domingo, 2 de febrero de 2014

La Feria Rota

Dos han sido las motivaciones que a los entendidos y a una buena parte del público les han hecho lamentar la reciente quiebra de la Feria del Disco, o como se le denominaba en estos últimos años, Feria Mix. La primera, es el cierre de una empresa que no sólo distribuía el setenta por ciento del material fonográfico, sino que además con un sello musical, el cual, a fuerza de compras de competidores y ofrecimientos a los artistas, llegó a erigirse como el del catálogo más amplio del país, a mucha distancia de su más cercano perseguidor. La segunda, es el fin de un negocio familiar, que por su historia y su crecimiento sostenido se había erigido a sus creadores como un ejemplo de emprendedores, al punto que se estaban transformando en parte de la idiosincrasia nacional.

Y es que este último fue el rasgo que marcó a la Feria del Disco. Una distribuidora que comenzó como una tienda al interior de un taller mecánico y que se transformó en prácticamente el único punto de referencia de ese rubro en el país, que además se amplió a otros ejercicios, como la venta de libros, filmes y entradas de taquilla para diferentes conciertos, fuera del ya mencionado sello. Que en su recorrido se enfrentó a importantes desafíos y salió airosa de todos, como cuando arribó a Chile la cadena argentina Musimundo, que con toda su parafernalia, su dominio de campo y sus novedades, sólo duró dos años en el territorio. Es probable que auténticos triunfos como ése terminen envolviendo al ganador en una suerte de aureola que finalmente le impide ver más allá de sus paredes. Lo que se torna más delicado si hablamos de un negocio pecuniario que contaba con todos los elementos para formar parte del imaginario folclórico local, partiendo por su mismo nombre.

En ese marco, no había que preocuparse si se vendía el material fonográfico a precios que los consumidores consideraban demasiado altos. No obstante, a la par que empezaba su expansión y diversificación, la Feria igualmente comenzó a ser atacada desde un flanco desconocido o en el mejor de los casos extraño, como eran las descargas -autorizadas y de las otras- de material musical y fílmico a través de internet, algo que se hallaba fuera del disco físico (más aún, esta empresa lideró siempre el mercado de la venta de álbumes en línea). Un fenómeno que no fue abordado de modo serio y que carcomió a la industria discográfica concreta en general, y que por sus características encontraba más adaptadas a las pequeñas tiendas dedicadas a un público específico que a las de orientación maximalista, pues la bajada de material por los computadores tiende a ser más masiva, diversa y -lo que le da ventaja frente a una casa establecida- dispersa, a lo que se debe agregar el directo entendimiento con el interesado, producto de la carencia de un intermediario. Pero a qué preocuparse de aquello si hemos ganado todos los desafíos que nos han presentado. Y en ese predicamento la expendedora llevó adelante reformas estructurales que con el tiempo resultaron ser contraproducentes, como ampliar sus negocios y abandonar el esquema familiar con la contratación de un gerente, en el ánimo de cruzar el último umbral y mostrarse como una empresa similar a las demás, que debía ser tomada en serio. En ese contexto es que se re bautizaron  y se colocaron Mix: a fin de deshacerse de una denominación anacrónica y provinciana ajena a la "visión de futuro" que se les exige a todas las emprendidas.

En la Feria del Disco creyeron que por estar en el imaginario colectivo iban a durar para siempre, no importando los vaivenes pecuniarios. Se quedaron en el determinismo de la marca, y renunciaron a una auténtica renovación. Mal acostumbrados por sus victorias ocurridas gracias al ambiente provinciano y aislado de Chile que ellos mismos buscaron superar. Pero que en realidad nuca dejaron porque les resultaba cómodo. Y que en efecto les jugó en contra, no ante los tiburones, sino las bacterias, que como bien lo indica "La Guerra de los Mundos", pueden resultar muy peligrosas pese a su exiguo tamaño.

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