martes, 2 de diciembre de 2008

Los Caballeros de Izquierda Lo Prefieren Rubio

En primera instancia, dudo que Leonardo Farkas acepte una candidatura presidencial. Fenómenos así, con más características de espectáculo que de servicio público, han proliferado por montones en el mundo y también en Chile: baste recordar que, para las elecciones de 1989, fueron lanzadas postulaciones como las de Roberto Jacob Elo, el recordado mago de la Polla Gol, y hasta el mismísimo Don Francisco, que hasta bromeó con su público al respecto, insinuando por algunos instantes que aceptaba la oferta. Otro animador, Julio Videla, incluso realizó una falsa campaña política por las calles. Y no podemos dejar de lado el caso del poeta Vicente Huidobro, magnate derrochador igual que Farkas, que en 1925 quiso transformar su actitud contestataria y su vanguardismo literario en una postulación, con mucho de lo que hoy se denomina farándula. Desde luego, ninguno de estos personajes siquiera apareció en la papeleta, como tampoco lo lograron hacer las incontables mascotas y delincuentes encarcelados que han sido lanzadas para los diferentes comicios de Estados Unidos, donde bueno, sólo con otear el circo que cada cuatro años montan los dos partidos turnantes, uno se da cuenta del lugar donde vino a caer.

Eso sí, estoy consciente de una cosa: si Farkas finalmente se postula, tiene altas posibilidades de convertirse en el catapilco de Sebastián Piñera, algo que quienes vemos con preocupación que este empresario y el círculo político que lo rodea se instale en el poder, por supuesto nos gustaría que pasase. Así lo han entendido esa especie de faranduleros alternativos que responden al nombre de The Clinic, y hasta varios intelectuales y cientistas políticos de izquierda, le han dedicado artículos, si no elogiosos, al menos con muestras de simpatía. No es necesario citar aquí los paralelos que entre uno y otro han confeccionado los medios de comunicación. Sin embargo, es interesante notar como esta burbuja ha crecido merced a la falta de opciones que los autodenominados progresistas han puesto enfrente. Porque la Concertación, natural competidora de Piñera y la derecha política, tiene a dos envejecidos ex presidentes como primera oferta, y parece que todos ahí no quisieran que se asome otro rostro. Y ante el desgaste y la falta de ideas, esperemos que el trabajo sucio lo haga, sin siquiera saberlo, este rubio melenudo que parece ídolo musical de dueñas de casa, pero que ha amasado una fortuna en el negocio minero. Después de todo, él no saldrá elegido: sus rivales también podrán ser bufones, pero cuentan con instituciones empoderadas detrás. No nos importe que sus votos sean un ochenta por ciento de chacota y un veinte por ciento de protesta, mientras el rival directo y temido por todos no gane. Aunque atención: parte de esa protesta podría ser contra la Concertación.

Respecto de la personalidad de Farkas, lamentablemente le tengo que decir a mis lectores que cargo con la formación cristiana evangélica, y eso significa que detesto muchas de sus actuaciones. Me chocan los tipos que arrojan billetes por el balcón y procuran que los demás se enteren, porque si se quiere entregar una donación, prefiero a quien lo hace de manera anónima y sin esperar recompensa. Además, tengo algunas dudas sobre el caudal de este zar de los yacimientos: no olvidemos que los chilenos nos caracterizamos por construirnos en base a apariencias, y casos de famosos a quienes se les ha descubierto su lado oscuro, hay para llenar varias veces este blog. De todas formas tiene su lado positivo, ya que siempre es mejor que un magnate financie cosas concretas, como un hospital en una comuna pobre, a que le entregue los excedentes a la iglesia católica a cambio de indulgencias, que es la forma de proceder más común entre nuestros millonarios. Por otra parte, Farkas derriba el mito del judío tacaño, y eso es un punto en favor del combate contra el racismo.

En conclusión, estamos ante un sujeto ostentoso que golpea el muro de sobriedad que siempre ha caracterizado a los chilenos. Sobriedad legítima y recomendable, pero que en los grupos de poder, quienes nos deben bastante, se torna hipocresía. Y el fasto es el mal menor ante el cinismo. En definitiva, nos provoca empatía un tipo que hace alarde de su fortuna, porque al frente están el doctor Jekyll y el señor Hyde, como en el cuento, dentro de la misma persona. Como en estos veinte años de democracia, en que hemos optado por la Concertación, que ha optado por hacer gobiernos de centroderecha, porque al lado se encuentra la ultraderecha inquisidora y papista. La misma que se ve desenmascarada por los deaguisados de Farkas.

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