miércoles, 12 de junio de 2013

AFP: Los Que Mandan el Juego Cambian las Reglas

El ente regulador de las Administradoras de Fondos de Pensiones (AFP), esas empresas privadas creadas por la dictadura militar que gracias a la legislación vigente desde entonces son los únicos organismos autorizados para manejar los dineros de jubilación de los chilenos, ha anunciado que impondrá algunas reformas normativas a la capacidad con la que hoy cuentan los usuarios de migrar hacia uno u otro tipo de fondo que propone el sistema. ¿Los motivos? El incesante cambio de pozos que éstos han efectuado en los últimos meses, lo cual les está ocasionando problemas a estas entidades a la hora de fijar las operaciones comerciales que se les permite hacer con los recursos de los cuales son custodios, bajo la premisa de aumentarlos y de ese modo otorgar un supuesto beneficio adicional al afiliado.

Lo curioso de toda esta coyuntura es que estamos hablando de empresas, que a pesar de ser las exclusivas encargadas de manejar las pensiones de los ciudadanos, constituyen un auténtico negocio, exigiendo sus dirigentes que se las trate como tales. Pues bien: el problema del cambio de fondos y la consecuente inestabilidad financiera ha sido generado por la intervención de actores que también parten de una inspiración comercial. En concreto, de sitios de internet que frente a la falta de información de los usuarios han comenzado a darles consejos, descubriendo la existencia de un filón rentable. Tal vez exista una intención manifiesta de estas redes virtuales en el sentido de querer tambalear un sistema que un mayoritario sector de la población, con argumentos muy atendibles además, considera anómalo e injusto. Sin embargo, la primera impresión que causa el análisis respecto de la aparición de estos nuevos elementos en el -nunca debemos olvidar este término- mercado, es que han descubierto un yacimiento importante y han empezado a explotarlo con el propósito de obtener ganancias. Uno de los principios esenciales del capitalismo, al menos del nuevo liberal, aplicado hasta la irracionalidad en Chile y sobre el que ciertos expertos aseguran es la única vía para lograr el pleno desarrollo nacional.

Ante lo cual, aquellos que están sufriendo las consecuencias de la irrupción de un elemento desconocido en la competencia, a su vez ha comenzado a expresar su preocupación debido a las pérdidas monetarias. Y buscan revertir su situación recurriendo a factores ajenos al sistema económico, que apelan a su propia situación dentro de la sociedad. Así, presionan a las autoridades valiéndose de su condición de poderosos empresarios, propietarios gracias a una exclusividad legal de algo tan importante como las pensiones de vejez o invalidez, con las cuales además efectúan millonarias inversiones tanto en el país como en el extranjero. No se trata de una inquietud ocasionada por un incierto destino de los dineros de las jubilaciones, cuyas cantidades en pocas oportunidades se asemejan a aquello que los supuestos beneficiarios esperan. Muy por el contrario, nos hallamos en presencia de la descarada protección de un negocio, que a fin de cuentas eso y no otra cosa son las AFP, pasando por alto las reglas básicas del juego con el propósito de aniquilar la competencia, y siendo los mismos que impusieron el principio, los que ahora lo rompen. Lo que siempre sucede con los más ricos cuando se ven amenazados en su propia cancha.

Lo que cabe formular es el por qué de la carencia de información en los usuarios que los impulsa a creer en consultoras virtuales surgidas a partir de un asunto tan específico. Y la causa se puede hallar en la misma génesis de las AFP y en el relativo éxito (económico) que han experimentado casi desde su fundación. Ya que las cosas funcionaban bien, al menos en el ítem monetario, que al cabo es lo único que interesa, no era necesario detenerse a mirar ciertas cuestiones anexas que sólo distraían del propósito original, que se trataba de ganar más dinero, con la pretendida misión altruista de traspasarlos a sus ciudadanos con el afán de tornar más digna su senectud. Ahora que vientos contrarios amenazan con hacer zozobrar al buque, la solución no se encuentra en proporcionar una mayor documentación (¿tendrán los usuarios finales herramientas más contundentes para exigir un cambio más profundo del sistema?), sino en frenar la expansión de los focos de peligro. Que se deben insistir, constituyen un riesgo sólo para los dueños de las empresas, pero no para alguien de los demás.

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