domingo, 5 de marzo de 2017

Yo Acuso Truco Publicitario

Ante una serie de querellas ingresadas en su contra, producto de los negocios oscuros en que sus empresas, principalmente las del rubro pesquero, se vieron envueltas durante su periodo presidencial, Sebastián Piñera ha respondido con varios ataques en contra de miembros del poder judicial y adversarios políticos, alegando que están orquestando una campaña sucia en su contra, a fin de evitar que vuelva a ocupar la primera magistratura, hecho que podría acaecer si gana los comicios a realizarse este fin de año, en los que distintas encuestan lo sitúan como favorito. El punto culminante de esta bocanada de diatribas fue un artículo que publicó en su página de Facebook titulado "Yo Acuso" intentando emular los textos homónimos dados a conocer en su momento por escritores como Emille Zola o Pablo Neruda.

Basta sólo con leer el título de su panfleto para caer en la cuenta que lo de Piñera no es más que un burdo truco propagandístico para llamar la atención, algo a lo que este magnate nos tiene acostumbrados. Con la única diferencia que en este caso, en vez de usar su carisma para potenciar su figura, lo hace en el marco de una tan desesperada como inconsistente defensa de un serie de libelos judiciales que los propios organismos encargados han declarado como admisibles. Dicho de otra manera: en lugar de abocarse a triunfar en una elección, está empleando las armas de siempre con el afán de no perderla. Lo cual lo acaba perjudicando más que ayudando. Porque lo que antes eran estratagemas para aventajar al oponente -algunas controvertidas, pero aceptadas por el marco legal y al menos medianamente por la sociedad-, ahora son respuestas puramente emotivas y rabiosas, que no aclaran las objeciones formuladas -más bien buscan evadirlas- y por ende se terminan transformando en meros insultos, que lo dejan en el más desnudo de los ridículos (ya que los supuestos receptores, lejos de sentirse ofendidos, encuentran más argumentos para solventar sus sospechas).

Una de las cosas en las que no ha reparado Piñera es que está llevando a la banalidad una expresión que en su momento marcó hitos importantes en la historia y en la literatura, gracias a la calidad de los autores que la acuñaron, de quienes este magnate se encuentra a una distancia sideral. Bueno. La verdad es que no es primera vez que empobrece un aspecto significativo de la cultura tras abrir la boca. No sólo por el lío judicial que dio origen a este panfleto ni por intentar compararse con escritores tan insignes. Tomando el caso de Neruda (porque dudo que conozca al creador original de la frase), el premio Nobel redactó su denuncia en favor de quienes estaban siendo perseguidos debido a la ilegalidad en la que habían caído tras ser promulgada la Ley de Defensa Permanente de la Democracia, ideada durante el gobierno de Gabriel González Videla con el propósito de frenar a organizaciones sindicales, federaciones estudiantiles, partidos de izquierdas y en general lo que pudiese ser señalado como divulgador del comunismo soviético. Y su propia intervención en el Senado le valió el desafuero, el pase a la clandestinidad y el exilio. Muy distinto a la coyuntura de Sebastián que está siendo investigado por delitos tributarios, respecto de los cuales, incluso si es señalado como culpable, es inimaginable que se enfrente a la opción de un huir de un país que pretende encarcelarlo, debido al modo que las autoridades chilenas tratan estos deslices, en especial cuando el involucrado pertenece a una determinada capa social.

Piñera nos tiene acostumbrados a este tipo de berrinches. Es la conducta que caracteriza a un acaudalado que por esa condición se siente dueño hasta de lo que no tiene, incluyendo la vida privada de las personas. Ello lo impulsa a responder de manera tan virulenta ante sospechas que aún en el marco de la presunción de inocencia tienen fundamento. En su fuero interno debe sentir que, porque ha amasado una enorme fortuna, es el único con la capacidad de salvar a la nación de todos sus problemas, tanto reales como quiméricos. Y que cualquiera que se oponga a ese pensamiento o sostenga que esconde otras intenciones, es un envidioso que quiere obtener dinero fácil sin trabajar, mediante regalías estatales o a través del robo, esto último dirigido a precisamente a seres como él. Un engreimiento que además lo conduce a tomarse atribuciones como la de usufructuar de una frase reconocida en la cultura internacional y manipularla para sus propios intereses. Si Sebastián mirara su reflejo (y su vanidad) en el espejo de la bruja de Blancanieves, éste lo apuntaría con el dedo y le diría "yo te acuso".

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