domingo, 7 de mayo de 2017

Rusia Y Su Recta Doctrina

La decisión de las autoridades rusas de prohibir a los testigos de Jehová en los distintos territorios que conforman ese país ha provocado sentimientos encontrados entre los evangélicos. Unos la aplauden, felices porque se ha impedido la propagación de una doctrina errada que distorsiona los principios esenciales del cristianismo, a la vez que el parecido entre ambas propuestas puede confundir a neófitos e incautos. Otros, sin embargo, la miran con reservas y hasta preocupación, conscientes de que esto sólo puede definirse como un atentado a la libertad religiosa, que en el futuro llegase a afectar a otras confesiones, entre ellas, precisamente las de quienes felicitan esta medida.

Muchos creyentes están observando a Rusia con un grado de beneplácito por ciertas determinaciones que ha venido tomando su gobierno, las cuales coinciden con el modo en que ellos conciben el ideal de sociedad. Por ejemplo, las restricciones a la libertad de expresión que se les han impuesto a los musulmanes y homosexuales, además de la censura de contenidos y palabras que desde ha un par de años rige para los medios de comunicación. Dichas decisiones han sido estampadas tras la sugerencia -mejor dicho la exigencia- de la iglesia ortodoxa imperante en el país, cuyos prelados también se han tomado la atribución de establecer qué credos e ideologías son nocivas para la sociedad y atentatorias de los valores tradicionales, entendidos en una mezcla de moralidad cristiana e idiosincrasia nacional. En ese sentido comparten inquietudes con los evangélicos occidentales -y algunos grupos con los que existe cierta afinidad doctrinal e histórica, entre ellos los mismos testigos de Jehová- quienes no dejan de mostrar deseos de que medidas de tal calibre se apliquen en los lugares donde se hallan arraigados.

El problema es que cuando se habla de valores tradicionales, no se está haciendo en términos estrictamente morales, sino que el vocablo incluye un amplio entramado que alude más bien a la formación política, social, religiosa y cultural de un país. En Estados Unidos, dicha simbiosis tiene como uno de sus componentes esenciales al cristianismo evangélico, y es lógico que sea orientada tomando este credo como punta de lanza. Pero en otros sitios, por ejemplo la India y la citada Rusia, la conformación de esa estructura -que por lo demás es quimérica- se realiza a partir de otras bases porque los pueblos se han constituido de una forma diferente. Y en tales cimientos no se encuentra lo que existió en el origen de otros, por lo que en una parte era imprescindible para entender el quehacer nacional en otro puede ser excluido.

No han faltado quienes aprueban la supremacía de la ortodoxia rusa -y sus decisiones derivadas del poder que ha adquirido- alegando que una congregación religiosa que sobrevivió a algo tan anticristiano comunismo soviético tiene la más completa autoridad moral para opinar de muchísimos temas e incluso decidir qué es correcto y qué no. La verdad es que durante esos años, pese a las evidentes restricciones, el patriarcado de Moscú fue sostenido por los jerarcas socialistas curiosamente en base a que era parte de la cultura ancestral del país, lo cual les permitió mantener sacerdotes y conservar cierta ascendencia en la población -la misma que les ha permitido escalar de posición y llenar el vacío que dejó la caída de la URSS- Y aunque lo tuvieran todo en contra, nada justifica que asuman una conducta idéntica a quienes los reprimían, sólo por querer distinguir entre buenos y malos a causa de una actitud mesiánica. Otros, por su parte, han alabado estas proscripciones aduciendo que entre los evangélicos existen congregaciones de dudoso proceder, como los predicadores de la prosperidad, que se deben ser puesta a raya. De acuerdo. Pero, ¿cómo va a distinguir una autoridad que desconoce la historia y la organización de las comunidades reformadas, entre las de recto proceder y las manzanas podridas? Una que además no tiene mucho interés en investigar. Simplemente colocará lo que pueda en el mismo saco y hará pagar a justos por pecadores. El parámetro será que no se ajustan a los valores tradicionales, nada más. Y hasta ahí llegarán los que desean propagar la palabra de Jesucristo. Encerrados en una celda con los gay, los libertinos y los testigos de Jehová

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