viernes, 17 de octubre de 2008

Gobernantes Republicanos y Gobernantes Demócratas

Existe un dato muy curioso respecto a los dos partidos políticos turnantes de los Estados Unidos. Tiene que ver con las características de sus candidatos presidenciales en contraste con el sector social al cual al menos teóricamente representan. Por ejemplo, si analizamos el origen de los mandatarios demócratas, nos encontramos conque todos ejercieron las profesiones u oficios culturalmente más tradicionales en su país. Por ejemplo, Woodrow Wilson fue predicador presbiteriano y luego abogado, misma profesión de Bill Clinton y el actual candidato de la tienda, Barack Obama; Franklin Roosvelt fue militar; John Kennedy, magnate empresarial, y Jimmy Carter, pastor evangélico. Las Fuerzas Armadas, el gran sueño americano, la religión en clave protestante, la profesión universitaria más prestigiosa... se dan cita en quienes dicen representar a aquellos que son pobres, se declaran pacifistas o defienden el liberalismo moral. Por el contrario, los republicanos, conservadores y temerosos de su dios, se han dado el gusto de proponer al hijo de un funcionario público ( Richard Nixon) y a un actor de la "Meca del pecado" como suelen mencionar a Hollywood ( Ronald Reagan).

Podríamos recurrir al manido discurso de " esto forma parte del populismo de derechas"; pero cabe recordar que el bipartidismo norteamericano no se ciñe, al menos fielmente, a estos parámetros originados en la Revolución Francesa, posterior a la independencia estadounidense y por cierto deudora de ésta. En todo caso, se puede elucubrar otra teoría. Asegurar, por ejemplo, que en toda sociedad, en mayor o menor medida, mandan los grupos conservadores, porque son los que se vieron implicados en su fundación. Entonces, para romper ese círculo, la opción más adecuada es utilizar las armas que ellos mismos proporcionan para acceder el poder, y así dar una muestra de capacidad e idoneidad, de acuerdo a los parámetros establecidos. Y si determinada profesión es aceptada mejor que otra en los cenáculos más elitistas, bueno, no faltará en nuestro sector alguien que se maneje en esos términos. Los demócratas norteamericanos, se supone, no participaron en la creación de la nación y por ende deben demostrar que están preparados para el gobierno. Y como los que entienden el sistema, por razones obvias, son los que practican los oficios más mimados ( que por algo tienen ese estatus), luego no hay donde perderse: quienes vengan de esos oficios son las cartas más seguras.

Distinto es el camino de los republicanos, que en este esquema, han demostrado ya lo suficiente, y pueden darse algún recreo. Aquí se produce una curiosidad, y guarda relación con esa tesis del descanso y el ocio que caracterizaría a las clases más acomodadas, según la cual, pueden hacer cosas que el común de los mortales ni siquiera conoce. Además, si ya hemos exhibido gente seria, continuar en la línea sería repetitivo, y aburrido para los electores. Coloquemos a dos abogados, uno republicano y el otro demócrata, en las elecciones presidenciales norteamericanas, y a poco andar, nos daremos cuenta que este último gana por el factor novedad, porque representa a un sector distinto. Entonces, la organización que tiene un respaldo histórico más fuerte, decidirá sacar a su abogado y poner en su lugar a alguien que ejerce una profesión poco acostumbrada en las lides políticas, pues si ya fue pionero en un campo, bien lo puede ser en otro.

Además, hay un problema de mentalidad que siempre es necesario considerar. Al que no proviene del género o del sector social privilegiado, se le suele exigir más, justamente porque proviene de un sector tradicionalmente considerado incapaz y de donde, se supone, no sale un sujeto apto para dirigir un país. Quizá por eso, aparte de sus características personales, todos los demócratas que mencioné, con excepción de Clinton, provienen de familias aristócratas en Estados Unidos, incluso con parientes y padrinos republicanos en la política. El caso emblemático es Roosevelt, cuyo tío, Theodore, fue presidente representando al partido de Lincoln en el siglo XIX. Hasta en la democracia más antigua del mundo las cosas quedan en familia

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