miércoles, 4 de septiembre de 2013

Estados Unidos o La Democracia Imperfecta

Sí cualquier sistema de origen humano es perfectible, cabría preguntarse entonces de qué manera se podría mejorar la democracia norteamericana, considerada como la más antigua del mundo. Un planteamiento que, en el afán de transformar en un debate, necesariamente implica la búsqueda y el reconocimiento de errores en un tejido que, debido a la expansión y a la supremacía mundial que ha conseguido Estados Unidos en los dos últimos siglos, muchos consideran como modélico e intocable.

Para empezar, si se acepta la monserga de la más vieja democracia vigente, cabría también admitir la falta de un antecedente inmediato en la historia moderna que haya fungido como una influencia inmediata o un agente educativo decisivo en la formación del sistema norteamericano. En tal sentido, uno se debe resignar a considerar como punto de partida y apoyo a la estructura política ateniense de la Grecia clásica, justamente donde se inventó este concepto del "gobierno del pueblo". Sin embargo, es preciso agregar que allí el sufragio estaba limitado a los ciudadanos, palabra que por entonces definía a los varones mayores de veintiún años descendientes de los fundadores de la ciudad, pues el resto eran considerados extranjeros aunque proviniesen de varias generaciones asentadas en la urbe. Además de ellos, el vocablo excluía a los niños, las mujeres y los esclavos: por lo que en la práctica las decisiones políticas eran tomadas por un grupo reducido de individuos que se identificaban con una fronda aristocrática. Otra causa visible podría hallarse en el parlamentarismo inglés, que adicionalmente se puede considerar como un factor de continuidad entre la embrionaria estructura helénica y lo que acabaron diseñando los próceres norteamericanos. No obstante, aquí igualmente se pueden exponer argumentos antitéticos: fuera de que lo armado por los británicos en la época medieval no es considerado democrático, su origen se ubica en la misma monarquía contra la que los patriarcas estadounidenses propusieron la emancipación total, en el afán, precisamente, de transitar hacia un sistema participativo. Toda vez que la maquinaria pública del RU incluye elementos poco apropiados a una democracia, como es un senado completamente designado por el rey.

La verdad es que, echando un vistazo muy somero, hay componentes de los dos paradigmas expuestos en el párrafo anterior que sí están muy presentes en el aparato norteamericano. Y en algunos casos su aporte ha sido claramente negativo. Por ejemplo lo que sucede en el sistema penal, donde los veredictos son definidos por un jurado formado por personas comunes y corrientes nombradas mediante un sorteo (que en todo caso es la forma más democrática de resolver un asunto cuando las elecciones no pueden conseguirlo), las cuales a veces carecen de los más mínimos conocimientos en lo que se refiere al derecho, y que terminan fallando guiados por sus emociones e influenciados por el carisma de un abogado, en varias ocasiones -como bien lo ilustra el filme "Twelwe Angry Men"- con desidia y más preocupados de regresar a sus obligaciones cotidianas antes que de tomar responsabilidades en rubro que les es ajeno. Es una práctica derivada del carácter participativo que tenía la organización ateniense, útil en los siglos en los cuales las ciudades de los actuales Estados Unidos tenían mucho menos habitantes que hoy y los litigios buscaban resolver cuestiones absolutamente domésticas. Pero en la actualidad, con una población tan amplia como variopinta, donde confluyen negros, indígenas y descendientes de inmigrantes, esta clase de organización ha demostrado su ineficiencia y prueba de ello son las innumerables situaciones de inocentes enviados a la cárcel por extensos periodos de tiempo, fuera de que cuando los improvisados magistrados pertenecen al prototipo de los peregrinos del Mayflower los representantes de otros grupos étnicos y sociales suelen ser perjudicados independiente de su nivel de culpa. Sin contar que el antecedente más directo de este proceder se halla precisamente en la Inglaterra medieval, desde donde fue traspasado a las Trece Colonias.

Estados Unidos puede ser la democracia más antigua del mundo. Pero no por ello debe ser declarada intocable. Los modernos sistemas europeos se le han adelantado en varios aspectos y eso a veces salta a la vista. Además de que algunos aspectos propios de la estructura norteamericana hoy resultan contraproducentes, como su tipo de elección presidencial indirecta, donde unos estados valen más que otros -o son más iguales que otros, parafraseando a "Rebelión en la Granja"-. Más aún: la misma administración de los EUA se abrió a reformar su estructura concediendo, por ejemplo, el sufragio femenino. Los viejos son la voz de la experiencia pero también requieren de savia joven.

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