estado de 1973.
En cuanto al problema de la división, que muchos obispos han expresado con su voz de padrinos, es importante destacar que este feriado remplazará al doce de octubre, una fecha que provoca mucha más disensiones en los países americanos que las noventa y cinco tesis luteranas. De paso el problema del día laboral menos queda resuelto. Y si con esto se busca favorecer a una minoría, por último es el día antes de Todos los Santos, feriado crucial para la iglesia romana popular, por lo que se da una señal de unidad. Por último, el día coincide con los festejos de Halloween, algo que les permite a los jóvenes preparar con mejor tiempo sus disfraces y sus encuentros nocturnos, tal como lo hacen en la serie de inexplicables fiestas públicas exclusivas de la iglesia católica, varias de las cuales ni siquiera son de guardar.
No hay que dejarse amedrentar ni engañar. El león rugiente adula, y cuando su presa está adormecida producto de los halagos, le manda el zarpazo. Hasta que se apruebe el Día de las Iglesias Evangélicas, debemos desconfiar de las caras amables y los gestos de empatía, que ya en el pasado nos han significado experiencias amargas. E incluso después, debemos mirar atentamente la reacción de quienes hoy nos colocan en un pedestal sólo para defender sus intereses y principios, los cuales, como ya hemos anotado en el párrafo anterior, muchas veces nos perjudican. Esos círculos empresariales que se escandalizan con la probable pérdida de productividad, están íntimamente ligados a esos curas que desde siempre han cometido crímenes atroces, de los que siempre tienen culpa las víctimas. Ésa y no otra es la principal conclusión, contra la que debemos presentar nuestros más contundentes argumentos.
El problema es que faltan pocos días y no existe certeza de que el día de descanso se hará efectivo. Y eso que nuestros legisladores están casi todos de acuerdo. ¿ Qué les ocurre entonces, que no estampan su firma? No vaya a ser que, desde el círculo empresarial que los apoya, el papismo esté profiriendo amenazas bajo la mesa, adviertiéndoles a algunos de nuestros parlamentarios que de aprobarse el proyecto, se les negará el financiamiento para sus campañas electorales, que además acaecerán el próximo año. No es una conjetura descabellada, en especial porque ha sido ese círculo, beato hasta la hipocresía, quien ha pedido "reflexionar" al país, insistiendo en que un feriado más equivale a un día menos de productividad; feriado -también lo han dicho- entregado a una minoría. Lo curioso de todo esto es encontarse con cartas de lectores publicadas en ciertos diarios, donde dicen desconocer a los evangélicos, que siempre han sido devotos del trabajo, y ahora parecen contradecir sus principios. Destacan que naciones como Estados Unidos, Inglaterra o Suecia, han llegado tan alto gracias al empuje de sus iglesias protestantes, que consideran un pecado el dejar de trabajar y cuyos miembros se sienten orgullosos de laborar de sol a sol. Bueno: me agrada que un católico integrista al fin nos reconozca una virtud. Pero como la intención es lo que cuenta, al menos resulta sospechoso que lo haga justo ahora, cuando el argumento favorece sus posición, recelosa de otorgarle un beneficio a los mismos que ensalza. Es como ese político que, en el marco de la discusión de la ley de alcoholes, decía preferir a esa izquierda de antaño, que hacía campañas entre los obreros para que los adictos superaran su vicio por el trago, en circunstancias que sus herederos consideraban algunas indicaciones a dicha ley como "represivas". Pero resulta que tal político, pertenecía a un sector que trató de exterminar a esa izquierda que ahora recordaba con nostalgia, y que era anterior al golpe de Estado de 1973.
En cuanto al problema de la división, que muchos obispos han expresado con su voz de padrinos, es importante destacar que este feriado remplazará al doce de octubre, una fecha que provoca mucha más disensiones en los países americanos que las noventa y cinco tesis luteranas. De paso el problema del día laboral menos queda resuelto. Y si con esto se busca favorecer a una minoría, por último es el día antes de Todos los Santos, feriado crucial para la iglesia romana popular, por lo que se da una señal de unidad. Por último, el día coincide con los festejos de Halloween, algo que les permite a los jóvenes preparar con mejor tiempo sus disfraces y sus encuentros nocturnos, tal como lo hacen en la serie de inexplicables fiestas públicas exclusivas de la iglesia católica, varias de las cuales ni siquiera son de guardar.
No hay que dejarse amedrentar ni engañar. El león rugiente adula, y cuando su presa está adormecida producto de los halagos, le manda el zarpazo. Hasta que se apruebe el Día de las Iglesias Evangélicas, debemos desconfiar de las caras amables y los gestos de empatía, que ya en el pasado nos han significado experiencias amargas. E incluso después, debemos mirar atentamente la reacción de quienes hoy nos colocan en un pedestal sólo para defender sus intereses y principios, los cuales, como ya hemos anotado en el párrafo anterior, muchas veces nos perjudican. Esos círculos empresariales que se escandalizan con la probable pérdida de productividad, están íntimamente ligados a esos curas que desde siempre han cometido crímenes atroces, de los que siempre tienen culpa las víctimas. Ésa y no otra es la principal conclusión, contra la que debemos presentar nuestros más contundentes argumentos.
miércoles, 24 de septiembre de 2008
Bolivia o la Ilusión de Dar el Golpe
En los últimos días, hemos visto cómo nuestra rastrera prensa informa sobre lo que está sucediendo en Bolivia, con un tono de quien parece tener el privilegio de presenciar una inminente catástrofe. Se dice que el país está al borde del abismo y que un golpe militar es inevitable, al menos, en las circunstancias actuales. La verdad es que nada de eso es cierto. Lo único que mueve a nuestros reporteros a afirmar tales cosas, fuera del ánimo de vender y llamar la atención, es la ilusión de ver un proyecto izquierdista derribado por la eterna mano justa que se han atribuido los grupos de poder latinoamericanos; quizá, porque sus empleadores detestan las ideas de un gobierno así. Pero tranquilos, los de uno y otro bando: las condiciones para que se produzca una sublevación armada en algún país de América ya no existen, y eso vale para los golpes militares y los movimientos guerrilleros. Y aunque parezca extraño, es aún menos posible en Bolivia, por una serie de cuestiones que vale la pena detallar.
Un analista internacional serio, o incluso, una persona común con conocimientos básicos de política internacional, sabe que Bolivia tiene una historia jalonada por golpes de Estado. Pero también está al tanto de que Evo Morales fue elegido en 2006 con el 53% de los votos, cuando sus antecesores sólo reunían, a todo reventar, el 24%, siendo confirmados como presidentes por el Congreso, que debía decidir entre las dos primeras mayorías, pues allá no se contempla la segunda vuelta. Como los partidos políticos bolivianos son muchos y muy diversos, las alianzas que se dan en favor de uno u otro postulante son a veces muy extrañas, generándose en varios casos acusaciones de cohecho, siempre rectificadas en todo caso. Pero finalmente, no faltaba el candidato que formulaba promesas populistas a cambio de votos parlamentarios, y ya en el poder, se veía obligado a cumplirlas, cosa que en muchos casos simplemente era incapaz de hacer. Además, esto no era como en Chile bajo la constitución de 1925, donde el Senado, por respeto a la voluntad popular, se limitaba a confirmar a la primera mayoría. Acá muchas veces ganaba el segundo, y ocurrieron casos como el de Hugo Bánzer, que en tres ocasiones obtuvo la votación más alta en las urnas, pero que no le sirvió para alcanzar la presidencia.
Repito: la historia de Bolivia está sazonada de golpes de Estado. Pero eso ocurre por las debilidades del sistema democrático ya descritas en el párrafo anterior. La contundente victoria de Morales el 2006 dio, al respecto, una señal de fortaleza, capaz de ser una alternativa a la fuerza de las armas. Sus características físicas y sociales, como su ascendencia indígena, su condición de histórico dirigente sindical, promovidas honestamente o como mera propaganda, de todas maneras aunaron al grueso de sus compatriotas porque, al fin y al cabo, son igual que él y han sufrido los mismos padecimientos. Por otra parte, la oposición ha caído en el juego y ha optado por representar esa Bolivia fragmentaria y dividida de los presidentes minoritarios, elegidos en una reunión a puertas cerradas en La Paz o Sucre. Quieren dividir el territorio pues así los marginados pierden poder, y no sólo porque sean un grupo mayoritario. Es bastante ingenuo creer que los departamentos orientales incuban dentro de sí un descontento de proporciones épicas, cuando constituyen la zona más despoblada del país, y albergan en su seno una gran cantidad de ricos, pero no de riqueza. De hecho, en esos lugares el latifundio y la desigualdad económica son realidades tan abismantes, que al parecer muchos no se expresan por miedo.
Por último, es inaceptable que estos incidentes artificiales sean convocados por la oposición tras perder un referendo revocatorio de gobierno que ella misma exigió, y en el cual Evo Morales aumentó su apoyo. Y dicho aumento no se debe a un fraude, pues la elección estaba férreamente observada. Sino que han sido los programas sociales de Morales, muy exitosos incluso desde el punto de vista económico, los que han confirmado su legislatura. Hay que acostumbrarse, señores de los medios: los izquierdistas pueden hacer buenos gobiernos, aunque ello afecte, siquiera tangencialmente, las ambiciones pecuniarias de algunos
Un analista internacional serio, o incluso, una persona común con conocimientos básicos de política internacional, sabe que Bolivia tiene una historia jalonada por golpes de Estado. Pero también está al tanto de que Evo Morales fue elegido en 2006 con el 53% de los votos, cuando sus antecesores sólo reunían, a todo reventar, el 24%, siendo confirmados como presidentes por el Congreso, que debía decidir entre las dos primeras mayorías, pues allá no se contempla la segunda vuelta. Como los partidos políticos bolivianos son muchos y muy diversos, las alianzas que se dan en favor de uno u otro postulante son a veces muy extrañas, generándose en varios casos acusaciones de cohecho, siempre rectificadas en todo caso. Pero finalmente, no faltaba el candidato que formulaba promesas populistas a cambio de votos parlamentarios, y ya en el poder, se veía obligado a cumplirlas, cosa que en muchos casos simplemente era incapaz de hacer. Además, esto no era como en Chile bajo la constitución de 1925, donde el Senado, por respeto a la voluntad popular, se limitaba a confirmar a la primera mayoría. Acá muchas veces ganaba el segundo, y ocurrieron casos como el de Hugo Bánzer, que en tres ocasiones obtuvo la votación más alta en las urnas, pero que no le sirvió para alcanzar la presidencia.
Repito: la historia de Bolivia está sazonada de golpes de Estado. Pero eso ocurre por las debilidades del sistema democrático ya descritas en el párrafo anterior. La contundente victoria de Morales el 2006 dio, al respecto, una señal de fortaleza, capaz de ser una alternativa a la fuerza de las armas. Sus características físicas y sociales, como su ascendencia indígena, su condición de histórico dirigente sindical, promovidas honestamente o como mera propaganda, de todas maneras aunaron al grueso de sus compatriotas porque, al fin y al cabo, son igual que él y han sufrido los mismos padecimientos. Por otra parte, la oposición ha caído en el juego y ha optado por representar esa Bolivia fragmentaria y dividida de los presidentes minoritarios, elegidos en una reunión a puertas cerradas en La Paz o Sucre. Quieren dividir el territorio pues así los marginados pierden poder, y no sólo porque sean un grupo mayoritario. Es bastante ingenuo creer que los departamentos orientales incuban dentro de sí un descontento de proporciones épicas, cuando constituyen la zona más despoblada del país, y albergan en su seno una gran cantidad de ricos, pero no de riqueza. De hecho, en esos lugares el latifundio y la desigualdad económica son realidades tan abismantes, que al parecer muchos no se expresan por miedo.
Por último, es inaceptable que estos incidentes artificiales sean convocados por la oposición tras perder un referendo revocatorio de gobierno que ella misma exigió, y en el cual Evo Morales aumentó su apoyo. Y dicho aumento no se debe a un fraude, pues la elección estaba férreamente observada. Sino que han sido los programas sociales de Morales, muy exitosos incluso desde el punto de vista económico, los que han confirmado su legislatura. Hay que acostumbrarse, señores de los medios: los izquierdistas pueden hacer buenos gobiernos, aunque ello afecte, siquiera tangencialmente, las ambiciones pecuniarias de algunos
miércoles, 17 de septiembre de 2008
Un Día Marcado Con Fuego
Pasó otro once de septiembre, y de nuevo la prensa se atragantó, y nos atragantó, con los incidentes nocturnos que ocurren en los sectores más marginados y conflictivos de Santiago. Y conste que los desórdenes de este año fueron mucho menos violentos que, por ejemplo, los del 2007. Claro: después de asesinar a un carabinero, dejar heridos a otros tantos, y provocar por ende un revuelo a nivel nacional, es obvio, por diversos motivos, que venga la resaca. Como si antes estos disturbios no hubieran ocasionado muertos; y como si tuviéramos la certeza de que, en las próximas efemérides, ya no los ocasionarán.
Muchos han repetido las mismas explicaciones de siempre para actos de tal barbarie. Que se trata de hechos propios de la delincuencia común, que la fecha no es más que un pretexto, que nuevamente se pone de manifiesto la realidad que viven esos barrios... palabras que pasan de la represión pura a la comprensión maternal. Pero no está de más preguntarse por qué tales desórdenes se suceden en un aniversario que ya ni siquiera es feriado legal. La respuesta podría ser muy sencilla, y estar en el mismo acontecimiento que, al menos en Chile, se recuerda cada vez que se pronuncia la expresión once de septiembre. Un golpe militar, un acto violento en sí mismo, que terminó de una plumada con un proyecto social que, más allá de las opiniones disidentes, parecía ir bien encaminado. Y como los estallidos de furia no finalizan en su momento de origen, la violencia continuó, de parte de los protagonistas y gestores de aquel golpe ya mencionado. Vino una represión brutal, con más de cinco mil crímenes, innumerables denuncias de tortura y aplastamiento de toda posibilidad de oposición. Además, se impuso por la fuerza y contra la voluntad de muchos chilenos, un nuevo modelo social, que privilegia a una minoría y excluye a quienes no necesita. Dicho modelo continúa hasta el día de hoy, y sus excluidos más paradigmáticos, son precisamente los jóvenes de esos barrios donde tienen lugar los disturbios con que la prensa puede rellenar sus siempre vacíos espacios.
Si la conmemoración de un hecho violento es pretexto para acometer actos vandálicos, entonces, lo que pasa cada once de septiembre podría, darse, por ejemplo, también un doce de octubre. Pero el llamado " día de la raza" incluso es celebrado con fondas en algunas localidades. O, producto de la sobreprotección que ejerce la iglesia católica en este país, acaecer durante el Viernes Santo, donde también se recuerda un suceso infeliz. Sin embargo, el golpe de 1973 resume todo lo malo que nos pasa ahora. Y especialmente, lo que les pasa a esos muchachos que salen armados a disparar a mansalva, y que se envalentonan cuando ven un contingente policial enfrente. Aunque no tengan su escolaridad completa, aunque hayan nacido después de la dictadura, aunque sólo sean sicarios de un narcotraficante de poca monta ( ya que en Chile no hay crimen organizado de gran envergadura); tienen en sus conciencias bien racionalizado lo que para el país y para ellos significa un día como ése. Son jóvenes que piensan, aunque nos resulte difícil creerlo. Y no podría ser de otra manera, cuando vemos que el retorno a la democracia no trajo consigo el abandono de las condiciones sociales impuestas por un gobierno tiránico. Pues todo lo que nos rodea es herencia del régimen militar: el sistema económico, la opresión moral, la discriminación de un número cada vez más creciente de personas y grupos.
Y al final de eso, los reportes de prensa que pintan todo con un amarillo que parece inofensivo, pero que esconde una intención tan desagradable como la histeria que provoca. Dato aparte: ciertos programas de televisión mostraron lo que sus móviles capataron este año y lo editado en épocas anteriores, como forma de adherir a un irrisorio y risible " no más de lo mismo" Observé varios y noté que a todos les faltó una conmemoración: la del once de septiembre de 2001. No es que ese día las barricadas y los balazos estuvieran ausentes en los sitios de costumbre, sino que nuestros medios de comunicación estuvieron conectados toda la noche a CNN, para obligarnos a llorar por un acontecimiento ajeno: el ataque de Osama Bin Laden a las torres gemelas. Al menos en aquel día, eso era más importante.
Muchos han repetido las mismas explicaciones de siempre para actos de tal barbarie. Que se trata de hechos propios de la delincuencia común, que la fecha no es más que un pretexto, que nuevamente se pone de manifiesto la realidad que viven esos barrios... palabras que pasan de la represión pura a la comprensión maternal. Pero no está de más preguntarse por qué tales desórdenes se suceden en un aniversario que ya ni siquiera es feriado legal. La respuesta podría ser muy sencilla, y estar en el mismo acontecimiento que, al menos en Chile, se recuerda cada vez que se pronuncia la expresión once de septiembre. Un golpe militar, un acto violento en sí mismo, que terminó de una plumada con un proyecto social que, más allá de las opiniones disidentes, parecía ir bien encaminado. Y como los estallidos de furia no finalizan en su momento de origen, la violencia continuó, de parte de los protagonistas y gestores de aquel golpe ya mencionado. Vino una represión brutal, con más de cinco mil crímenes, innumerables denuncias de tortura y aplastamiento de toda posibilidad de oposición. Además, se impuso por la fuerza y contra la voluntad de muchos chilenos, un nuevo modelo social, que privilegia a una minoría y excluye a quienes no necesita. Dicho modelo continúa hasta el día de hoy, y sus excluidos más paradigmáticos, son precisamente los jóvenes de esos barrios donde tienen lugar los disturbios con que la prensa puede rellenar sus siempre vacíos espacios.
Si la conmemoración de un hecho violento es pretexto para acometer actos vandálicos, entonces, lo que pasa cada once de septiembre podría, darse, por ejemplo, también un doce de octubre. Pero el llamado " día de la raza" incluso es celebrado con fondas en algunas localidades. O, producto de la sobreprotección que ejerce la iglesia católica en este país, acaecer durante el Viernes Santo, donde también se recuerda un suceso infeliz. Sin embargo, el golpe de 1973 resume todo lo malo que nos pasa ahora. Y especialmente, lo que les pasa a esos muchachos que salen armados a disparar a mansalva, y que se envalentonan cuando ven un contingente policial enfrente. Aunque no tengan su escolaridad completa, aunque hayan nacido después de la dictadura, aunque sólo sean sicarios de un narcotraficante de poca monta ( ya que en Chile no hay crimen organizado de gran envergadura); tienen en sus conciencias bien racionalizado lo que para el país y para ellos significa un día como ése. Son jóvenes que piensan, aunque nos resulte difícil creerlo. Y no podría ser de otra manera, cuando vemos que el retorno a la democracia no trajo consigo el abandono de las condiciones sociales impuestas por un gobierno tiránico. Pues todo lo que nos rodea es herencia del régimen militar: el sistema económico, la opresión moral, la discriminación de un número cada vez más creciente de personas y grupos.
Y al final de eso, los reportes de prensa que pintan todo con un amarillo que parece inofensivo, pero que esconde una intención tan desagradable como la histeria que provoca. Dato aparte: ciertos programas de televisión mostraron lo que sus móviles capataron este año y lo editado en épocas anteriores, como forma de adherir a un irrisorio y risible " no más de lo mismo" Observé varios y noté que a todos les faltó una conmemoración: la del once de septiembre de 2001. No es que ese día las barricadas y los balazos estuvieran ausentes en los sitios de costumbre, sino que nuestros medios de comunicación estuvieron conectados toda la noche a CNN, para obligarnos a llorar por un acontecimiento ajeno: el ataque de Osama Bin Laden a las torres gemelas. Al menos en aquel día, eso era más importante.
martes, 9 de septiembre de 2008
Los Curados No Son Los Hilos
Chile es un caso clínico. Aquí, cualquier iniciativa que conlleve una prohibición, es aceptada y asimilada como si fuera parte de nuestro paradigma fundacional. Más aún: si existe la tendencia internacional a restringir el uso de algún elemento, nuestros legisladores se las ingenian para que dicha aprehensión acá se haga más extrema. Así pasó, por ejemplo, con la ley antitabaco: aunque el resto de los países arrinconó el uso del cigarrillo lo más que pudo, fuimos capaces de dar el paso adelante, y tenemos hoy la cuarta disposición mundial más dura respecto del tema ( ni en esto alcanzamos el podio). Pero estas curiosidades esconden aspectos que están bastante más soterrados y que, por lo mismo, resultan mucho más graves. A saber, que la ausencia de un sistema económico justo y equitativo, que por lo demás ningún político se ha atrevido a proponer, de pie para que estas prohibiciones ocupen el lugar de los programas sociales, y sean vistas, y a la larga realmente se transformen, en beneficios conseguidos para la población, después de una ardua, cruel y sacrificada lucha.
Traigo a colación esto último, en el mes que además celebramos las fiestas patrias, por toda la parafernalia que se ha generado en torno al llamado " hilo curado", que nuestros jóvenes y profesionales del rubro emplean en sus competencias de volantines, muy comunes en estas fechas, pues, no entiendo por qué, se les considera parte del folclor chileno. Es curioso constatar cómo una actividad que arrastra varios siglos, que ha sido elogiada por artistas de la más diversa índole - escritores, pintores, cineastas-; se vuelve de pronto un vicio inaceptable, dañino para la seguridad del que lo practica y de quienes lo rodean. De repente, algo que aprendimos a valorar en la escuela, está a nivel de otros hechos negativos que adornan el paisaje nacional, como los niños neoprénicos o las pipas de los fumadores de pasta base. De la noche a la mañana, el hilo curado dejó de ser una entretención tradicional y se transformó en un monstruo que degüella yugulares, arranca ojos y electrocuta inocentes. Y los mismos que en un momento nos enseñaron a valorar esta forma de esparcimiento, repentinamente han abandonado la ceguera y nos incitan a que nosotros también la abandonemos, pero ya no con palabras pedagógicas, sino con normativas, incautaciones y discursos moralinos.
Es indignante ver cómo los carretes de hilo, y el material para tratarlo, es requisado por la policía a modestos fabricantes que, seguramente, se han dedicado a este trabajo durante décadas. Más ira causa la actitud de los noticiarios, que presentan estas acciones como si se tratara de un golpe al narcotráfico o de la captura de peligrosos ladrones. Pero lo más inaceptable es la actitud de nuestras autoridades, pertenecientes a un gobierno progresista, lanzando discursos con un tono de voz propio de quien advierte el acometimiento de un delito. Perdón: pero no existe ninguna normativa que prescriba el uso de esta clase de hilo, por lo que todas las acciones antes mencionadas son ilegales, con el agravante de que son efectuadas por agentes y funcionados del Estado, impulsados además por éste. Luego: si se quiere justificar éticamente este proceder, es importante señalar que el supuesto daño provocado por el uso del hilo curado es ocasional y fortuito; muy diferente, en conclusión, al que ocasiona una sustancia como la cocaína o la heroína, con las cuales se le ha pretendido maliciosamente comparar. Y en último caso, está el aval de ser un divertimento ancestral de nuestro pueblo, y aunque al progresismo deteste las tradiciones porque atentan contra la inserción de un país en el contexto internacional, es menester recordarle que, cuando no le hacen mal a nadie, reprimirlas sólo conduce a la tiranía.
Puede que en esta absurda cruzada haya un intento de desviar la serie de problemas que hoy aquejan al gobierno, los cuales parecen no tener salida y, para colmo, afectan a casi la totalidad del país. Dada la incompetencia manifiesta de nuestras autoridades, no estamos ante una hipótesis descabellada. Porque la evasión no se referiría sólo a las cuestiones inmediatas, como la inflación y el alza de los precios, que algunos chilenos les impedirá celebrar las fiestas patrias como corresponde. Sino que va más allá, y busca esconder los problemas de injusticia social que acoté en el primer párrafo, estos sí, ya parte de una idiosincrasia que no se puede modificar. En tal sentido: quién reclamará contra la prohibición hacia una actividad ejercida por humildes artesanos, que carecen de todo poder político, más todavía económico, y de la que, a fin de cuentas, se puede decir que no practica el grueso de los chilenos. Porque en estos tiempos, cuando una maternal mano femenina nos rige, debemos acordarnos de algo: las mujeres no suelen encumbrar volantines
Traigo a colación esto último, en el mes que además celebramos las fiestas patrias, por toda la parafernalia que se ha generado en torno al llamado " hilo curado", que nuestros jóvenes y profesionales del rubro emplean en sus competencias de volantines, muy comunes en estas fechas, pues, no entiendo por qué, se les considera parte del folclor chileno. Es curioso constatar cómo una actividad que arrastra varios siglos, que ha sido elogiada por artistas de la más diversa índole - escritores, pintores, cineastas-; se vuelve de pronto un vicio inaceptable, dañino para la seguridad del que lo practica y de quienes lo rodean. De repente, algo que aprendimos a valorar en la escuela, está a nivel de otros hechos negativos que adornan el paisaje nacional, como los niños neoprénicos o las pipas de los fumadores de pasta base. De la noche a la mañana, el hilo curado dejó de ser una entretención tradicional y se transformó en un monstruo que degüella yugulares, arranca ojos y electrocuta inocentes. Y los mismos que en un momento nos enseñaron a valorar esta forma de esparcimiento, repentinamente han abandonado la ceguera y nos incitan a que nosotros también la abandonemos, pero ya no con palabras pedagógicas, sino con normativas, incautaciones y discursos moralinos.
Es indignante ver cómo los carretes de hilo, y el material para tratarlo, es requisado por la policía a modestos fabricantes que, seguramente, se han dedicado a este trabajo durante décadas. Más ira causa la actitud de los noticiarios, que presentan estas acciones como si se tratara de un golpe al narcotráfico o de la captura de peligrosos ladrones. Pero lo más inaceptable es la actitud de nuestras autoridades, pertenecientes a un gobierno progresista, lanzando discursos con un tono de voz propio de quien advierte el acometimiento de un delito. Perdón: pero no existe ninguna normativa que prescriba el uso de esta clase de hilo, por lo que todas las acciones antes mencionadas son ilegales, con el agravante de que son efectuadas por agentes y funcionados del Estado, impulsados además por éste. Luego: si se quiere justificar éticamente este proceder, es importante señalar que el supuesto daño provocado por el uso del hilo curado es ocasional y fortuito; muy diferente, en conclusión, al que ocasiona una sustancia como la cocaína o la heroína, con las cuales se le ha pretendido maliciosamente comparar. Y en último caso, está el aval de ser un divertimento ancestral de nuestro pueblo, y aunque al progresismo deteste las tradiciones porque atentan contra la inserción de un país en el contexto internacional, es menester recordarle que, cuando no le hacen mal a nadie, reprimirlas sólo conduce a la tiranía.
Puede que en esta absurda cruzada haya un intento de desviar la serie de problemas que hoy aquejan al gobierno, los cuales parecen no tener salida y, para colmo, afectan a casi la totalidad del país. Dada la incompetencia manifiesta de nuestras autoridades, no estamos ante una hipótesis descabellada. Porque la evasión no se referiría sólo a las cuestiones inmediatas, como la inflación y el alza de los precios, que algunos chilenos les impedirá celebrar las fiestas patrias como corresponde. Sino que va más allá, y busca esconder los problemas de injusticia social que acoté en el primer párrafo, estos sí, ya parte de una idiosincrasia que no se puede modificar. En tal sentido: quién reclamará contra la prohibición hacia una actividad ejercida por humildes artesanos, que carecen de todo poder político, más todavía económico, y de la que, a fin de cuentas, se puede decir que no practica el grueso de los chilenos. Porque en estos tiempos, cuando una maternal mano femenina nos rige, debemos acordarnos de algo: las mujeres no suelen encumbrar volantines
martes, 2 de septiembre de 2008
Esa Querencia Llamada Chile
Hoy concluye "El Señor de la Querencia". Como en toda telenovela, el villano recibirá su castigo, mientras que los sufridos y angelicales héroes obtendrán, al final de la jornada, el premio de siempre: vivir felices por toda la eternidad. Así es la vida en el mundo de los culebrones, y por mucho que se intente recrear, incluso con prestensiones honestamente realistas, el Chile rural de 1920, el guion nunca cambia.
Probablemente, lo más interesante de esta historia no sea su contenido, sino el debate, mejor dicho la superflua alharaca, que generó. Hasta la ministra del SERNAM, Laura Albornoz, efectuó una suerte de reclamo oficial a través de la prensa, molesta por las interminables violaciones teatrales con las que el patrón de fundo encarnado por Julio Milostich, se imponía sobre sus inquilinas. Personalmente, antes de sus alegatos, yo desconocía el nombre de esta señora, así como muchos de mis lectores, creo, aún no saben que la sigla SERNAM significa Servicio Nacional de la Mujer. Parece que nuestras féminas aún no tienen o no se crean los espacios suficientes; de otro modo, la labor de su ministro no se reduciría a un ridículo e intrascendente intento de censura. A una relización dirigida, sobre encima, por otra mujer: María Eugenia Rencoret.
Pero no es ése el motivo de mi artículo. Muy por el contrario, lo que yo intento es una suerte de reflexión y una interrogante. Si una telenovela ambientada hace cien años ocasiona tal nivel de reacciones, ¿ qué quedará para una producción que contenga similares elementos críticos, pero que recree el Chile rural actual? No consideremos a "Hijos del Monte" de la misma Rencoret, porque ésa es una historia bucólica que, si bien se desarrolla en la época contemporánea, está contada con una intención de idealizar el campo, lo cual, en términos simples, significa recortar el pasado - un pasado tan mítico como inexistente, - para sentarlo sobre el presente, sin importar dónde se le haya instalado. Me refiero a una creación que se inserte en los problemas reales de nuestros campesinos, por ejemplo enfatizando la situación de abuso que viven los temporeros, sometidos a jornadas extenuantes, sueldos miserables y mínimas medidas de higiene y seguridad, tanto en el mismo lugar de trabajo como en su traslado a éste. O que muestre su realidad durante el invierno, cuando no hay faenas agrícolas y muchos de ellos pasan de cuatro a seis meses sin recibir ingresos. Creo que algo más que una desconocida e histérica ministro montaría en cólera: tendríamos a los empresarios del rubro yendo en bloque y diariamente al palacio presidencial exigiendo el retiro de esa producción de las pantallas, porque injuria al pequeño propietario, porque insta a los trabajadores a organizar huelgas, porque daña la imagen del país en el exterior... Y nuestra Presidente, que tendrá vulva pero no voz para responderle a los poderosos, de seguro les hará caso y puede que hasta mande a encarcelar al director o a algún creativo, como ya ocurrió, por cierto, con la documentalista Eliana Varela.
Y sin embargo, la situación de nuestros compatriotas rurales, al menos en términos de beneficios, no ha variado mucho. La única diferencia es que en vez de vivir en las haciendas ahora sólo van a trabajar a ellas, lo que puede ser mejor, igual o peor de acuerdo a las circunstancias. Si no los amarran de los pies en los árboles, les niegan las mascarillas para protegerse de los pesticidas, y si no los dejan encerrados por días en las pajizas, los despiden y los colocan en una lista negra. No menciono aquí el derecho de pernada porque aún se da en ciertas partes, rebautizado como seducción o como pago por servicios adicionales. No seamos ingenuos: un culebrón es un culebrón aquí y en el resto de América Latina, y por muy violento que sea, siempre narrará hechos de un tiempo remoto que, en el mejor de los casos, afortunadamente ya pasó. Aunque en un contexto distinto, igual se puede aplicar la sentencia: la realidad supera a la ficción
Probablemente, lo más interesante de esta historia no sea su contenido, sino el debate, mejor dicho la superflua alharaca, que generó. Hasta la ministra del SERNAM, Laura Albornoz, efectuó una suerte de reclamo oficial a través de la prensa, molesta por las interminables violaciones teatrales con las que el patrón de fundo encarnado por Julio Milostich, se imponía sobre sus inquilinas. Personalmente, antes de sus alegatos, yo desconocía el nombre de esta señora, así como muchos de mis lectores, creo, aún no saben que la sigla SERNAM significa Servicio Nacional de la Mujer. Parece que nuestras féminas aún no tienen o no se crean los espacios suficientes; de otro modo, la labor de su ministro no se reduciría a un ridículo e intrascendente intento de censura. A una relización dirigida, sobre encima, por otra mujer: María Eugenia Rencoret.
Pero no es ése el motivo de mi artículo. Muy por el contrario, lo que yo intento es una suerte de reflexión y una interrogante. Si una telenovela ambientada hace cien años ocasiona tal nivel de reacciones, ¿ qué quedará para una producción que contenga similares elementos críticos, pero que recree el Chile rural actual? No consideremos a "Hijos del Monte" de la misma Rencoret, porque ésa es una historia bucólica que, si bien se desarrolla en la época contemporánea, está contada con una intención de idealizar el campo, lo cual, en términos simples, significa recortar el pasado - un pasado tan mítico como inexistente, - para sentarlo sobre el presente, sin importar dónde se le haya instalado. Me refiero a una creación que se inserte en los problemas reales de nuestros campesinos, por ejemplo enfatizando la situación de abuso que viven los temporeros, sometidos a jornadas extenuantes, sueldos miserables y mínimas medidas de higiene y seguridad, tanto en el mismo lugar de trabajo como en su traslado a éste. O que muestre su realidad durante el invierno, cuando no hay faenas agrícolas y muchos de ellos pasan de cuatro a seis meses sin recibir ingresos. Creo que algo más que una desconocida e histérica ministro montaría en cólera: tendríamos a los empresarios del rubro yendo en bloque y diariamente al palacio presidencial exigiendo el retiro de esa producción de las pantallas, porque injuria al pequeño propietario, porque insta a los trabajadores a organizar huelgas, porque daña la imagen del país en el exterior... Y nuestra Presidente, que tendrá vulva pero no voz para responderle a los poderosos, de seguro les hará caso y puede que hasta mande a encarcelar al director o a algún creativo, como ya ocurrió, por cierto, con la documentalista Eliana Varela.
Y sin embargo, la situación de nuestros compatriotas rurales, al menos en términos de beneficios, no ha variado mucho. La única diferencia es que en vez de vivir en las haciendas ahora sólo van a trabajar a ellas, lo que puede ser mejor, igual o peor de acuerdo a las circunstancias. Si no los amarran de los pies en los árboles, les niegan las mascarillas para protegerse de los pesticidas, y si no los dejan encerrados por días en las pajizas, los despiden y los colocan en una lista negra. No menciono aquí el derecho de pernada porque aún se da en ciertas partes, rebautizado como seducción o como pago por servicios adicionales. No seamos ingenuos: un culebrón es un culebrón aquí y en el resto de América Latina, y por muy violento que sea, siempre narrará hechos de un tiempo remoto que, en el mejor de los casos, afortunadamente ya pasó. Aunque en un contexto distinto, igual se puede aplicar la sentencia: la realidad supera a la ficción
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