jueves, 26 de enero de 2012

Megaupload y la Pesadilla Americana

¿Qué comentario se puede agregar para condenar el deleznable acto efectuado hace unos cuantos días de parte del FBI en contra del sitio de descargas directas Megaupload? Tal ha sido el repudio mundial a este allanamiento arbitrario e ilegal, también dentro del marco jurídico de Estados Unidos, que a pesar de que el acontecimiento aún está próximo en el tiempo, hasta el crítico más radical de esta infame medida puede caer en la tentación de aseverar que ya todo está dicho. Y sin embargo, aunque se repitan algunos conceptos ya emitidos en la red, incluso los más apasionados, irracionales o espetados en caliente, uno no deja de sorprenderse porque tras la calma individual que sigue a todo proceso de indignación, se da cuenta que ha emitido opiniones originales y planteamientos novedosos capaces de enriquecer el debate. Un fenómeno que sólo consiguen provocar las reacciones más espurias, que sólo una mente cauterizada, intencionada o definitivamente malévola puede concebir.

La sensación de que se está presenciando la más deleznable de las injusticias, aumenta conforme nuevos antecedentes se dan a conocer acerca de la clausura de Megaupload y el arresto de sus propietarios. Por ejemplo, que el sitio estaba creando una filial dedicada exclusivamente a descargar música, la cual pretendía operar con un apego estricto a la legislación, situación que podría colocar en entredicho la supervivencia de las grandes compañías disqueras, dicho sea de paso, las industrias de arte más oscuras y tiránicas que se conocen (sólo basta recordar las condiciones en que obligan a los compositores y bandas a firmar contratos, en los cuales se estipula que éstos le ceden los derechos al sello). O que el sitio de internet estaba generando una notable cantidad de ganancias que incluso le permitían contratar personal extra (contrario a quienes afirman que esta supuesta piratería acarrea como consecuencia la eliminación de puestos de trabajo, debido a que los establecimientos más "formales" se verían obligados a reducir su planta de trabajadores). Lo cierto es que toda esta parafernalia parece el intento de determinados consorcios económicos -en este caso grandes productoras y distribuidoras de obras de arte-, amparados por las autoridades públicas, de eliminar una amenaza que, gracias a una idea novedosa y asequible a la vez, les estaba ofreciendo una dura aunque limpia competencia. Un hecho que siempre ha ocurrido en la "tierra de la democracia y las oportunidades" como pomposamente le llaman los gobernantes norteamericanos a su país. Más aún: iniciativas que parecen motivadas por un asunto moral, como la ley seca o la prohibición de la marihuana, se concretaron por una causa similar.

Varios ya han anticipado que la medida del FBI acabará siendo contraproducente. Pues, por mucho que Megaupload y otros sitios de descarga directa -algunos de los cuales se han asustado con la redada y han optado por clausurar sus bibliotecas virtuales, al menos por el momento- les hayan quitado unos dólares a los grandes sellos musicales y estudios de cine, hasta ahora, cumplían una función de carácter informativo que, se rumorea, incluso significó disminuir costos por publicidad de productos. Cabe acotar que, pese a que el grueso de los clientes de estas páginas de internet se conformaba con consumir una obra de arte de modo gratuito, un puñado significativo de ellos empero prefería dar el paso siguiente y obtener una copia de mejor calidad, aunque fuese pagada. Esto llegó a posibilitar un leve aumento en las taquillas y en los clubes de vídeo -o DVD, que para el caso es lo mismo- ya que los más asiduos a estos lugares continuaron frecuentándolos, más aún, provistos de mayor información gracias a estos servicios tildados de ilegales. Toda vez que quienes se valen de estas ofertas para conformar una cineteca o discoteca abundante, son ciudadanos con tendencias coleccionistas, que buscan producciones que mediante los canales regulares jamás podrían obtener.

Y aquí es donde quienes sospechan de la búsqueda de supresión de una eventual competencia, encuentran más argumentos. Porque al eliminar mecanismos de transmisión de obras de arte más alternativas y que cuentan con menos circulación comercial, los grandes estudios de Hollywood o los sellos musicales más renombrados, contarán con un potencial abanico mayor de clientes, hacia los cuales podrán insistir con sus productos, aunque sea a la fuerza. Sin embargo, el temor de que el remedio resulte peor que la enfermedad continúa vigente. Puede que esto sepulte a los sitios de descarga directa, o que se adapten a las nuevas condiciones de una manera que finalmente sea perjudicial para los mismos que ahora los están obligando a re acomodarse. En tal sentido, ya existen páginas de este estilo que se están moviendo a países más "permisivos" en estos temas, como Rusia o China, donde hasta podrían contribuir a la economía interna agravando todavía más la precaria situación financiera de Estados Unidos. Por su parte, el gobierno suizo, lugar donde se encuentran las oficinas de Rapidshare -cuyos ejecutivos se mudaron ahí desde Alemania, justamente buscando una legislación menos restrictiva-, el rival más directo de Megaupload, no parece haberse dado por enterado de la exagerada reacción norteamericana. En definitiva, como todo acto que conlleva un nivel de represión, generará más daño que el beneficio que trataba de instaurar, y acabará, tal como en su época acaeció con, por citar un caso, la ley seca, inhibiendo el desarrollo mismo de la sociedad estadounidense, desde luego que en el campo cultural, pero además el monetario.

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