miércoles, 11 de mayo de 2011

Otra Vez Nuevo Cine Chileno

Las nuevas autoridades políticas han decidido que es necesario, una vez más, refundar el cine criollo. Por eso, han optado por financiar aquellos filmes que se rijan por aquello que se denomina "los cánones de la industria": en términos simples, producciones que imiten el lenguaje de Hollywood, que puedan ser clasificadas como "de género", que tengan un fin ante todo evasivo y que sean capaces de cortar muchos boletos. En definitiva, algo completamente diferente a lo que se venía promoviendo en los últimos veinte años: la búsqueda de la "chilenidad", a través de un discurso socialdemócrata descafeinado, adornado por algunas reflexiones formuladas en habla coloquial y entre escenas de alcoba. Claro: ahora gobierna la derecha y el cambio de orientación obedece también a una imprescindible declaración de principios.

Y a eso apuntan los tres estrenos que se han dado a conocer en el transcurso de este año, dirigidos por realizadores debutantes a quienes basta con observarles unos segundos la cara para darse cuenta que no pertenecen al círculo de los habituales beneficiarios de los fondos públicos. Lo curioso es que, a pesar del cambio de rostros, los problemas se mantienen. Ninguna de las películas locales aparecidas en cartelera ha conseguido un éxito importante en la taquilla, y en el caso de las dos primeras muestras, "Shawn Baby" y "El Limpiapiscinas", pasaron sin pena ni gloria por las salas de exhibición, con una mención apenas perceptible en los noticiarios. Mejor suerte ha tenido "3: 34", aunque cabría señalar que su aceptación se debe a que explota un acontecimiento reciente, como es el gran terremoto del 2010, y que además, a su lanzamiento acudió el mismísimo presidente Sebastián Piñera, quizá para dejar la sensación en los medios de que su administración no ha abandonado a las víctimas de ese cataclismo. Mala señal, si se considera que el propósito de estos largometrajes consistía en atraer el público a las salas. Porque este tipo de mentalidad, inevitablemente, los condena a morir ahí, sin ninguna opción de salir al extranjero a través del circuito de festivales, donde las realizaciones pueden ser compradas por distribuidores internacionales y pasearse por los más diversos cines o canales de televisión. De hecho, filmes chilenos como "La Nana", "En la Cama" o la más comercial "El Chacotero Sentimental", lograron ingresar a salas foráneas gracias a la participación que tuvieron en esta clase de eventos, que además permiten, por el mismo asunto de la compraventa, no sólo la recuperación de lo invertido, sino que también proporcionarle ganancias a sus creadores.

Entiendo que este cambio de paradigma en la asignación de fondos públicos se debe a ese majadero discurso en favor de la "eficiencia" que la derecha ha repetido hasta el nivel del huero eslogan publicitario. Muchos asesores del actual gobierno consideraban que era un derroche inútil financiar películas que no eran vistas por nadie, y que no podían cerrar su trama sin antes incluir un prostíbulo, un coito o una buena dosis de palabrotas. Pero lo cierto es que muchos de esos filmes, con todos sus defectos, consiguieron no sólo reconocimientos en el extranjero, sino que además lograron hacerse un espacio en los mercados internacionales. Varios fueron puntales a la hora de presentar una "imagen-país" (neologismo que tanto les gusta a los conservadores), e incluso ayudaron a presentar a Chile como atracción turística. Si por el ya citado concepto de la eficiencia, entendemos la posibilidad de generar ganancias pecuniarias, entonces la tarea estaba más que resuelta. Fuera de que el cine chileno se pudo erigir como una pequeña industria con su propia fábrica de salchichas a través de las películas seudo eróticas, como Hong Kong lo hizo con las artes marciales, Japón con los monstruos y la animación, la India con los melodramas musicales, Francia con el cine intelectual o Inglaterra con la exposición de casos sociales. Es más: algunas realizaciones del 2011 siguen la tónica de sus antecesoras, como "El Limpiapiscinas" pensada como una "teen-com" norteamericana, pero que debe recurrir a elementos de sus equivalentes chilenos, como "Promedio Rojo", "Che Kopete" o "Grado Tres". Todas, por cierto, menos malas que el estreno de este año.

Ignoro cuál será el nivel de cultura de los actuales dispensadores del financiamiento público a las artes. Pero así como van, serían incapaces de reconocer los alcances de una buena película de género. Veamos: filmes como "Oldboy", "Hierro 3" o "Tesis" son notables ejemplos de cine de industria, que adicionalmente obtuvieron premios en eventos de alta envergadura. Me pregunto si los ingeniosos prohombres ávidos de transparencia y eficiencia que pueblan hoy los fondos de cultura abordarán esas producciones como lo que son en vez de descartarlas de plano sólo porque no las pueden entender. De partida, arrugarán la cara nada más al informarles que el mayor éxito de esas realizaciones fue obtenido fuera de las fronteras de sus países, pues tal situación no congenia con sus visiones de corto plazo. Menos entusiasmo mostrarán cuando se les comunique que algunas creaciones calificadas de "arte", no obstante esa calificación han reventado las taquillas. Lo que ocurre es que sólo existe el buen y el mal cine, y quien desconozca esto, va a estar tan desorientado como un topo en una superficie desértica. Por lo mismo, los actuales proveedores de recursos económicos para los proyectos artísticos, no sólo la cinematografía, ahora sí que van a derrochar el dinero de los contribuyentes.

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