miércoles, 17 de agosto de 2011

Somalía: El Hambre Como Identidad Nacional

Entre las noticias de las protestas y los disturbios que sacuden a distintos países del orbe, y la irresponsabilidad con que las autoridades de Estados Unidos -tanto las de gobierno como de oposición- han tratado el asunto económico, se cuela, en los medios de comunicación, la desesperada situación de hambruna que sacude a Somalía, provocada por una combinación de factores que incluyen una severa y prolongada sequía, una aún más extensa y sanguinaria guerra civil, y la eterna ineficacia de los países desarrollados para tratar una situación que es causa de anomalías que se vienen produciendo hace décadas y de las cuales se puede esperar que desencadenen un acontecimiento como éste. El que por lo demás ya ha acontecido en épocas pasadas en aquella región conocida como el cuerno de África, con imágenes casi tan impactantes como las que están llegando ahora a través de los cables y los reportajes, que pese a su crudeza, más que revelar de que nos encontramos en una crisis peor que las anteriores, representan una muestra del deterioro progresivo e irreversible que en todos los aspectos -recursos naturales, población, cultura, sociedad- ha venido experimentando esa región del planeta.

Veamos. Somalía, como buen Estado africano, es otro invento de las potencias coloniales. Históricamente parte de Etiopía, esa franja de terreno, durante el siglo XIX, fue repartida entre franceses, británicos e italianos. Tras la derrota de estos últimos en la Segunda Guerra Mundial, debieron ceder su porción a los ingleses, quienes la fundieron en una entidad única a la que finalmente le concedieron la independencia (la parte correspondiente a los galos, a su vez alcanzó la soberanía con el nombre de Yibuti). Las tensiones entre ambas comunidades pudieron ser aplacadas primero por una dictadura comunista, y más tarde por el factor de cohesión que significa la religión musulmana, mayoritaria en la población, e impuesta por las invasiones árabes a comienzos de la Edad Media europea. Entretanto, se sucedieron dos hechos que han sido determinantes para el curso posterior del país. La intervención militar norteamericana de los años 1990, cuyo fin era entregar ayuda humanitaria a los más desposeídos, pero que como todo lo que protagonizan las fuerzas armadas estadounidenses, dejó al teatro de acciones peor de como lo encontró. Y la secesión de la fracción norte, la misma que había permanecido bajo dominación italiana, que conformó la república de Somalilandia, no reconocida por la comunidad internacional, a pesar de que cuenta con una estructura política bien consolidada y que podría ser la envidia de cualquier otra nación de África, amén de un interesante desarrollo económico. Pero como los occidentales tienen miedo de que los reclamos de autonomía de los pueblos en el continente negro deriven en un caos -como si la actualidad fuese el más buscado de los ideales-, sancionan todo intento de modificación de las fronteras, diseñadas según sus intereses y sin consultarle a los afectados.

Somalía se ha caracterizado por ser tierra de nadie. Posesión de etíopes, árabes, ingleses, franceses, italianos, soviéticos y norteamericanos. Todos, en su momento, han querido imponer sus términos esperando el acatamiento absoluto de un puñado de habitantes que, de acuerdo a la época y a la mentalidad del ocupante, han sido considerados provincianos, infieles, sudesarrollados, alienados o extremistas religiosos. Cada cual, a su modo, ofreciéndose como la instancia de salvación, discurso elaborado con el propósito de ocultar sus verdaderas intenciones. Ignoro qué frases se utilizaron para convencer a los somalíes medievales de allegarse al paraíso de Alá -bueno: gran parte del aporte lo hicieron las armas-, pero de seguro se pueden comparar a las de los comunistas que prometían la prosperidad material y la disolución de las clases -lo cual es un asunto muy serio en un sitio donde prima la organización en clanes familiares- o a las de los militares norteamericanos que venían a liberarlos del yugo de la guerra y la pobreza. Al final, todos huyeron al darse cuenta que resultaba imposible dominar una zona salvaje, pero con la satisfacción de llevarse en los bolsillos algo de la riqueza y del patrimonio del lugar. Quedó el islam, que ha servido más como una herramienta de control para los jefes tribales que una auténtica unidad; pero especialmente, el hambre, que se ha erigido prácticamente en el único elemento de idiosincrasia nacional.

¿Qué se puede hacer para conseguir el rescate de Somalía, por emplear una palabra que se puso de moda durante los momentos más turbulentos de la crisis financiera? Primero que nada, entender que no nos encontramos frente a negritos belicosos, sino ante un pueblo compuesto por mujeres y hombres que piensan y además tienen sus propias costumbres, ya que en ningún caso ambas cosas son incompatibles. Un paso que parece muy simple, pero que al parecer, para los europeos y norteamericanos, producto de su formación, a veces resulta muy difícil por no decir prácticamente imposible de dar. Luego, consultar a los habitantes de aquella malograda zona acerca de sus necesidades, aceptando de antemano que las inquietudes de los ciudadanos rasos son diferentes a las de sus jefes tribales y de los tristemente célebres "señores de la guerra". Y si produce algún choque entre las diversas aspiraciones, buscar un consenso, y si éste no se genera, simplemente optar por las propuestas que se inclinen por el bien común y no por la opresión. Esto significa hurgar en lo profundo de las almas y comprender que el islam que se asegura es profesado de manera unánime, puede constituir nada más que un sustento a la posición de los líderes locales responsables de que los alimentos no lleguen a sus dependientes. Es el error que caracteriza a todas la intervenciones externas en el África negra: sus impulsores se prefieren sostener a estos personajes como interlocutores válidos ya que es una solución fácil, pues en forma indirecta pueden abarcar una gran cantidad de lugareños. Lo que deja entrever que su disposición de ayudar es sólo un saludo para las cámaras de televisión.

2 comentarios:

kiaeri dijo...

SIN DUDA UNO DE LOS MEJORES APORTES SOBRE EL TEMA, HE INICIADO UNA INVESTIGACIÓN PARA UN TRABAJO ESCOLAR Y DECIDÍ FUNDAMENTAR MI MARCO TEÒRICO CON TU PUBLICACIÒN. GRACIAS

(EVIDENTEMENTE CITARÉ AL AUTOR)

Galo Nomez dijo...

Ningún problema. Siempre y cuando cites mi nombre, por cierto.