miércoles, 11 de noviembre de 2009

La Derecha Inculta

Uno puede o no estar de acuerdo con esa sentencia que proclama que las intervenciones derechistas en el terreno del arte y la cultura, son o puden ser tan poco afortunadas como las de la izquierda en el campo de la economía y el emprendimiento. El problema, es que los conservadores chilenos, cada vez que tienen la oportunidad, terminan confirmando dicho prejuicio, cuestión que no ha variado un ápice en la víspera de las elecciones generales de dicimiembre próximo, pues su candidato, Sebastián Piñera, ha formulado declaraciones propias de un ignorante de primera línea, con el agravante -y esto ya lo torna peligroso- de que se ha negado a reconocer esa condición, persistiendo en su estupidez y adornándola de tal modo que entre sus destinatarios, los sufragantes, se deje ver como verdad incuestionable.

Sin embargo, el actuar de la gobernante Concertación, coalición, cuando menos en el papel, de centroizquierda, no ha sido para nada ideal. Aunque ha creado algunos fondos con el fin de financiar proyectos artísticos, sus adjudicaciones jamás han estado exentas de polémica. En especial, se acusa de favorecer a los mismos de siempre, o sus protegidos, o a quienes están apadrinados por un gran dirigente de la alianza oficialista; en desmedro de iniciativas que, incluso para un neófito o un simple aficionado, se mostraban claramente de mayor calidad artística. Por otra parte, los falladores han tendido en darle el visto bueno a ciertas postulaciones dejándose embaucar por el estilo de redacción de la solicitud; o bien, han optado por propuestas más mastodónticas o espectaculares, que saben, llamarán la atención, en clave positiva o negativa -lo último, en relación con la buena cantidad de escándalos morales, creados o inflados por la televisión- de los medios de comunicación, pero cuyo aporte es escaso por no decir nulo. Lo peor, es que varios de estos esperpentos, curiosamente, se suelen llevar grandes tajadas de dinero, en un despilfarro que a poco andar impulsa a todos los interesados en el tema, a pedir explicaciones.

Y es que en el mundo de la centroizquierda -entendido como el grupo de ciudadanos que forma parte o se siente fuertemente influenciado por la Concertación- se ha llegado a caer en el mismo vicio que atraviesa a los derechistas. Se olvidan de que, primero que nada, es menester despojar al arte de cualquier añadidura superflua, dejando únicamente el punto de referencia estético. Que no se malinterprete que busco defender el principio de "el arte por el arte" acuñado por simbolistas y surrealistas, y que se encuentra muy ajeno a la realidad. Sin embargo, los progresistas criollos creen que apoyando los desnudos, colocando fugaces escenas de sexo en pantalla, declarando que todos caben el universo, emitiendo una opinión rechazada por los círculos religiosos tradicionales, o haciéndole preguntas capciosas a Dios: ya en el acto se transforman en artistas o en críticos expertos sobre la materia. Es decir, terminan caricaturizando el asunto tal como lo hacen sus adversarios, para quienes una obra digna de respeto es aquella que se ciñe a determinados valores morales ( y que no por nada se les llama también "culturales"), ya sea de índole cívica, teológica, política o relacionado con la movilidad social. Así, si por un lado se exige que no se dañen instituciones como el matrimonio y la familia, cuando menos en términos genéricos; del otro, se solicita que se ensalcen costumbres libertarias que empero no ocasionen división en la comunidad, que en última instancia, éste es un aspecto de la diversión humana tendiente a conseguir su total felicidad. De tal modo que cada sector termina por imponer sus propios inquisidores: en una vereda están los curas, los empresarios y, cuando la situción reviste carácter de extrema urgencia, los militares; en la calzada contraria, por su parte, nos encontramos con los sicólogos y los analistas universitarios. Y atención, porque en muchos casos, ambos bandos suelen coincidir y actuar juntos, si de censurar al mismo artista se refiere.

El arte es rupturista y ese solo hecho lo vuelve controversial. Esto significa que, al menos en primera instancia, una obra no puede masificarse, porque para eso se requiere un consenso, y siempre existirá un sector de la población que la rechazará de forma virulenta y por más de un motivo. Ya sea que se considere escandalosa o elitista: lo cual, curiosamente, es la causa de aversión de derechistas e izquierdistas, respectivamente. Aunque, como fue señalado en el párrafo anterior, a veces los brutos se unen en pro de un objetivo común, como aconteció con el Estado chileno y la encarcelación de Eliana Varela, por realizar un trabajo sobre la represión contra los mapuches en el sur, cuyo financiamiento había sido garantizado por instancias gubernamentales.

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