domingo, 17 de enero de 2016

Los Números de Mega

Se dieron a conocer los balances anuales de los canales de televisión abierta con cobertura nacional, y como muchos presentían, Mega fue el único que mostró resultados positivos al menos de modo constante durante el 2015. Con ello dicha estación, símbolo de esa mezcla de hipocresía reaccionaria y vulgaridad desvergonzada -y a la vez vergonzosa- que caracteriza a un cierto sector de la sociedad -donde se cuentan los magnates que son propietarios, entre otras empresas, de medios de comunicación-, confirmaba el cierre de un gran año, donde los altos niveles de audiencia cuajaron en una enorme capacidad de absorción de patrocinadores, que la colocaron a una distancia considerable respecto de las demás compañías.

Desde luego que, dadas las características editoriales de Mega -que han variado muy poco desde su fundación-, se trata de datos preocupantes, más si en Chile, país con una baja tasa de ingresos por publicidad y donde la estructura y el marco legal en el que se desenvuelven las estaciones las torna inestables, se suelen tomar como pauta para definir las parrillas programáticas y la orientación de las entidades televisivas. Si esta tendencia se mantiene en el corto plazo, seremos testigos de un grupo de compañías (que a pesar del sinnúmero de críticas que al respecto se le puede plantear a la pantalla chica local, igual siempre han guardado con Mega una distancia sideral en cuanto a calidad de contenidos, incluso en el marco de la llamada tele basura, equivalente a la que dicha firma ha logrado hoy en términos de éxito económico) que se verán obligadas a reducir su oferta o se sentirán tentadas a imitar, dentro de su propia línea, la fórmula que les ha sacado ventaja, lo cual puede resultar más perjudicial aún, tomando en cuenta que casi siempre el original es mejor que la copia -y aún más que el pastiche, que de seguro va a ser la conducta que se observará aquí-. Lo que demás está decirlo, las hundirá todavía más en el fango.

Quizá la solución más asertiva no sea poner atención en el público que ve Mega, sino en aquel que no lo hace. En la actualidad, el espectador medio posee un abanico bastante amplio de alternativas, entre las cuales se encuentran las señales de acceso restringido -a través de los servidores establecidos o los decodificadores de libre recepción-, el internet, que es análogo a la imagen televisiva, o sistemas de suscripción como Netflix. Todos ellos, a fin de cuentas, son televidentes, a quienes se pueden agregar los seguidores de las estaciones regionales y comunitarias -que cuentan con un mínimo pero significativo arrastre- y los que aún conservan su fidelidad hacia las otras compañías abiertas. Se trata de grupos que, unificados, constituyen una mayoría que busca opciones de acuerdo a sus intereses e inquietudes personales. En cambio los que permanecen pegados al canal de marras son sujetos que llegan cansados del trabajo y sólo quieren distraerse con lo primero que está al alcance mientras cenan, o son amas de casa que encienden el televisor por costumbre, pero que prestan atención esporádica ya que están ocupadas en los quehaceres habituales del hogar. En definitiva son una suerte de no visor, que en realidad no les importa la pantalla chica en sí misma.

De hecho muchos de quienes visualizan a Mega iban pasando, ya sea en la casa o en la calle, frente a un televisor, y alguna cosa que escucharon les llamó la atención. Pero es una actitud muy puntual y pasajera, ya que a los pocos minutos uno se da cuenta que el contenido es repetitivo y vuelve a lo que estaba haciendo. Como el ama de casa que observa de reojo el televisor o el obrero que a los diez minutos se queda dormido en la silla. Personas que no constituyen el verdadero espectador de televisión. Por ello, ojalá que los otros canales abiertos alguna vez tomen atención a este detalle y ofrezcan panoramas para quien realmente tiene interés en la pantalla chica -o para crearlo, que no es tan difícil como parece-. Quizá no lleguen a los exorbitantes números que está mostrando su competencia, pero estoy seguro de que su situación sería mejor que la actual.

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