miércoles, 15 de abril de 2009

Coyotes en la Red

Como gran admirador del trabajo de Tex Avery y los animadores históricos de la Warner Bros., desde luego que no me pareció muy gracioso el video subido por estos días a Youtube, donde el Coyote atrapa al Correcaminos, para luego pisotearlo de manera furibunda y finalmente, cocinarlo mediante una explosión con dinamita. Pero en todo caso, no es para perseguir con antorchas a su diseñador. La producción de marras no es más que un esperpento elaborado por alguien que, si alguna vez vio esa animación, no entendió su mensaje en lo más mínimo. Además fue sobrepuesta sobre un filme real que no es difícil descubrir. Quien cometió esta aberración, de seguro es un sujeto ocioso que buscaba ser conocido, deseo que en internet se puede satisfacer sin moverse de la casa. Y en conceder tal anhelo, Youtube es de los sitios que llevan la delantera.

Sin embargo, tal atrevimiento da motivo para reafirmar una sentencia que de seguro permanecerá inalterable hasta el fin de los tiempos: el Coyote nunca atrapará al Correcaminos. No porque lo contrario quede reducido a insípidos plagios que sólo podrían encontrar difusión en la red, ni porque los herederos de los creadores así quieran celosamente conservarlo. Es porque la estructura de la caricatura está planteada de ese modo, y cualquier alteración, por más mínima que fuese, atentaría de modo grave contra su naturaleza estética. Pues, si bien en la animación americana clásica hay innumerables historias de persecuciones, en las cuales siempre o casi siempre termina ganando el más pequeño y al parecer más débil, merced al supuesto uso del ingenio por encima de la fuerza bruta, en este caso dicho conflicto es extremado al nivel del paroxismo. En cualquier otro dibujo, pongamos por ejemplo, Tom y Jerry, Tweety y Silvestre, Bugs Bunny y Daffy Duck ( pato Lucas para los amigos), la perspectiva se centra de manera alternada entre ambos contendientes, cuando no derechamente en el perseguido; pero siempre desviando aunque sea por un instante la atención hacia su cazador. Pero en el Correcaminos, la mirada se concentra exclusivamente en el persegidor, en este caso el Coyote, lo que influye definitivamente en el público, que se identifica con el irremediable fracasado. En ninguna otra serie, tanto las mencionadas en este párrafo como las demás, sucede tal simbiosis. Es más: salvo en la obertura de los filmes, el Coyote jamás emplea fuerza bruta, y se vale curiosamente de su ingenio ( algunas de sus trampas son respetables obras de ingeniería) para intentar lo que siempre le resulta esquivo. Sus fallos son consecuencia única de su infortunio, que por eso, por provenir de la suerte, resulta inexplicable. Es el fatídico destino tan bien retratado en la tragedia griega, que por sus características asombrosas, sólo puede provenir de una mano superior y sobrenatural. En el caso del teatro helénico, una vida trazada desde la cuna a la tumba por los dioses; en éste, por el cerebro de los dibujantes y los guionistas.

Si uno ve cualquier otro dibujo animado, notará que siempre hay una pelea física, donde el predador actúa con desesperación ante un objetivo menos corpulento, pero que resulta sorpresivamente más listo que él. El Coyote es, en cambio, pausado, reflexivo, racionalmente calculador. Cuando es derrotado, no hace sino resignarse, lo cual queda muy bien mostrado en los gestos que con sus ojos expresa hacia la cámara. Eso lo llena de perseverancia y lo empuja a intentarlo de nuevo, aunque el siguiente truco vuelva a derivar en un rotundo fracaso. Por lo mismo, no tiene cabida la opción de atrapar al Correcaminos para, porque eso es lo que insinúa la caricatura, comérselo. Quien ve estas secuencias, lo relaciona casi de inmediato con el vagabundo, el obrero o el pobre diablo que siempre está buscando salir de su miseria, pero que nunca consigue. Una lección de vida que obliga a la narración a retornar eternamente a su punto de inicio, ya que está concebido como un cuento de nunca acabar.

Hay que señalar que el video de Youtube no es original. Ya el canal Cartoon Network había presentado un minúsculo entremés donde el Coyote agarraba al Correcaminos y luego lo amarraba en un palo de asado. Pero no fue más que una continuidad publicitaria, de treinta segundos de duración. Nunca una película con la intención de darle punto final a la serie. Una buena alternativa, en todo caso, para quienes sienten angustia al ver la incontable cantidad de golpes que recibe el canino, es desarrollar un largometraje, ya que no podría ser en otra duración, donde el Coyote efectivamente se halle en una posición inmejorable para cocinar a su presa; pero que, recordando todo lo que pasó, sintiendo remordimiento y al fin, sospechando que este acontecimiento puede ser más absurdo, ilógico e incomprensible que los anteriores, termine abandonando su conducta de manera definitiva, y haga las paces con su objeto de deseo. Así sucedió en varias ocasiones con Tom y Jerry, incluso durante sus inicios, cuando gato y ratón se ponían de acuerdo para superar un enemigo común. Pero creo que, aunque fuera una superproducción anunciada con gran pompa, tras el éxito inicial, pasaría al baúl de los olvidos. O sería recordada como un bochorno estrepitoso, similar a los que sufre nuestro protagonista en sus infinitos intentos por atrapar a su querida y a la vez odiada ave.

No hay comentarios: