miércoles, 17 de septiembre de 2008

Un Día Marcado Con Fuego

Pasó otro once de septiembre, y de nuevo la prensa se atragantó, y nos atragantó, con los incidentes nocturnos que ocurren en los sectores más marginados y conflictivos de Santiago. Y conste que los desórdenes de este año fueron mucho menos violentos que, por ejemplo, los del 2007. Claro: después de asesinar a un carabinero, dejar heridos a otros tantos, y provocar por ende un revuelo a nivel nacional, es obvio, por diversos motivos, que venga la resaca. Como si antes estos disturbios no hubieran ocasionado muertos; y como si tuviéramos la certeza de que, en las próximas efemérides, ya no los ocasionarán.

Muchos han repetido las mismas explicaciones de siempre para actos de tal barbarie. Que se trata de hechos propios de la delincuencia común, que la fecha no es más que un pretexto, que nuevamente se pone de manifiesto la realidad que viven esos barrios... palabras que pasan de la represión pura a la comprensión maternal. Pero no está de más preguntarse por qué tales desórdenes se suceden en un aniversario que ya ni siquiera es feriado legal. La respuesta podría ser muy sencilla, y estar en el mismo acontecimiento que, al menos en Chile, se recuerda cada vez que se pronuncia la expresión once de septiembre. Un golpe militar, un acto violento en sí mismo, que terminó de una plumada con un proyecto social que, más allá de las opiniones disidentes, parecía ir bien encaminado. Y como los estallidos de furia no finalizan en su momento de origen, la violencia continuó, de parte de los protagonistas y gestores de aquel golpe ya mencionado. Vino una represión brutal, con más de cinco mil crímenes, innumerables denuncias de tortura y aplastamiento de toda posibilidad de oposición. Además, se impuso por la fuerza y contra la voluntad de muchos chilenos, un nuevo modelo social, que privilegia a una minoría y excluye a quienes no necesita. Dicho modelo continúa hasta el día de hoy, y sus excluidos más paradigmáticos, son precisamente los jóvenes de esos barrios donde tienen lugar los disturbios con que la prensa puede rellenar sus siempre vacíos espacios.

Si la conmemoración de un hecho violento es pretexto para acometer actos vandálicos, entonces, lo que pasa cada once de septiembre podría, darse, por ejemplo, también un doce de octubre. Pero el llamado " día de la raza" incluso es celebrado con fondas en algunas localidades. O, producto de la sobreprotección que ejerce la iglesia católica en este país, acaecer durante el Viernes Santo, donde también se recuerda un suceso infeliz. Sin embargo, el golpe de 1973 resume todo lo malo que nos pasa ahora. Y especialmente, lo que les pasa a esos muchachos que salen armados a disparar a mansalva, y que se envalentonan cuando ven un contingente policial enfrente. Aunque no tengan su escolaridad completa, aunque hayan nacido después de la dictadura, aunque sólo sean sicarios de un narcotraficante de poca monta ( ya que en Chile no hay crimen organizado de gran envergadura); tienen en sus conciencias bien racionalizado lo que para el país y para ellos significa un día como ése. Son jóvenes que piensan, aunque nos resulte difícil creerlo. Y no podría ser de otra manera, cuando vemos que el retorno a la democracia no trajo consigo el abandono de las condiciones sociales impuestas por un gobierno tiránico. Pues todo lo que nos rodea es herencia del régimen militar: el sistema económico, la opresión moral, la discriminación de un número cada vez más creciente de personas y grupos.

Y al final de eso, los reportes de prensa que pintan todo con un amarillo que parece inofensivo, pero que esconde una intención tan desagradable como la histeria que provoca. Dato aparte: ciertos programas de televisión mostraron lo que sus móviles capataron este año y lo editado en épocas anteriores, como forma de adherir a un irrisorio y risible " no más de lo mismo" Observé varios y noté que a todos les faltó una conmemoración: la del once de septiembre de 2001. No es que ese día las barricadas y los balazos estuvieran ausentes en los sitios de costumbre, sino que nuestros medios de comunicación estuvieron conectados toda la noche a CNN, para obligarnos a llorar por un acontecimiento ajeno: el ataque de Osama Bin Laden a las torres gemelas. Al menos en aquel día, eso era más importante.

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