viernes, 15 de enero de 2010

La Peor de Las Derrotas

¿ Qué les parece? Ahora ocurre que algunos sondeos advierten de un repunte de Eduardo Frei, a menos de una semana del balotaje. Bueno: se trata de encuestas diseñadas por entidades vinculadas a ese sector político, en las cuales, éste ya ha aparecido con una adhesión algo más alta que el resultado en las elecciones. En Chile, hace rato que se dejó de creer en Papá Noel; pero a cambio, se confía ciegamente en el libre mercado, la iglesia católica, los sicólogos y... la Concertación. En estos momentos, el pacto oficialista queda en la misma situación que el seleccionado chileno durante las clasificatorias para Alemania 2006, tras la renuncia de Juvenal Olmos y los triunfos que, dirigido por el mediocre Nelson Acosta, ese equipo asestó a los debiluchos representativos de Bolivia y Venezuela. Y al igual que entonces, se destacan, con una manifiesta e intencionada sobrevaloración, algunos integrantes del equipo, como la hasta poco objetada, y siempre objetable, Carolina Tohá; o el niñato hijo de papá de Ricardo Lagos Weber.

En la Concertación se ilusionan con revertir la actual situación y en consecuencia lograr el milagro. O en su defecto, perder por escaso margen, para como consolación, decirle a la triunfante derecha que, frente a su ancestral autoritarismo, ellos siguen estando ahí y permanecerán por siempre ahí. Allá ellos. Pero retomando la analogía con el fútbol y en general con el deporte, entonces tenemos que la alianza gobernante se halla dispuesta a celebrar un triunfo moral, ésos que abundan en nuestra historia, no sólo atlética, y los cuales después nadie recuerda, excepto por la sensación de que se podía haber obtenido una victoria de verdad. El problema es que en este país, ya nadie sonríe con esos supuestos logros; más bien, indignan. Un cambio de mentalidad que se ha suscitado en estos últimos veinte años y cuyo gran impulsor han sido, justamente, las legislaturas de la Concertación, aunque como consecuencia no consciente e indirecta. Con su insistencia de vendernos a Chile como ejemplo mundial en cuanto a avances macroeconómicos se refiere, esto avalado por cifras interpretadas por ellos mismos, más los testimonios de personalidades extranjeras que piensan de manera más o menos uniforme: impulsó la creación dentro del territorio nacional de una cultura arribista, engreída y egocéntrica, de la cual, son muestra cuestiones aparentemente sin ninguna relación entre sí, como el endeudamiento, el auge del neonazismo, la mayor temeridad de las bandas delictuales o el matonaje escolar. En efecto, somos más agrandados, pero continuamos siendo igual de pusilánimes y mediocres. Tipejos que hablan oro y hierro de la boca hacia afuera, pero sólo para enorgullecerse de las conquistas de otros: los empresarios y magnates que han puesto sus negocios en el extranjero y que a ellos, que de profesional a auxiliar, no son más que sus trabajadores, además les pagan un sueldo miserable.

Hay que ser realistas porque hoy no su puede pedir lo imposible. Todos los indicios apuntan a que la Concertación perderá este diecisiete de enero. Atención: no que la derecha ganará, porque es el pacto gobernante quien durante todo este tiempo ( sigo haciendo analogías con el balompié) se ha anotado autogoles. Pero sin lugar a dudas, la peor derrota será la estrecha. Porque, al igual que en todos los triunfos morales, quedará la sensación de se debió hacer más. Luego, porque ante tras la frustración de haber quedado tan cerca, se deberá soportar a los partidarios del bando opuesto dando vítores por su presidente electo. Pues, no es necesario recordarlo, las victorias, pírricas o no, se celebran siempre con la misma alegría; y más aún, la sensación épica que ocasiona la ganancia apretada aumenta la disposición a dar vítores. Tampoco los conservadores se van a sentir inhibidos en sus planes si acceden a La Moneda con menos sufragios de los que sus cálculos proyectaban; incluso, también ahí podría operar la emotividad generada por el logro conseguido con esfuerzo. Mientras, los perdedores, que serán eso y no otra cosa, masticarán la rabia que ya tienen acumulada contra la Concertación, por haber participado en estos comicios con la peor opción posible, y en consecuencia, habiendo desperdiciado todas las posibilidades que tenía de ganar.

En la historia política contemporánea, y con ello reduzco el nivel de análisis a este siglo, sólo se ha dado un caso donde el resultado de una elección cuya tendencia se revirtió a pocos días de celebrarse, trayendo como consecuencia el triunfo de quien aparecía como derrotado en todas las encuestas. Se trata de lo ocurrido en España en 2004, donde las torpezas del derechista y populista José María Aznar tras los atentados del 11-M, donde acusó a diestra y siniestra a inocentes con el fin de defender su ideología, acabaron con la paciencia del pueblo quien le quitó el respaldo a su delfín y se inclinó por los socialdemócratas. Sin embargo, cabe señalar que ahí se dieron una serie de circunstancias que difícilmente acaecerían en el proceso chileno, menos en los escasos días que le restan. Sin contar que ésos fueron comicios de primera vuelta, en un país donde no existe el balotaje y en el cual quien accede al gobierno lo hace reuniendo los votos suficientes entre los diputados, que son electos paralelamente. Y por último, aunque Frei ganase de verdad, no habría nada que festejar, a entender por las características y el historial de él mismo, y el estado en que se encuentra la alianza que lo apoya.

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