jueves, 18 de noviembre de 2010

La Revancha del Feminismo Fascista

Son curiosas las aparentes contradicciones que se dan entre la reciente campaña publicitaria desplegada por el Servicio Nacional de la Mujer (SERNAM), y el rechazo que entre algunas féminas provocan las políticas prácticas que la actual administración derechista pretende implantar en esa repartición pública. En el primer caso, nos encontramos con un grupo de anuncios televisivos que sanciona de manera clara y contundente ciertas odiosas conductas de dominación masculina en la relación conyugal -agresiones verbales y físicas contra la pareja, rechazo a la posibilidad que ésta se incorpore al campo laboral-, recurriendo sin tapujos al insulto y al estereotipo -se trata a los varones, en términos generales y con escasos escrúpulos, de maricones y cavernarios, de acuerdo al caso respectivo-. Sin embargo, al reverso tenemos a una institución criticada por quienes han abordado dichas problemáticas en los últimos años, ya que estaría tomando medidas que según su opinión, serían contraproducentes. Por ejemplo, la propuesta de admitir en las casas de acogida para mujeres golpeadas a sus propios agresores, algo que ya se ha intentado en el pasado con resultados nefastos. Además de la insistencia en orientar el tratamiento de lo femenino en el marco de una visión conservadora y reaccionaria deudora del más recalcitrante tradicionalismo católico, lo cual se traduce en la concepción de la mujer como una esposa subyugada cuya prioridad esencial e irrenunciable debe ser la procreación.

Ignoro si estos comerciales fueron planificados en la legislatura anterior o si han sido diseñados y ejecutado bajo la orden del actual gobierno. De ser la primera opción, no se puede negar que al menos se intentó dar un giro novedoso a través de un tímido cambio de actitud. No obstante, dicha conducta no representa una ruptura con respecto a lo que venía ofreciendo el SERNAM en épocas recientes, entusiasmadas y envalentonadas sus dirigentes, por el hecho de que el 2006 una mujer accedió a la presidencia de la república. Cabe recordar que la anterior ministro, Laura Albornoz, intervino de manera enérgica el 2009 para impedir la difusión de otra campaña publicitaria de origen estatal, ahora emanada desde el Instituto Nacional de la Juventud con el propósito de incentivar a los jóvenes a inscribirse en los registros electorales y de ese modo ejercer su derecho a sufragio, porque en un afiche aparecía una recepcionista de un "café con piernas" con la vestimenta de trabajo que usan las empleadas de tales sitios. Lo cual logró, pues los aludidos, por órdenes superiores, se vieron obligados a retirar no sólo el vapuleado cartel, sino todo el material de la mentada campaña. Antes, la misma persona había intentado frenar la divulgación en televisión de la propaganda de una cerveza, por considerar también que degradaba a su género, aunque esa vez no tuvo éxito (se trataba de una empresa privada). Por ende, estamos en presencia de unos niveles de agresividad que ya cuentan con antecedentes. Ahora, si los mensajes son única responsabilidad de quienes asumieron a principios del 2010, la verdad es que no presentan ninguna diferencia con la conducta clásica de los conservadores criollos: tendencia a señalar con el dedo a quien de acuerdo a su criterio lo hace mal, preocupación por el castigo antes que la rehabilitación, condena lapidaria e irrefutable mediante el uso del escupitajo y la humillación.

Porque si bien los comerciales pueden tener un dejo humorístico -mecanismo que en determinadas ocasiones es más eficaz al momento de apabullar que la corrección seria y airada-, no por ello dejan de mostrar una intención de desacreditar al otro valiéndose de la discriminación en base a prejuicios y frases clichés semejantes a los vituperios racistas. Pues, y no es necesario ser un erudito para cuenta, todos sabemos que cuando una mujer trata a un hombre de troglodita o maricón, es equivalente a que un blanco llame mono a un negro. No se trata de una reacción desesperada de orgullo fálico ante un feminismo desatado. Sino de recordar que esos vocablos existen casi desde que se inventó el lenguaje y son empleados de manera irreflexiva en medio de acaloradas discusiones con el propósito de denostar al oponente y así quitarse un peso de encima. Quizá por temor a que se les responda con esos argumentos, es que los creadores de tales mensajes han optado que varones integrantes de la farándula sean quienes arrojen los insultos en la tanda televisiva (uno de ellos, homosexual confeso y que ha sabido sacar réditos de ello). De acuerdo: la violencia conyugal es inaceptable y debe ser detenida con la mayor dedicación posible. Pero la insistencia de trapear el suelo con el caído -muy propia de los reaccionarios atrincherados en el integrismo religioso-, aparte de que se contrapone con algunos proyectos mencionados en el primer párrafo, revela una búsqueda morbosa e irracional por el encarcelamiento y el castigo más insufrible, propio de aquellos que piensan que sus gobernados son una manada incapaz de controlar sus impulsos y que por ende necesitan un látigo que los enriele constantemente.

No faltará quien, analizando las características del actual presidente, afirme que estos comerciales constituyen una estrategia distractiva que pretende ocultar a la opinión pública las auténticas intenciones de las autoridades conservadores respecto del SERNAM y las políticas dirigidas hacia la mujer. Podría ser y existen pruebas en las cuales apoyar esta tesis. Sin embargo, en realidad las conductas que observamos en torno al tema dejan, como primera conclusión, que el ejecutivo sólo está mostrando una de las tantas facetas de su ideología. Populista y simpática si se quiere, pero que se condice a rajatabla con su concepción conservadora de la sociedad. Y que incluye la desfachatez de utilizar a las propias féminas para cumplir sus objetivos, de la misma manera que las convierten en sujetos de procreación o en muñecas de vitrina. Todo, con el fin de sumir a damas y varones bajo su aplanadora, para exprimirlos y quedarse ellos con los beneficios.

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