miércoles, 23 de septiembre de 2009

Nacional Socialdemócratas

Ayer correspondió el sorteo de las parejas que intervendrán en el Grupo Mundial de la Copa Davis, y coincidió que Chile enfrentará a Israel. Digo esa palabra en dos sentidos: uno de absoluta obviedad, porque un acto entregado al azar las cosas siempre coinciden; y otro, referido a dos hechos puntuales que conformarán la estructura general de este artículo. Resulta que ambos equipos tenísticos debieron desplazarse a Suecia para medirse con el combinado local, en fechas muy distintas y con resultados muy dispares, ya que mientras los connacionales cayeron por 4-1 el año 1975, los hebreos derrotaron a los anfitriones 3-2 a comienzos de este 2009. Pero los dos desafíos estuvieron cruzados por un factor común: las airadas y a veces irracionales protestas de los suecos, tanto contra la dictadura de Pinochet, como hacia la violenta incursión israelí en Palestina, respectivamente. La intención de los manifestantes era la misma: hacerle sentir a los extranjeros que se hallaban en un ambiente ajeno y hostil, debido a que representaban a países cuyos regímenes habían sido condenados, con justos argumentos, por la comunidad internacional. Y de paso, aunque fuese un efecto no deseado, darle un aliento a sus coterráneos. No lograron todos sus objetivos, pues las llaves se disputaron, y sin público; y una de ellas, terminó con un triunfo para el vapuleado visitante.

¿ Por qué saco a colación esto? Porque muchos han visto en los incidentes de 1975 una movilización de exiliados que no temen ser tachados de antipatriotas con tal de llamar la atención sobre una cruel tiranía. La cual, además, habría revestido un carácter simbólico, por tener Suecia una tradición socialdemócrata. Cuando en verdad, aquellas manifestaciones fueron engrosadas ante todo por jóvenes suecos, los mismos rubios nórdicos que insultaban a los refugiados chilenos llamándolos "cabezas negras". Supongo que habrán empleado el mismo calificativo para referirse al equipo de tenis, al que vieron como una monotonera de chimpancés enviados por el gorila Augusto Pinochet ( un tipo de raza que, además, sólo puede darse en América Latina, jamás en la rubia, blanca y culta Europa). En definitiva, un puñado de muchachos del primer mundo que se sentían invadidos por indígenas y mestizos que no sintonizaban con su entorno, y que más encima les ocupaban los puestos de trabajo. Si señalaban a las raquetas rivales con el dedo, era porque el insufrible gobierno de facto que entonces administraba Chile, era la evidencia más cabal que los arrivados del ultramar eran bestias que estaban un escalafón más abajo en la evolución humana, y por ende, podían llegar a destruir todo vestigio de civilización. Lo de la sociedad de bienestar sueca y del paraíso socialista democrático y libertario, sólo fue más leña para la pira: nosotros somos los desarrollados y en consecuencia los únicos aptos para alcanzar esto; los otros, peligrosos ladrones que vienen a robar lo que hemos conseguido, de la misma manera que les es tan fácil hacerse con el poder.

Casi veinticuatro años después, la situación se volvió a repetir. Ignoro si en Suecia se produjeron masacres de judíos. Pero cabe señalar que los cultos y avanzados europeos son quienes más integrantes de esa etnia han enviado a las hogueras y las fosas comunes, y desde mucho antes que la Segunda Guerra Mundial. Incluso, si ahora critican los deslices de Ahmanidejab en cuanto al bullado Holocausto, lo hacen esencialmente para ocultar sus crímenes ancestrales y aparecer como prueba de una etapa superada. ¿ Que protestaban contra las incursiones militares en Palestina? Los rubiecitos de hoy hablan de "perros judíos" de la misma manera en que sus padres gritaban "cabezas negras". Nada más que muestras de racismo. Y solapadamente, intentos oscuros y cuestionables de apoyar a su combinado local. Aunque en los actuales tiempos, los más chicos ya le han perdido completamente el miedo al poderoso, y en su propia casa, jugando con sus propias reglas y tragándose todas las trampas que éste ha puesto en el camino: igual puede vencerlo. Ya que, como acotamos, el equipo de Israel ganó por tres partidos a dos.

Recomiendo esto a quienes quisieran, en la confrontación de la próxima Copa Davis, recordar la cuestión palestina con algún insulto de carácter antisemita. Aunque es probable que esto no ocurra, pues los chilenos, al menos en apariencia, tenemos bien aprendida la lección de lo ocurrido contra Argentina en el 2000. Toda vez que el actual presidente de la federación de tenis es judío, misma ascendencia étnica de la entrometida Sonia Fried, la madre de Nicolás Massú. Acuérdense que hace un cuarto de siglo fueron vituperados del mismo modo bajo el pretexto de una causa noble, con el fin no confesado de dar la imagen de un rival temible. Muy parecido a los reproches que desde Europa nos hacen a los latinoamericanos, a quienes nos acusan de resucitar conflictos bélicos resueltos a medias, con las confrontaciones deportivas.

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