jueves, 17 de octubre de 2013

El Tío y La Beata

Algo de calidad debe tener "El Tío", el filme que intenta relatar la biografía de Jaime Guzmán, como para antes de su estreno comercial haberse ya ganado un premio en un festival internacional. Por lo demás la propia hermana del fundador de la UDI se ha referido en términos positivos a la obra, lo cual constituye un punto de respaldo frente a los reclamos de los cercanos al asesinado político derechista, que han insistido en tratarla de infamante. O quizá, el entusiasmo de Rosario provenga del hecho de que es su hijo, un conocido actor, quien interpreta a este controvertido personaje, entregándole un curioso y morboso sentido al título de la película.

Si hay algo que personalmente me genera rechazo en los detractores de Guzmán, es su insistencia en sacar a colación su supuesta inclinación sexual homosexual. No tanto porque en ella acaben confluyendo los aspectos negativos de este personaje -que no olvidemos, fue o intentó ser el soporte intelectual de la dictadura de Pinochet-, ni porque todos los comentarios acerca de él se reduzcan a los típicos, manidos y desabridos chistes homofóbicos. Son conductas que desde luego ya debieran ser desaprobadas desde un principio. Sin embargo, el meollo del asunto es que estas bromas encuentran su motivación en la opción de vida que tomó el fundador de la UDI, cual es mantener su soltería. Son burlas que están llenas de prejuicios hacia quienes deciden renunciar al matrimonio y al emparejamiento, emitidas por personas sumidas en la ignorancia que del mismo modo que aquellos que odian a quienes exhiben una opinión política opuesta, son incapaces de comprender los diversos caminos que puede elegir un ser humano. Y de las cuales, quizá de manera inconsciente, se hace eco la película mencionada en el párrafo anterior, pues ya sabemos la connotación que ha adquirido la palabra "tío" en especial después de la serie de escándalos de pedofilia que se han suscitado al interior de establecimientos educacionales. Una situación que atañe a los clanes familiares, que suelen emplear el vocablo para aludir a un integrante que no se ha desposado y sobre el que se tejen toda clase de conjeturas.

Por otro lado, siempre he creído que el homicidio de Guzmán, perpetrado por una pandilla de extremistas izquierdistas en 1991, tuvo ciertos elementos homofóbicos o que estaban relacionados con la ya citada sospecha hacia los no vinculados. Es probable que sus asesinos hayan sido presa de ese temor infantil hacia lo extraño o desconocido, y hayan discurrido que un soltero es un tipo peligroso que debe tener algo oculto. O que se envalentonasen imaginando que alguien que no había formado una familia era un blanco fácil por no contar con gente alrededor que le sirviera de escudo. También, que se hubiesen sentido parte de una labor mesiánica, no por ultimar a un visible colaborador de la dictadura, sino a un sujeto que con su sola conducta subvertía el modo de actuar comunitario, en especial en un tema tan delicado como las relaciones amorosas. En tal sentido, quienes lo ametrallaron contaban con una visión moral tan estrecha como la del más patológico de los reaccionarios, ya que mientras éstos se escandalizan por quienes le faltan el respeto a los valores tradicionales, aquellos tienden a sancionar ciertos comportamientos tachándolos de antisociales. Lo cierto es que en la mentalidad de la época, independiente de su signo político, un varón que no se casa a los cuarenta y cinco años era un paria con problemas cerebrales y de seguro que quienes cometieron ese absurdo magnicidio creyeron que no los iban a perseguir porque se cargaban a un individuo raro, y ésos siempre generan dudas.

Y algo de aquello existió. Estoy seguro que las circunstancias habrían sido mucho más difíciles, para sus autores y el resto de la sociedad, si la víctima hubiese sido un dirigente de la UDI casado y con hijos. Además de que Guzmán siempre fue objeto de burlas entre sus propios pares por su soltería. De idéntico modo que un libertino sexual resulta un dolor de cabeza para los conservadores porque lo imaginan seduciendo a sus mujeres, un militante derechista que ha permanecido sin casarse en una situación de total coherencia constituye una muestra de que esta gente puede ser consecuente y no es hipócrita. Tal vez ahí esté la causa del asesinato de Jaime y no su colaboración con la dictadura.

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