miércoles, 17 de junio de 2009

La Vida Después de Toulon

Nadie que tenga un mínimo de afición por el fútbol y sea chileno, se ha abstraído del título obtenido por el seleccionado U-21 en el torneo de las Esperanzas, que anualmente se disputa en la ciudad francesa de Toulon y sus villas aledañas. Y no es por un henchimiento de chauvinismo, algo que los logros de este tipo gatillan con facilidad, más si se trata de deportes masivos donde compiten equipos relativamente numerosos. Sino por la falta de copas de campeón en las estanterías del balompié criollo, tanto a nivel del combinado nacional como de los clubes. Tienen un sinnúmero de excelentes participaciones, que los hacen merecedores de una calificación medianamente respetable; pero los primeros lugares escasean.

Lo cual ha subido, en forma directamente proporcional, los bonos de los involucrados en este pequeño aunque significativo éxito. Los futbolistas, para empezar, ya que su público son mayormente cazatalentos de clubes europeos que vienen a observar a promesas jóvenes para enseguida llevárselas a sus instituciones y reforzar sus planteles. Luego, el director técnico, Ivo Bassay, que se fue del país envuelto en un manto de críticas y regresó sólo a recibir elogios. Y, como un modo de redondear las felicitaciones, el flemático presidente del balompié chileno, Harold Mayne-Nicholls, quien con su apellido y su voz queda de gerente que mira desde la ventana más alta de su edificio, trata cada vez que puede de recordarnos que proviene de la alta alcurnia y tiene una relación muy fluida con los sambernardos de FIFA, pese a que señales al respecto le sobran. Nadie se detiene un momento para acordarse que este grupo, hace sólo seis meses atrás, fue protagonista de un bullado fracaso en el sudamericano U-20, clasificatorio para el mundial de la categoría. Cuando los muchachos -los menos responsables, de todas maneras- se ganaron la simpatía de la autoridad reconociendo el fracaso; el entrenador Bassay, que planteó esos partidos de una manera absurda e insostenible y luego quiso mostrar sus dotes de mando insultando a sus pupilos, se genuflectó ante los dirigentes y a cambio recibió la confirmación en el cargo, y el mismo Mayne-Nicholls, pudo cubrir los reclamos de la hinchada con la notable actuación del combinado adulto, en las clasificatorias mundialistas. Hoy, los tres estamentos se reivindican con esta victoria. Pero cabe apuntar que, por muy importante que sea, Toulon no es una competición oficial, sólo cuenta con ocho participantes, los partidos duran ochenta minutos y el ambiente de los estadios es el llamado "familiar", sin las presiones de un coliseo repleto fanáticos ansiosos de que su equipo preferido gane.

¿ Cuáles son los aciertos de Mayne-Nicholls? Aún pocos, y sólo uno destacable: el haber contratado un seleccionador adulto de buen nivel, como es Marcelo Bielsa, y dejarlo actuar libremente tanto a él como a su cuerpo técnico. Una decisión que pudo tomar gracias a dos factores: su condición de antiguo empleado subordinado de las altas esferas de la FIFA que le permite un alto roce internacional, y las abundantes arcas dejadas por las administraciones anteriores, las mismas que pretende hacernos olvidar. Aunque parece paradójico, dado el logro aquí tratado, está descuidando los seleccionados de menores, mismo error que cometió otra legislatura que nos llevó a un mundial: la de Ricardo Abumohor -también muy alabada-, y que se terminó pagando caro los años siguientes. No lo digo sólo por el frustrado intento en el sudamericano U-20, que es el punto válido de referencia, pues considero también la versión U-17, que además se disputó en nuestro país, con evidentes fallas en la organización - se tuvo que disminuir la cantidad de partidos a jugar porque sólo se disponía de un estadio- y de nuevo en el rendimiento de los futbolistas. La otra gran espina es la liga local, otro aspecto donde, curiosamente, existen coincidencias con la pasada gestión de Abumohor. El actual sistema de competición ya no resiste y urge, no ya para el desarrollo, sino la conservación de la actividad, modificarlo lo antes posible. El mandamás se defiende arguyendo que es una decisión de las autoridades de los clubes y que ellos continúan prefiriendo las cosas así como están. Pero ahí es donde Mayne-Nicholls debe mostrar una capacidad de liderazgo, no imponiendo mano dura, sino convenciendo a sus interlocutores que esa senda sólo conduce al precipicio.

Es un hecho que el seleccionado adulto clasificará para la competición de Sudáfrica 2010 y que, en los recuentos de fin de año, la copa de Toulon será rememorada. Pero continúan siendo pequeños logros en el fútbol chileno. No insignificantes, claro está; pero tampoco suficientes para ensalzar una gestión o asegurar que ya pasamos a una etapa de progreso ascendente. El balompié criollo es como nuestro cine: siempre se ha estado renovando, lleva más de un siglo renaciendo y parece que al fin va a despegar. Me sigo plantando como un crítico al mandato de Mayne-Nicholls porque hasta a la fecha sólo su condición le da una imagen de reformista y de sujeto con aspiraciones serias. Si a largo plazo sortea esa condición, escribiré un artículo en su favor. Sin embargo, al día de hoy sigue demostrando casi nada más que un caudillo bananero.

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