lunes, 1 de mayo de 2017

Ahora Justicia Para Florencia

A un día de conocerse la sentencia contra Mauricio Ortega, hallado culpable de agredir y mutilar de modo brutal a su ex pareja, Nabila Riffo, sería interesante detenerse a examinar un caso ocurrido también ocurrido en Coihaique: el asesinato de la niña Florencia Aguirre, entonces de nueve años, a manos de su padrastro Christian Soto García, impulsado por los celos enfermizos de este hombre, quien no soportaba que su conviviente le prestara mayor atención a su hija que a él. Hecho además acaecido en octubre de 2016, sólo tres meses después de la primera afrenta aquí nombrada, y que salvo los días posteriores a su acometimiento ha contado con una mínima cobertura mediática, reducida a medios locales de la región de Aysén, y muchas veces con comentarios desfavorables para la víctima y sus familiares.

Los cuales (en una ciudad relativamente pequeña como Coihaique) han visto cómo la presidente, inmediatamente después de ser dictado el veredicto contra Mauricio Ortega, decide interrumpir sus actividades laborales y partir rauda a visitar a Nabila Riffo, junto con la ministra de la mujer y otras personeras, a su mismo domicilio ubicado en la capital de la undécima región, reafirmando sus dicho contra la violencia de género y repitiendo el eslogan ni una menos (con gato virtual incluido). Mientras, a no muchas cuadras de allí, la familia de Florencia debe resignarse a postergar sus ansias de justicia luego de que los mismos tribunales que eran vitoreados por decretar la culpabilidad de un femicida frustrado días antes decidieron ampliar el plazo de investigación -que no ha experimentado un avance significativo- respecto de la niña asesinada, hecho que podría beneficiar a Chistian Soto, quien estaría en condiciones de solicitar el cambio de condición, de prisión preventiva a arresto domiciliario.

De acuerdo. Que a alguien lo golpeen con todos los objetos posibles hasta dejarlo moribundo, y además le arranquen los ojos es un crimen horrendo y es correcto que el agresor pase un buen tiempo de su vida en la cárcel. Pero, ¿no podían los funcionarios gubernamentales, y la propia mandataria, darse una vuelta por el vecindario y al menos ofrecer una palabra de consuelo a los familiares de otro caso que es igual o incluso más condenable que el que los motivó a visitar Coihaique? En una ciudad que no es tan grande no les habría costado mucho. ¿La presidente no cuenta con algún asesor encargado de revisar el quehacer nacional? Los medios de prensa de cobertura nacional, que informaron del asesinato de Florencia en su momento, y que acompañaron a los personeros públicos en todo su recorrido hasta la casa de Nabila Riffo, ¿no podían en un instante de que había otro grupo de ciudadanos clamando por justicia, la que además les estaba siendo esquiva? El ministerio de la mujer, ¿no se dio por enterado que Christian Soto asesinó a una de las suyas motivado por una actitud que suele desencadenar conductas violentas de parte de los varones a las féminas, como es la celopatía? ¿O acaso la niña Aguirre no cuenta porque no tenía los pechos suficientemente desarrollados?

 Me dirán que el aplazamiento de la investigación es una cuestión temporal y que tarde o temprano dará lugar el juicio, el responsable será declarado culpable y se lo condenará. Sin embargo, la experiencia inclina a predecir que cuando un caso a medio resolver es sacado de la primera plana, finalmente no es llevado a buen puerto o la sentencia hacia el agresor llega a niveles risibles. Lo de Nabila Riffo tuvo el resultado que todos conocemos gracias a la cobertura mediática, que incluyó tanto a la prensa como a los políticos. Y ya se está hablando, con cierto grado de certeza -en realidad más de convicción, pero en fin- que a Mauricio Ortega, por lo bajo, le caerán veintiséis años. Si es así, me temo que serán muchos más de los que definitivamente recibirá Christian Soto, quien a diferencia del primer nombrado, era un hampón relativamente conocido entre los delincuentes comunes, con su interesante prontuario policial. Será la gracia de ser víctima en el lugar y tiempo indiciados...

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