domingo, 3 de abril de 2016

Escupitajos y Proteínas

Una lamentable intervención del senador Guido Girardi se dio hace unos días en el marco del proyecto de ley que busca despenalizar el aborto en casos terapéuticos y de violación. En una entrevista, el parlamentario y médico de profesión afirmó que la interrupción del embarazo es legítima y debería implicar consideración moral alguna, pues el feto "no es una persona con derechos que se esté matando, sino una fusión de ADN y proteínas". Frente a las críticas que le arrecieron de sectores más conservadores a causa de sus opiniones, replicó aseverando que se pretendía implantar una "ley mordaza" y dejó entrever que los argumentos que buscaban rebatirlo eran propios de individuos ignorantes que merecían ser escuchados y mucho menos incluidos en el debate, pues estarían hablando a partir de un total desconocimiento sobre el tema.

Uno puede ser ofensivo de las más diversas maneras. La más común, y característica de la gente menos preparada o de aquel que reacciona ante una provocación inmediata, son las denominadas malas palabras. No obstante, también existen modos más sutiles de generar desagrado y antipatía, por cierto muy prácticos a la hora de enfrentar a oyentes poco dispuestos a seguir los consejos de un determinado emisor. Algunos, fáciles de asimilar por sujetos carentes de estudios más profundos que desean dar una imagen de dominio respecto de un cierto tema, por ejemplo en el caso de los predicadores que califican de abominación la homosexualidad e insisten en condenar a los gay reiterando aquellos versículos del Antiguo Testamento donde se exige la eliminación física de quienes practiquen tal tendencia. Otros, salidos de individuos con acabada instrucción, que cuentan con un amplio vocabulario y una importante batería de conocimientos para aplicar y con los cuales especular, por lo cual despiertan la atención a través del factor novedad. Fuera de que, gracias a sus antecedentes, estos tipos tienen el potencial para erigirse como autoridades intelectuales, hecho que se torna muy significativo si detrás de ellos hay una institución que los respalda.

En este último segmento se encuentran los sacerdotes y en general, los conservadores y reaccionarios católicos que han puesto el grito en el cielo por este ya citado proyecto de ley respecto del aborto. Los primeros cuentan con el colchón intelectual que les ofrece la teología, que a pesar de sus detractores siempre será una fuente de conocimiento respetable. Los segundos, con su influencia social y su caudal económico, amén de tratarse de sujetos que mantienen un vínculo importante con la iglesia romana, organización de fuerte raigambre cultural y social en el país. Por la vereda opuesta, entretanto, circulan individuos como Girardi, proveniente de una de esas familias tradicionales o de sectores medios altos que mantienen al papismo, gracias a lo cual ha contado con los recursos suficientes para transformarse en un disidente y no ser acallado en el intento. Pues al final de la jornada, este senador se ha reducido únicamente a dar el golpe de vuelta, ni siquiera en el marco de un pelea de boxeo, sino de un espectáculo planificado de la lucha libre mexicana. Del mismo modo que algunos extraen frases sacadas de textos escolásticos, concilios vaticanos o declaraciones papales, este médico se ha valido de un lenguaje con pretensiones científicas con la finalidad de ocasionar asombro ante una audiencia de legos con cierta disposición a otorgarle la razón. 

Desde luego, se trata de expresiones que no vienen acompañadas de una mínima reflexión intelectual, sino expresiones basadas en frases hechas pero igualmente sacadas de contexto, que no obstante son suficientes para atraer a una masa que desconoce el origen de tales afirmaciones aunque sí tiene la idea de que quien las emite -o mejor dicho, repite- domina el marco general de donde fueron tomadas. Lanzadas al aire no con un propósito de guiar sino más bien de desacreditar al contrario, porque uno se siente poseedor de la exclusiva verdad. Amparado ya sea por los dioses o por una profesión que se puede relacionar con la ciencia. En tal sentido, Girardi se asemeja a esos diputados reaccionarios que atacaron la eventual aprobación de las causales que permitirían el aborto, empleando excusas tales como el castigo divino o el viejo y manido recurso de la eugenesia. Lo que constituye un flaco favor a quienes apoyan este proyecto de ley. Quien escribe estas líneas entre ellos.

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