sábado, 4 de abril de 2009

La Golfa Pérsica

En la reciente cumbre de países sudamericanos y del Medio Oriente, ocurrió un incidente que la prensa nacional interpretó como una mera anécdota, sin medir las consecuencias que puede acarrear. Nuestra oblonga y ahora mal informada presidente, fue corregida por el gobernante de uno de los países árabes invitados a la cita, respecto a la nominación "golfo pérsico", que ella usó repetidas veces en su discurso de bienvenida. Allá, prefieren la referencia "golfo arábigo", pues la otra es de origen occidental y fue acuñada en la época en que todo ese sector era una inmensa colonia británica, por lo que su mención, en esa zona, retrotrae a su historia más oscura, y se torna una ofensa.

Debo confesar que, hasta que se publicó la noticia, yo tampoco sabía de esta sutileza. Sin embargo, mi caso y el de varios de mis lectores es muy distinto a quien dirije un gobierno y por lo mismo guía las riendas de un país. Primero, un mandatario está rodeado de asesores, se supone, preparados y duchos sobre todo en aquellas cosas que el jefe de Estado no domina. En tal sentido, no entiendo cómo no hubo alguien con los conocimientos suficientes, que le indicara a Bachelet que un cierto término es inadecuado y su pronunciación puede significar, lo quiera ella o no, un reacción airada de su interlocutor. Más aún, cuando Chile tiene relaciones a nivel de embajada con varios países de la región. Nadie se dio el tiempo de preguntarle a un diplomático con experiencia en la zona, y como contrapartida, ninguno se acercó a los miembros del ejecutivo, para prevenir un eventual entuerto. Y lo peor es que esto no se soluciona con sonrisas ni sonrojamientos de cara, como nos quieren hacer creer en la televisión. Se trata de una mujer que disgustó a varios mandamases de religión musulmana, en cuyos territorios, en mayor o menor medida, campea el islamismo más radical, el mismo que considera a las féminas como humanos de segunda clase. Me rebatirán que se trató de un error involuntario, pero aquí la disculpa sólo agrava la falta. No vamos a creer ingenuamente, que el extremismo mahometano acepta que las mujeres tienen un mínimo de neuronas, y especialmente después de este embrollo.

Lo que sucedió en esta cumbre fue una muestra de irresponsabilidad, no de Bachelet, sino del gobierno chileno en su conjunto. Y la desidia arrastró, como siempre, a nuestra rastrera prensa. Al parecer, nadie se atrevió a tocar a una presidente que aparece con más del sesenta por ciento de apoyo en las encuestas, pese a que dichos sondeos son radiografías del momento, completamente descartables a la hora de proyectar a futuro. También hay que agradecerle a Hugo Chávez, quien criticó a la mandataria por otra cumbre, que se efectuó en Chile hace unas semanas atrás, y que reunió a varios gobernantes "progresistas", entre los que se contaban los representantes de Inglaterra y Estados Unidos, misteriosamente convertidos en enemigos enconados e irracionales del venezolano. La respuesta "enérgica" de nuestras autoridades, ocupó todo el espacio de los medios de comunicación y por un instante nos hizo sentir que aún nos quedaba un poco de dignidad y soberanía. Sin embargo, cabe señalar que Chávez obró sabiendo lo que hacía y en concordancia con sus principios, algo que se espera en un líder, toda vez que lo suyo fue una mera protesta y no un regaño tan fuerte. Mientras que el bochorno vivido con el regente árabe pasó a segundo plano y terminó como un chiste de sobremesa. El problema es que ya son tantos los motivos que Bachelet da para reírse de ella, que el humor resulta repetitivo y aburrido, y nadie le presta atención ahora a torpezas que deben ser tratadas con la más celosa seriedad.

Hay un aspecto que ni siquiera ha sido mencionado. Con metidas de pata de este calibre, nuestra mandataria se está poniendo a nivel de George W. Bush o de Sarah Palin, portadores de esa ignorancia supina que provoca una extraña mezcla de indignación y vergüenza ajena. Algo con lo que no se nace, sino que se adquiere a través de la vida, menos por buscar intencionalmente la estupidez, que por omisión. Es la conducta de quien se arremolina y se acomoda en la sombra del padre, porque sabe que ahí lo tiene todo y no requiere de hacer el más mínimo esfuerzo. El problema es que esta característica, por su sola definición, es antónima de las personas "progresistas". Por lo que, aparentemente, la cumbre realizada en Chile llevaba un nombre que más bien era un mentiroso eslogan propagandístico. Justamente, lo que acotó Hugo Chávez en su tan vapuleada intervención.

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