miércoles, 28 de enero de 2009

Claudia X

¿ Cómo se apellida la esposa de Claudio Narea? Llevamos cuatro biografías escritas de Los Prisioneros, fuera de todos los comentarios que éstas han generado, a lo que podemos sumar un buen número de reportajes televisivos. Pero nada. Esta mujer, que tiene un rol preponderante, cuando no protagónico, en todos esos relatos, queda reducida a un fantasma, a un ente oculto como los que hacen gritar al espectador de un película de horror. Hasta ahora, sólo sabemos tres cosas: que se llama Claudia, que era una fan a la cual Narea conoció en una gira, y que durante un año fue la amante secreta de Jorge González, causa de dos hechos significativos para la banda: la publicación - ya sin Narea- del disco "Corazones", y su disolución.

Antes que nada, dejo en claro que no me gustan estos textos que se meten a hurgar en la vida de los artistas, no sólo porque son una mezcla de chisme, frivolidad y farándula -lo que ya es mucho-; sino porque constituyen una mala versión del periodismo investigativo, que es utilizada cuando sujetos que detentan el poder político y económico, se merecen efectivamente un escrito que los delate, pero su fuerte influencia, unida a la cobardía de la prensa, hace que todos sus delitos permanezcan ocultos. Todo lo que ha girado, en esta calaña, en torno a Los Prisioneros no contradice mi opinión. Freddy Stock era un donnadie antes de publicar "Corazones Rojos" -que incluía el acertado subtítulo "biografía no autorizada"- y ahora es un crítico de espectáculos solicitado en varios canales de televisión. Ahí se dedican varias páginas al asunto Jorge-Claudia-Claudio, y como era de esperar, se supone que fue el principal si no prácticamente exclusivo motivo de la separación del conjunto. Después vino el libro de Darío Osses, que se mostraba como serio, al menos en comparación con el folletín de Stock. Y sin embargo, la historia se repite: una mujer con el nombre más común de las décadas de 1980 y 1990, sin apellido, y por lo mismo sin rostro, engaña a su pareja con su mejor amigo, y acaba con una importante banda de rock. Luego, apareció "Maldito Sudaca", autobiografía de Jorge González, donde se dedica a basurear a Narea, aunque un buen punto a favor es el hecho de que apenas menciona a la enigmática Claudia. Bueno: él armó el desaguisado y un buen roquero jamás se arrepiente de sus fechorías, y en último caso, un caballero no tiene memoria.

Y ahora, como una réplica a "Maldito Sudaca", Claudio Narea ha lanzado su propia autobiografía. En ella, reconoce el desliz de su mujer y admite que lo disgustó al punto de abandonar la banda. Quizá para esconder, al menos parcialmente, su condición de cornudo marginal y marginado, ha centrado sin embargo sus remembranzas en una supuesta homosexualidad nunca asumida de su ex compañero. Lo cual, al leer este libro, nos hace olvidar por un buen momento que vuelve a cometer los errores de sus antecesores: Claudia sólo tiene ese nombre, y aunque su rol es o debiera ser claramente protagónico, se la presenta como un espectro que se mueve en un segundo plano. De acuerdo: el que aquí relata es el marido, y los sentimientos mutuos muchas veces no se llevan bien con la honestidad. Pero lo cierto es que Narea pudo haber hecho algo más que presentar a González como un simple maricón, en todas las acepciones que puede tener ese término. Porque, aunque un lío de faldas puede gatillar la rivalidad entre dos amigos entrañables, las peleas siempre se producen por roces anteriores a los que les basta una chispa para incendiar la pradera. Nadie, por ejemplo, se ha dignado a mencionar la serie de entuertos que Los Prisioneros venían acumulando desde mucho antes de su disolución, como a saber, la poca ganancia monetaria que les generaba la popularidad, o las diferencias de criterio de González y Narea, pues el primero se inclinaba por la música electrónica, y el segundo apostaba por el rock más tradicional.

Siempre me he preguntado por qué en todos estos años ni siquiera se ha entrevistado a la mujer de la discordia, que a estas alturas, es el anónimo más famoso de la farándula chilena. Tal vez, porque de ocurrir ese hecho, todo quedaría aclarado y ya no existiría un chisme que explotar y vender. En resumidas cuentas, porque Stock, Osses, González, Narea y, quien sabe, incluso Claudia y la hasta la opinión pública no están dispuestos a matar a la gallina de los huevos de oro. Aunque pienso que probablemente a ella no le vendría mal contar su verdad. Después de todo, ha sido vilipendiada y manoseada todo este tiempo porque era una seguidora que cumplió un sueño inaccesible para las de su clase: acostarse con uno de los miembros de su banda preferida; con dos para ser exacto, y más aún, ser desposada por uno. Javiera Parra hizo las mismas cosas con Los Tres, pero a ella se la dio a conocer con nombre y apellido y la etapa fue cerrada. Claro: también es parte de la casta artística y en Chile no es bien vista la movilidad social. Aunque las dos, Claudia y Javiera, sean hábiles trepadoras, y se suponga que estamos en un ambiente evolucionado y tolerante.

1 comentario:

Lester Aliaga Castillo dijo...

Excelente texto, Galo.
Buena pluma.
¡Felicitaciones!

No sabía algunas cosillas farandulescas