miércoles, 30 de julio de 2008

Los Mamones de la Pachamama

Un fenómeno interesante se está dando en el norte del país, específicamente, entre las comunidades aimara. En muchas aldeas de esa zona, el ochenta, noventa y hasta cien por ciento de su población ha abandonado el catolicismo en favor de la fe evangélica. Como consecuencia, las viejas capillas de esas localidades se han transformado en templos pentecostales, bautistas o de cualquier otra congregación inspirada en la Reforma de Lutero. Por su parte, ciertos grupos que se identifican como intelectuales y académicos, y que viven tanto en Iquique como en Antofagasta y Santiago, han puesto el grito en las nubes ( hasta el cielo no pueden llegar); pues insisten en que estas conversiones masivas, que se han mantenido de forma sostenida en el tiempo y que al parecer no van a detenerse, atentan contra la tradición cultural de un pueblo milenario, y de paso destruyen un patrimonio arquitectónico invaluable, debido a que quienes abrazan el nuevo credo, tienen la costumbre de retirar de los recintos religiosos aquellas imágenes en las cuales no confían, para demostrarle a Dios y a los foráneos que han nacido por segunda vez.

Antes que nada, hay que dejar en claro que en Chile existe la libertad de cultos y que cada habitante de este país es libre de profesar las ideas que quiera. Y lo digo así, porque esa declaración vale tanto para los términos políticos como los religiosos. Luego, me parece sospechoso, al punto de inferir que existe un tráfico de influencias, el hecho de que personas relacionadas con las universidades consigan tribuna en medios de comunicación, como La Nación y El Mercurio, que son totalmente dispares e incluso enemigos entre sí, pudiendo además, arrastrar a políticos de todas las tendencias, junto a sabihondos eufemísticamente llamados intelectuales, que porque han leído libros, han escuchado música andina o han recibido alguna iluminación mientras contemplan las estrellas en las despejadas noches del desierto de Atacama; creen tener la capacidad y la potestad para intervenir en un pueblo, y decirle lo que debe hacer. Todo lo cual beneficia a un grupo, los sacerdotes, o menos aún, la pléyade de purpurados, que de seguro han visto disminuir las donaciones que reciben en fiestas como La Tirana o La Candelaria.
En fin, los chilenos conocemos el monstruoso poder de la iglesia católica, y la forma como reacciona cuando tiene miedo a perderlo.

Sin embargo, existen datos curiosos, que dan cuenta de la inconsecuencia de quienes atacan la legítima decisión, no de los aimaras, sino de un sector de ellos, por lo demás absolutamente voluntaria y tomada en conciencia. Para empezar, el catolicismo es en estos lugares se da completamente en el marco de la religiosidad popular, una forma de expresión que los mismos curas consideran marginal, neófita y hasta peligrosa. Por algo es que nunca ha sido nombrado un párroco con dedicación exclusiva a esas capillas. De hecho, y para justificar su intervención, los intelectualoides prefieren hablar de católicos-andinos ( así, con guion), a fin de dejar en claro que, más allá de la filiación a una entidad determinada, éste es un fenómeno social separado. Pero es ese mismo aislamiento el que ha impulsado a los aimaras a buscar los brazos de un padre más acogedor. Porque los sitios donde están más abiertos a acoger la nueva fe, son aquellas localidades aisladas, perdidas en los rincones de la pampa, donde jamás ha llegado un sacerdote o una autoridad política. El pastor viene de fuera, sí, pero con un mensaje inclusivo, y tal mensaje no lo ha redactado él, sino Dios; y si nadie más les ha visitado con la palabra del más alto de todos, luego no hay donde perderse.

Por otra parte, el susodicho "catolicismo-andino" no es la religión ancestral de estos pueblos. El antiguo culto a la Pachamama, la sacralización de la tierra, era un concepto más cercano a la abstracción, antes que la divinización de una persona. Pero los aimaras no evangélicos son seguidores del culto mariano, que como todos sabemos, está individualizado en la figura de María. Los conquistadores españoles lo impusieron forzadamente, bañando con sangre todo tipo de herejías. Cuando menos, las actuales conversiones se han desarrollado en un marco de completa tolerancia y sin, de acuerdo con la época, la espada en la nuca o la pistola en el pecho. ¿ Que los nuevos fieles atentan contra símbolos históricos, al desalojar la vieja iconografía de los templos? Esas figuras, bien, estaban ahí de hace cuatro siglos; pero eran parte de una producción en serie sin ningún distintivo especial, de las cuales podemos encontrar en todos los pueblos indígenas de América. ¿ Y quién reclamó contra las tropas del emperador Carlos, cuando derribaron las estatuas de los nativos, éstas sí legitimamente autónomas? Volviendo a interpelar a los sabihondos, ¿ por qué ahora se atreven a llamar a estos recintos "patrimonio cultural"? Los comparan con las iglesias de Chiloé: pero para su información, la restauración en ese archipiélago sólo incluye doce iglesias, las más grandes y que están en las ciudades principales. El resto, ahí, en el Norte Grande y en cualquier otra parte, sólo es visto como un clon, de escaso valor arquitectónico y para qué decir histórico. Además no sé por qué protestan: le siguen el juego a los sacerdotes, y les gustaría echarlos de una patada de la sociedad chilena, igual que yo. ¿ Quién de ustedes, señores, comulga, asiste a misa, o forma parte de una pastoral? Varios son capaces de decir que Dios no existe, si no han adoptado alguna de esas sectas seudo orientales que proliferan hoy en día. Bueno: no falta el que asocia el catolicismo andino con los chamanes y la hoja de coca, y construye un discurso religioso de baratijas de feria veraniega. Aprendan que los aimaras también tienen cerebro y son libres de alabar a quien quieran, si piensan que eso es lo que va a mejorar sus vidas ( bastante maltraídas, por lo demás). Como consuelo, les recomiento que visiten pueblos como La Tirana o la La Huayca, en Pozo Almonte, o la comuna de San Pedro de Atacama. En esos sitios no habita ningún evangélico, y por la idiosincrasia de sus gentes, dudo que existirán conversiones en el corto plazo.

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